martes, 10 de diciembre de 2013

Capitulo 33

Tomo su mano y salgo. De repente me resbalo. Extiendo las manos para aferrarme a él. Caemos golpeando el suelo con fuerza. Aterrizo sobre Peter. Nos quedamos así por un segundo sin movernos, sin decir nada.

Capitulo 33

De repente nos ponemos histéricos.

—¡Ay! —exclama Peter.

De repente la puerta del baño se abre. Vico y Candela están de pie allí, mirándonos. Peter y yo los miramos. Candela comienza a reír, mientras que Vico levanta las cejas.

—¿Están bien? —pregunta.

—No lo sé. —Me rio con nerviosismo. Miro a Peter—. ¿Te has hecho daño?

—No, estoy bien. ¿Estás bien?

Asintiendo, le respondo.

—Sí, te interpusiste en mi caída.

—Está bien, ustedes son muy raros —enfatiza Vico—. Primero estaban en el baño juntos y entonces escuché a Peter gritar como una niña, dos veces. Tú señorita, saliste prácticamente saltando a tu cuarto. Entonces este estúpido sale y te secuestra. Se van al cuarto de baño. Escucho un montón de gritos y luego a Mariana volviendo a gritar, así que vengo a la puerta a decirles que se den prisa. En ese momento Candela y yo oímos el BANG más fuerte que he escuchado en mi vida. Abrimos y los encontramos tirados juntos en el suelo. Peter lleva solo una toalla pero Mariana está completamente vestida y, sin embargo, empapada. ¿Hay una remota posibilidad de que puedan explicar esto?

—Extraño ritual de apareamiento —resopla Peter.

Pongo mi cabeza en su pecho y me rio hasta las lágrimas.

—Tengo que ponerme ropa seca —digo finalmente sin aliento—. Y tú tienes que ponerte algo de ropa. Punto.

—Aww —se queja Peter— ¿No te gusta estar encima de mí cuando estoy casi desnudo?

—Peter —lo reprendo—, no delante de la gente, Diooos. —Con eso me pongo de pie y salgo. Al entrar en el pasillo me cruzo con Candela y, diablos, puedo sentir su mirada.

Peter y yo nos alistamos con bastante rapidez. Me dejo el cabello rizado. No me importa. Cuando salimos Peter me toma de la mano y bajamos las escaleras.

El restaurante no está muy concurrido. Todos estamos hablando y riendo, principalmente molestando a Peter mientras nos sentamos en un apartado. Después de que la camarera toma nota de las bebidas, me inclino sobre la mesa y recargo la cabeza en una mano. Mi mirada se desplaza a través del restaurante.

Para mi horror, encuentro a Paula ahí sentada. Me está mirando. Mi mano busca inmediatamente la de Peter por debajo de la mesa. La agarro con fuerza. Se vuelve y me mira.

—¿Qué pasa?

—La hija de Satanás está sentada al otro lado del restaurante —siseo.

Todos en la mesa se vuelven y miran a Paula. Ella cruza los brazos.

—Esa chica es una pequeña cosa cojonuda ¿verdad?—dice Peter.

—¿Quién es esa? —pregunta Candela.

—La que ha hecho de mi vida un infierno por cinco años. —Suspiro—. Es mi atormentadora.

Candela levanta una ceja.

—¿Esa chica se mete contigo?

—Sí —le digo gruñendo.

—Wow —comienza Candela—, bueno, tenemos que enojarla tanto como sea posible.

—¿Y cómo vamos a hacer eso? —le pregunto.

Ella se endereza y se inclina sobre la mesa. Me encuentro con ella en mitad de la mesa y la oigo.

—Vamos a volverla loca —susurra.

Me enderezo de nuevo un poco desconcertada. Le echo un vistazo a Peter. Él pone su brazo alrededor de mí y me tira contra él.

—Vamos a darle celos —susurra en mis labios.

Después de eso me besa. Esta es la primera vez que me está besando en público y estamos en frente de sus amigos. Al principio vacilo, pero luego me entrego. Se siente tan bien. Finalmente, Peter se endereza.

—Ya está. Eso es algo que ella no tiene.

Mi mente está un poco confusa como para poder pensar con claridad. Me muevo un poco en mi asiento y miro a la mesa.

—Bueno —murmura Vico—, eso pareció irritarla.

—Ahora —se ríe Candela—, vamos a mirarla todos y nos reírnos. Va a pensar que estamos hablando de ella.

—Eso es un poco retorcido —le digo.

Candela me guiña.

—Esa es la parte divertida. Ven aquí. —Nos apoyamos todos en la mesa y Candela susurra—: Bien, ahora todos nos volvemos y la miraremos fijamente, nos miraremos el uno al otro y nos reiremos. Eso la volverá completamente loca.

En el momento justo hacemos lo que dijo. Cuando nos miramos de nuevo todos nos reímos histéricamente, probablemente a causa de lo que estamos haciendo. Yo me río aún más fuerte por el nerviosismo.

—¡Me va a matar! —siseo.

—Hey, ahora sabes algunos movimientos defensivos —me dice Vico—. Puedes patearle el trasero.

—La violencia no resuelve nada —lo regaña Candela.

—Amén a eso —agrego.

Peter se agacha y toma mi mano. La lleva hacia arriba para besarla.

—No dejes que te afecte.

—Por su expresión, en este momento está furiosa y loca —susurra Vico.

—No me importa—le respondo a Peter.

—Esa es mi chica —enfatiza Peter. Pone su brazo a mí alrededor y me jala más cerca. Recargo la cabeza en su hombro y así nos quedamos. Candela y Vico parece que no tienen nada que opinar. Sin embargo, Candela es bastante atrevida. No habla de Paula, pero de vez en cuando la mira y se ríe.

—Eres malvada —me río mientras comemos.

Candela sonríe.

—Odio a las chicas como ella. No sirven para nada. Solo le estamos dando una cucharada de su propia medicina.

—¿Ya terminaste? —me pregunta Peter.

—¿Con qué?

Sonríe.

—Con tu comida.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunto con curiosidad.

Frunce el ceño.

—Me comí todo y todavía tengo hambre.

Suelto un resoplido y empujo mi plato entre nosotros.

—Aquí está, podemos compartir.

—¡Increíble! —exclama Peter apuñalando parte de mi burrito.

A partir de ahí nos peleamos por la comida. Un montón de arrebatos y empujones hasta hacer un desastre con las cosas. Para el momento de irnos todos estamos riendo bastante. Mientras caminamos hacia la puerta, Paula viene detrás de nosotros.

—Linda bufanda —me dice.

—¿Qué estás haciendo? —dice Peter bruscamente.

—Voy por mi auto —Paula se desliza, dándole una sonrisa seductora.

Peter la mira como si estuviera loca.

—De todos modos —sigue Paula—, solo quería felicitar a Mariana por su bufanda.

Mi mano va al instante a mi cuello y se me revuelve el estómago. Todo lo puedo hacer es susurrar.

—Peter.

—Sí. Bueno, ya nos íbamos —gruñe Peter, pone un brazo alrededor de mi espalda y me lleva afuera.

Empiezo a ahogarme. Mi pecho se aprieta y las lágrimas llenan mis ojos.

—¿Lo vio? —jadeo—. ¿¡Lo vio!?

—No —dice Candela, acercándose a mi lado—. No se puede ver nada. Lo prometo.

Llegamos al auto y me subo en la parte trasera. Recargo la cabeza y me pongo a llorar. Peter se sube por el otro lado del auto y se sienta a mi lado. Me envuelve en sus brazos. Pongo la cabeza en su hombro mientras las lágrimas salen.

—Ella es una... —Peter gruñe.

—Mariana —dice Vico—. Te prometemos que no vio nada. No es visible. El pañuelo lo cubre por completo. No te hubiéramos dejado salir si no fuera así.

Miro hacia arriba y sorbo por la nariz.

—Yo... simplemente no quiero que nadie lo vea, especialmente ella. Es decir, si lo vio se pondrá todo muy mal. Toda la escuela lo sabrá y quién sabe lo que ella dirá al respecto. —Me vuelvo hacia Peter—. Temo que la gente vaya a pensar que fuiste tú porque no saben nada de mi vida en casa.

Peter hace una mueca.

—Diablos, nunca se me ocurrió eso, pero no me importa lo que la gente piense. Mientras la policía sepa la verdad todos estamos bien. Los demás pueden besarme el trasero. Las personas que importan saben que nunca, nunca, nunca te haría daño.

—Lo sé —le susurro. Nos miramos a los ojos y acaricia con los dedos cada lado de mi rostro.

—Bueno, esa niña no me gusta para nada —declara Candela desde el asiento delantero—. La estábamos pasando bien y ella lo arruinó.

—No, creo que ya lo saqué fuera de mi sistema. Estoy con ustedes ahora y sé que no pasará nada. Simplemente me asustó. Si ella lo ve... sería el final de un montón de cosas.

—Bueno ¿Qué quieres hacer ahora? —me pregunta Peter.

Pienso un momento.

—Ir al supermercado —contesto—. Hay una té que quiero conseguir. Me ayuda a dormir en las noches. Si te parece bien.

—Definitivamente —afirma Peter—. ¿Chicos quieren que les deje mi auto?

—No —dice Vico—. Tengo que conseguir algunas cosas también, así que iremos con ustedes.

Recostándome en mi asiento sonrío. Tengo que aprender a no dejar que Paula llegue a mí. Estas son las personas que se preocupan por mí. Tengo que concentrarme en eso.

Vamos al supermercado y es absolutamente ridículo. Candela y yo nos dedicamos a regresar comida a su lugar. Los chicos quieren comprar cada artículo de comida chatarra que vemos. Cuando llegamos a casa, Candela y Vico nos dejan enseguida.

Antes de irse, Candela se vuelve hacia mí.

—Vendré mañana a pasar un rato contigo mientras Peter está en el trabajo. Planeo que tengamos un día de diversión.

—¿Qué haremos? —pregunto.

—Es una sorpresa —responde Candela—. Solo está lista a las diez.

—Está bien —jadeo, entre risas.

Se despiden y se van. Peter y yo vamos a la cocina y empezamos a acomodar las cosas de inmediato.

—Si te parece bien, voy a ir a correr esta noche. No lo he hecho en días y estoy empezando a sentirme vago —dice Peter, poniendo todas las bolsas de plástico juntas.

—Está bien —respondo—. Debería estar bien. Simplemente le pondré seguro a todas las puertas.

—¿Estás segura?

Asiento.

—Sí, positivo.—Muy bien —responde—. Voy a ir a prepararme entonces. No quiero salir cuando haga demasiado frío.

—Oky doky —replico.

Peter va a cambiarse. Entro en mi habitación y tomo el libro que he estado leyendo. Dejándome caer en la cama lo abro. Unos minutos más tarde Peter llega a mi puerta.

—Me voy. Pondré el seguro cuando salga.

—Gracias —le digo dejando mi libro por un segundo.

—¿Quieres venir conmigo? —pregunta.

Le contesto con voz burlona.

—Uf ¡NO!

—Uno de estos días vas a tener que correr conmigo —se ríe Peter.

Sacudo la cabeza.

—No en esta vida —declaro.

—Ya lo veremos. Voy a bloquear la puerta, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Viene caminando y me besa en la cabeza.

—Volveré pronto.

—Que te diviertas —le susurro.

Me revuelve el cabello y luego se gira para salir. Escucho la puerta abrirse. El sonido de la cerradura me hace sentir mejor. Abriendo el libro de nuevo me pongo a leer. Un rato más tarde empiezo a sentirme atontada así que cierro los ojos.

Cuando mi luz se apaga abro los ojos. Peter está de pie en la puerta.

—Hey, vuelve a dormir —murmura.

Me incorporo.

—Tengo que lavarme los dientes.

—Está bien, voy a dejarte el baño primero.

Sonriendo me levanto y me preparo para ir a la cama. Cuando salgo del baño Peter sigue de pie en la sala de estar. Tiene solo los pantalones de correr, sin camisa. Me quedo allí un segundo, mirándolo fijamente. Se ve muy bien. No puedo mentir. Pareciendo sentirme, se vuelve.

—Quería darte las buenas noches —declaro tímidamente.

—Está bien, cariño. Candela estará aquí mañana. Me aseguraré doblemente de poner seguro a la puerta al salir en la mañana —responde Peter.

—Gracias y buenas noches —le digo.

—Que duermas bien.
 
Sonriendo me doy vuelta y me voy a la cama.

26 comentarios :

  1. hay peter es un tiernoo quiero maaaas porfiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiis

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  2. aay mass paula es una bruja quiero msss amo tu nove massssssssssssss

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  3. tiernooss mas novee!! es una yegua paula ¬¬

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  4. Masssss! Quiero pareja laliter ya!!!

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  5. Paula bruja!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Eh dicho, sube mas me encanta tu adaptacion :D

    Andrea Antequera

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  6. Y no va adormir con peter subí más noveeee
    porfíss me encanta

    ATTE: Valeria : )

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  7. como amo esta pareja
    una genia cande!!
    quiero mas
    besotes

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  8. Más más porfíss subí más noveee me encanta

    ATTE: Valeria : )

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  9. más más más maratón!!

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