lunes, 23 de diciembre de 2013

Capitulo 54

—Vas a estar bien —Peter me tranquiliza—. Ahora, vamos a hacer la cena mi pequeña reina del tatuaje, me muero de hambre.
 
Con una gran sonrisa, le digo—: ¿Quieres más buenas noticias? Déjame que te cuente lo que he hecho hoy en la escuela...

Capitulo 54

—Creo que voy a vomitar...
 
Peter toma mi mano.
 
—Vas a estar bien. Sólo recuerda, respirar y pensar.
 
Me volteo y lo miro.
 
—Es más fácil decirlo que hacerlo. ¿Y si fallo?
 
—Mariana, no vas a fallar. Esto es fácil. Has estado manejando muy bien y te puedes estacionar en paralelo como una maestra. Simplemente tómalo con calma. No pienses demasiado las cosas.
 
Sin apartar la mirada de él, sólo asiento.
 
—Está bien.
 
—Ahora, el instructor de prueba necesita entrar. Lo harás bien. Buena suerte. —Con eso Peter sale del auto.
 
El instructor se mete en el auto. Es un hombre.
 
—Eres una chica afortunada por estar tomando el examen de conducir en este. Sin embargo asegúrate de no salir chirriando neumáticos, eso te descuenta puntos. —Tomo una respiración profunda y asiento—. Está bien —dice él—, vamos a empezar.
 
No es tan difícil, la prueba de conducir. Después de un rato, me calmo y creo que va bien. Cuando hemos hecho todo, el instructor me mira.
 
—Bueno, Srta. Esposito, ahora eres una conductora con licencia.
 
Eso me hace chillar y saltar arriba y abajo. Salimos rápidamente del auto y corro hasta Peter, saltando a sus brazos.
 
—¡Lo hice!
 
—¡Buen trabajo! —exclama—. Estoy orgulloso de ti. —Saltando, simplemente sonrío. Peter se echa a reír—. Ve a terminar el papeleo. Vamos a reunirnos con Candela y Nico en el restaurante y Vico va a tratar de comer con nosotros.
 
—¡Genial! —grito. Por el rabillo de mi ojo, veo al instructor de prueba esperándome—. ¡Ahora vuelvo!
 
Después de eso, salimos y todo el mundo me felicita. Incluso me dan un pastel, al que sólo niego con mi cabeza. Cuando llegamos a casa, hago los pocos deberes que tengo. Peter se acerca a la puerta cuando estoy terminando.

—Oye, ¿quieres que vayamos a almorzar mañana?
 
—Tengo clases —replico.
 
—Quiero decir en la escuela. Llevaré algo.
 
Encogiéndome de hombros, digo:
 
—Seguro.
 
Peter sonríe.
 
—No seas tan entusiasta al respecto, es posible que te hagas daño.
 
—No —me río—. Me ENCANTARÍA que vinieras a almorzar conmigo.
 
—Bien —responde. Hay una contracción repentina en su sonrisa.
 
Estrechando mis ojos:
 
—¿Qué pasa con la sonrisa tonta?
 
—Ninguna sonrisa tonta —Suspira Peter—. Ninguna en absoluto. — Con eso, se da la vuelta y se aleja. Lo veo irse con escepticismo.
 
Al día siguiente, estoy en el séptimo cielo durante toda la mañana. La vida no podría ir mejor. Mientras estoy apartando mis libros al principio del almuerzo, Euge viene corriendo hacia mí.
 
—¡Peter está aquí!
 
—Lo sé —digo lentamente—. Vamos a almorzar.
 
—Sí... quiero decir... sólo tienes que ir afuera —afirma con una sonrisa tonta en su rostro.
 
Mis ojos se cierran y tomo una respiración profunda. Una parte de mí no quiere saber lo que está afuera. Sé que será mejor acabar de una vez. Hay un torrente de personas saliendo a la calle. Creo que voy a terminar asesinando a alguien. Cuando llego allí, miro hacia la calle y simplemente me detengo. Peter está allí... sin camisa, apoyado en un auto que está cubierto por una sábana. Se ve extremadamente ardiente. Sus pantalones están cayendo bajos en su cintura, alardeando de su estómago cincelado. Miro y veo que no soy la única chica reconociéndolo. Con un montón de titubeo, me acerco a él.
 
—¿Qué estás haciendo? —siseo ruidosamente.
 
—Desquite —trina Peter, cruzando los brazos—. Me avergüenzas delante de mis compañeros de trabajo, regreso el favor.
 
—¿No crees que tengo suficientes problemas en la escuela? —digo bruscamente.
 
Con una ceja levantada, Peter replica:
 
—No creo que esto te esté trayendo una mala atención.

—¿Por qué está cubierto tu auto? —pregunto, mirando a su lado. Entonces miro cuidadosamente—. Este no es tu auto. Este es demasiado pequeño para ser tu auto.
 
—No es mi auto —dice Peter—. Mira, esta es la cosa. Los autos atractivos suelen tener chicas atractivas sentadas en ellos. Bueno, en este caso, la chica no tendría ningún sentido, así que aquí estoy.
 
Le doy la mirada más perpleja.
 
—¿De qué estás balbuceando?
 
—Necesitas un chico atractivo... que vaya junto con tu nuevo auto atractivo. —Peter rasga la cubierta del auto, y mi mundo se detiene.
 
—Estás bromeando cierto —susurro.
 
—Nop, felicidades por tu licencia, cariño —trina Peter.
 
Yaciendo frente a nosotros está un auto de importación muy engalanado.
 
—¿Qué es? —pregunto.
 
—Un Jetta. Tiene un motor asesino en él. No lo compararé con mi bebé, pero te llevará del punto A al B deprisa. Ahora, es de día por lo que no lo puedes ver, pero tiene iluminación debajo del auto, púrpura, para ser exactos. Entra y te mostraré el resto —indica—. Del lado del conductor.
 
Me quedo de pie y lo miro fijamente.
 
—Peter... ¿te has vuelto loco?
 
—¿Qué? —dice, con la sonrisa más grande—. No puedo venir conduciendo mi moto con mal tiempo, por lo que necesitamos dos autos.
 
—Peter —digo de nuevo—. Podría tomar el autobús.
 
Poniendo los ojos en blanco dramáticamente, Peter gime:
 
—Sólo métete en el auto. Es tuyo, así que o bien lo utilizas o va a quedarse en la calle durante todo el invierno.
 
Volviendo a mirar el auto, murmuro:
 
—Entonces, ¿este es mío?
 
—Sí —responde Peter seriamente. Con eso salto y pongo mis brazos alrededor de su cuello—. Bueno, ese es el mejor agradecimiento que podría conseguir —se ríe en mi cuello. Retrocediendo, lo miro. Luego, lentamente, me inclino hacia delante y lo beso muy suavemente. Me besa en respuesta. Cuando nos separamos, suspira—: No, sin duda ese fue el mejor agradecimiento.
 
—Esto es demasiado —susurro—. Ni siquiera puedo demostrarte lo agradecida que estoy.

Un destello se forma en los ojos de Peter.
 
—Creo que podrías hacerlo si quisieras.
 
Eso hace que mi mandíbula caiga y lo golpeo en el hombro. 
 
—Eres horrible.
 
—Sólo métete en el auto Mariana.
 
Entonces, rápidamente corro hacia el otro lado. Cuando abro la puerta para entrar, en realidad le doy un vistazo a la calcomanía en el lateral. Estrechando los ojos, susurro:
 
—Oh Dios mío. Esa es mi libélula. ¡Peter! Mi libélula está en el lateral del auto.
 
—Sí —replica—. Iba a ver cuánto tiempo te llevaba darte cuenta de eso.
 
Me inclino para pasar mi mano a lo largo de ella.
 
—¿Cómo es que siquiera pudiste hacer esto?
 
—Tomé tu imagen e hice que la escanearan y luego la pusieron en el lateral del auto.
 
Mi mano se posa encima de mi corazón y lucho por contener las lágrimas.
 
—Esto es increíble.
 
—Entra en el auto y te mostraré más cosas increíbles —indica él.
 
Todavía asombrada, me meto en el lado del conductor, y Peter se sienta en el asiento del pasajero.
 
—Muy bien, tienes un equipo de música de primera clase, ya que te gusta escuchar tu música a niveles ensordecedores.
 
—No lo hago —jadeo.
 
—Mariana, me he puesto tus auriculares en numerosas ocasiones y creo que mis oídos sangraron cada vez. Así que, o te gusta la música a todo volumen o eres sorda, de cualquier manera, el equipo de música funcionará. Ahora, para ir a juego con la iluminación de neón tienes iluminación ambiental, pero puedes cambiarle el color a eso. Tienes vidrios polarizados obviamente. ¿Quieres que continúe con en el motor?
 
Frunciendo el ceño, digo:
 
—No particularmente.
 
Peter suspira:
 
—Me lo imaginé. Hablaré con los chicos al respecto. Entonces, ¿qué te parece?

—Es increíble —Sorbo ruidosamente y luego comienzo a llorar.
 
—¿Por qué diantres estás llorando? —grita Peter.
 
Agitando las manos, tartamudeo:
 
—No, no, no, lágrimas de felicidad, nunca nadie ha hecho algo tan lindo por mí. Siento que no debería aceptarlo, pero... EN REALIDAD lo quiero.
 
—Bueno, eso es bueno, porque es tuyo —afirma Peter—. Ahora, tienes que llevar este cachorro a una prueba de manejo. Es de cambios manuales porque cualquier cosa con un motor poderoso tiene que ser de cambios manuales.
 
—De todos modos en realidad no me gustan los automáticos — replico. Con una gran sonrisa, pregunto—: ¿Estás listo? —Peter me devuelve la sonrisa.
 
Es de lejos la cosa más maravillosa de mi vida. Nosotros como que... salimos volando de la escuela. Sinceramente, no me importa. Es un día. Peter me hace salir en una vieja carretera y me muestra lo que el auto realmente puede hacer. Sí, me doy cuenta de que no deberíamos estar haciendo eso, pero...
 
Finalmente, Peter conduce a un parque y se detiene en un puesto de estacionamiento.
 
—Entonces, ¿estás contenta?
 
—Sí —contesto, apoyando mi cabeza en el respaldo del asiento—. No tienes ni idea. Siento que te pasaste un poco de la raya. Podrías haberme conseguido una chatarra de auto y yo habría sido feliz.
 
Mirándome con una sonrisa muy suave, Peter dice:
 
—Mariana, tengo toneladas de dinero. Nunca lo he utilizado para nada, y QUIERO usarla en ti. Haría cualquier cosa por ti. —Cuando esas palabras salen, mira de nuevo por la ventana frontal.
 
—Gracias Peter —susurro, tomando su mano. Él la aprieta y luego la frota con el pulgar. Nos quedamos allí por un tiempo, simplemente tomados de la mano—. ¿Qué quieres hacer ahora?
 
—Vamos a casa.
 
Me inclino hacia él:
 
—Está bien, pero échate para allá. Yo conduzco.


El día siguiente, estoy súper emocionada por conducir a la escuela. ¿Quién no lo estaría? Cuando me estaciono en el parqueadero de estudiantes, obtengo un montón de miradas. Así que, estoy un poco cohibida. Cuando me bajo del auto, Pablo y Agus se acercan para reunirse conmigo. —¡Mariana! ¡Esto es fuerte! ¡Mejor aún, es malditamente genial!
 
—Si —dice Pablo sonriendo—. Este fue un gran… regalo, un muy costoso regalo si vamos a ello. ¿Te gusta?
 
—Me encanta —chillo felizmente—. Es asombroso. Tiene luces purpura en movimiento bajo el auto. Hay iluminación en el interior a la que le puedo cambiar el color de diferentes maneras con solo tocar un botón. ¡Tiene el mejor sistema de sonido que existe! Me quedaré sorda en unos pocos días, pero que manera de perder tu audición. Peter dice que les explicará el motor luego. Es un auto increíblemente fluido. Estoy totalmente enamorada.
 
—¿De Peter?
 
Confundida, digo—: No, del auto. Estoy enamorada del auto —Pablo solo asiente con la cabeza—. Quien quiere conducirlo a la hora del almuerzo —bromeo, sacudiendo mis llaves.
 
Agus levanta su mano. —Oh vamos, ¿estás sorprendida?
 
—No —Me rio—. Me imagine que lo querrías.
 
—Ventaja —dice Agus, frotando sus manos.
 
El timbre de advertencia de 10 minutos suena, así que empezamos a caminar hacia la clase. De repente, Euge se acerca caminando hacia nosotros. —Lindo auto.
 
—Gracias —respondo.
 
—Así que, le estoy preguntado a todos, ¿qué vas a usar para el baile de invierno?
 
Aminorando el paso, solo la miro. ¿El baile de invierno?
 
—Sí, es en dos semanas. ¿No vas a ir? —pregunta.
 
—No voy a bailes escolares —respondo incómodamente.
 
Girando, Agus dice—: Vamos, tienes que venir. ¡Oh Dios Mío! Si vienes, ¡vendré contigo! Eso es mejor que una limosina.
 
—Ummm, no estoy segura de si siquiera vendré al baile —murmuro.
 
—¿Por qué no? —pregunta Agus.
 
Aprieto aún más la chaqueta a mí alrededor. —No lo sé.
 
—Mmm, quiero ver a Peter vestido elegante —Euge suspira.
 
Mis ojos se amplían. —Oh, él en realidad no viene a bailes. ¡El infierno se congelaría antes de que eso sucediera.
 
—Así que, ¿No tendrás una cita? —pregunta Euge.

—Algo así —respondo—. Así que, no habrá baile para mí.
 
Pablo interrumpe—: En realidad, ninguno de nosotros en realidad tiene una cita. Agus no la tiene, yo no la tengo, un par de otras personas tampoco. Solo seremos nuestro grupo. Deberías venir. Sería divertido.
 
—Ya veremos —susurro.
 
Cuando llegamos a nuestros casilleros, Euge y Agus se van. Tan pronto como se alejan, Pablo gira hacia mí. —De verdad deberías venir al baile.
 
Con un poco de vacilación, digo—: Tal vez.
 
—Será divertido —dice, sonriéndome.
 
—Pensaré en ello.
 
Se mueve y me golpea suavemente con su cadera. —Vamos, sabes que vas a ir. Tengo que tener al menos unos cuantos bailes contigo.
 
Esas palabras hacen que mi corazón caiga. —¿Quieres bailar conmigo?
 
—Por supuesto —responde Pablo—. Oí que eras una buena bailarina.
 
—Yo no diría eso —susurro, sonrojándome completamente—. Pensaré en ello. ¿Cuándo tenemos que comprar las entradas?
 
—El viernes —responde Pablo—. Qué te parece esto, te compraré una entrada y será una invitación abierta. Puedes venir, puedes no venir, depende de ti. Cenamos de antemano, así que te anotaré para que te sientes en nuestra mesa.
 
Asiento con la cabeza. —Gracias, te haré saber lo que decida —El segundo timbre suena y sonrío—. Te veo después Pablo.
 
—Adiós Mariana —responde, mientras me alejo.

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28 comentarios :

  1. cuando se va a dar cuenta q no le gusta pablo y si peter????? mas noveee!!

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  2. si subis otro hoy soy feliiz mas nove por favor!!

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  3. quiero laliter, subi otro por favor genia!!! si podes obvio :)

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  4. massssssssssssssssssssssssssss por favorrrrrrrrrrrrrr

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  6. queremos el 55 por favor genia genia geniaa!!

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  7. mas nove por faa!! subi uno mas hoy :(

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  8. Y lali que no se da cuenta de que últimamente solo piensa en peter
    Subí más noveeee me encanta

    ATTE: Valeria : )

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  9. Peter se está volcando con todo .Miedo me da el momento en k explote y le diga la verdad d lo k siente x LAli ,y k esta no lo crea.

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