lunes, 2 de diciembre de 2013

Capitulo 16

Cruzando los brazos, pregunto—: ¿Y qué tan rápido ibas en tu auto?

—Eso lo dejaremos en el pasado —responde, mientras camina de vuelta hacia la cajera.


Capitulo 16

—Así que, estos son lindos —dice Candela, sosteniendo un par de zapatos bajos.
 
—Me gustan esos —contesto—. ¿Con qué los usaría?
 
Ella sonríe.
 
—Puedes llevarlos con cualquiera de las cosas negras que conseguiste.
 
—Está bien —replico, caminando por el pasillo de zapatos. Candela y yo estamos aquí solas, porque Peter dice que odia las compras de zapatos. Ya hemos elegido cinco pares de zapatos. Le dije a Peter que estoy pagando por ellos, y que lo renegaría si él tratara de pagar por ellos. Él dijo que estaba bien.
 
Mientras camino, de repente me acerco a un par de botas. Son altas negras y de cuero de becerro. Las levanto y miro el tacón. Me pregunto si podría llevar estas y no romper mi cuello.
 
—Oh, Mariana, deberías llevar esas —enfatiza Candela fuertemente.
 
—Creo que probablemente me caería —declaro—. Aunque, siempre he querido un par de estas.
 
—Ellas se verían geniales con las faldas y sobre todo con aquel vestido negro que Peter eligió para ti.
 
Mirándola, digo—: El vestido que nunca usaré.
 
—Oh, tú lo usarás, confía en mí. —Ella se ríe—. Solamente pruébate un par. ¿Qué daño te hará eso?
 
Con un encogimiento de hombros, contesto:
 
—Supongo que nada. —Inclinándome agarro un talla siete. Voy y me siento sobre la silla. Cuando abro la caja, solamente miro hacia ellos por un segundo. Son tan bonitos. Me quitó mis zapatillas de deportes sucias, y saco una de las botas. Mi pie fácilmente se desliza en ella. Jalo la cremallera sobre el lado y afirmo:
 
—Bien, encajan.
 
—Ponte la otra, así podemos ver si puedes caminar con ellas. — Candela me urge. Hago lo que dice. Cuando la otra está puesta, solamente saco mis pies y los miro—. Levántate y camina alrededor. Quiero asegurarme de que no te harás daño.
 
Me levanto y me siento mucho más alta.

—Esto se siente extraño —declaro.
 
—Sí, tacones, tienes que acostumbrarte a usarlos —contesta Candela—. Lentamente camina un poco alrededor.
 
Entonces, lo hago, muy despacio. Al principio, vacilo un poco, pero luego me acostumbro a ellos.
 
―Oye, esto no es tan malo —digo—. Creo que podría manejarlos.
 
—Entonces definitivamente deberías adquirirlos —replica Candela—. Después de ésos, creo que estamos listas. Probablemente deberíamos frenar a Peter de todos modos, antes de que rompa demasiados corazones.
 
—¿Él seduce a muchas chicas a tu alrededor, también, huh? — pregunto, sentándome para quitarme las botas.
 
Candela inclina su cabeza hacia un lado.
 
—Peter coquetea mucho, y consigue muchos números de teléfono, pero nunca lo veo realmente con chicas. Sé que tiene citas, pero no es que las traiga a nuestro alrededor. Francamente, si me preguntas, creo que hay algo más.
 
—¿Qué, él está con chicos? —pregunto lentamente.
 
—¡Mi Dios! no, él se come demasiado con los ojos a las chicas. No, es que algo esté mal con eso, pero no creo que Peter sea gay. Es casi como si tuviera problemas de compromiso. 
 
Pongo las botas en su caja.
 
—Peter, bueno, Peter es de la manera que Peter es y creo que él tiene sus motivos. No entraré en nada, pero él es un tipo realmente agradable y pienso que un día encontrará a alguien que lo hará realmente feliz.
 
—Él parece muy apegado a ti —señala Candela.
 
—Es porque me está ayudando. Tarde o temprano, él se aburrirá de mí y querrá alguna verdadera compañía femenina.
 
Ella encoge sus hombros.
 
—No sé. Eres la primera chica que él realmente ha traído alrededor de mí. Quiero decir, ha traído chicas con nosotros, pero nunca algo como esto, no algo tan personal.
 
—Confía en mí —acentúo—. Somos solamente amigos.
 
—Bien —contesta Candela, aunque no suena muy convencida.
 
Llevamos los zapatos hasta la cajera.

—No necesitamos las cajas —dice—. No seríamos capaces de llevarlas todas.
 
La cajera solamente asiente. La cajera pasa todo por la registradora, y luego nos mira—. Serían 242, por favor.
 
—Yo me encargo —digo, agarrando el dinero—. Los zapatos no son baratos.
 
—Sí, las chicas son embaucadas en ese aspecto. Los chicos necesitan como dos pares de zapatos, los de diario y de vestir. Las chicas necesitan zapatos para emparejar cada traje, y ¡son tan caros!
 
De repente, dos manos aprietan mis lados y escucho:
 
—¡Boo! —Eso me hace saltar en el aire.
 
Me giro para encontrar a Peter que está de pie allí.
 
—¡Idiota! ¡Me asustaste!
 
—Ese era el punto. ¿Has terminado ya? Tengo hambre.
 
—Aquí está su cambio —dice la cajera, entregándome el dinero. Lo tomo y ella nos da las bolsas.
 
Peter recoge las bolsas de ropa y nos alienta con su cabeza.
 
—Vamos.
 
—¿Encontraste algo? —pregunto—. ¿Fuiste a la sección hombres, verdad?
 
—Sí, compré una camisa y eso es todo —contesta él—. No estamos aquí por mí hoy.
 
Candela mira su reloj.
 
—Tengo una hora antes de que tenga que estar en casa. Vico viene después del trabajo.
 
—¡Bien, vamos al patio de comidas! —exclama Peter dramáticamente.
 
—Peter, eres tan extraño a veces —dice Candela.
 
Burlándose, Peter contesta con:
 
—¿A veces? Estoy perdiendo mi toque.
 
Caminamos hacia fuera del centro comercial. Es entonces que pasamos la tienda de teléfonos.
 
—¡Oh! —grito—. ¿Podemos pararnos aquí rápidamente? Quiero adquirir uno de esos teléfonos de paga lo que consumas. Creo que es hora de que tenga un teléfono celular.

—No voy a dejar que adquieras uno de esos teléfonos —afirma Peter.
 
—Perdón —tartamudeo—, ¿no vas a dejarme?
 
Peter suspira.
 
—No quise decirlo así. Me refería a que esos teléfonos son caros de usar. Sólo te pondré en mi plan.
 
—No seas ridículo —espeto—. ¿Por qué harías eso?
 
—Porque —enfatiza—, puedes pagar un montón de dinero por minutos o 10 dólares al mes por estar en mi plan. ¿Cuál crees que es mejor? 
 
Con una mirada desconcertada, contesto:
 
—Sí, pero ¿no tienes que firmar un contrato de dos años?
 
—Creo que si —contesta Peter—. Pero sé dónde vives para conseguir el dinero cada mes. De todos modos, son diez dólares. Puedo manejar diez dólares. Nos detendremos en la compañía de teléfono celular después de dejar a Candela.
 
Gimiendo, digo:
 
—Peter, realmente no me siento cómoda con que hagas eso.
 
—Mariana. —Se burla de nuevo—. Está biiieennnnn.
 
Miro a Candela, que está detrás de Peter. Ella solamente levanta su ceja y gesticula con su mano, obviamente, indicando que él está haciendo incluso más por mí. Eso me hace fruncir el ceño.
 
—Realmente siento como que me estoy aprovechando de ti — declaro.
 
Poniendo una malvada sonrisa en su rostro, Peter dice:
 
—¿Quieres aprovecharte de mí? Estoy a favor de eso.
 
—¡Eres un idiota! —Me río—. ¡Dios Peter, eso NO es lo que quise decir!
 
—Oh maldición —suspira—. Estoy tan solo.
 
Señalando a la multitud alrededor de nosotros, digo:
 
—Elige a una chica. Hay muchas de donde escoger.
 
—Eh —replica—. Nada que sorprenda mi imaginación.
 
Mientras él dice eso, dos chicas realmente bonitas pasan por su lado y lo miran. Cuando ellas pasan, le susurro:
 
—Son bonitas y obviamente les gustas.
 
—Estoy más preocupado en conseguir comida ahora mismo, que en obtener números. Comida ahora, chicas más tarde.

—Ahora, esa es una cosa típica de chicos —añade Candela—. Aprenderás eso Mariana. Cuando un hombre tiene hambre, es donde su mente se encuentra.
 
Eso me hace sonreír.
 
—Es bueno saberlo.
 
Finalmente llegamos al patio de comidas. Peter escoge una mesa y acomoda todo.
 
—¿Qué quieren comer chicas?
 
—No me importa, pero yo voy a pagar. ¡No discutas con eso Peter! —articulo fuertemente.
 
—Bien, bien, bien —replica—. Puedo manejar que compres la comida.
 
Saco el dinero.
 
—Ve a conseguirnos algo. Voy a sentarme. Las compras son agotadoras cuando tienes que probarte un millón de cosas. 
 
—Un millón de cosas que no he podido ver —gruñe Peter juguetonamente.
 
—No es como que no vayas a verme en ello de todos modos — replico. Él me da una mirada pensativa.
 
—Buen punto, será una sorpresa cada día. Bien, voy a traer la comida.
 
Cuando él se aleja, Candela sonríe hacia mí.
 
—¿Cada día eh? Hmmmm.
 
—Oh, puedes parar. —Me río—. Eso no es así en absoluto.
 
—Nunca se sabe. Conozco a Peter hace un tiempo.
 
Teniendo una repentina sensación extraña, digo:
 
—No, confía en mí, él no está interesado mí. En serio ¿Lo has visto? Sale con bonitas, chicas geniales; no con chicas tontas tratando de renovarse.
 
—No te das suficiente crédito —afirma Candela, sentada frente a mí.
 
—Peter sigue diciendo eso de mí, también. Sólo para que sepan, no he tenido amigos en mucho tiempo, y Peter es la primera persona a la que alguna vez me he abierto. Soy tímida y no tengo autoestima. Así que, no, no creo que esté interesado en mí. No creo que jamás pudiera estar interesado en mí.
 
—¿Querrías que lo estuviera? —pregunta. No sé qué decir al respecto.
 
Sólo niego con la cabeza.
 
—No, no puedo ni siquiera imaginar que eso suceda.

—Bien, creo que eres genial y harás a un hombre realmente feliz cuando encuentres a uno con el que quieras estar.
 
Sonriéndole, contesto:
 
—Gracias. ¿Entonces, cuánto tiempo has estado con Vico?
 
—Dos años —replica Candela—. En realidad nos conocimos a través de Nicolas. Nico y Vico fueron juntos a la preparatoria, y entonces Nico y yo nos conocimos cuando trabajábamos juntos en un restaurante en el centro.
 
—¿Qué edad tienen ustedes? —pregunto.
 
—Yo tengo 22, Nico y Vico tienen 23. Peter es el más joven. Bueno, no, en realidad lo eres tú.
 
Tímidamente, sonrío.
 
—Yo no soy parte de su grupo de amigos. De cualquier manera, es probable que sea un poco raro para Peter estar saliendo conmigo.
 
—Sería raro si tú tuvieras 12 o incluso 16. Tú estás en el último año de la preparatoria, ¿verdad?
 
—Sí —contesto—. Tengo 18.
 
Moviendo su mano, dice:
 
—Ves, eres una adulta. Todo está bien. Aunque no creas que te vamos a dejar beber.
 
Eso hace que explote en risas.
 
—No te preocupes, nunca me atraparás bebiendo. Digamos que he lidiado con lo suficiente de ello en mi vida para no querer beber nunca.
 
—Eh, te entiendo. Mi abuelo era un alcohólico, y me hizo darme cuenta que nunca quería estar de esa forma.
 
Mordí mi labio.
 
—Sí, yo también tengo tratos con un alcohólico. Te hace pensar las cosas dos veces.
 
—Sin duda —responde—. Peter y los chicos no se salen de control y definitivamente no beben y conducen. Una vez que obtengas tu licencia, que no te sorprenda si tienes una llamada en medio de la noche. Ellos salen a todas horas, pero si beben más de dos cervezas, no conducen, y son muy flojos para caminar a alguna parte.
 
—Bueno, eso será difícil porque no tengo auto —respondo—. Así que están atrapados con lo de caminar.
 
Con un suspiro pesado, Candela continúa:

—No, eso significa que sigo atascada en recogerlos. Peter debería dejar su auto contigo, así podrías hacerlo.
 
Riéndome, digo:
 
—Sí, eso pasará.
 
Candela sonríe.
 
—Oye, una chica puede desear.
 
Peter viene a nosotras con pizza.
 
—Bien, esto fue rápido y fácil. Muero de hambre.
 
—Sí —contesto—. Estás consumiéndote hacia la nada.
 
—Oye. —Aplaude juguetonamente—. Tengo un asombroso físico y necesito mantenerlo.
 
Rodando sus ojos, Candela gime.
 
—Ellos son ridículos. Nicolas es cinta negra y tiene a Vico y a Peter peleando en cada oportunidad que tienen. Son absurdos. Me refiero a que, no me malinterpretes, están en magnífica forma, pero se vuelve aburrido, cuando los ves luchando todo el tiempo.
 
—También corro, cada noche —suelta Peter como si estuviera molesto, pero entonces nos da esa asombrosa sonrisa suya.
 
—Necesitas traerla, quizás entonces yo tenga algo para entretenerme además de mirarlos a ustedes cabezas de chorlito —dice Candela con una sonrisa. Eso me pone muy nerviosa.
 
—No, él me ve lo suficiente.
 
De repente mirándome, Peter me pregunta:
 
—¿Te estás cansando de mí?
 
—¿¡Qué!? —jadeo—. ¡No! Es solo que… no sé. ¿No te hartarías de tenerme todo el tiempo alrededor?
 
Frunciendo sus cejas, Peter contesta duramente.
 
—No. Confía en mí, Mariana, sabrás cuando ya no te quiera alrededor.
 
—Está bien —murmuro.
 
Dado que está sentado junto a mí, me toca con su hombro.
 
—Me divierto contigo.
 
—Sí, eres divertida —agrega Candela—. Un día tú y yo necesitamos ir de compras juntas. Necesito conseguirte nuevos sujetadores y cosas.
 
Peter golpea su mano contra la mesa y exclama:
 
—¡Yo también tengo que asistir a eso!

—Sí —siseo—. No voy a comprar ropa interior contigo.
 
—¿Por qué? —Él se ríe—. Yo puedo decirte lo que se ve bien.
 
Me giro hacia Candela.
 
—¿Todos los chicos son así?
 
—En general —responde ella con un suspiro.
 
Comemos nuestra pizza y hablamos de cosas al azar. Cuando terminamos, Candela mira su celular.
 
—Realmente necesito irme.
 
—Está bien —responde Peter—. Entonces vámonos. —Camino hacia afuera y metemos todo en la cajuela—. Aquí tienes —dice él, dándome las llaves.
 
—¡NO voy a dar reversa con tu auto! Eso es peor que estacionar. ¡Ni siquiera hemos intentado con la reversa! —grito asustada.
 
Despeinándome, Peter agarra las llaves de regreso.
 
—Está bien, yo conduciré.
 
—Yo iré atrás —digo, organizando mi cabello—. Tienes que bajarte primero Candela.
 
—No discutiré con eso —contesta ella.

18 comentarios :

  1. maaas !!! me encanta :)

    ResponderEliminar
  2. Me encanta la noVE
    Porfis !! Pon otro CAP. Para poder dormir en paz ,siiiiiii?

    ResponderEliminar
  3. me encanta quiero más te estamos explotando no? Jajajaja besos Naara

    ResponderEliminar
  4. Subí más porfa me encanta
    Amo amo tu novela : D

    ATTE: Valeria : )

    ResponderEliminar
  5. Otro!! Sube más!

    Atte: Ludmi :)

    ResponderEliminar