martes, 3 de diciembre de 2013

Capitulo 17

—Yo iré atrás —digo, organizando mi cabello—. Tienes que bajarte primero Candela.

—No discutiré con eso —contesta ella.


Capitulo 17

Cuando me pongo atrás, cierro mis ojos. No había hecho esto en mucho tiempo. Pasar tiempo contigo misma no es tan estresante. Pasa un rato, cuando de repente siento un dedo correr por el costado de mi rostro Abro mis ojos para encontrar a Peter enfrente de mí. Brinco. El auto está detenido, Candela ya se fue y Peter movió el asiento hacia adelante.
 
—¡Oh mi Dios, me dormí! —Cubro mi rostro—. ¡Es tan vergonzoso!
 
—No, cuando babeas es lindo —dice él con una sonrisa.
 
—Querido señor, por favor dime que no hice eso.
 
Peter se ríe.
 
—No, no lo hiciste. Dormiste sin hacer ruido y en realidad fue lindo.
 
—¿Dónde está Candela?
 
—La dejé hace unos segundos. ¿Quieres ir a casa?
 
—No —tartamudeo—. Lo siento.
 
Agachándose, Peter sonríe.
 
—No hay razón para lamentarse. Yo soy bastante narcoléptico. Si quieres, podemos ir de regreso a mi casa y tomar una siesta.
 
Tímidamente, digo:

—No, está bien. Si lo necesitas, puedes llevarme a casa.
 
Con una sonrisa maligna, Peter responde:
 
—Nah, estoy bien. ¿Ahora estás despierta y lista?
 
—Sí —respondo.
 
—Bien, porque vas a manejar. —Gimiendo trepo hacia el asiento delantero y hacia el lugar del conductor—. Oye —grita Peter—, sé cuidadosa al trepar en el interior.
 
Ups.
 
—Lo siento.
 
—Sé linda con mi bebé —contesta Peter pasando su mano por el tablero.
 
—¿Ustedes dos quieren un momento juntos? —pregunto.
 
Peter se ríe y responde:
 
—No, ya tenemos mucho tiempo solos.
 
—Oh. —Enciendo el auto, y lentamente conduzco fuera del estacionamiento—. ¿A dónde vamos?
 
—La tienda de celulares está en Lincoln.
 
De repente, brinco arriba y abajo y grito:
 
—¡Oh! ¡Oh! ¡Tenemos que detenernos en la cafetería de Hickory!
 
—¡Querido señor ten piedad! ¿¡Por qué!? ¡Acabas de asustarme completamente! —exclama Peter.
 
—Hay un chico que se llama Agus. Él es un buen amigo de Pablo. No podía recordar que clase de carro es este, y él quería que lo llevara para que pudiera verlo. Obtendremos café gratis si lo hacemos, y me haría un poco más genial con alguien. Así que, ¿POOOOR FAVOOOOR? —ruego.
 
Un bufido y una risa salen de Peter.
 
—Sí, ve. La próxima vez, bájale algunas rayitas.
 
—¡Gracias! —digo felizmente, mientras brinco, trato de abrazarlo, y por alguna razón nuestros labios se tocan. Es rápido y me alejo rápidamente. Cubro mi boca—. Lo siento. ¡No se suponía que pasara eso!
 
—Está bien. —Peter se ríe, poniendo su brazo en la parte trasera de mi asiento—. Sé que es difícil resistirse a mí.
 
Mis ojos probablemente no podían rodar más de lo que estaban ahora.
 
—Sí, Peter, eres el corazón de mis fantasías más profundas.

Mientras empezaba de nuevo a manejar, Peter se apoya contra la puerta.
 
—Así que, dime acerca de estas profundas fantasías oscuras. Exactamente, ¿qué estoy usando? Oh, mejor dime, ¿qué estoy haciendo?
 
—Para empezar estás completamente vestido.
 
Burlándose, Peter dice:
 
—¿Fantaseas sobre mí con la ropa puesta? ¿Qué clase de fantasía es esa? ¿Al menos me quito la ropa?
 
—¡No lo sé! —Suelto—. Estaba bromeando. ¡No hay tal fantasía y es mejor que mantengas tu ropa puesta!
 
—Pero realmente me veo bien cuando no la tengo. —Peter me toma el pelo.
 
No puedo evitar mirarlo.
 
—No lo dudo, pero eso no es para que yo lo vea.
 
—Arruinaría a cualquier otro chico para ti. Soy bastante caliente si lo dijera yo mismo.
 
—Bueno, apuesto que lo eres, pero eso es para que otras chicas lo vean, no yo —digo con severidad. Sin embargo las imágenes de él corren por mi cabeza, e incluso cuando intento realmente detenerlas, ellas siguen viniendo.
 
En realidad estamos algo callados mientras conduzco a la cafetería. ¿Es este un silencio incómodo? Me refiero a que no nos hemos dicho nada desde esa extraña conversación.
 
Entramos en el estacionamiento y me estaciono enfrente de la puerta. Peter se gira hacia mí.
 
—De nuevo, ¿quién es este chico?
 
—Su nombre es Agus. Él es amigo de Pablo. Supongo que le gustan los autos. No podía recordar cuál era éste cuando me preguntó.
 
Peter sonríe y enfatiza dramáticamente:
 
—Un Pontiac G-T-O de 1967.
 
—Sí, sí, sí —murmuro—. Aun así no lo recordaré.
 
—Bueno, entonces vayamos a mostrar mi bebé —suspira Peter, saliendo del auto. Abro la puerta y salgo.
 
—No tenemos que hacer esto —digo—. Podemos irnos.
 
Caminando hacia mí, Peter me da un beso en la frente.
 
—Haré lo que sea que te haga feliz. Hagamos que este chico se babee. —Él pone su brazo sobre mi hombro y abre la puerta.

Entramos y me detengo en seco. Toda el área de servicio está llena con estudiantes de preparatoria, la mayoría de ellos son de último año.
 
—¡Mierda! —digo. Peter me jala en un abrazo y murmura en mi oreja:
 
—¿Qué está mal?
 
—La mayoría de mi clase de último año está aquí —murmuro.
 
Él me jala fuerte contra él.
 
—Confía en mí, Mariana. Saliste de un auto matador, con un chico caliente que está envuelto a tu alrededor. ESTO no es algo malo.
 
Mirándolo, me río.
 
—Tienes un punto.
 
—Démosle algo más a lo que mirar —dice él, justo antes de que me bese. Me toma con la guardia baja… de nuevo, pero hombre, se siente tan bien. Después de unos segundos, Peter se aleja—. Ahora tenemos la atención de todos.
 
—Bien —tartamudeo. Peter agarra mi mano y me lleva al mostrador. Agus está parado ahí con la mandíbula caída—. Hola Agus, este es mi amigo Peter.
 
Agus sacude su cabeza.
 
—¡No me dijiste que él conducía un genial GTO de 1967!
 
—Sí —le contesto—. Ese es. No podía recordarlo ayer.
 
—Tomaré un descanso —le grita Agus a alguien más detrás del mostrador—. Necesito revisar tu auto.
 
Peter mueve su mano hacia adelante y seguimos a Agus hacia afuera. Agus se agacha y mira por las ventanas laterales.
 
—Es hermoso. —Eso es todo lo que se me ocurrió decir.
 
—¡Amigo, este auto es maravilloso! ¿Lo reconstruiste tú mismo? — pregunta Agus.
 
—Síp —contesta Peter—. Lo tuve por tres años antes de que pudiera reconstruirlo totalmente.
 
Girándose, Agus pregunta entusiasmado:
 
—¿Puedo ver debajo el capó?
 
—Por supuesto. —Peter se acerca y tira del pestillo del capó. No puedo ayudar, así que sólo doy un paso atrás. Obviamente, él sabe lo que está haciendo. Ahora, algunos otros chicos de la escuela vienen a comprobar lo que está "bajo el capó".
 
—Eso es hermoso —dice Agus.

—Mi bebé tiene 450 de bloque grande, todo cromado. Tiene doble cámara superior y un ventilador. Les enseña a las personas las bases regulares.
 
Agus hace unos ruidos extraños que sólo los chicos hacen.
 
—Tengo que escuchar este motor.
 
Peter me tira las llaves.
 
—Ponlo en marcha, cariño.
 
Cojo las llaves y lo miro. Sólo me hace un guiño. Me subo al auto y piso el embrague. Con un gemido, enciendo el auto. Escucho un montón de “¡Genial!”. Peter se acerca a la ventana.
 
—Está bien, sigue estas instrucciones: Primero pones el freno de seguridad. En segundo lugar, pones el auto en neutro. No puede ser en cualquier marcha. Luego, en tercer lugar, presiona el acelerador. Hará funcionar el motor.
 
—Está bien —respondo con nerviosismo. Hago todo lo que dice y, a continuación, presiono el pedal del acelerador. El motor ruge bastante fuerte. Hay un montón de gente chillando y gritando desde el frente del auto. Cuando miro por la ventana, me doy cuenta de que la mayor parte de la cafetería ha venido afuera. Genial, somos un espectáculo. Por último, Peter ondea su mano para que pare. Hago eso y apago el auto. Me alegro de no haber matado a nadie.
 
Salgo del auto y camino hacia Peter. Él pone su brazo alrededor de mí.
 
—A ellos les gusta.
 
—Puedo ver eso —respondo.
 
Agus se inclina sobre el motor.
 
—No puedo creer que hayas aprendido a conducir en este auto. Eres genial, Mariana.
 
—Gracias —susurro torpemente.
 
—Mi chica es genial. —Peter lo interrumpe besándome en la cabeza.
 
Girándome hacia Peter, digo:
 
—Quiero conseguir un poco de café. ¿Quieres algo?
 
—Seguro —responde, con una sonrisa.
 
—Oh, yo me haré cargo de eso —responde Agus con alegría. Él se acerca y abre la puerta—. Olivia, ¡dales lo que quieran por cuenta de la casa!

Mantiene la puerta abierta mientras camino otra vez hacia allí.
 
—Gracias —murmuro mientras camino por delante de él. El resto de la gente en la cafetería ahora está mirándome. Esta es mucha más atención de lo que esperaba. Me acerco a la barra y las chicas sonríen. Miro el menú y ordeno—. ¿Puedo tener dos café con leche grandes, por favor?
 
—Definitivamente —responde la chica. Ella me sonríe y dice—: Tu novio es muy caliente.
 
—Sí —suspiro—, y él lo sabe. —La chica sólo se ríe y se va a hacer nuestros cafés. Me doy vuelta y miro por la ventana. Agus hace gestos con las manos y Peter se está riendo. Los chicos todavía me desconciertan.
 
Después de unos minutos, la barista trae las bebidas. Digo:
 
—Gracias. —Y pongo un poco de dinero en el tarro de las propinas.
 
Cuando llego al exterior, Agus se vuelve hacia mí.
 
—Él me dijo que no puedo conducir el auto.
 
—No pensé que te lo permitiría —respondo, entregándole a Peter su café con leche—. Estoy sorprendida de que me deje a MÍ conducirlo.
 
Peter se ríe.
 
—Por supuesto que sí. Vas a necesitar algo para conducir cuando obtengas tu licencia. Tengo mi moto, tú te quedas con el auto.
 
—¡¿QUÉ?! —grito.
 
—¡De ninguna jodida manera! —exclama Agus aún más fuerte—. Me recogerás de la escuela todos los días, entonces. Te daré a mi primogénito.
 
Yo solo miro a Peter.
 
—No voy a llevar tu auto a la escuela.
 
—¿Por qué no? —replica Peter—. Es un buen auto. —Con un gemido, ruedo los ojos. Riendo, Peter me abraza.
 
—Bebe tu café con leche. Tenemos que irnos pronto de todos modos.
 
—Mariana. —Agus comienza seriamente—, si llevas esto a la escuela, tienes que prometerme que me darás una vuelta.
 
Eso me hace sonreír.
 
—Puedo hacer eso.
 
—¡Oye! —exclama Agus—. ¡Hay una fiesta esta noche! ¡Deberías venir! ¿Hhhhuuuhhhhhh? ¿Acabo de ser invitada a una fiesta? Antes de que pueda decir algo, Peter dice:
 
—Nos encantaría, pero ya tenemos una fiesta a la que ir, y ya sabes, tengo 21. Si ustedes hacen algo malo y soy el más viejo allí, tendrán mi trasero.

—Oh —dice Agus—. No lo sabía.
 
—Sí, de todas formas, las fiestas de secundaria no son lo mío, y tampoco lo de Mariana. Ella puede ser la bebé del grupo, pero todavía está en el grupo. Sabes, hacemos las cosas de manera diferente. —Agus asiente como si Peter acabara de decir la cosa más sabia alguna vez. Resoplo y toso para encubrirlo—. Bueno —dice Peter—. Tenemos que seguir adelante. Cosas que hacer, lugares a los que ir… hacerlo.
 
Mis ojos se cierran y mi cabeza cuelga.
 
—Peter…
 
—¿Quééé? —replica dramáticamente. Tan sólo lo miro a los ojos—. Bebe tu café. Yo conduciré.
 
—¡Gracias a Dios! —grito. La última cosa que quiero hacer es tratar de retroceder frente a todos. Peter cierra el capó. Me acerco a Agus—. Gracias por el café.
 
Él sonríe.
 
—No hay problema. Sólo tienes que darme un paseo en el GTO.
 
—Puedo hacer eso —respondo, asintiendo—. Te lo prometo, después de obtener mi licencia y si realmente Peter me deja conducirlo.
 
Agus menea la cabeza.
 
—Tienes que darte prisa y conseguir tu licencia.
 
—Tan pronto como ella se sienta cómoda, vamos a ir para que tome la prueba —dice Peter jovialmente—, pero por ahora, tenemos que irnos. Entra, nena.
 
Agito una mano hacia Agus y me meto en el auto. Peter entra en el otro lado y le susurro:
 
—Gracias.
 
—Oh, espera —responde con una sonrisa desviada—. Lo haré babear en unos diez segundos. —Peter alcanza la parte posterior y tira de una toalla de debajo del asiento.
 
—Pon esto en tu regazo y sujeta muy bien nuestros cafés. Estoy a punto de hacer un lío. Le daremos uso a tu ropa nueva.
 
—Oh, mierda —me quejo.
 
Peter retrocede y gira hacia la calle.
 
—Agárrate fuerte, Mariana. Uno de estos días te mostraré cómo hacer esto. —Pone primera y el suelo se eleva. Me estrello contra mi asiento y todo lo que puedo oler es goma quemada. Nos lanza hacia adelante a una velocidad a la que sé que no deberíamos ir. Se mueve con rapidez y ahora estamos a cuatro cuadras de distancia.

—¡Más despacio! —Dejo escapar finalmente cuando puedo volver a respirar. De repente, el auto reduce la velocidad y yo me voy hacia adelante. Mirando hacia abajo, mi regazo está cubierto de café.
 
—Es mejor que estés muy agradecido de que había una toalla en mi regazo. Café caliente sigue siendo café caliente, ¡incluso a través de los pantalones vaqueros!
 
—Ellos definitivamente no te olvidarán ahora —replica Peter.
 
Mirándolo, digo:
 
—Sí, pero ellos también van a oler los neumáticos quemados mientras beben su café. Esto si aún te quedan neumáticos.
 
—No he hecho eso en mucho tiempo. —Peter ríe—. Increíble, cada vez.
 
Levanto las tazas de café y las sacudo un poco. Encogiéndome de hombros, bebo el resto de uno de ellos.
 
—¿Qué se supone que debo hacer? —pregunto finalmente—. Mis brazos y la toalla están completamente cubiertos de café.
 
—Estamos a sólo unas pocas cuadras de distancia, vamos a ir a mi casa.
 
—Gracias —replico—. Estoy asquerosa.
 
Con una sonrisa, Peter dice:
 
—Vamos, valió la pena ¿no?
 
Sin ser capaz de evitarlo, sonrío.
 
—Sí, en cierto modo lo fue.
 
Cuando finalmente llegamos al apartamento de Peter, abre la puerta para mí, ya que, obviamente, no tengo las manos limpias. Me levanto y Peter agarra la toalla mientras cae. Dándome la vuelta, miro el asiento.
 
—¡Hey, no hicimos un lío!
 
—Oye, todo tiene que ensuciarse de vez en cuando. Es sólo un auto después de todo, y lo que hice trajo una sonrisa a tu cara. Por lo tanto, un derrame habría valido la pena.
 
—Eso es realmente dulce —digo—, pero ¿puedo ir a asearme?
 
Peter cierra la puerta, y responde:
 
—Por supuesto, querida.
 
Tiramos los vasos cuando llegamos arriba. Peter me conduce al cuarto de baño donde me entrega un paño.

—Espero que sepas que nunca voy a hacer eso en tu auto. —Hago resaltar mientras humedezco el paño.
 
—¿Por qué no? Es TAN divertido —replica Peter con una sonrisa.
 
Levantando una ceja, digo:
 
—No.
 
—Date prisa para que podamos ir a la tienda de teléfonos celulares. O, ¿has tenido suficiente por hoy y quieres ir a casa?
 
Hago una mueca.
 
—Prefiero no ir a casa. Mi mamá se fue por el fin de semana y esta es la primera vez que he estado sola. Recorrí la casa anoche con un cuchillo revisando que todo estuviera cerrado. Sé que tengo 18, pero sigue siendo escalofriante estar sola.
 
—¿¡Por qué demonios no me llamaste!? —Peter dice bruscamente— . Si no estabas cómoda estando sola, habría ido y te habría recogido. Sólo hay silencio mientras me encojo de hombros.
 
—Estabas fuera con los chicos. No eres mi novio. No es tu responsabilidad salvarme cada vez que algo ocurre.
 
—Yo habría ido y te habría recogido —dice Peter, poniendo mi cabello detrás de mí oreja—. Los chicos y yo podríamos haber ido y salido contigo.
 
Eso me hace sonreír.
 
—Eso hubiera sido aburrido para ustedes.
 
—Oh, nunca es aburrido con nosotros —afirma Peter.
 
—Apuesto a que no —replico—. No querría molestarte. Sinceramente, tengo que aprender a estar sola, aunque me dé miedo.
 
Peter se burla.
 
—Eso es ridículo. O me quedaré contigo o tú te quedarás aquí esta noche.
 
—No puedo hacer eso —susurro, más tímidamente.
 
—Tonterías, te quedarás aquí. Lo último que necesitamos es que tu mamá vuelva a casa y tenga un berrinche porque yo estoy allí. Puedes dejar una nota diciendo que te estás quedando en casa de un amigo. Tienes 18 años, no puede decirte nada. —Antes de que pueda replicar cualquier cosa, Peter se inclina y me besa en la frente—. Alguien tiene que mantener un ojo en ti. Eres una alborotadora, después de todo.
 
Mirando hacia él, me río.
 
—Si ese no es el muerto riéndose del degollado no sé lo que es.

—¿Estás diciendo que soy una mala influencia? —pregunta Peter.
 
—No —contesto, dándole un codazo—. Eres la mejor influencia del mundo.
 
Con un guiño, Peter dice:
 
—Eso es lo que pensé. Vamos a conseguirte un teléfono. En la compañía de celulares, voy rápidamente al más simple y barato teléfono.
 
—Esto servirá.
 
—¿Qué? No —resopla Peter—. Tenemos que conseguirte un teléfono inteligente.
 
—¿En serio? —respondo—. ¿Para qué voy a necesitar un teléfono inteligente?
 
Rodando los ojos, Peter dice:
 
—Para tener Internet, mensajes de textos, juegos… la lista es interminable, ah, y una lista de canciones.
 
—Tengo un reproductor de mp3 para eso —articulo—. De todos modos, mi computador ni siquiera sería capaz de sincronizar con una de esas cosas, y te juro que si dices que vas a comprarme una computadora, voy a salir de aquí.
 
Con un gemido, Peter dice:
 
—Está bien, pero puedes utilizar mi computadora.
 
—Peter —silbo en voz baja, ya que un empleado nos está mirando— . Realmente no necesito un teléfono de lujo.
 
—Está bien, iremos con uno de esos teléfonos libres, pero todavía puedes obtener un teléfono muy agradable por firmar el contrato.
 
Suspiro.
 
—Bien, podemos hacer eso. —Así que, lo hacemos. Cuando nos metemos en el auto, sacudo la cabeza—. Me va a tomar un mes aprender a utilizar esto. Nunca he tenido un teléfono celular antes.
 
—Te ayudaré a hacerlo mañana. Tenemos que ir a buscar tus cosas para esta noche —dice Peter, mientras arranca el auto.
 
—¿Estás seguro de esto? Quiero decir, puedo quedarme en casa. No quiero tener que ocupar tu sofá.
 
Con una mirada de disgusto, Peter chilla:
 
—¿Quién dijo que ibas a dormir en el sofá? Puedes dormir en mi cama y yo me quedaré en el sofá.
 
Sacudiendo la cabeza con fuerza, tartamudeo:

—No, no, no, no voy a botarte de tu cama. Tomaré el sofá.
 
—Si te quedas dormida en el sofá, me limitaré a recogerte y ponerte en mi cama. Por lo tanto, puedes bien dormir allí en primer lugar —replica Peter con total naturalidad.
 
—Bien —me quejo.
 
Llegamos a mi casa, y yo empaco una pequeña mochila de cosas. Peter entra mis bolsas mientras lo hago.
 
—¿Quieres que te ayude a colgar estas cosas? —pregunta.
 
—No —respondo—. Voy a hacerlo esta semana. Quiero lavar todo antes de usarlo.
 
—Yo nunca hago eso —añade Peter—. Debería, pero, bueno, soy un chico y no me importa.
 
Eso me hace reír. Cierro mi maletín y digo:
 
—Muy bien, estoy lista. —Hago una pausa y pregunto—: ¿Estás seguro de esto?
 
—Oh, sí —responde Peter—. Definitivamente estoy seguro.
 
—¿Esto no va en contra de llevar chicas a tu casa? —Me río.
 
Peter me guiña un ojo.
 
—Tú eres un caso especial.
 
—Bueno, te lo agradezco. Es sólo que no me gusta estar sola en casa.
 
—No hay problema —dice Peter, revolviendo mi cabello—. Vamos. Cuando llegamos a su casa, él me acompaña hasta su habitación. 
 
La miro y rio.
 
—Eres un cerdo.
 
—Oye, soy el que tiene que vivir aquí, y estoy bien con eso. Lavé las sábanas, así que no tienes que preocuparte por los piojos.
 
Pongo mi maletín en el suelo.
 
—Piojos gratis, es bueno saberlo.
 
—¿Tienes hambre? —pregunta.
 
—Sí —respondo—. ¿Quieres que cocine?
 
—No, podemos pedir comida china. Dependo mucho de las entregas a domicilio. Los tengo en marcación rápida.
 
Resoplo y rio.
 
—Bueno, ya que estoy aquí, voy a cocinarte y entonces puedes congelar el resto de la comida.

—Esa es una buena idea. Realmente no tengo a nadie alrededor que cocine, por lo que nunca ha sido una opción. Ordenaremos comida china por ahora. Luego podemos configurar tu teléfono —afirma Peter, mientras camina hacia la sala.
 
Mirando a mí alrededor, sacudo la cabeza. Me va a tomar un día simplemente organizar este lugar, por no hablar de limpiarlo. Me río y apago la luz. Pasamos el resto de la noche comiendo, jugando con mi teléfono y viendo películas.
 
Por último, me acuesto en el sofá junto a Peter. Mis párpados empiezan a ponerse pesados y bostezo. Él me mira.
 
—Deberías ir a la cama si estás cansada.
 
—Sí, creo que me prepararé para dormir. ¿Necesitas usar el baño? — pregunto mientras me pongo de pie.
 
—No, es todo tuyo —responde, con una sonrisa.
 
Asintiendo, entro en su habitación y agarro mi maletín. No me toma mucho tiempo prepararme. Me pongo el pijama y me lavo los dientes.
 
Cuando salgo, Peter está tendiendo su cama.
 
—No tenías que hacer eso —digo, caminando detrás de él—. Tan sólo voy a hacerla un lío de nuevo.
 
—Sí, pero no hay nada como entrar en una cama tendida, se sentirá mejor. ¿Vas a estar bien aquí? ¿No necesitas nada? —pregunta.
 
Sonrío y le digo:
 
—No, debería estar bien.
 
—Está bien, buenas noches cariño —susurra Peter, mientras me da un beso en la mejilla—. Voy a estar allí si me necesitas.
 
—Voy a estar bien y, otra vez, gracias. De verdad, lo digo en serio. Gracias por… bueno… todo.
 
Él levanta su mano y pasa los dedos a lo largo de mi mandíbula.
 
—No hay problema. Estoy feliz de hacerlo. Ahora, a dormir un poco.
 
—Está bien —susurro. Se da la vuelta y sale de la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Levanto mi mano y toco mi cara. Se siente tan bien cuando me toca.
 
¡Basta, Mariana! Ugh, él es tu amigo, deja de ser ridícula. Voy y me meto en la cama. Cuando me acuesto, me pongo de lado. Es entonces cuando olfateo la almohada y huele exactamente igual que él, realmente bueno. Me pego a mí misma en la frente y gimo. ¡Vete a dormir! Con eso apago la luz.


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17 comentarios :

  1. maaaas!!!! me encanta :)

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  2. Ya te dije que me encanta tu novela??? Jajjajaj supongo que siiiii... ME ENCANTO ESTE CAPITULO. SUBE OTROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!! Jjajajja me encanto la parte de peter mostrando como ruge "SU BEBE" AJAJJAJAJAJ ... OBVIO QUE TE SIGO!!

    ATT: Andrea

    Laly angels

    Sube mas :D

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  3. haaaa me encantaaa <3 !!!!!
    maaaass
    me avisas en @BeluMarchi
    gracias!!

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  4. Me súper encanto tu noveeee
    Ahora lali va aser muy popular ya quiero ver
    la cara de Paula cuando vea que le hablan bien a lali
    en la escuela subí más noveeee


    ATTE: Valeria : )

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  5. Me encanta me encanta!! Es un dulce peter! Más!

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  6. MAAAAAAASSSS !!!!! ME ENCANTA

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  7. me encantaa lali que se deje de joder con pablo y que se de cta que quiere a peter que es quien la vio realmente como es y no desp que se empezo a arreglar el peloo!! masss noveee

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  8. SUUUUUUUUBEEEEEEEEEEEEEEEE♥

    Hay Peter sos tan caliente JAJAJAJ:$ 'fantasías oscuras' morí morí

    Eu, estoy viva !

    ATTE: Ludmi :)

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  9. Todo dulzura Peter .
    K será lo k tiene en su pasado?.

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