miércoles, 25 de diciembre de 2013

Capitulo 61

Nos pasamos mucho tiempo paseando y hablando. Estoy teniendo un buen momento, pero siento como que hay algo que falta. Algo no está bien y no puedo ubicar lo que es. No es nada malo, simplemente... no se siente como se supone que debería. ¿Qué estoy haciendo mal?

Capitulo 61

Pablo me lleva a este restaurante estilo antiguo. La gente realmente está caminando con ropa de época. Nos reímos un poco más. La cena es muy agradable. Hablamos. Pablo me hace reír mucho. Cuando estamos caminando hacia el auto más tarde, Pablo me mira.
 
—Así que, ¿te has divertido?
 
—Sí —respondo.
 
—Tenemos mucho camino por recorrer antes de llegar al auto, y hemos hablado toda la noche, pero todavía no sé lo que te hace vibrar — dice Pablo.
 
Me encojo de hombros.
 
—No estoy segura de lo que quieres saber.
 
—Dime como es tu día. Honestamente, de principio a fin. Quiero saber cómo funciona tu mundo —afirma Pablo.
 
Asintiendo, respondo:
 
—Está bien. Peter normalmente me despierta, ya sea saltando encima de mí o me besa en la frente, en función de cómo esté su estado de ánimo. Hacemos café y nos preparamos para la escuela y él para el trabajo. Por lo general, nos metemos en una especie de guerra de comida. Él hace comentarios acerca de entrar en la ducha. Realmente, nunca es en serio. Peter solía llevarme a la escuela. Ahora, él me da un beso de despedida y nos vamos por caminos separados. Obviamente voy a la escuela durante la semana. Los fines de semana, Peter y yo por lo general simplemente pasamos el rato en la casa. A veces, Cande y Vico vienen. A Nico sólo le gusta jugar a los videojuegos.
 
—¿Y por la noche? —comenta Pablo—. ¿Qué haces después de la escuela, cuando no te veo?
 
—La tarea, dibujar, acosar a Peter, depende del día. Peter me hace mirar las noticias de la noche, y quiero sacarme los ojos. Yo hago la cena para nosotros por lo general, pero a él le gusta sacarme a comer, también. En serio, somos sólo Peter y yo.
 
De pronto, Pablo se detiene. —Tú y Peter son realmente cercanos ¿no es así?
 
—Sí —respondo, deteniéndome—. Lo quiero. Él es más o menos mi mundo.
 
Con una ligera vacilación, Pablo entorna los ojos.
 
—Voy a decir algo y no quiero que lo tomes a mal o te enojes conmigo.
 
Muy nerviosa, digo:

—¿Qué ?
 
—Bueno, esto es lo último que un hombre quiere decir en una cita con una chica, pero... creo que no estás realmente interesada en mí. Creo que estás enamorada de Peter. —Mi mandíbula cae.
 
—¿Eh?
 
—No me entiendas mal, ¡porque me estoy divirtiendo contigo! Creo que eres genial, pero no sientes lo mismo —afirma Pablo torpemente—. Dime que estoy equivocado. Me encantaría oír eso.
 
Sacudiendo la cabeza, tartamudeo:
 
—No... me estoy divirtiendo... por supuesto que estoy interesada en ti, y no estoy enamorado de Peter.
 
—¿Está segura de eso? —pregunta.
 
—Yo... no entiendo por qué estás diciendo eso —digo un poco acalorada.
 
Pablo muestra sus manos—. No estoy tratando de hacerte enojar, pero te iluminas cuando hablas de Peter. Hay un poco de brillo en tus ojos. Quiero decir, no quiero que sea verdad, confía en mí.
 
—Bueno, no lo es —murmuro, cruzando los brazos.
 
Dando un paso adelante, Pablo susurra:
 
—¿Puedo probar algo ? ¿Hacer un pequeño experimento?
 
—¿Qué es? —pregunto. Pablo pone la mano en el lado de mi cara y luego se inclina y me besa.
 
Mi mente se congela por un segundo. El beso es dulce, no es exactamente lo que pensé que sería. Peter es tan... diferente. Hace que mi pulso se acelere, ¿no es eso lo que se supone que debe pasar? Pablo continúa besándome suavemente. Devuelvo el beso, pero... no es lo mismo.
 
Cuando Pablo finalmente se aleja, dice:
 
—Tengo miedo de preguntar, pero ¿en qué estabas pensando?
 
—¿Qué quieres decir? —pregunto.
 
—Una mejor pregunta, ¿en quién estabas pensando?
 
Entonces es como un rayo. Mi mano sube para taparme la boca.
 
—No, quiero decir... no quise. No, no, no, esto no puede ser verdad. Bésame otra vez, tal vez estaba siendo estúpida.
 
Pablo se ríe.
 
—Con mucho gusto te besaré toda la noche, pero eso no va a cambiar nada. Tu corazón le pertenece a otra persona.

—Pero... no puedo... no puedo... —susurro, sentándome en un banco—. No estoy enamorada de él... ¿lo estoy?
 
—Creo que lo estás —responde Pablo y se sienta a mi lado—. No hay nada de malo en ello. Creo que él está enamorado de ti también.
 
Volviéndome, exclamo:
 
—¡No! ¡No hay manera! ¿Lo has visto? Conozco a Peter. Él no sale con chicas como yo. Él va por bellas chicas que se ríen mucho.
 
—Eres hermosa, Mariana. Él te ama. Es muy obvio.
 
Me siento y miro a Pablo.
 
—Estoy enamorada de Peter, ¿no?
 
Él asiente.
 
—Sí.
 
Inclinándome, pongo mi cabeza en mis manos.
 
—Esto va a cambiar todo. Nunca podría decirle. ¿Qué haría? No puedo mudarme.
 
—Peter no va a hacer que te mudes. —Suspira Pablo—. Tienes que ser honesta con él. Él es tu mejor amigo.
 
Vigorosamente, Niego con la cabeza.
 
—No, no puedo decírselo. Simplemente no puedo. Nunca puede saberlo.
 
—¿Qué vas a hacer, desenamorarte de él? No funciona de esa manera. No se puede apagar como un interruptor.
 
Respirando profundamente, digo:
 
—Puedo enamorarme de alguien más sin embargo, si le doy el tiempo. —Pablo se ríe—. No es gracioso —digo bruscamente.
 
Pablo simplemente niega con la cabeza.
 
—No me estoy riendo de ti, pero estás realmente luchando contra esto. ¿Por qué no te das por vencida con esto? Sólo amalo Mariana, ve a dónde va.
 
Nos miramos el uno al otro durante un tiempo.
 
—¿Qué hago?
 
—Eso depende de ti. Puedes ir a casa y exclamar: Te amo, o puedes hacer algo romántico. Tienes que hacerlo de una manera en que te sientas cómoda.
 
—No me siento cómoda haciendo esto en absoluto. —me quejo—. No creo que tendría el coraje de decirlo. Tal vez alguien pueda decirle.

Riendo de nuevo, Pablo dice:
 
—Me doy cuenta de que estamos en la escuela secundaria, pero eso es realmente de escuela secundaria y él es mayor. Él tiene que escucharlo de ti. Si él siente lo mismo por ti, entonces es muy bueno que lo escuche de tus labios.
 
—Estoy muy asustada —susurro—. No lo puedo perder.
 
Con una suave sonrisa, Pablo toma mi mano.
 
—No vas a perderlo. No creo que Peter vaya a ninguna parte.
 
Exhalo y miro a lo lejos. Nos sentamos allí por un tiempo, sólo hablando, pero sé que tengo que ir a casa. No quiero, pero tengo que hacerlo. Por fin nos vamos y mi estómago está dando volteretas. Cuando Pablo se detiene en mi casa, me vuelvo y lo miro.
 
—Tuve un muy, muy buen rato esta noche, lo siento...
 
—No, me lo pasé genial, también. ¿Estoy decepcionado? Sí, pero aun así me gustaría ser tu amigo. Estaré aquí si me necesitas para pasar a través de todo esto —dice Pablo, tomando mi mano una vez más—. ¿Hay alguien más con quien puedas hablar de esto?
 
Entonces es como si una bombilla se encendiera.
 
—¡Candela! —Saco mi teléfono y miro a Pablo—. ¿Puedo llamarla rápidamente?
 
—Por supuesto —responde.
 
Marco a su número y espero. Finalmente, ella responde:
 
—¿Qué tal la cita?
 
—Necesito hablar contigo, como “lo antes posible” —exclamo—. Es realmente importante.
 
—¿Qué pasa? —pregunta.
 
Mirando a Pablo, simplemente declaro:
 
—Necesito hablar contigo en persona. ¿Trabajas mañana?
 
—No hasta la tarde, pero tienes la escuela.
 
—Está bien, vamos a ver un video en el primer periodo que vi el año pasado y luego tengo sala de estudio. Podemos reunirnos en la mañana. —Escupo dramáticamente.
 
Candela se ríe.
 
—¿Vas a decirme qué está pasando?
 
Eso me hace respirar profundamente.

—Acabo de llegar a la conclusión de que estoy enamorada de Peter.
 
Y luego hay silencio.
 
—Está bien, dime algo que no sepa.
 
—¿Qué se supone que significa eso? —chasqueo.
 
—He sabido que ustedes están enamorados el uno del otro por un tiempo. Es un poco obvio —declara Candela con un poco de humor—. Por lo tanto, la pregunta es, ¿cuándo vas a decirle a Peter?
 
Suspirando, digo:
 
—De eso es de lo que quiero hablar contigo, pero no por teléfono.
 
—Está bien, nos vemos en la cafetería en la esquina de Lincoln y Madison a las 8 en punto. ¿Suena bien?
 
—Sí —exhalo—. Realmente necesito hablar de esto.
 
Ella se ríe en el otro extremo del teléfono.
 
—Estará bien, sólo no actúes divertida esta noche. Si no quieres que sepa, solo se tu misma. Si comienzas a ser rara, él sentirá que algo está mal.
 
—Eso es más fácil decirlo que hacerlo —respondo—. Ni siquiera sé qué decirle.
 
—Sólo sé tú misma, o escóndete en tu habitación.
 
Buena idea. Asiento.
 
—Si me voy a la cama, entonces no necesito verlo.
 
—Sí, así que nos vemos en la mañana entonces —dice Candela.
 
—Sí —respondo—. Voy a estar allí. Puedes contar con eso.
 
—Trata de tener una buena noche Mariana —afirma—. Estará bien.
 
Mis cejas se levantan.
 
—Sí, seguro que sí.
 
—Lo estará. Nos vemos mañana, ¿de acuerdo?
 
—Sí —replico sin ningún entusiasmo.
 
Candela se ríe.
 
—Adiós. —Y cuelga.
 
Guardo mi teléfono y luego miro a Pablo.
 
—Voy a desayunar con ella mañana.
 
Sonríe.
 
—Eso es bueno. Tendrás a alguien con quien hablar que conoce a Peter.

—Sí. —Exhalo—. Gracias por todo Pablo. Lo digo en serio. Eres un gran tipo.
 
—Gracias —responde—. Debo llegar a casa sin embargo. Puede que tenga 18 años, pero mi madre sigue siendo exigente con las noches de escuela y quedarse hasta tarde.
 
Moviéndome, le doy un beso en la mejilla.
 
—Gracias.
 
—No hay de qué. Ten una buena noche. Si necesitas hablar, llámame —afirma Pablo muy dulcemente.
 
Sonrío y salgo del auto. Durante unos segundos, me quedo allí, mirando hacia las ventanas. Bueno, no puedo esperar aquí para siempre. Se siente como que hay pesas de plomo en mis zapatos. Camino hasta el apartamento. Cuando llego a la puerta, la encuentro bloqueado. Raro. Saco mi llave y abro.
 
El apartamento está en completa oscuridad. Peter aún debe estar afuera. Bueno, me lanzo rápidamente a mi habitación. Cierro la puerta y respiro. ¿Qué demonios voy a hacer? Ir a dormir, eso es lo que voy a hacer. Con mucha prisa, me quito mi ropa y me pongo el pijama. Después de eso me lanzo al cuarto de baño, me lavo los dientes. Casi lo logro, casi. Mientras estoy escupiendo la pasta de dientes, escucho la puerta abrirse.
 
—¿Mariana? —Oigo el grito de Peter. Sin querer decir nada, sólo me quedo ahí, dejando correr el agua. Unos segundos más tarde, Peter aparece en la puerta del baño—. ¿No me escuchaste?
 
—Oh, ¿qué? —tartamudeo—. No, sólo estoy preparándome para ir a la cama.
 
Peter me da una mirada extraña.
 
—¿La cita fue tan mal que estás apresurándote a la cama?
 
Bueno, no puedo mentir, pero puedo ser vaga.
 
—Tuve un montón de diversión. Tuvimos un montón de diversión. Fue genial.
 
Él sólo asiente y mira al suelo.
 
—Eso es bueno. ¿Van a salir de nuevo?
 
—No tengo ningún plan a partir de ahora, ¡pero me voy a la cama! — exclamo un poco demasiado rápido. Caminando hacia adelante, rozo a Peter al pasarlo.
 
—Alto, ¿qué está pasando? ¿Paso algo? Estás actuando como si hubiera un cohete en el trasero impulsándote para entrar en tu habitación. ¿Hizo algo? —pregunta Peter con vehemencia.

Sacudiendo la cabeza, respondo:
 
—No, él fue un perfecto caballero.
 
Con los ojos muy atentos, Peter me mira.
 
—Hay algo diferente.
 
—No hay nada diferente —chillo. Respirando profundamente, me calmo—. Solo estoy cansada y tengo escuela mañana. Por lo tanto, me voy a la cama.
 
—Está bien —responde Peter, sonando totalmente convencido. Se inclina para darme un beso en la frente y me alejo de él. Eso puede haber sido un poco obvio. Peter se endereza—. Veo que la cita fue muy bien. Lo siento. Sé que necesito mantener mi distancia.
 
Mi boca se abre para hablar y no sale nada.
 
—Puedes besarme —susurro finalmente.
 
—Te alejaste de mí. Estás interesada en Pablo, no debería hacer eso nunca más —señala Peter.
 
—No —digo, agarrándolo de su camisa—. Puedes besarme.
 
Se ríe.
 
—Bueno, si eso no es una señal de que está bien. —Peter se agacha y pone sus labios en mi frente, y se siente muy bien. No sé cómo no me di cuenta antes, porque ahora es muy evidente. Estoy enamorada de él. Cuando Peter se separa, sólo quiero acercarlo de nuevo a mí. Bueno, esto va a ser más difícil de lo que pensaba.
 
—Voy a dormir —murmuro, saboreando su tacto.
 
—Tengo que ducharme. Apesto —dice Peter—. 16 kilómetros es mucho incluso para mí.
 
—Hueles muy bien —susurro silenciosamente.
 
Peter baja su cabeza.
 
—¿Qué dijiste?
 
—Nada —respondo en voz alta—. Voy a dormir. —Con eso me vuelvo y voy a mi habitación.
 
—No —dice Peter, siguiéndome—. Quiero saber lo que dijiste.
 
Me doy la vuelta y enfatizo—: No dije nada.
 
Dando un paso más cerca, insiste—: No, lo hiciste y quiero saber que fue.
 
—Nada —me río, empujándolo fuera de mi habitación—. Ve a ducharte.

—¿Quieres venir conmigo? —Se burla Peter—. Pablo no tiene por qué saberlo. —Mi corazón comienza a latir rápidamente. La expresión de mi cara debe haber cambiado, porque Peter me mira divertido—. ¿Qué estás pensando ahora mismo?
 
Gimiendo, le empujo aún más duro. —Ve, vete a la ducha. Me voy a la cama.
 
—¿Puedo unirme a ti cuando haya terminado? —pregunta.
 
Eso me hace reír nerviosamente. —Estás presionando la situación esta noche.
 
—Estás poniéndote nerviosa. ¿Por qué estás tan nerviosa? ¿Qué paso esta noche?
 
—No pasó nada —gruño—. Ve a la ducha, necesito ir a la cama.
 
Peter se agacha y me besa suavemente en los labios. Apartándose, él frunce el entrecejo. —No debería haber hecho eso.
 
—Está bien —respondo, sonrojándose mucho.
 
—Así que, no es por sobrepasar mis límites, pero ¿él te beso esta noche? —Peter pregunta en voz baja.
 
Asiento con la cabeza. —Sí.

 Maraton Navideño
+25

33 comentarios :

  1. Mas mas, que pasara peter que hara..? :o

    ResponderEliminar
  2. Me alegro que Mariana despertara y ahora que haras con Peter?

    ResponderEliminar
  3. me encanta!!!! parece que al fin lali se va a declarar, que pasara??

    ResponderEliminar
  4. mas mas recien llegue y me encuentro con esto mas porfaaaa

    ResponderEliminar
  5. Mas nove por fa att =stefania

    ResponderEliminar