miércoles, 25 de diciembre de 2013

Capitulo 60

Esa noche, duermo sola. No duermo bien porque sigo viendo el lado vacío junto a mí. Finalmente, ruedo hacia el otro lado, cierro mis ojos y dos lágrimas corren por el lado de mi cara. ¿Qué está mal conmigo?

Capitulo 60

Soy despertada a la mañana siguiente, por el movimiento junto a mí. Abro los ojos para encontrar a Peter sentado allí con una bandeja. Él sonríe.
 
—Te dije que te traería el desayuno.
 
—¿Qué? —digo, sentándome.
 
Sostiene la bandeja hacia adelante.
 
—Es el desayuno. —Miro hacia la comida.
 
Hay panqueques y huevos, todo. Mis ojos se vuelven hacia él. Encogiéndose de hombros, Peter dice:
 
—Fui y conseguí la comida, ya que no conseguimos una habitación de hotel ayer por la noche, y te prometí el desayuno en la cama.
 
—Gracias —susurro—. ¿Vas a comer conmigo?
 
Resoplando, Peter responde:
 
—Eh, sí, conseguí desayuno para mí, también. Empieza a comer. Volveré en un momento. —Se levanta y se inclina. Sus labios vienen a centímetros de mi frente, y se detiene—. Lo siento, los viejos hábitos son duros de matar.
 
—¿Vamos a pasar por esto otra vez? Bésame en la maldita frente Peter. Eso está muy bien.
 
—Está bien —murmura. El beso es rápido y suave—. Volveré en un momento.
 
Comemos el desayuno en mi cama, lo cual es muy divertido. Grito a Peter por dejar migajas por toda mi manta, y él solo saca la lengua. El resto del día es bastante tranquilo. Nos ocupamos de todo como es normal, excepto que puedo decir que él está luchando por tocarme. Trato de mostrar afecto, pero él solo se aleja. Es un poco irritante.
 
A la mañana siguiente no es mucho mejor. Lo único que me da es un abrazo, pero es un abrazo prolongado. Simplemente nos sostenemos el uno al otro durante un minuto. Finalmente, susurra:
 
—Ten un buen día. —Devuelvo el comentario y me voy.
 
Estoy nerviosa acerca de la escuela, sin saber qué decirle a Pablo, pero no lo veo hasta el almuerzo. Él está inclinado contra nuestros casilleros. Cuando me acerco, sonríe.
 
—Hola, pensé que caminaría contigo a la cafetería.

—Está bien —respondo—. Déjame conseguir mi almuerzo. —Pablo se aleja de los casilleros y hago precisamente eso. A medida que caminamos a la cafetería, pregunto:
 
—¿Cómo estuvo la fiesta de después?
 
—Bueno, divertida, supongo —responde Pablo—. No bebo y había bebidas allí. Paula estaba borracho como una cuba y un poco desagradable. Intentó besarme otra vez y literalmente tuve que sostenerla lejos, y declarar, no quiero besarte. Creo que finalmente entendió el punto. Paula es de otro planeta, creo, porque ella nunca me ha prestado ninguna atención, que no sea de paso, y de repente quiere... bueno, sí.
 
Frunciendo el ceño, digo:
 
—No es que todo gire alrededor de mí, pero ella realmente me odia. Por lo que sé, realmente le gusta Peter y él no la tocaría si su vida dependiera de ello. Es posible que lo hiciera si MI vida dependiera de ello, pero preferiría morir. —Pablo me mira. Ruedo los ojos—. Estoy bromeando, pero no, creo que quiere tomar lo que pueda.
 
―Diría que estás equivocada, pero es bastante obvio que ella sabe que... te… gusto.
 
—Sí —susurro—. Realmente no me gusta. No soy de las que odia a la gente, así que solo me disgusta. ¿Sabes que me llamó un fenómeno el día que ustedes conocieron a Peter?
 
Pablo me da una mirada perpleja.
 
—¿En serio? ¿Cuando estábamos en la cafetería?
 
Asintiendo, digo:
 
—Sí, ella dijo algo como, que este es el novio de este fenómeno.
 
—Caray Mariana, soy un idiota. Debí darme cuenta, pero estaba un poco ocupado notándote. En serio, he sido un idiota. Has estado a mi lado durante años y nunca presté atención. Honestamente, no estoy muy seguro de por qué incluso te gusto.
 
—Pareces un buen chico. Hay chicos atractivos aquí de los que todas las chicas se enamoran, pero son tan superficiales, que no pueden ver más allá de sí mismos. No eres como esos —respondo—. Por lo menos no creo que lo seas. Podrías ser un estúpido a escondidas.
 
Eso parece ser gracioso para Pablo.
 
—No, no creo que lo sea. No sé, sin embargo, tendrás que decirme.
 
—Está bien, voy a mantener mi radar en alto. —Me río. Pablo se ríe conmigo y abre la puerta de la cafetería para mí.

El almuerzo es agradable. Todos hablamos del baile. Las chicas hablan a borbotones sobre Peter y el collar. Trato de cambiar de tema, pero no funciona muy bien. Pablo sigue mirándome por el rabillo del ojo. Suspiro pesadamente y le devuelvo la mirada. Él sonríe y me da un golpe con su rodilla. Ese gesto me recuerda a Peter. Rápidamente sacudo mi cabeza y trato de no pensar en él. Al final de la jornada escolar, Pablo me acompaña a mi auto.
 
—¿Y si te recojo a las seis?
 
—Claro, eso está bien —respondo—. ¿Qué debería ponerme?
 
—La ropa estaría bien —replica Pablo. Lo empujo y sigo caminando. Éltrota para volver a mi lado—. Nada exagerado, estamos manteniendo la
 cita simple, por lo que mantén la ropa simple.
 
Asiento.
 
—Está bien. —Cuando llegamos a mi auto, Pablo y yo nos quedamos de pie torpemente por un minuto—. Te veré más tarde entonces —digo finalmente.
 
—Sí —responde—. A las seis.
 
—Suena bien, adiós —digo, mientras me meto en mi auto. Él se despide y se aleja.
 
Mi estómago está haciendo volteretas todo el camino a casa. Estoy súper nerviosa.
 
Peter no está en casa cuando llego al apartamento, lo cual es bueno, supongo. Salto a la ducha, para comenzar a prepararme. Sí, lo sé, me di una ducha esta mañana, pero me siento con necesidad de otra. Mientras estoy secándome el cabello, Peter aparece en la puerta.
 
—Hola cariño.
 
Apagando el secador de pelo, digo:
 
—Hola.
 
Nos miramos el uno al otro durante un minuto.
 
—Así que, ¿estás preparándote para tu cita, eh?
 
—Sí —contesto en voz baja—. ¿Cómo estuvo tu día?
 
—Largo, tenía una gran cantidad de pequeños proyectos para hacer. Me encanta mi trabajo y todo, pero a veces puede ser agotador. ¿Dónde van a ir esta noche?
 
Con un encogimiento de hombros, replico:
 
—No tengo ni idea.
 
—Nada de besos en la primera cita —afirma Peter.

—¡Peter! No empieces. Si queremos besarnos, vamos a besarnos. No pienso saltar en el asiento trasero con él.
 
Peter apunta con su dedo hacia mí.
 
—Voy a encerrarte si eso sucede.
 
—Cállate. —Me río—. ¡No lo haré!
 
Sonríe de nuevo.
 
—Sólo tienes que esperar y ver.
 
—No hay nada que ver. No voy a hacer nada con Pablo. No preocupes a tu cabecita. Voy a ser tan inocente cuando llegue a casa como cuando me vaya.
 
—Espero que sí, y no lo estoy diciendo como una amenaza. Lo digo en serio. Espero que mantengas tu sentido. Puede ser difícil cuando se empieza a encariñarse a alguien, no saltes a ellos en cada momento que tienes.
 
Vuelvo la cabeza y lo miro.
 
—¿Cuándo tuviste ese problema, o hablas de Milagros?
 
De repente, Peter se endereza y mira al suelo.
 
—Tengo impulsos al igual que cualquier otro chico. Sólo ten cuidado bien. —Con eso se da vuelta y se aleja.
 
Mi mandíbula tiene que estar en el suelo. ¿Qué DEMONIOS fue eso? ¿A quién estaba enganchado? Peter está ocultando algo de mí, pero... ¿por qué? Pensé que habíamos pasado por esto. Me doy vuelta y miro hacia abajo al mostrador. ¿Pregunto? ¿Debo decir algo? Pensé que estábamos siendo honestos sobre todo. Pues bien, supongo que eso significa que no tengo que decirle todo. Recojo el secador de cabello y termino de arreglarme.
 
Mirándome en el espejo, respiro profundamente. Yo escogí el conjunto. Tengo un vestido de jersey y leggings. Mi cabello está lacio, además tengo un poco de maquillaje. ¿Cómo me veo?
 
—¿Peter? —grito.
 
Unos segundos más tarde, se acerca a la puerta.
 
—¿Sí?
 
—¿Cómo me veo? ¿Me veo bien? ¿Debería cambiarme?
 
—¿Qué tal si te calmas? Te ves muy bien, pero siempre creo que te ves muy bien —afirma Peter con una sonrisa.
 
Gimoteando, digo:
 
—¡Eso no me ayuda! Necesito saber si Pablo pensará que me veo bien.

—Si él tiene algún sentido en él lo hará. Necesitas relajarte, Mariana. Se supone que debes estar haciendo esto porque estás emocionada.
 
—Lo estoy —digo, tratando de convencerme a mí mismo—. Estoy muy emocionada, realmente nerviosa.
 
Un golpe en la puerta me sobresalta. Peter levanta la ceja.
 
—¿Quieres que vaya yo?
 
—No. —Jadeo—. No lo sé. ¿Sí? ¿Qué debo hacer?
 
Resoplando, Peter dice:
 
—Voy a abrirle. —Me quedo de pie torpemente, mientras Peter abre la puerta. —Hola Pablo —articula Peter, sonando un poco brusco en su nombre—. Entra.
 
—¿Está Mariana lista? —pregunta Pablo.
 
Mientras oigo:
 
—Vamos a tener una charla en primer lugar. —Giro en la esquina. 
 
—Nada de charla Peter. —gruño con una sonrisa—. Déjalo en paz.
 
Pablo me devuelve la sonrisa.
 
—Te ves maravillosa.
 
—Gracias —respondo tímidamente—. Te ves apuesto como siempre. —Veo a Peter rodar los ojos y quiero darle un puñetazo—. Peter, basta.
 
—¿Quééé? —replica—. No estoy haciendo nada... todavía. —Él vuelve su atención hacia Pablo—. Trátala bien o tendrás a tres aterradores tipos buscándote.
 
Obviamente, sin estar molesto por el comentario, Pablo dice:
 
—Pensé lo mismo. No esperaba nada menos de ti, así que ella estará segura.
 
—Es un poco sobre protector —murmuro, agarrando mi chaqueta nueva. Creo que no voy a usar la vieja nunca más—. ¿A dónde vamos de todos modos? 
 
—Te lo haré saber cuándo estemos dentro del auto —responde Pablo con una sonrisa.
 
Peter me quita la chaqueta y me ayuda a ponérmela.
 
—Gracias —susurro—. Bueno estoy lista.
 
—¿Tienes tu tarjeta de crédito e identificación? —pregunta Peter.
 
—Sí, Dios, estoy bien. No estaré fuera tanto tiempo. Es una noche de escuela.

Cruza sus brazos.
 
—Sólo quiero que estés a salvo. Te quiero, he jurado protegerte.
 
—¿Cómo mi caballero? —Me río.
 
Asintiendo, responde:
 
—Sí, porque yo soy tu caballero. Desde el primer día, ¿recuerdas?
 
—Por supuesto que me acuerdo, y te quiero por eso, pero tenemos que irnos.
 
—¿Qué vas a hacer esta noche? —Pablo le pregunta a Peter.
 
Estirando sus brazos dice—: Voy a correr 16 kilómetros.
 
—Vaya, eso es correr mucho —comenta Pablo.
 
—Despeja mi cabeza, y necesito eso hoy.
 
Abro la boca para preguntar por qué, pero luego me detengo.
 
—Está bien, diviértete —digo finalmente. Miro a Pablo—. Está bien, vamos.
 
Él abre la puerta y salimos. Me despido con la mano de Peter y me devuelve el gesto. Cuando nos metemos en el auto de Pablo, jugueteo con mi abrigo.
 
—¿Estás bien ? —pregunta Pablo.
 
—Sí —respondo—. ¿Qué vamos a hacer?
 
—Vamos a ir a pasear alrededor del área de la vieja casa del molino histórico en el campo.
 
Sonriendo, digo—: ¡Siempre he querido ir allí! Tienen las más lindas tienditas y restaurantes. Además, los edificios antiguos, ¡suena muy divertido!
 
—Pensé que te gustaría, y es diferente —dice Pablo respondiendo.
 
—Lo es —suspiro felizmente. Es un viaje un poco largo, así que hablamos todo el camino.
 
Hablamos de música y películas. Le hablo de la horrible película de miedo que Peter me hizo ver y luego también de otras películas que hemos visto.
 
Cuando llegamos a la pequeña zona histórica, nos estacionamos en un extremo.
 
—De esta manera, podemos caminar hasta abajo por un lado y volver por el otro —afirma Pablo.
 
—Me parece bien —respondo.
 
Salimos y empezamos a caminar.

—Así que, ¿nunca has estado aquí antes?
 
Niego con la cabeza. 
 
—No, mi mamá nunca me llevó a ninguna parte, y esto es demasiado lejos para que yo viniera por mi cuenta.
 
—No pretendo que esto suene mal, pero lo siento por tu madre. Tiene que ser duro.
 
—Lo es —murmuro—. Pienso mucho en ella. No he tenido contacto con ella, pero creo que es una buena cosa.
 
Pablo se ríe.
 
—Puedes pedir prestada a mi familia siempre que lo desees. Son absolutamente una locura, pero buenas personas.
 
—Voy a tener eso en mente. —Me río—. Tengo a Peter ahora y él es probablemente cerca de diez veces más loco que tu familia.
 
—Eres muy cercana a él ¿no?
 
Asintiendo, respondo:
 
—Sí, no sé lo que haría sin él, y no me refiero sólo a financieramente. Él cuida de mí, en todas las maneras. Estaría en casa atrapado en el infierno de mi madre si no fuera por él. Él lo es todo. —Mientras digo eso, tartamudeo—. Quiero decir... no lo es todo, pero es una gran parte de mi pequeño mundo.
 
—Esa es una buena cosa que lo tengas —afirma Pablo. —Por lo tanto, lo amas, ¿eh?
 
—Sí, lo hago —afirmo—. Él es mi mejor amigo. —Pablo asiente y camina.
 
Vamos a través de uno de los primeros edificios históricos. Tengo que parar y leer cada placa, ya que es la manera en la que soy. Pablo sólo sigue riéndose de mí. Finalmente saco mi lengua y en broma lo empujo. Él vuelve, me recoge y me hace girar en el aire. Me rio y le grito para que me baje. Nos reímos y caminamos por el resto del edificio.
 
El siguiente lugar al que vamos es una pequeña tienda. Tiene un montón de divertidos adornos. Hay muchas señales que nos hacen estallar de risa. Tomo fotos de algunos de ellos y se los envió a Peter y Candela. Peter no responde, pero Candela me pregunta dónde estoy. Me alejo de Pablo un poco y le envío una respuesta. Ella inmediatamente me dice que tengo que llamarla más tarde.
 
Nos pasamos mucho tiempo paseando y hablando. Estoy teniendo un buen momento, pero siento como que hay algo que falta. Algo no está bien y no puedo ubicar lo que es. No es nada malo, simplemente... no se siente como se supone que debería. ¿Qué estoy haciendo mal?

 Maraton Navideño
+20

26 comentarios :

  1. masssssssssssssssssssssssssss

    ResponderEliminar
  2. Peter le falta es obvio maaaaaa

    ResponderEliminar
  3. Le falta Peter eso es O V I O
    ademas no quiere a Pablo tanto como ella esperaba ;)

    ResponderEliminar
  4. Cuando dejaran de hacerse los tontos y decir lo que sienten????? es ridiculo hacer como si no les pasara nada al uno por el otro, bueno espero más capitulos que esta nove es GENIAL :)

    ResponderEliminar