miércoles, 4 de diciembre de 2013

Capitulo 23

—Algún día te pagaré.

—Un día tendrás que cuidar de mí y te lo advierto, soy un bebé grande.


Capitulo 23

Eso me hace reír un poco. Peter continúa cepillándome el cabello. En realidad, es muy relajante y adormecedor. Tal vez sea la píldora o el toque suave, pero empiezo a conciliar el sueño. Antes de darme cuenta, me estoy inclinando contra Peter y él me está sosteniendo. Por primera vez esa noche, me siento segura. Me hace sentir segura, y con eso como mi último pensamiento, me quedo dormida.
 
Mis sueños están plagados de pesadillas. Siento que no puedo respirar. Hay una presión en mi pecho y no me puedo mover. Grito y nada sale. Estoy atrapada. Estoy atrapada y no puedo moverme.
 
De repente, me levanto en la cama, muy asustada. Me toma un segundo darme cuenta de que estoy bien. Miro hacia un lado y veo a Peter dormido en una silla al lado de la cama. ¿Se quedó aquí conmigo? Eso es tan… dulce. Me siento un rato, simplemente mirándolo dormir. Sus respiraciones son uniformes y está relajado. Un calor se extiende por mi pecho mientras lo miro. Me hace sentir un poco mejor.
 
Miro la ventana y veo que ya es de mañana. En silencio, agarro la manta pequeña que está al pie de la cama. Con cuidado, me acerco y la pongo sobre Peter.
 
Muy lentamente, abre los ojos.
 
—Hola —susurra—. Estás despierta.
 
—Sí —le respondo—. Te ves tan incómodo allí. ¿Estuviste aquí toda la noche?

—Sí, pero estoy acostumbrado a dormir en sillas mucho más incómodas que ésta. —Abriendo los brazos, dice—. Ven aquí.
 
Ni siquiera pienso en ello, me siento en su regazo y él envuelve la manta a mí alrededor. Levanto la vista hacia él. 
 
—Gracias por ayudarme.
 
—Sigues diciendo eso —murmura en respuesta—. No tienes que agradecérmelo. Es lo que hacen los amigos. Ahora, la pregunta es ¿cómo te sientes esta mañana?
 
—Vacía, hueca, asustada —suspiro—. No tuve nada más que pesadillas toda la noche.
 
Empujando mi cabello detrás de mi oreja, Peter dice.
 
—Lo siento cariño. ¿Quieres algo? ¿Café o té?
 
—Té estaría bien —murmuro—. No tengo hambre.
 
—Tendrás que comer algo hoy. No voy a permitir que te dejes morir de hambre, incluso si no es a propósito. —Me mira y dice—. Quiero que hables con la policía.
 
Vigorosamente, niego.
 
—No.
 
—Mariana, si no dices algo, le podría hacer esto a alguien más — afirma Peter.
 
Eso me hace detenerme. 
 
—No pensé en eso. Ni siquiera sé quién es, sólo sé que su nombre es Howard.
 
—Bueno, la policía probablemente hablará con tu mamá —dice Peter vacilante—. Pero realmente no quiero que tú hables con ella.
 
Recostando mi cabeza sobre su pecho, le susurro.
 
—No quiero hablar con ella tampoco. —Entonces, es como si todo eso viniera de nuevo rápidamente. Al instante me pongo a llorar. Mi pecho duele mucho.
 
—No hice nada. ¿Cómo pudo decirme esas cosas? No lo quería en mi habitación.
 
—Por supuesto que no —suspira Peter, meciéndome ligeramente—. Simplemente lo tomaremos con calma. Por qué no te hago un poco de té, y luego podemos llamar a la policía.
 
Asiento. Él empieza a recogerme y yo jadeo.
 
—¡Peter! ¡No me levantes!
 
—¿Por qué no? —pregunta—. ¿No puedo cuidar de ti?

—No es necesario que me levantes —le digo, dándole una mirada.
 
Sonríe.
 
—Está bien, pero la oferta está sobre la mesa. Sólo estoy tratando de hacerte sonreír un poco.
 
—Ojalá pudiera —suspiro—. Simplemente no puedo. Me siento hueca, vacía. Me siento sucia.
 
Un gemido viene de Peter.
 
—No eres sucia. No puedes considerar eso. Sólo recuerda, soy el único que te ha besado. Sostente a ese hecho. Olvídate de su toque y aférrate a los que significaron algo. Lo que te hizo no afecta en cómo reaccionará la gente hacia ti. Tocarse y demostrarse afecto es algo bueno. Necesitas aferrarte a ese hecho.
 
—Está bien.
 
—Vamos —dice, bajándome—. Vamos a la sala de estar.
 
Caminamos hacia allí y nos sentamos en el sofá. Miro a Peter ir a la cocina. Pone agua a hervir y agarra una taza. Sólo lo veo en silencio. ¿Por qué es tan amable conmigo? Apartando la mirada, las lágrimas empiezan a correr por mi cara de nuevo. Jalo mis rodillas a mi pecho y pongo mi cara entre ellas. Un poco después siento a Peter sentarse a mi lado.
 
—Lamento que tengas que hacerle frente a esto —suspiro.
 
—Deja de decir que lo sientes. Deja de preguntar por qué te estoy ayudando. Me preocupo por ti. Eres mi amiga. Estoy aquí para protegerte. Déjame hacer eso, por favor —aboga en respuesta.
 
—Quiero acurrucarme como una pelota y desaparecer.
 
Acariciando mi cabello, Peter responde.
 
—No dejaré que lo hagas.
 
No levanto la cabeza, me quedo sentada con mi cara entre mis rodillas. Mi cuerpo no se mueve. Mi corazón no quiere que me mueva.
 
—Estoy tan perdida.
 
—¿Qué puedo hacer para ayudar? ¿Qué puedo hacer para ayudarte a liberar tu mente de esto?
 
—Nada —murmuro.
 
De repente, chasquea los dedos.
 
—Sé lo que voy a hacer. Solía hacerle esto a alguien para despejar su mente de… bien, simplemente para que se distrajera.
 
Eso me hace mirar hacia arriba. Veo que va al armario. Mis cejas suben mientras saca su estuche de violín.

—No creí que tocaras para otras personas.
 
—No he tocado para alguien en cerca de cuatro años, pero quiero tocar para ti. —Saca el violín y el arco. Sonriendo, Peter coloca el instrumento bajo su barbilla.
 
En un movimiento fluido empieza a tocar y mi corazón cae. Es hermoso. Me llevo la mano a la boca con asombro. Toca a la perfección. Me olvido de todo y simplemente escucho. Los dedos de Peter se mueven rápidamente con el diapasón. Nunca hubiera pensado que podía tocar así. Cuando alguien menciona que puede tocar un instrumento, nunca piensas que podrían hacerlo de manera tan precisa. No tengo idea de lo que está tocando, pero toca durante unos minutos.
 
Finalmente, termina y lo miro.
 
—Peter, eso es hermoso. ¿Dónde aprendiste a tocar de esa manera?
 
Pone el violín en su regazo y no dice nada. Yo no digo nada, porque de repente hay un silencio muy incómodo. Tomando una respiración profunda, Peter responde.
 
—Empecé a aprender cuando estaba en la escuela media. Progresé a partir de ahí y eso es todo lo que te diré.
 
—Bueno, eres extraordinario —le digo—. Gracias por tocar para mí.
 
—Quiero tocar algo más. Esta canción significa realmente algo para mí. —Toma el violín de nuevo y comienza a tocar. Es otra hermosa canción, pero puedo decir, esta vez, que hay algo de emoción en la misma. Me siento y lo observo. Hay un aire a su alrededor. Como que aquí es donde debería estar. Hace que mi corazón se caliente. Se siente como si no hubiera mostrado este lado de sí mismo a nadie en mucho tiempo.
 
Cuando Peter termina, se detiene y casi aguanta la respiración. Cierra los ojos con fuerza y se sienta allí, por un minuto.
 
—¿Estás bien? —pregunto finalmente.
 
—Sí —suspira finalmente con dureza—. A veces hay heridas que nunca sanan.
 
—Sé que prometí no hablar de tu pasado, pero… si alguna vez necesitas alguien con quien hablar, estoy aquí. Gracias por tocar para mí. Liberó mi mente de las cosas.
 
Peter se da la vuelta y me mira.
 
—Me mostraste tu arte y yo te mostré esto, pero por favor, no se lo digas a nadie.
 
—Por supuesto, nunca le diría a nadie nada que no quieras —declaro firmemente.

Con cuidado, coloca la parte posterior del violín en la caja.
 
—Te haré tu té. —Peter se pone de pie y camina hacia mí. Inclinándose, me besa suavemente en la cabeza. Se siente muy bien sentirlo tocándome. Cuando se va, me siento allí y miro su violín. Me pregunto de qué cicatrices estaba hablando. Los dos tenemos cicatrices ahora. Espero que algún día las mías se curen. Espero que algún día pueda ayudarlo a sanar las de él, también.
 
Un poco más tarde, vuelve y me da una taza. La tomo.
 
—Gracias.
 
—Llamaré a la policía ahora, ¿de acuerdo? —dice en voz baja. Vacilo, pero al final asiento. Peter toma el teléfono y marca un número—. Sí —dice finalmente—. Necesito informar de un asalto. —Al final de la conversación telefónica, le dicen a Peter que debemos ir a la estación de policía—. Muy bien, gracias —dice, antes de colgar el teléfono—. Llamaré a Candela para que te traiga algo de ropa, ¿está bien?
 
—Está bien —le respondo, con la mirada fija en mi té.
 
Una hora más tarde, Candela aparece en la puerta. Se acerca a mí y se sienta en el sofá.
 
—¿Cómo estás?
 
Mi pecho se aprieta, pero digo.
 
—Un poco mejor. —Mirando hacia Peter, murmuro—. Él me ha ayudado mucho.
 
—Eso es bueno —dice en respuesta—. Fui y compré algo de ropa cómoda para ti. ¿Puedo ver tu garganta? —asiento y levanto la cabeza. Con mucho cuidado, la mira—. Está muy magullada, Mariana. Mi tío es médico, podemos al menos hacer que él te vea.
 
Me libro de su mano, y entre dientes digo.
 
—Preferiría que no.
 
—Por favor —me insta—. Quiero asegurarme de que estás bien y de que no hay ningún daño. ¿Te duele la garganta? —Asiento de mala gana—. Entonces, deberíamos hacer que te revise. ¿Lo harás?
 
—Hazlo por mí —me pide Peter, inclinándose sobre el respaldo del sofá—. Necesito saber que estás bien.
 
Con un profundo suspiro, le digo.
 
—Está bien.
 
—Por qué no te vistes y luego nos dirigiremos a la estación de policía—me insta Peter.

Mi corazón se siente pesado en mi pecho, pero me levanto. Candela se levanta conmigo.
 
—Te traje un cepillo de dientes y ropa. Aquí tienes. —Me da la bolsa.
 
—Gracias —murmuro en voz baja. Tomando la bolsa, me dirijo al baño. Cuando llego allí, me miro en el espejo. Suspiro cuando miro mi cuello. Hay un gran moretón en la parte central de mi garganta. Puedo ver en dónde estaban sus dedos. El más oscuro de los hematomas está ahí. Me hace llorar. Caigo al suelo y lloro. Es demasiado. Es demasiado para soportarlo. Pongo mi cabeza entre mis rodillas y sollozo.
 
¿Qué voy a hacer? ¿Cómo voy a ocultar eso? No puedo ir a la escuela con esa marca en el cuello. Todo el mundo la verá. La gente hará preguntas que no quiero contestar. No puedo volver.
 
Hay un golpe en la puerta.
 
—Mariana —articula Peter suavemente a través de la puerta—. ¿Estás bien? Te oigo llorar.
 
—Sí, sólo vi los moretones. Son tan feos.
 
—Lo sé, cariño. Necesitamos que te vistas, para que podamos ir a la estación de policía. Ellos tendrán que tomar fotos. —Eso me hace llorar más fuerte—. ¿Quieres que Candela venga a ayudarte?
 
Sacudiendo la cabeza, le grito.
 
—¡No! Estoy bien.
 
—Está bien —responde Peter.
 
Me levanto del piso y trato de no mirar el espejo. Candela me trajo un par de pantalones de chándal y una camiseta de manga larga. Debe hacer frío afuera, porque hay una sudadera gruesa con capucha, también. Poco a poco, me visto. Cuando termino, a regañadientes me miro en el espejo. Hago una mueca. Mi cabello es una zona de desastre, incluso aunque Peter lo peinó. Me doy cuenta de que mi cabello no es algo que siquiera debería estar en mi radar, pero me veo un poco loca. Ya me siento bastante mal.
 
Cuando abro la puerta, le pregunto a Peter.
 
—¿Tienes un sombrero que pueda usar?
 
—No, en realidad no —responde—. Odio los sombreros, pero espera, tengo una banda. Puedes poner eso en tu cabeza. —Peter entra en la habitación y regresa con una negra. La dobla por la mitad.
 
—Yo puedo hacerlo —le digo, con cuidado tomándola de él. La envuelvo en mi cabeza y le hago nudo.
 
Peter sonríe.

—En realidad te ves linda.  —Gracias —murmuro sarcásticamente—. Probablemente deberíamos
irnos.
 
Toma mi mano y dice.
 
—Bien, estamos listos.
 
El trayecto hasta la estación de policía es tranquilo. No creo que nadie tenga ninguna palabra que decir en realidad. La estación está muy ocupada. Tenemos que esperar un tiempo para que alguien venga a hablar con nosotros. Finalmente, una señorita se acerca.
 
—¿Mariana?
 
—Sí —le respondo, poniéndome de pie—. Ésa soy yo.
 
—Puedes pasar ahora —dice, señalando la puerta.
 
Rápidamente, veo a Peter. Él pregunta.
 
—¿Quieres que te acompañe?
 
Asiento vigorosamente. Él mira a la oficial de policía.
 
—¿Está bien?
 
—Claro —responde—. Lo que haga que la señorita Esposito se sienta más cómoda.
 
Peter toma mi mano y la aprieta. Con eso andamos con la oficial de policía. Ella nos introduce en una habitación. Se parece a una sala de interrogatorios, muy fría.
 
—Pueden tomar asiento allí. Mi nombre es oficial Detrick. Ahora, necesito que me digas lo que pasó exactamente.
 
Con un poco de vacilación, le cuento toda la historia.
 
—Él me sujetó aquí —digo finalmente, mostrándole mi garganta.
 
La oficial Detrick la mira.
 
—Dios mío, niña, lo siento mucho. Entonces, ¿no tienes idea del apellido de este señor?
 
—No —susurro, conteniendo las lágrimas—. Mi mamá puede saberlo.
 
—¿No se lo preguntaste? ¿No has estado en casa?
 
Miro a Peter. Él toma la iniciativa y responde.
 
—Su madre es una alcohólica y es mentalmente abusiva con Mariana. Cuando su madre llegó y detuvo a Howard, en realidad culpó a Mariana por ello. Puedo haber sobrepasado mis límites, pero me negué a dejarla volver allí.

—Ella tiene 18 años y es su elección —responde la oficial Detrick—. Vamos a tener que hablar con tu madre, sin embargo.
 
—Ni siquiera sé si se acordará de algo. ¿Eso va a ser un problema? — le pregunto.
 
La oficial apunta a mi cuello.
 
—Tienes los moretones para respaldar tu historia. Sólo tenemos que averiguar si tu madre va a cooperar y ayudarnos a encontrar a este Howard.
 
—Buena suerte con eso —murmuro.
 
—Bueno, tendremos que tomar una foto de tu cuello. ¿Tienes algunos otros moretones?
 
Sacudiendo la cabeza, le respondo.
 
—No.
 
—Si no podemos conseguir toda la información de tu madre, es posible que tengamos que volver y hacer un esbozo del caballero —dice la oficial.
 
—Oh —exclamo—. Puedo hacer eso. —La oficial levanta la ceja—. Puedo dibujar a la gente con mucha precisión. Será más fácil para mí hacerlo que describírselo a alguien.
 
Pensando, la Oficial Detrick dice.
 
—Bueno, es poco ortodoxo, pero si puedes hacer eso, podría ser útil.
 
—Lo haré —replico, asintiendo dramáticamente.
 
—Tomaremos algunas fotos entonces. ¿Fuiste evaluada por un doctor? —pregunta, mientras caminamos.
 
Tartamudeo.
 
—Todavía no, pero iremos hoy.
 
—Bien, si también puedes obtener algo de él, eso ayudará.
 
Mientras toman las fotos, me siento totalmente expuesta. Aunque tengo toda la ropa puesta, me siento desnuda. Afortunadamente, Peter está allí todo el tiempo. No sé lo que haría si no estuviera aquí conmigo. No sé lo que haría sin él, punto.
 
Candela se levanta cuando volvemos a la sala de espera.
 
—¿Cómo te fue?
 
—Bien —suspira Peter—. Debemos llevarla con el médico sin embargo.
 
—Lo tengo todo listo —responde, inclinando su teléfono—. Mi tío está esperándonos.

Su tío, el Dr. Vetrano, no deja a Peter entrar conmigo. Quiere darme un examen completo. Es difícil e incómodo. Gracias a Dios que sólo busca en mi piel. Me sienta y examina mi garganta.
 
—¿Dónde te duele?
 
—Justo aquí —respondo en voz baja, señalando a donde las puntas de los dedos de Howard estuvieron.
 
—Bueno, no creo que haya ningún daño permanente —dice el Dr. Vetrano, sentado en su banquito—. Sólo son un montón de magulladuras. Dolerá por un tiempo.
 
Jugueteando con mis dedos, murmuro.
 
—Me lo imagine.
 
—Creo que deberías ver a alguien más —dice el buen doctor. Saca una tarjeta—. Su nombre es Ivy Collins. Es terapeuta.
 
Con una mirada de asombro, tartamudeo.
 
—No, no necesito ver una terapeuta.
 
—De lo que has dicho acerca de tu pasado, creo que sería bueno para ti.
 
—No lidio bien con hablar con la gente —articulo—. No hablo con nadie.
 
El Dr. Vetrano extiende su mano.
 
—Toma la tarjeta y guárdala. Tal vez desees verla en el futuro.
 
La agarro y murmuro.
 
—Gracias.
 
—Puedes vestirte ahora. No te preocupes, no te cobraré.
 
—No tengo dinero —susurro suavemente. La comprensión de que no tengo nada ni a nadie sólo rompe mi corazón abriéndolo de nuevo. Estoy sola, tan absolutamente sola. Pongo la cara entre mis manos y empiezo a llorar.
 
El médico sólo se queda ahí. Puedo sentir que me mira.
 
—¿Quieres que traiga a Candela? —Niego con la cabeza—. ¿Al caballero contigo? —Limpiando mis lágrimas, me encojo de hombros—. Iré a buscarlo —dice el médico, palmeando mi rodilla.
 
Durante unos minutos, me siento y lloro. No tengo a dónde ir. No puedo ir a casa. ¿Qué debo hacer? ¿Qué debo decir?
 
Hay un golpe en la puerta y luego se abre. Peter mira a su alrededor desde la esquina y pregunta.
 
—¿Estás bien?

Ahogándome con mis palabras, sollozo.
 
—No, no en absoluto.
 
—¿Estás herida? ¿Hay algo seriamente mal? —exclama Peter, cerrando la puerta.
 
Niego con la cabeza.
 
—No, solo me acabo de dar cuenta de que no tengo nada. ¿Cómo voy a volver a casa? ¿Cómo voy a sentirme segura en mi propia casa? ¿En mi propia cama? ¡No tengo idea de lo que haré!
 
Peter se acerca y toma mi mano.
 
—Ya pensé en eso. Vas a vivir conmigo.
 
Espera, ¿qué?
 
—¿Estás loco? —espeto.
 
—No puedes ir a tu casa. No dejaré que vayas a tu casa. Necesitas un lugar para quedarte. Tengo una habitación de invitados y una cama, si podemos desenterrarla.
 
—Peter —me quejo—. No puedo vivir contigo.
 
Él levanta una ceja.
 
—¿Por qué no?
 
Sintiéndome muy frustrada, gruño.
 
—Sólo no puedo.
 
—¿A dónde irás? —pregunta Peter, cruzando los brazos.
 
No estoy segura de qué decir a eso.
 
—No lo sé —susurro finalmente.
 
Mirándolo, le digo. —Peter, te adoro. Eres mi mejor amigo, pero no tengo nada que ofrecerte. No tengo dinero, ni trabajo. Todavía estoy en la escuela. ¿Qué se supone que tengo que hacer, dejar la escuela? ¿Conseguir trabajo? ¡No sé si pueda hacer eso!
 
—¡Será mejor que no te salgas de la escuela! Te llevaría a una nueva —responde con una sonrisa—. Mariana, me haré cargo de ti.
 
—Peter, no tengo nada que ofrecerte. No puedes tomarme como a alguna niña caprichosa. No quiero ofenderte, pero eres un mecánico de motocicletas a tiempo parcial. Soy una adolescente. ¿Cómo se supone que me mantendrás? Quiero decir, conseguiré un trabajo. Puedo hacer eso. No creo que mi mamá me vaya a darme nada de dinero. 
 
Peter levanta su dedo y lo pone contra mis labios.

—Sólo cállate, ¿de acuerdo? Te diré algo, pero tienes que prometerme dos cosas. Una, no puedes decirle a nadie lo que te diga, dos, no harás ninguna pregunta. ¿Trato? —Asiento lentamente. Él lleva su mano hacia atrás y respira profundamente—. Tengo más que suficiente dinero para mantenerte.
 
—Peter —grito—. Necesito comida y todo eso. ¡No puedes permitirte el lujo de mantener a otra persona!
 
—Sí —responde—. En realidad, puedo hacerlo.
 
Mirándolo fijamente, le pregunto.
 
—¿Cómo?
 
—No, lo siento, sin preguntas. Me limitaré a decir esto, tengo dinero. En realidad, tengo una cantidad obscena de dinero. Nunca lo he usado para nada. Esto, tú, es para lo que estaba destinado. Por favor, déjame ayudarte Mariana.
 
Mi pecho palpita mientras lo miro. Quiero gritar no. No quiero creerle, pero cuando miro sus ojos, veo la sinceridad en ellos.
 
—No puedo hacerte esto Peter.
 
Él levanta sus manos y las pone en los lados de mi cara.
 
—No me harás nada, Mariana. Deja que me ocupe de ti. Por una vez en tu vida, deja que alguien te cuide.
 
—No me conoces —digo en voz baja.
 
—En realidad te conozco muy bien. Ven a casa conmigo. Déjame cuidar de ti.
 
Cierro los ojos y dos gotas saladas caen por mi mejilla. Él me las limpia con sus pulgares. Me toma todo mi esfuerzo no romper a llorar.
 
De repente, siento que levanta mi cabeza. Abro los ojos, justo a tiempo para verlo venir hacia adelante. Peter suavemente me besa en los labios. Es breve, pero me hace sentir mucho mejor.
 
—Sí —susurro finalmente.
 
—Entonces, vamos a casa.

Si quieres que te avise cuando suba sigueme en Twitter (@Amor_Laliter1) o dejame tu twitter!!!

32 comentarios :

  1. qe tierno pitt me encanta :)

    ResponderEliminar
  2. ME ENCANTA ! MAAAAAS NOVE :)

    ResponderEliminar
  3. :c Dios me siento tan malll!!! Ella es tan lindaaa y ese hijo de puta le arruino la vida, pero estoy seguro de que va a salir adelante y esas heridas sanaran, Peter se encargara de sanarlas... Beso laliterrr!!! <3

    Sube mas
    Att: Andrea antequera
    Laly angels

    @AntequeraCruz
    Estare pendiente.. Retwitteame, Twiteame Como se escriba cre que entendiste jajaj :D

    ResponderEliminar
  4. hay dios pobre lali
    ya te sigo, yo quiero q me avises
    soy @Ari_StaFe
    besos

    ResponderEliminar
  5. ay dios que lindo voy a llorar sube mas porfa
    atte tu nueva lectora monse

    ResponderEliminar
  6. ooh por dios .. qe linda novelaaaa.....La empeze a leer hoy y siempre me encantan tus adaptacionees son lo maaass... Quiero otro capitoo antes de ir a dormiiir porfiiiiiiis

    ResponderEliminar
  7. Es tan tierno peter
    Pobre lali
    Subí más noveee
    Me encanta

    ATTE: valeria : )

    ResponderEliminar
  8. AMO, ADORO, AMODORO, ESTA ADAPTACION

    ESTOY VIVA♥

    ATTE: LUDMI :)

    ResponderEliminar
  9. Es muy linda esta novela!
    Me gusta mucho, espero el próximo!
    Flor..

    ResponderEliminar
  10. Me encantoooo (:
    Espero mas, pronto.
    SilvanaB

    ResponderEliminar
  11. Otrook, me encanto! Aunqe me da lastima Lali,

    Arii

    ResponderEliminar
  12. MAAAAAAAAAAAASSSSS !!!!!!!!!!! ME ENCANTA :)

    ResponderEliminar
  13. maaaaaas nove ! me encanta

    ResponderEliminar
  14. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!

    ResponderEliminar
  15. +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

    ResponderEliminar
  16. maaaaaas daleeeeeeee :):):):):)

    ResponderEliminar