lunes, 16 de diciembre de 2013

Capitulo 44

—Eso suena bien —le susurro con timidez y miro hacia otro lado.

Hay un silencio y luego lo oigo decir—: ¿Es ese Peter?


Capitulo 44

Miro hacia arriba para ver a alguien corriendo por la cuadra. Mis ojos ruedan y luego se cierran.

—Sí —es todo lo que puedo decir. Cuando miro de nuevo por la ventana, Peter se detiene al lado del auto. Voy a matarlo. Me mira e inclina la cabeza. Yo articulo con la boca un “vete”. Con una sonrisa diabólica, se acerca al auto y abre la puerta.
 
—Hola, niños —bromea.
 
—Hola —Pablo responde, vacilante.
 
Peter sonríe.
 
—¿Te divertiste?
 
No hay nada divertido sobre esto.
 
—Sí —siseo—. Sólo le estaba diciendo adiós a Pablo.
 
—Bueno, no dejen que los interrumpa —Peter dice, con una sonrisa aún más grande. Él cierra la puerta, y lo vemos caminar de regreso a la casa. Luego, sin razón aparente, se quita la camiseta y la pone por encima de su hombro.
 
—Me siento muy inadecuado de repente —Pablo se ríe.
 
Yo solo pongo mi cara en mis manos.
 
—No hay excusa para él. Lo siento.
 
—No, quiero decir, debería entrenar con él algún día. Conseguiría más citas si luciera de esa manera.
 
Alejando mis manos, miro a Pablo.
 
—Por favor, no tienes muchos problemas para conseguir citas. Yo tengo problemas para conseguir citas, en realidad nunca he tenido una.—Cuando las palabras salen de mi boca, el horror se hace cargo—. Quiero decir… me tengo que ir —le digo bruscamente, agarrando la manilla de la puerta.
 
—Oye —Pablo dice, agarrando mi brazo—. ¿Por qué estás huyendo? Está bien. No tienes por qué ser tímida conmigo, Mariana.
 
—Yo sólo… no estoy acostumbrada a estar alrededor de los chicos. La única experiencia que tengo es con Peter y sus amigos. Vico y Nico son como hermanos mayores y Peter... es Peter. Así que supongo que lo que estoy diciendo es que no sé cómo actuar a tu alrededor.
 
Pablo me da una sonrisa suave.
 
—Sólo tienes que actuar como tú misma. No seas alguien que no eres.
 
—Lo sé —susurro—. Me divertí mucho. Gracias. —Me sonríe en respuesta.
 
—Ha sido un placer. Tendremos que volver a hacerlo en algún momento.

—Definitivamente —contesto, devolviéndole la sonrisa—. Mejor entro antes de que Peter salga a espiarme. Él es un poco protector y odioso.
 
Asintiendo, Pablo dice—: Está bien, pero ¿qué vas a hacer mañana?
 
Mi corazón se detiene.
 
—No tengo idea. ¿Por qué?
 
—Vamos a una exhibición de autos en el acantilado. ¿Quieres venir?
 
—Claro —respondo—. Aunque si se trata de una exhibición de autos, Peter probablemente querrá ir.
 
Con una leve sonrisa, Pablo replica—: Pensé lo mismo. Él es más que bienvenido a unírsenos. En realidad, Agus realmente puede mojar sus pantalones si Peter lo recoge en su GTO.
 
—Ugh. —Poco a poco salgo—. En realidad él no es demasiado entusiasta con la idea de llevarlo a un espectáculo de automóviles, pero se lo preguntaré.
 
Una mirada un poco confundida pasa por la cara de Pablo.
 
—Está bien, envíame un mensaje de texto y házmelo saber. Vamos a ir allí a las 11. Se supone que debo recoger a Agus a las 10:30.
 
—Bueno, si Peter conduce lo tendré recogiéndolos alrededor de esa hora.
 
—Me parece bien —afirma Pablo—. Sólo házmelo saber esta noche o por la mañana. No le digas a Agus, sin embargo, si es que lleva su auto.
 
Eso me hace reír.
 
—No lo haré. Gracias de nuevo por esta noche.
 
—No hay problema. Hablamos más tarde —dice.
 
—Buenas noches —le respondo, saliendo del auto. Mientras camino hacia la casa, no puedo hacer nada para evitar reír. Cuando me doy la vuelta al llegar a la escalera, Pablo saluda y luego se aleja.
 
Casi corro por las escaleras. Cuando abro la puerta, grito—: ¡Peter!
 
No hay respuesta, pero escucho la ducha. Me acerco a la puerta y llamo.
 
—¿Sí? —Recibo como respuesta.
 
—¿Estás en la ducha, como, DENTRO de la ducha? —grito.
 
—Sí, ¿por qué?
 
Abriendo la puerta, camino dentro.
 
—¡Oh, Dios mío! Podría matarte. ¿Por qué te quitaste la camiseta? ¿Era realmente necesario?

—¿Qué? Tenía calor —se ríe Peter.
 
—¡No lo tenías! —gruño—. Estabas tratando de mostrarte y hacerlo sentir incómodo.
 
Da una risita.
 
—¿Funcionó?
 
—¡Sí, idiota! De todos modos, eso no es de lo que venía a hablarte.
 
Peter suspira—: Me sorprende que incluso vinieras aquí. Es bueno saber que te sientes más cómoda. Ahora, sólo queda que te acostumbres a verme desnudo.
 
—¡Cállate! ¡Ni se te ocurra! —digo bruscamente.
 
—Biiiiieeeennn —deja salir—. ¿De qué quieres que hablemos?
 
Arrastrando los pies, le respondo—: Pablo me invitó a que hiciéramos algo mañana.
 
Después de una pausa, Peter dice—: Está bien, ¿como una cita?
 
—A menos que tú y Agus sean nuestros acompañantes, no.
 
—¿Qué haremos mañana, entonces? —pregunta Peter. Me muerdo el labio.
 
—Pablo quiere llevarme a una exhibición de autos y... se preguntaba si podíamos llevar... tú... auto. —Sólo hay silencio mientras oigo correr el agua—. Le dije que no lo llevabas a exhibiciones de autos, por lo que no creo que él vaya a estar sorprendido por tu respuesta.
 
—Mmmm, bueno, no, no lo llevo a exhibiciones de autos, pero... si te ayuda lo haré.
 
Mi mandíbula cae un poco.
 
—No sé si me va a ayudar, pero eso probablemente haría de su día algo genial.
 
Con un profundo suspiro, Peter murmura—: Pensé mucho cuando estaba corriendo. Lo que dijiste sobre Milagros antes, que no querría que recordara su vida emborrachándome. Has hecho un muy buen punto. Ella querría que yo viva mi vida por nosotros dos, y no he estado haciendo eso. He estado escondiéndome en un agujero.
 
—No has estado escondido en un agujero, pero no has estado realmente poniéndote allí fuera tampoco. Quiero decir, soy la única a la que has sido remotamente cercano desde su muerte, ¿no?
 
—Más o menos —replica—. Tú eres buena para mí, Mariana. Creo respiraras un poco de vida de vuelta dentro de mí.
 
Poniendo mi mano sobre mi pecho, me quedo mirando la cortina.

—Eso es muy dulce.
 
—Bueno, es verdad —afirma. Oigo el agua cerrarse y veo su mano agarrar su toalla—. Ahora, tengo que salir de aquí. Tengo una toalla, pero eso por lo general te hace enloquecer.
 
Mi corazón salta un poco.
 
—Está bien.
 
Él tira de la cortina y dice—: Mira, todo cubierto, no hay necesidad de preocuparse.
 
—Gracias —le susurró, sonrojándome duramente—. De todos modos, tienes todo lo necesario para vivir una vida fabulosa. Debes hacer todo lo posible.
 
—Sí, una vez que termine la escuela, vamos a seguir nuestro camino — Peter responde con una sonrisa—. Y me refiero a la universidad.
 
Rodando los ojos, me quejo—: No seas ridículo, es probable que tengas una esposa para entonces.
 
—Bueno, ya veremos eso —se ríe en voz baja—. Así pues, ¿quieres llevar el GTO a la exhibición entonces?
 
—Probablemente me daría algunos puntos más de genialidad. —Me río—. ¿Poooorrr faaavvooorrr?
 
Peter se inclina y me besa en la frente.
 
—Cualquier cosa por ti, nena.
 
—Entonces, ¿qué es lo que quieres hacer el resto de la noche?
 
—Ve a hacernos un poco de té y nos vemos en mi habitación — responde. Mis ojos no se apartan de él—. Sólo hazlo.
 
Está bien. Me vuelvo y salgo del baño. Mientras espero a que el agua se caliente, jugueteo con mis dedos. La última cosa que quiero hacer es entrar en la cama con Peter. Quiero decir, está bien, eso es una mentira. El impulso de entrar en la cama con él es demasiado fuerte para ignorarlo, pero no puedo hacerme eso a mí misma. No más. Simplemente no puedo.
 
Finalmente, camino por el pasillo, llevando cuidadosamente nuestras tazas de té. Encuentro a Peter con una amplia gama de cosas esparcidas por la cama. Dejando de una de las tazas a su lado, le pregunto—: ¿Qué es todo esto?
 
—Ven, siéntate, y te mostraré.
 
Voy al otro lado de la cama y me siento.
 
—Está bien, ¿qué estoy viendo?

Peter respira hondo y dice—: Esto es todo lo que tengo de Milagros. Quería mostrarte quién era. No he sido capaz de compartir esto con nadie y creo que es mejor si tan sólo lo hago. Algo así como arrancar una curita.
 
—Suena bien —le digo, inclinándome más cerca de él—. Muéstrame.
 
Vamos a través de las fotos primero. En realidad, me hace reír un poco.
 
—Fuiste muy bonito toda tu vida, Peter.
 
—No tan fabuloso como ahora —dice, empujándome—, pero estaba muy bien. Yo pensaba que Milagros era bonita, pero ella nunca, nunca lo vio. Eso siempre me rompió el corazón.
 
Agarrando una imagen de ella, le digo—: Honestamente, ella era muy bonita. Tal vez no tú típica chica bonita, pero ella era definitivamente linda.
 
—Ahora, si pudiera conseguir a alguien más para ver lo bonitas que son en realidad, eso sería genial. —Peter se vuelve y me mira.
 
—Cállate —siseo. Cojo otra foto—. ¿Son estos sus padres?
 
Con un profundo suspiro, Peter responde:
 
—Sí. —Él hace una pausa y luego susurra—: Los extraño.
 
—Entonces escríbeles una carta, ¡o mejor aún, hazles una llamada telefónica!
 
—Ni siquiera he leído una carta de ellos en seis meses —responde. 
 
Le pego en la rodilla y digo—: Vuelvo enseguida.
 
Salto de la cama y me disparo por el pasillo. Un minuto más tarde, vengo caminando de vuelta con la pila de sobres del cajón de la cocina.
 
—Vamos a leer esto.
 
—Mariana —Peter gruñe con severidad—. No quiero leerlas.
 
Apoyándome en la pared, declaro—: Está bien, entonces yo las leeré.
 
Y con eso rompo uno para abrirlo.
 
—Querido Peter —empiezo.
 
—¡MARIANA!
 
—Esperamos que te encuentres bien. Nos preocupa no haber sabido nada de ti. Sé que es duro. Pensamos en ella todos los días. —De repente, Peter salta de la cama. Me doy la vuelta y sostengo la carta contra mi pecho—. ¡Tienes que leer esto! —le grito—. ¡Maldita sea, Peter, escúchame!
 
Se detiene en seco.

—¿Acabas de maldecirme? —dice jadeando.
 
—Sí —digo bruscamente—. Tienes que leer esto y o bien lo haces o las voy a leer en voz alta.
 
Extendiendo su mano, se queja—: Está bien.
 
—No, prométeme que las leerás. Júralo por mi vida.
 
—Eso no es gracioso —gruñe.
 
—Peter, no estoy tratando de ser graciosa. Tienes que hacer esto. ¡Estoy manteniéndome fuertemente firme con esto! —digo.
 
Rápidamente, estoy en el piso. Peter se ríe y se sienta encima de mí.
 
—¿Estás manteniéndote qué?
 
—Firme —contesto con aire de suficiencia—. Está en pie y deberías tener miedo.
 
—Temerle al pie. —Peter toma una respiración profunda y me mira a los ojos—. Está bien, prometo por tu vida que voy a leerlos, pero sólo si estás en mis brazos mientras lo hago. Necesito que hagas eso, Mariana.
 
En ese momento, sé que tengo que poner todo lo que me ha pasado a un lado.
 
—Está bien. —Él extiende su mano y la tomo. Llegamos a la cama y Peter abre sus brazos. Me meto en ellos y pongo mi cabeza sobre su pecho. Le entrego la carta.
 
Siento que toma una respiración profunda, y luego empieza—: Querido Peter...
 
Nos quedamos allí y leemos siete cartas. Son todas muy conmovedoras. Me hacen de llorar, porque no sabía que existía esa clase de amor. Puedes sentir lo mucho que se preocupan por él tan solo por sus palabras. Finalmente, deja la carta sobre la mesa. Lo miro, y él se da vuelta para mirarme.
 
—Los echo de menos.
 
Apoyándome para poder enfrentarlo, digo en voz baja—: Entonces ponte en contacto con ellos. No es demasiado tarde. Llama. Estarían muy contentos de saber de ti.
 
Peter levanta su mano y empuja mi cabello detrás de mi oreja.
 
—Me estás salvando, lo sabes, ¿verdad?
 
—No —me quejo, sacudiendo la cabeza—. Solo estoy siendo tu amiga.
 
De repente, Peter me tira hacia abajo y me besa muy suavemente. Debería alejarme, pero se siente muy bien. Cuando nos separamos Peter dice—: No, solo puedo agradecer a Dios por ti. Me estás trayendo de vuelta a la vida.
 
—Llámalos —le ordeno—. Te traeré tu teléfono.
 
—Está bien —suspira en respuesta. Salto de la cama para ir a buscarlo. Cuando vuelvo, Peter está sentado en la cama—. Quiero hacer esto solo.
 
Una parte de mí se siente triste por eso.
 
—Entiendo. Aquí, toma el teléfono. Cerraré la puerta. —Él asiente. Se lo doy y vuelvo a salir—. Estoy aquí si me necesitas —le digo mientras cierro la puerta.
 
Sin estar segura de qué hacer, voy y me acuesto en mi cama. Hay demasiado arremolinándose en mi cabeza. Tanto que quiero gritar. La noche anterior todavía pesa mucho sobre mí. Tener tanta diversión con Pablo me hace sentir mejor, pero ahora todo esto, me entristece de nuevo. Sólo quiero estar allí cuanto pueda por Peter.
 
Un largo tiempo pasa, y no hay indicios de Peter. Me levanto y hago un sándwich. Creo que de los nervios. Finalmente, escucho la puerta abrirse. Rápidamente me pongo a lavar los platos, así no creerá que simplemente estaba aquí de pie esperando. Cuando llega a la esquina, pregunto en voz baja:
 
—¿Cómo te fue?
 
—Bien —responde—. Iremos allí para Navidad.
 
—Oh —digo—.Bueno, Pablo me invitó a su casa para las fiestas, así que no te sientas mal por mí. Voy a tener un lugar al que ir.
 
Peter se ríe.
 
—Mariana, dije iremos allí para Navidad. Como, tú y yo.
 
Rápidamente me doy la vuelta.
 
—¿Por qué me llevarías?
 
—Ellos quieren conocerte —responde, abriendo la nevera.
 
—¿Les dijiste de mí? —le pregunto, totalmente sorprendida.
 
Me sonríe.
 
—Por supuesto, si no hubieras entrado en mi vida no habría hablado con ellos. Piensan que debería casarme contigo, a lo que les dije que el que llegue a casarse contigo va a ser el hombre más afortunado del mundo.
 
—Eso es dulce —susurro—. ¿Ellos saben que no somos una pareja de verdad?

—Bueno, traté de explicar lo que somos y fue un desastre, por lo que simplemente dije que tú eres lo más cercano que tengo a alguien significativo ahora mismo.
 
Mi mandíbula cae abierta.
 
—¿Qué van a decir cuando encuentres una novia real?
 
—Mmmm —tararea—. No he pensado en eso. Lo abordaremos si se da. No me arruines el momento. Una parte de mí está realmente feliz y una parte de mí está muy triste. Echo de menos a sus padres, pero son un recordatorio de que ella se ha ido. Por lo tanto, no estoy seguro de lo que siento.
 
—Hombre, entiendo ese sentimiento —murmuro para mí misma.
 
—¿Qué has dicho? —pregunta Peter, con una mirada confusa.
 
Sacudiendo la cabeza, respondo:
 
—Nada. Estoy alegre de que estés por lo menos de algún modo feliz. Esa es una buena cosa.
 
—Y tengo que darte las gracias a ti por ello —dice mientras se acerca y envuelve sus brazos alrededor de mí. Aprieto los ojos, cerrándolos. Mi cuerpo lucha por alejarse. No puedo evitarlo. El dolor de la noche anterior está todavía muy reciente.
 
—¿Vas a dormir a mi lado esta noche? Te necesito cerca.
 
—No lo sé —digo en voz baja.
 
Peter me mira.
 
—¿Qué está mal?
 
Las palabras no salen de mi boca. Finalmente, suspiro—: Nada, nada está mal. Por supuesto que me quedaré contigo esta noche.
 
—Gracias —dice Peter, besándome en la cabeza.
 
Esta va a ser una noche interesante.

Si quieres que te avise cuando suba nuevo capitulo dejame tu Twitter.

23 comentarios :

  1. COMO LO DEJAS ASI NENAAA!!! COMO NOCHE INTERESANTE?? APAAAAAAA!! ROCK LALITER?? NAA , pero si pasa no me enojo ehh!!, Re lindo el capitulo estoy feliz por peter, y trispe por lo que lali dijo de que el no recuerda lo de la noche anterio fue? Bueno total, espero otro capItulo YAAAA!! O mañana pero si lo colocas ahora no me enojos al contrario duermo en PAZ :D Sube mas

    ATT: Andrea Antequera
    @AntequeraCruz Ya lo sabes :*

    Sube mas genia

    ResponderEliminar
  2. Ah quiero más yo se que te explotamos con la nove pero es muy linda más! Besos Naara

    ResponderEliminar
  3. que dificil cargar con lo q le paso a lali con peter
    quiero massss
    porque se me hace tan adicta tu novela???
    besos

    ResponderEliminar
  4. Quiero que lali y peter enten juntos de una ves por todas! Esta buenismaaaaa

    ResponderEliminar