martes, 16 de julio de 2013

Capitulo 9

Capitulo 9

Entonces, Peter guió a Lali a su auto y se fueron juntos a uno de los restaurantes favoritos de la familia de Peter

***

Acababan de ordenar su comida y hablaban de revelar las fotos en el taller de la escuela cuando una voz profunda los interrumpió.

—¿Quién es tu amiga, Peter? 

Peter levantó la cabeza para encontrarse con la mirada curiosa de su padre.
 
—Eh —comenzó Peter, aclarándose la garganta—. Papá, ella es Lali Esposito. Es nueva en la escuela. Lali, este es mi padre, Bartolome Lanzani.

—Es un placer conocerlo, señor —dijo Lali educadamente, estirando su mano.

Bartolome la sacudió amablemente y sonrió.

—El placer es todo mío, Lali. —Volviéndose hacia su hijo, Bartolome preguntó—: ¿Dónde está Mery?

Peter miró incómodo a Lali antes de responder:

—Rompimos.

Una expresión tormentosa invadió la cara de Bartolome.

—¿Cuándo sucedió esto?

—Anoche.
 
—¿Y por qué sucedió esto? ¿Por qué permitiste que sucediera, Peter?

Peter sintió sus mejillas arder de vergüenza. Sabía que la reacción de su padre no sería buena; es que nunca había imaginado que tendría que soportarlo frente a Lali. Su espalda se tensó al entender que ella estaba observando todo.

—No permití que sucediera, papá. Yo hice que sucediera

—¿Qué?

—Ella es una persona horrible y no podía soportar un día más saliendo con ella.
 
—Peter, se trata de más que perder la calma luego de una pelea o encontrar a alguien más que temporalmente se te dé la gana — dijo Bartolome, mirando rápidamente hacia Lali y volviendo —. Ella era parte de tu futuro. Era buena para ti, buena para tu carrera.

—No voy a salir con alguien porque sea buena para mi carrera, papá.

—Bueno, mejor piénsalo largo y tendido, hijo, porque todo tu futuro está en juego por la forma en que juegues esta temporada. Y sabes tan bien como yo que Mery era una gran parte de ello.

Con un gesto brusco hacia Lali, Bartolome Lanzani se marchó.

Peter miró la puerta por un largo tiempo luego de que su padre desapareciera antes de encontrar el coraje para encontrarse con los ojos de Lali. Cuando lo hizo, no vio enojo o sentimiento heridos; vio lástima.

—Lamento eso. Mi papá es un poco… um… fanático con respecto al fútbol.

—Está bien. No te preocupes. Obviamente quiere lo que es mejor para ti.

Peter miró a Lali, negando con la cabeza.

—¿Cómo es que haces eso?

—¿Hacer qué?

—Conseguir ver lo bueno en las personas. Incluso aquellos que no lo merecen.

Lali se encogió de hombros.

—No lo sé. Supongo que es porque lo busco. — Luego de una corta pausa, Lali inclinó la cabeza hacia un lado y miró a Peter — . Supongo que tú no ves mucho de bueno en él.

Un grito amargo de risa escapó antes de que Peter pudiera detenerlo.

—No, no mucho.

—¿Qué es lo que ves?

Peter se encontró con los hipnóticos ojos de Lali y, antes de saberlo, estaba confesando todo.

—Veo a un hombre que no consiguió vivir su sueño y siente que tuvo que conformarse con la vida. Veo un hombre que está determinado a ver a su hijo vivir ese sueño, ya sea que ese sueño sea de él o no. Veo un hombre que pondrá a un lado los deseos de todos en su vida si cree que sabe lo qué es lo mejor. Veo a un hombre que no se detendrá hasta conseguir lo que quiere, sin importar a quién hiere.

Cuando el ácido amargo de los labios de Peter hubo llegado a su fin, se sentó en su silla, sorprendido de haber expresado tantos de sus pensamientos privados a una auténtica desconocida.

Lali seguía mirándolo, con menos lástima ahora y más con un entendimiento calmo. Para Peter se sintió como si se hubieran abierto las puertas de su alma para ella, sin su permiso, dejándola ver todo aquello que lo hacía odiar quien era y de dónde había venido. Contuvo la respiración mientras esperaba a que el juicio llegara.

Pero no llegó. En sus ojos, sólo vio aceptación. Y fue como un bálsamo calmante para una vida llena de personas superficiales que no querían otra cosa más que tomar de él; tomar, tomar y tomar.

Sin embargo, Lali no. Mirándola, Peter supo que ella no era una tomadora. Era una dadora. A pesar de todo lo que había pasado, era evidente cuando miraba en sus ojos que ella daría lo que fuera de sí misma para ayudar a alguien más, incluso si ese alguien era él.

—Creo que eres demasiado duro contigo. —Fue todo lo que dijo Lali antes de dirigir su mirada al plato que la camarera había puesto frente a ella. Justo antes de que Peter tomara su primer bocadillo de comida, alzó la mirada para ver a Lali sonriendo sobre el nacho cargado que sostenía entre sus dedos. Se lamió los labios dramáticamente y empujó el chip entero en su boca.

Peter rió.

—Eres bastante impresionante, ¿lo sabes?
 
Ya que Lali no podía hablar alrededor de su boca llena de comida, ella rió y alzó sus dos pulgares, guiñándole un ojo a Peter mientras masticaba. Peter estaba seguro de que nunca se había sentido más atraído por otra persona en toda su vida.

***

En el viaje en coche de regreso al parque luego del almuerzo, Peter se devanó los sesos intentando pensar las maneras de prolongar el día y este momento con Lali. Se quedó sin rollos, sin razones para permanecer en el parque y sin maneras de casualmente permanecer con ella. Sin embargo, el pensamiento de pedirle salir lo asustaba. No quería darle la oportunidad o una razón para rechazarlo porque tendría que retroceder. Y Peter no quería retroceder. En absoluto.

Para cuando regresaron de nuevo al parque, de regreso al coche de Lali, Peter no estaba más cerca de encontrar la excusa perfecta para que ella no se fuera. Afortunadamente para él (desafortunadamente para ella), ya no necesitó más excusa.

Era obvio que a medida que se aproximaban, algo iba mal con el coche. El pequeño Civic azul de Lali se inclinaba notablemente a un costado. Ambos neumáticos en el lado del conductor estaban desinflados.

Aunque Peter nunca hubiera querido que algo como esto fuera la razón por la que consiguiera quedarse con Lali un poco más de tiempo, no pudo mostrarse completamente molesto por ello.

Hasta que vio la cara de Lali.

Estaba visiblemente devastada. Escuchó su grito ahogado antes de que alzara su mano para cubrirse la boca. Luego escuchó su ahogado Oh, Dios mío justo antes de enterrar la cara en ambas manos.

—¿Qué pasa?

—Mamá va a matarme — murmuró Lali por detrás de los dedos — . ¿Cómo pudo pasar esto en ambos neumáticos?

El humor de Peter rápidamente pasó de complacido por ser capaz de pasar más tiempo con Lali, a molesto porque ella estaba así, a furia por lo que probablemente le había sucedido al coche de ella.

Golpeando su puño en el volante, Peter dejó salir un gruñido a medida que se detenía, golpeando la palanca de cambios en el parque y saltando fuera del vehículo.

Se acercó dando pisotones al coche de Lali y se agachó para mirar primero el neumático trasero y avanzar al frente. Había un clavo entre ambos. Si los clavos hubieran estado en la banda de rodadura del neumático, casi pudo ver que podría haber sido un accidente, algo sobre lo que Lali le pasó por encima. Pero estos clavos estaban más hacia el borde, en un lugar donde prácticamente era imposible conseguir que un objeto se incrustara por accidente. Y eso significaba que fue a propósito.

Solo un culpable se le vino a la mente: Mery.

Enderezándose, Peter gruñó nuevamente, pasando sus dedos entre su cabello con frustración. Cuando se dio la vuelta, casi derribó a Lali que había llegado hasta pararse junto a él mientras inspeccionaba los neumáticos. Ella saltó hacia atrás fuera de su camino, perdiendo el equilibrio en la grava suelta. Antes de que pudiera caer, sin embargo, los reflejos de serpiente de Peter atacaron y la agarraron. Envolviendo sus dedos alrededor de su brazo, Peter tiró de Lali hacia delante hasta que ella se estrelló contra su pecho sin miedo de irse hacia atrás. Sus ojos estaban bien abiertos y sus labios entreabiertos mientras ella alzaba la mirada hacia él.
 
Inmediatamente, los neumáticos quedaron olvidados.

Todo lo que Peter pudo ver fue a Lali. Todo lo que Peter pudo escuchar fue el sonido de su respiración susurrando a través de sus labios. Todo lo que Peter pudo oler fue el toque de lavanda que flotaba de su cabello. Todo lo que Peter pudo sentir fue su estómago presionado contra el de él.

Observó sus pupilas dilatarse justo antes de que sus ojos se posaran en su boca y viceversa. Un batalla se libró dentro de Peter: Besarla o no. Él quería. Muchísimo. ¿Pero quería que su primer beso fuera justo cuando ella acaba de descubrir que la perra de su ex novia probablemente había saboteado su vehículo? No. No, no lo quería.

Así que con gran determinación y un sincero suspiro Peter enderezó a Lali y la liberó a un costado. Metiendo ambas manos en sus bolsillos para evitar nuevamente extenderla hacia ella, Peter carraspeó:

—Bueno, la buena noticia es que hay un clavo en las dos ruedas y un agujero que debería ser fácil emparchar, lo que significa que no necesitarás neumáticos nuevos.

Lali exhaló, poniendo una mano en su pecho.

—Oh, gracias a Dios. —Unos pocos segundos después, mucho más calmada, volvió sus ojos interrogantes hacia Peter —. Um, ¿y ahora qué? Quiero decir…

—Tengo una bomba en mi maletero. ¿Por qué no ves si tienes bastante aire para llevarnos al Mundo de los Neumáticos, sí?
 
Lali se encogió de hombros y sonrió.

—Suena como un plan.

Peter consiguió la bomba y, para su alivio, los neumáticos contuvieron el aire que les puso.

—¿Por qué no me das tus llaves y llevaré tu coche hasta allí? Puedes seguirme en el mío. De esa manera, si algo sucede, me pasará a mí y no a ti.

Peter pensó que su sugerencia tenía perfecto sentido. Ni por un segundo consideró dejar a Lali manejar un coche con neumáticos que podían estallar en cualquier momento. Si algo le pasara a ella, nunca se lo perdonaría.

De hecho, la posibilidad lo hizo estremecerse.

La brillante sonrisa de Lali le dijo a Peter que su oferta la había sorprendido y complacido.

—Gracias, Peter. Realmente lo apreciaría.

Por tercera vez desde que la conoció, Peter sintió la sangre calentarse en sus mejillas. ¿Qué le estaba haciendo ella?

—No hay, uh, no hay problema —tartamudeó incómodamente. La manera en que ella lo estaba mirando lo hizo sentir como alguna especie de héroe, cuando todo lo que había hecho fue ofrecerse a conducir su coche.

Intercambiaron llaves, y Lali siguió a Peter al Mundo de los Neumáticos en la ciudad. Ella estacionó y entró con él, y — incluso aunque se trataba del coche de ella — él hizo toda la conversación.

Cuando hubo hecho los arreglos para tener los neumáticos emparchados y que le avisaran mediante mensaje de texto a su celular cuando terminaran, Peter puso su mano sobre la espalda de Lali y la guió hacia la puerta. Cuando ella le entregó las llaves, estaba frunciendo el ceño.

—¿Qué pasa? — preguntó él.

—Realmente no tenías que hacer eso.

—¿Hacer qué?

—Ocuparte de todo por mí.

—No fue problema. En serio —contestó casualmente Peter, abriendo la puerta del pasajero para ella.

Una vez que ella se hubo deslizado detrás del volante, Lali continuó:

—Puedo cuidarme por mi misma, sabes.

Ella no fue dura o desagradable cuando lo dijo; sonó más herida que nada.

—Sé que puedes. ¿Por qué pensaría que no puedes?

Lali se encogió de hombros, un ceño fruncido apretando la piel entre sus ojos.

—Porque he estado enferma.

Las piezas empezaron a encajar, y Peter pudo haberse pateado a sí mismo.
 
¿Por qué no lo había visto antes?

—Lali, no tengo dudas de que puedes cuidarte sola. Ninguna en absoluto. Sólo lo hice porque quise ocuparme de ello por ti. No porque no pudieras. Te mereces tener a alguien que haga las cosas para ti. Y… — Peter dejó las palabras colgando, repentinamente sintiéndose avergonzado.

Cuando Peter estuvo en silencio por casi un minute, Lali lo impulsó:

—¿Y qué? — Peter no pudo encontrarse con sus ojos. Tenía miedo de que ella viera demasiado—. ¿Y qué? —preguntó otra vez.

—Y quiero ser quien las haga por ti.

Hubo una larga pausa, durante la cual Peter no se atrevió a mirar a Lali. Pero luego ella estaba agarrando su cara y presionando sus labios contra los de él, y su mundo explotó.

11 comentarios :