jueves, 25 de julio de 2013

Capitulo 31

Capitulo 31

Cuando ambos estaban sin aliento por la pasión, Peter alejó su boca y se echó hacia atrás para mirarla. Los ojos de Lali eran de un marron oscuro en la poca luz y brillaban con el amor y el deseo que sentía por él. Esto floreció en su pecho como las orquídeas a su alrededor. Él lo sostuvo con fuerza, dejando que la sensación se grabara en los muros de su corazón, así nunca lo olvidaría.

Poniéndose de rodillas, Peter tomó primero un pie y luego el otro, quitando los zapatos de Lali y poniéndolos a un lado. Cuando sus ojos encontraron los de ella otra vez, pudo ver el fuego ardiendo allí y su cuerpo se endureció en respuesta. É gimió y Lali mordió su labio, el sexy gesto sólo se añadió a la incomodidad de Peter. Cerrando sus ojos contra la imagen tentadora que ella presentaba, él se recompuso antes de volver su atención a desnudarla.

Con su mirada nunca dejando la de ella, Peter llevó la mano a su estómago y cogió el dobladillo de su camisa. Vio un destello de incertidumbre parpadear en sus ojos. Siempre sensible a ella, movió sus dedos hacia abajo, hacia la cintura de sus pantalones vaqueros, deslizándolos sólo dentro. Sintió su estómago contraerse bajo su mano, y con un movimiento rápido de sus dedos, liberó el cierre de botón.

Sus ojos permanecieron fijos mientras Peter deslizaba la cremallera hacia abajo. Estaba tan en sintonía con ella, que pensó que podía casi escuchar la sangre bombeando por sus venas.

Tiró de los pantalones vaqueros de Lali. Atentamente, ella levantó sus caderas y lo dejó deslizar el material por sus largas piernas y sacarlo de los pies. Para él no pasó desapercibido cuando Lali puso sus manos sobre su estómago, impidiéndole inconscientemente levantar su camisa.

Peter hizo una pausa después de poner sus pantalones a un lado, inclinando su cabeza y mirando profundamente a los ojos brillantes de Lali. Extendiendo una mano hacia delante, puso sus dedos sobre ella.
—Por favor.

La vio dudar, prácticamente podía ver la indecisión e inseguridad mientras debatía. Pero entonces, deliberadamente, ella movió sus manos y las puso sobre las mantas a sus lados.

No dijo nada, sólo llegó por el dobladillo de su camisa y lentamente lo subió hasta su estómago. Cuando no pudo ir más lejos, le tomó la mano y la ayudó a sentarse, mientras sacaba el material por encima de su cabeza. Cuando ella se recostó, se encargó de mantener sus ojos fijos en los de ella. Quería ver su reacción a lo que ella más temía.

Lentamente, Peter dejó que sus ojos viajaran por el hermoso rostro de Lali y el grácil cuello, haciendo su camino por la amplia curva de sus pechos hasta su estómago, a la cicatriz que ella protegía de todas las miradas, incluida la suya. Vio que sus músculos se apretaron y la oyó inhalar y contener la respiración, como esperando que él se alejara o ser rechazada por la línea de color rojo púrpura justo debajo de sus costillas. Él levantó su vista hacia ella, vio el miedo allí, y sonrió antes de bajar su cabeza para presionar sus labios a la cicatriz.

—Eres hermosa —susurró mientras esparcía besos a lo largo de la línea de la herida y hacia su ombligo. Cuando la escuchó liberar el aliento que había estado conteniendo, deslizó su lengua dentro del agujero de su ombligo. La oyó gemir de nuevo, pero esta vez de una manera diferente, de manera excitada.

Estirándose a su lado, Peter apoyó su peso sobre un brazo mientras se cernía sobre Lali. Levantó la mano y frotó el dorso de sus dedos por su mandíbula.

—Quiero que esta noche sea perfecta para ti. Y que sepas que ya ha sido perfecta para mí.

Vio sus ojos llenarse de lágrimas justo antes de que bajara su boca a la de ella y comenzara el baile que despertaría fuego de su cuerpo, la pasión que sentían ellos el uno por el otro.

El beso que comenzó como dulce se convirtió rápidamente en sensacional, como a menudo lo hacía entre ellos. Tenía las manos en su cabello y agarrándose a sus hombros mientras sus dedos exploraban su suave piel.

Alejando su boca de la de ella, Peter besó un camino por su cuello y el pecho hacia el valle entre sus pechos. Deslizando sus dedos dentro de la banda del material sedoso, liberó el cierre frontal y se inclinó hacia atrás para tomar el tesoro que acababa de revelar. Era perfecta. Más perfecta de lo que había imaginado. Reverencialmente, Peter llevó la mano para tocarla. Se emocionó al ver los escalofríos que se propagaban a través de su pecho y apretaban sus pezones. Bajó la cabeza, tenía que probarlos.

Después de adorarla con los labios y la lengua, Peter dejó los pechos de Lali para continuar la exploración de su cuerpo. Él mordisqueó su camino a través de las costillas y la curva de la cadera hasta el borde de sus bragas de encaje. Poco a poco, las deslizó hacia abajo, besando detrás de ellas hasta que había estado en los tobillos y subiendo de nuevo.

Cuando llevó sus labios a los de ella, una vez más, Lali gemía y se retorcía debajo de él, en voz baja pidiendo que la tocara, que le hiciera el amor.

Peter sintió su excitación. Apretó los dientes ante un dolor, una necesidad física más grande que cualquiera que hubiera conocido.

Balanceándose suavemente hacia sus pies, Peter rápidamente despachó su propia ropa, odiando haber robado a Lali la oportunidad de desnudarlo, pero habiendo ido demasiado lejos para tomarse el tiempo.

La próxima vez, se recordó a sí mismo, abriendo un paquete cuadrado pequeño mientras se movía para arrodillarse entre sus pies.

Atentamente, Lali separó las piernas para dar cabida a Peter cuando se estiró sobre ella. Podía sentir el calor y su humedad tocándolo, probándolo en su punto más sensible. Apoyando su peso en sus antebrazos, tomó su cara. La besó larga, lenta y profundamente mientras movía su cuerpo contra el suyo. Cuando se inclinó hacia atrás para mirar su cara, le dio una última oportunidad de cambiar de opinión.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto?

Él pensó que podría morir si ella dijera que no, pero la amaba lo suficiente para honrar su decisión, la que fuera. Sólo significaría unas cuantas duchas frías más en su futuro.

Lali llevó sus dedos a la boca de Peter, pasando las puntas a través de sus labios. Sus ojos eran piscinas brillantes de color chocolate en los que pensaba que podía ahogarse y morir como el hombre más feliz del mundo.

—Nunca he querido nada más en mi vida —dijo en voz baja—. Si muriera mañana, estando contigo, como esta noche, habrá sido la mejor noche de toda mi existencia. Y no es a causa de una estúpida lista de deseos, es porque te amo.

Situando su cuerpo en su entrada, Peter introdujo una fracción de su longitud en Lali.

—Te amo, Lali —susurró—. Eres mía —dijo, avanzando un poco más—, y yo soy tuyo —añadió, moviéndose más adentro—, para siempre.

Y con eso, se abrió paso rápidamente más allá de la obstrucción, haciendo a Lali mujer. Su mujer.

Oyó el siseo de aliento entre sus dientes y la vio apretar los ojos cerrados. Hizo una pausa para darle tiempo de adaptarse a su tamaño, dispersando tiernos besos en su cara hasta que la vio relajarse. Cuando ella comenzó a moverse debajo de él, flexionó sus caderas un poco cuando sus labios encontraron los de ella. En cuestión de segundos, su pasión regresó y subió a su punto culminante, como siempre lo hacía.

Peter se aferró a su control con un esfuerzo descomunal mientras se movía lentamente dentro de Lali. Sintió sus uñas cortas clavándose en la piel de su espalda, lo que sólo sirvió para excitarlo aún más. Él gimió cuando ella clavó los dientes en su labio inferior y levantó sus caderas para encontrarse con su empuje.

Aumentó su fuerza, llevando su cuerpo cada vez más profundamente en el de ella. Oyó el ronroneo suave en la parte posterior de su garganta y sintió que perdía el control. Cuando Lali mordisqueó el lóbulo de su oreja y le susurró:

—Ahora. —Eso fue la perdición de Peter.

Destruyendo su boca con la suya, Peter llevó a ambos al borde del olvido. Sintió los músculos de Lali apretándose mientras ella lo sentía. Era más de lo que podía soportar. Él se abandonó a sí mismo al placer más intenso que jamás había experimentado, siguió por el precipicio, y se fundió en las olas dulces de su clímax conjunto.
***

Un fuerte estruendo despertó a Peter la mañana siguiente. Alguien estaba llamando a la puerta con fuerza, pero a pesar del brusco despertar, se sintió sonreír. Todavía estaba en el séptimo cielo.

Arrastrándose fuera de la cama, fue a abrir la puerta. Bartolome Lanzani estaba al otro lado, en plena ebullición. Peter podía leer furia en todas las líneas de tensión de su rostro y cuerpo.

—¿Qué hice ahora? —preguntó, frotando una mano por su cara y volviendo a sentarse en el borde de su cama hasta que estuvo completamente despierto.
 
—Recibí una llamada de Dean Wittison ayer por la tarde. Imagina mi sorpresa cuando me enteré de que te habías retirado de su programa de fútbol.

Peter podría haber gritado.

—Él no tenía que decir nada.

—Oh, ¿por lo que sólo ibas a esconderlo de mí? ¿Por cuánto tiempo, Peter? ¿Creías que no lo descubriría?

Peter se levantó.

—Sabía que te ibas a enterar casualmente. No soy estúpido y tú tampoco lo eres. Iba a decírtelo. Sólo estaba esperando el momento adecuado.

—¿Y cuándo iba a ser eso?

—Cuando hubiera conseguido un trabajo y me matriculara en la universidad comunitaria.

—¿La universidad comunitaria?

—Sí, papá. La universidad comunitaria. ¿Qué hay de malo en eso?

—¿Qué jugador respetable de fútbol ha venido de una universidad comunitaria?

—Cam N…

—Ésa fue una pregunta retórica —espetó él, interrumpiéndolo—. Además, no tiene importancia. Lo teníamos todo planeado, Peter. Incluso después de que casi lo arruinas, me las arreglé para conseguir que algunas buenas escuelas se interesaran en ti. ¿Cómo pudiste hacer esto?

—Tomas esto como algo personal, papá, como si te lo estuviera haciendo a ti. Bueno, no es tu vida. Es la mía. Y esto es sólo algo que he decidido que quiero hacer.

Bartolome Lanzani está furioso, con los labios adelgazándose en una ranura.

—Esto es por ella, ¿no es así?

—No involucres a Lali en esto, papá.

—Yo no lo hice. Tú lo hiciste. Meses atrás, cuando tiraste tu futuro por un pedazo de…

Peter estaba en la cara de su padre, interrumpiéndolo antes de que pudiera terminar esa frase insultante.

—Alto ahí —advirtió en voz baja—. No es así. Si lo único que hubiera querido fuera una puta, podría haberla llevado a mi selección de cabezas huecas en la escuela. Te guste o no, papá, estoy enamorado de Lali y tengo toda la intención de casarme con ella, si me acepta.

—Bueno, por supuesto que te aceptará. ¿Por qué no iba a hacerlo? Ella ha encontrado oro.

—Eso es exactamente por lo que estoy buscando un trabajo. No quiero tu dinero. No quiero nada de ti. Sólo déjame en paz. En unos cuantos meses más voy a estar fuera de tu vida y nunca tendrás que volver a verme.

—¿Estás seguro de que deseas abandonar esta casa de esa manera, Peter? Porque nunca serás recibido de nuevo. ¿Estás seguro que no quieres volver a ver a tu hermano?

Los ojos del padre de Peter brillaron con una insinuación maligna, una que Peter nunca había visto antes. Bartolome Lanzani sabía qué botones apretar. Había estado jugando con Peter desde el principio.

—Tú lo sabías.

—¿Saber qué? —preguntó sarcásticamente Bartolome.

—Tú sabías que la única razón por la que seguí todos tus planes y aguanté toda tu mierda fue para proteger a Stefano. Y me lo permitiste. Usabas eso para controlarme.

—Nunca le he puesto una mano a tu hermano y tú lo sabes. No sé de lo que estás hablando.

Peter levantó la mano y presionó su dedo contra el centro del pecho de su padre.

—Déjame decirte, si alguna vez pones una mano sobre cualquiera de ellos, un dedo sobre cualquiera de ellos, te voy a arruinar. Recuerda mis palabras.

Todo el miedo bajo el que Peter había vivido durante la mayor parte de su vida, de repente no pareció tan insuperable. Si Lali podía ser lo suficientemente valiente como para enfrentarse a la muerte, Peter podría ser lo suficientemente valiente como para enfrentarse a su padre.

—¿Y qué te crees que vas a hacer al respecto? Especialmente cuando no estás viviendo aquí.

Peter sonrió con satisfacción, después de haber soñado con este momento desde que era un niño pequeño, el momento en que podría poner en evidencia su padre.

—¿Te acuerdas del año en que me diste esa cámara por la Navidad? ¿La digital?

La frente de Bartolome se arrugó, pero el malestar estaba escrito en toda su cara. Él asintió.

—Ése fue un gran error, —declaró Peter con aire de suficiencia, cruzando los brazos sobre su pecho. Olió la victoria en el aire.

—¿Justo lo que estabas diciendo?

—Tomé fotos, muchas fotos de los peores de los daños. Las guardé en un CD y lo escondí. Siempre tuve miedo de usarlos, miedo por mamá y Stefano.

—Has jugado fútbol desde que tenías seis. Los niños se golpean —dijo Bartolome, encogiéndose de hombros como si le fuera indiferente, pero él no estaba engañándolo.
 
Peter no se había dado cuenta de la profundidad de lo enfermo que era su padre hasta ese momento. Siempre había pensado lo estaba preparando para ser un jugador de fútbol profesional desde una edad temprana. Y, hasta cierto punto, Peter estaba seguro de que lo estaba. Pero él también lo había hecho para cubrir sus huellas, para dar lugar a dudas a cualquier denuncia o sospecha que Peter pudiera hacer.

—¿Sabías que la cámara tenía un sello con la fecha? ¿Y qué hay un buen par de fotos de la primavera y el verano?

Él no tenía necesidad de añadir no cerca de la temporada de fútbol; estaba fuertemente implícito. Y Bartolome lo entendió. Palideció bajo su perfecto bronceado.

—Nadie te…

Peter sintiéndose capaz, lo interrumpió.

—No importa, papá. Sabes tan bien como yo que la sospecha por sí sola te arruinaría.  Un miembro honorable de la comunidad siendo acusado de abuso de menores. Una larga y prolongada batalla judicial muy pública. Y si otro miembro de la familia apareciera con moretones... o acusaciones...

—Tú no harías eso. —Pero él no estaba convencido. En realidad no.

—¿No lo haría? ¿No lo haría, papá? Pruébame. Pon un dedo en Mamá o en Stefano, y pruébame.

Después de una larga pausa, durante la cual Bartolome Lanzani llegó a la conclusión de que su hijo ya no estaba jugando con sus reglas, el padre de Peter volvió a hablar.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres? ¿Qué te apoye a ti y a tu novia enferma?

Peter soltó un bufido. Su padre era realmente un bastardo.

—No. sólo quiero que te quedes fuera de mi vida. Y que mantengas tus manos fuera de mamá y Stefano. Eso es todo lo que quiero de ti. Más allá de eso, no me importa si caes muerto mañana en la ducha. Me has herido lo suficiente como para durar toda la vida. Ya he terminado contigo —dijo—. Ya he terminado contigo.

Al pasar, Peter empujó a su estupefacto padre y se dirigió al baño. Su corazón latía como un taladro contra sus costillas, y estaba un poco inestable, pero no era peor que el deterioro. Se paró frente al espejo estudiando su reflejo durante mucho tiempo antes de que sonriera. Él era finalmente libre. Todos ellos lo eran.

12 comentarios :

  1. Me encanta !! Son tan tiernoss y bien por Peter que por fin se defendio del taradado del padre !

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  2. Me encanto el cap, muy tierno.. Por fin peter le hizo frente al padre.. Mas Porfii :)

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  3. Simplemente me encantó el cap, espero el prox..

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  4. Es lo maaaasss.. Me encanto :)

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  5. No me canso de decir lo tierna que es esta novee, maaaass

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  6. Espero el prox geniaaaaaaaa

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  7. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas

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  8. Sube otro por favor :)

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  9. Por fin se libro Peter,,,,sube mas por favor....
    Patty

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