miércoles, 10 de julio de 2013

Capitulo 37

Capitulo 37

Peter

—Hijo, ven aquí.
 
Mis ojos automáticamente se ponen en blanco cuando me habla estos días. Nunca pensé que me estremecería por el sonido de la voz de mi padre, pero lo hago. Cuando más me acerco a la graduación, más exigente se vuelve.

El día que le pedí a Mar ir al baile empezó la discordia. Mis padres me sentaron y me explicaron el concepto de los estándares socialmente aceptados. En pocas palabras, Mar no era lo suficiente en el club de campo como para ser vista con un Lanzani.
 
Por primera vez vi a mis padres con una luz diferente. Estaba asqueado de ser su hijo. No podía entender cómo podían decir algo tan horrible sobre alguien a quien ni siquiera conocían.

La noche del baile salí de mi casa con mi esmoquin sin decir adiós o permitirle a mi madre sacar una foto. No iba a dejar que me dijeran con quién podía salir o a quién querían para el caso.
 
—Te llamaré —le digo a Mar. Ella ya volverá nunca más. Se rindió hace mucho tiempo. Incluso se ofreció a romper conmigo para que mi vida fuera más fácil. Le dije que de ninguna maldita manera iba a dejar que Juan Pablo y Claudia Lanzani la alejaran.
 
Mar es lo mejor que me ha pasado. Ella me entiende.
 
Tirando mi teléfono sobre la cama, suspiro. Estoy contando los días para estar lejos de aquí. Nico y yo vamos a llevar a las chicas de camping por una semana antes de irnos a la universidad. Un último hurra y una semana de pura soledad para Mar y para mí. Sin padres molestos que anden tras nuestras espaldas.
 
Cuando llego abajo, mi padre me saluda con una mirada siniestra. Está tramando algo. Me da una palmada en el hombro y me dirige a la sala de estar. Sentada en el sofá, con las piernas cruzadas, está la hija de su compañero de golf, Paula.
 
Gimo y me froto la cara. En esta posición podría golpear con el codo a mi padre en el estómago y correr, pero Paula ya me vio y se está levantando, caminando hacia mí con su mano extendida como si yo fuera a besarla. Como si le debiera un gracias por estar en mi casa. No gracias.
 
—Peter, es bueno verte.
 
Su voz es quejumbrosa, nasal, no puedo soportarla. Hago una mueca, lo que solo la hace sonreír más. Sus dientes son muy blancos. Podría iluminar una calle oscura por la noche.
 
Paula —digo fríamente, desinteresado.
 
—Bueno, he pensado que ustedes dos podrían venir con nosotros esta noche —dice Juan Pablo. Otra vez pongo los ojos en blanco, de lo cual Paula es testigo.
 
—O podríamos quedarnos —ofrece ella.

Me inquieta la idea de pasar tiempo con ella.
 
—Tengo planes.
 
—Oh, no me importa pasar el rato contigo y tus amigos. —Ríe mientras su mano se arrastra por mi brazo. Me alejo, ofendido por su toque.
 
No recuerdo habérselo ofrecido, quiero alejarla.
 
—Estoy seguro que no te importa, pero a mi novia sí —lo digo solo para provocar a Juan Pablo. Él se pone rígido y quiero reír. Su emparejamiento está fallando, lo cual significa que su colega va a estar molesto.
 
—Discúlpanos por un momento, Paula. —Mi padre toma mi brazo y me lleva a la otra habitación. Estoy a punto de conseguir una reprimenda, algo de lo que podría disfrutar plenamente—. Es hora de que mires a tu futuro, Peter. Te vas a ir a la universidad y Paula es una buena mujer para tenerla de tu brazo, especialmente cuando la NFL te está ojeando. Tienes que presentar todo el paquete y ella completa eso. No puedes tener a una chusma del otro lado de las vías del tren que solo espera tener a alguien que la mantenga.
 
Sus palabras son combustible para la ira pura.
 
—No sabes nada sobre Mar y su familia —le señalo, empujando mi dedo en su pecho—. No haces nada más que sentarte en tu pomposo culo y menospreciar a las personas que no van a tu ridículo y estúpido club de campo. La quiero y planeo casarme con ella te guste o no. Si quieres una chica florero, ¿por qué no sales con Paula? De todos modos, probablemente esté buscando un viejo forrado.
 
—¿A dónde vas? —pregunta mientras me alejo.
 
—Saldré con mis amigos. Es el cumpleaños de Nico así que tendrás que entretener a Paula. Solo no dejes que mamá te atrape. —Cierro la puerta de un golpe, cortando eficazmente sus palabras.

Sacudo mi cabeza para alejar el recuerdo. He odiado a mi padre por tanto tiempo por la forma en que ha tratado a Mar. Aunque mi madre viene para ver a Cris, me niego a pisar su casa. Ella está intentándolo. Le daré eso, pero a él… de ninguna manera. Si no pudo aceptar a Mar en mi vida en aquel entonces, que me condenen si le permito estar en algún lugar cerca de mi hijo.

Han cambiado muchas cosas en los últimos cuatro meses. Mar y Cris se mudaron a mí (nuestra) casa después de Año Nuevo. Harrison y Quinn también se han mudado a Beaumont, ella junto a la casa vacía de Mar. Lo cual sabía iba a suceder. Todo tiene sentido. Él también está el mismo barrio que Eugenia, donde, si conduces por ahí el sábado, lo ves con sus brazos tatuados cortando su césped.

Esta noche vamos a celebrar el cumpleaños de Nico. Han pasado siete meses desde que nos dejó y cada uno hemos luchado y seguido delante de manera diferente. Celebramos nuestra recaudación de fondos para Eugenia y las chicas de Ralph, el cual se ha convertido en un club local, y lo hicimos relativamente bien. También he contratado a Eugenia como mi mánager, dándole un trabajo para estar en casa, aunque tiene que venir a mi casa y trabajar todos los días.

Tan pronto como la escuela haya terminado para el verano, salimos de gira. Tres miembros de la banda, dos mujeres mandonas y cuatro niños de gira durante tres meses. La vida del grupo será diferente ahora.

Estoy esperando que Mar esté lista. Mi camioneta, una Chevy de 1965 recién adquirida, es completamente adecuada para ir a beber a la torre de agua. Cuando le conté a Mar sobre mi adquisición, me golpeó en el brazo y me dijo que madurara. Sin embargo, es la primera en pedir una noche de “torre de agua” cuando necesitamos un toque de realidad.

Cargo la parte trasera de la camioneta con una nevera llena de cerveza. Mar será nuestra conductora designada esta noche, por lo cual estoy agradecido. Quiero que esta noche sea divertida y algo agradable para Eugenia.

Mar sale de la casa, sus manos llenas de comida. Corro hacia ella, besándola en la mejilla y aliviándola de la pesada carga. Pedimos la comida ya que no quería que las chicas se estresen haciéndola.

Me giro y la veo guardando todo en la camioneta. Asimilo su apariencia. Está vestida con jeans apretados y botas rojas de vaquero. Su camiseta sin mangas “Amo a mi rockero” abrazando agradablemente sus curvas. Se viste así para provocarme.

Voy hasta ella y la tomo en mis brazos, inclinándola hacia atrás y atacando su cuello. Se ríe e intenta alejarme con su cabeza. Finalmente cede, sabiendo que he ganado.

La pongo otra vez sobre sus pies.

—¿Lista? —pregunto. Asiente, entrelazando sus dedos con los míos. Entra a la camioneta por la puerta del conductor, poniéndose en el medio. Justo como en la escuela preparatoria.

Cuando llegamos a la torre de agua, hay un montón de personas ahí. Me sorprendí cuando Eugenia dijo que quería invitar a gente de la escuela  preparatoria, pero le seguí la corriente.

Salimos de la camioneta de la mano. Luego la ayudo a bajar las cosas de la parte trasera. Tacho se acerca para saludarnos antes de tomar una cerveza de la nevera.

—Voy a ir, ¿de acuerdo? —La beso en la mejilla y tomo unas cervezas. La camioneta de Nico está alineada perfectamente para nuestros torpedos de cerveza. Harrison me sigue subiendo la escalera. La mayoría de los muchachos que están en la torre lo conocen, pero hago unas pocas presentaciones.

Abrimos nuestra primera cerveza y tomamos unos tragos. A la cuenta de tres, tiramos nuestras botellas abajo. Con el fuerte choque de cristales rotos todos gritamos:

—¡Nico!

Las mujeres empiezan a animar y suben la música.

Empezamos la fiesta al verdadero estilo de Nico.

A medida que la noche avanza, las historias se cuentan y se recuentan. La cómoda camaradería que todos teníamos en la escuela secundaria está de vuelta. Ya no soy el idiota que dejó plantado a todo el mundo y Harrison encaja con todos. Literalmente estoy viviendo lo mejor de los dos mundos y no podría estar más feliz.

Miro a Harrison cuando lo oigo suspirar pesadamente.

—¿Qué te pasa?

—Nada —dice. Sigo su mirada y veo a Eugenia hablando con Bill Rogers, un friki convertido en millonario por crear un programa de computadora que a todo el mundo le encanta.

Llevando mi botella de cerveza a mis labios, miró a Harrison otra vez. Su expresión es triste. Sé que ella le gusta pero tiene miedo de ser rechazado.

—Tómate tu tiempo con Eugenia, hombre. Solo estate ahí y no la presiones. Estuvieron juntos por mucho tiempo, pero sé que te nota. La oí hablar con Mar de ti. Solo aprovecha el momento cuando esté aquí.

Empieza a reír.

—Mira quién habla.

—¿De qué demonios estás hablando?

—Escribes canción tras canción sobre lo mucho que quieres a esa mujer. —Señala a Mar, quien está hablando con Cande—. Vives con ella, compartes un hijo, y aun así no te veo pidiéndole que se case contigo.

Miro de Mar a él y de vuelta.

—Tienes razón. —Me levanto, agarrándome de la barandilla, pongo mis dedos a través de mis labios y silbo alto, consiguiendo la atención de todo el mundo.

—¡Oye, Mar!

—¿Qué quieres, Lanzani? —grita. Amo como algunas cosas no han cambiado.
 
—¿Quieres casarte conmigo?

Alguien apaga la música y el silencio se extiende por el campo. Ella se acerca a la torre de agua y coloca sus manos en su cadera.

—Si vas a preguntármelo, será mejor que lo hagas correctamente.
 
—Sí, señora. —Dejo mi cerveza y me dirijo a la escalera. Bajo cuidadosamente. Cuando mi pie toca el suelo, toco mi bolsillo buscando el anillo que he tenido ahí durante las últimas semanas y lo saco, manteniéndolo en mi palma. Solo he estado esperando por el momento correcto. Tiene que ser este.

Camino hacia ella, mis pasos son grandes por lo que llego más rápido. Sus manos todavía están en sus caderas, sus ojos muy abiertos. No esperaba esto.

Me coloco sobre mi rodilla delante de ella. Su mano va a su boca y hay una colección de jadeos detrás de nosotros.

—Mar Esposito te he amado desde que tenía dieciséis años. Sé que la he arruinado muchas veces, pero prometo compensártelo todos los días. ¿Me harías el inmenso honor de llevar mi anillo, tomar mi nombre y convertirte no solo en mi compañera de vida, sino en lo más importante, mi esposa?

Asiente. Hay lágrimas en sus ojos y quiero levantarme y besarlas.

—Sí, Peter. Sí, un millón de veces me casaré contigo.

Tomo su mano y deslizo el anillo, besando su dedo antes de besarla. Hay un fuerte aplauso y exclamaciones a nuestras espaldas.

—Te amo, Lali. Eres mi chica por siempre.
Fin

Forever My Girl Playlist:
«Prometo amarte el resto de mis días…»

Escucha:
“Rest Of My Life”- Bruno Mars

 
FOREVER MY GIRL
AUTOR: HEIDI MCAUGHLIN

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