sábado, 20 de julio de 2013

Capitulo 18

Capitulo 18

Lali estaba de espaldas a él. Un rayo de sol brillaba hacia abajo sobre ella, haciendo que los tonos rojizos de su cabello castaño brillaran como el oro bruñido. Estaba de pie, inmóvil como una estatua, observando a una sola abeja que zumbaba de flor a flor entre las orquídeas. Peter conocía la fascinación que ella sentía mientras observaba. Él sentía lo mismo cuando la miraba.

Justo cuando estaba a punto de extender sus brazos y llevarla a sus brazos como lo quería hacer desde el minuto en que la había conocido, él recordó la llegada de Benjamin en su vida y se detuvo. En cambio, él la llamó en voz baja, con la esperanza de no asustarla.
 
—Lali.
 
Ella se dio la vuelta, con una sonrisa grande en su cara.
 
—¡Hey! Llegas tarde —bromeó ella con un guiño.
 
—Por lo menos yo sí asistí a todas mis clases de hoy, a diferencia algunas personas — dijo enfáticamente, aclarándose la garganta.
 
—Bueno, algunas personas tenían citas que no podían pasar por alto.
 
Peter podría haber cortado su lengua de su boca. Él ni siquiera había considerado que podría haber tenido una cita con el médico, a pesar de que debería haberlo hecho, teniendo en cuenta su historia. ¿Sería de mala educación preguntar qué pasó? o ¿si se encontraba bien?
 
Mientras él deliberaba silenciosamente, Lali ya estaba siguiendo.

—Así que, ¿sería posible fotografiar en realidad estas orquídeas cuando se abren por la noche? Creo que harían algunas imágenes sorprendentes, sin mencionar que sería retorcidamente genial ver algo así.
 
Como de costumbre, Peter fue tomado por sorpresa por el encanto de ella.
 
—¿Retorcidamente genial?
 
Lali sonrió.
 
—Sí, retorcidamente genial. ¿Tienes algún problema con eso?
 
—No, señora —dijo Peter rápidamente, sosteniendo sus manos en alto como en señal de rendición. Lali rió, y Peter sabía que iba a volver a reproducir el sonido una y otra vez en su cabeza—. Entonces, ¿cuál es nuestra tarea de hoy, entonces?
 
—Insectos.
 
—¿Insectos?
 
—Insectos.
 
—Bien, entonces ¿por qué estamos aquí?
 
—Bueno, estoy segura de que hay insectos en abundancia aquí, pero no se supone que debamos estar trabajando aquí. Sólo quería venir aquí y mirar las flores otra vez, así que el señor Gault dijo que te enviaría aquí para encontrarme.
 
Peter hizo una nota mental para agradecer al señor Gault un día por hacer esto.
 
—Está bien, así que, ¿a dónde sugieres que vayamos para encontrar los mejores insectos para fotografiar?
 
—Los bosques, por supuesto.
 
—¿Los bosques? No hay bosques por aquí.
 
La sonrisa de Lali gritó travesuras.

—Bueno, hay algunas ventajas de ser un sobreviviente de cáncer. El señor Gault fue lo suficientemente bueno para estar de acuerdo en dejarnos ir al bosque detrás de mi casa para completar nuestra asignación. Quiero decir, viajar es una parte de la exención que todos teníamos que hacer que nuestros padres firmaran para esta clase, ¿verdad?
 
Peter tuvo que reír.
 
—Eres una genio malvada.
 
Lali hizo una reverencia.
 
—Vaya, gracias, amable señor.
 
Mientras sus labios se curvaban en una sonrisa amplia, los ojos de Lali brillaron. Como de costumbre, Peter tuvo que contenerse de devorarla.
 
—Yo conduciré —dijo él rápidamente, tomando la mano de ella llevándola detrás de él; sabía que tenía que salir de allí antes de que hiciera algo estúpido.
 
Peter trató de ignorar cómo los dedos de ella se apretaban con fuerza alrededor de los suyos y cómo ella se apresuraba a seguir su ritmo. Lo siguió tan de cerca detrás de él que podía sentir sus pechos presionar en la espalda cuando se detuvo para abrir la puerta.
 
Los dos caminaron rápidamente por todo el campus hacia el estacionamiento de los estudiantes. La emoción zumbaba entre ellos como si estuvieran escabulléndose a un encuentro ilícito. Peter se preguntó si Lali podía sentirlo. En el momento en que se habían metido en su coche, ese sentimiento arriesgado había disminuido. Peteresperaba que ella no pudiera sentir eso. No parecía hacerlo; parecía tan pacifica como siempre, mirando tranquilamente por la ventana al paisaje que pasaban mientras él conducía.
 
Cuando el silencio se había extendido más allá de nivel de confort de Peter, se aclaró la garganta y abordó el tema que lo había estado comiendo por horas.
 
—Así que, Benjamin...

Lali se volvió para mirarlo. Ella sonrió y asintió, pero no dijo nada. Peter podía ver que ella no lo iba a hacer más fácil para él. Tendría que hacer algo de investigación.
 
—¿Ex-novio? —preguntó esperanzadamente, haciendo hincapié en el “ex”.
 
—Sí.
 
—¿Qué pasó?
 
Lali hizo una pausa, suspirando profundamente.
 
—Al igual que la mayoría de la gente, él se asustó de mi cáncer. Casi todo el mundo lo hace eventualmente. Algunos sólo toman un poco más de tiempo en hacerlo que otros.
 
Peter se quedó genuinamente perplejo.
 
—¿Por qué? Quiero decir, ¿por qué se iba a asustar? ¿Por qué alguna persona se asustaría, aparte de tener miedo por ti?
 
Lali lo estudió, frunciendo el ceño lentamente.
 
—Realmente no lo ves, ¿verdad?
 
—¿Ver qué?
 
—Ver la carga de tener a alguien como yo. Lo difícil que es vivir con alguien como yo, amar a alguien como yo —dijo, mirando hacia abajo, lejos de los ojos de él para mirarse distraídamente una uña.
 
—No, no lo hago. No me puedo imaginar cómo tú, de todas las personas, puedas seruna carga para alguien. Y ciertamente no creo que seas difícil de amar. —Cuando los ojos de Lali se alzaron bruscamente para encontrarse con los de él, Peter se apresuró a dar detalles—. Quiero decir, no puedo imaginar que sea difícil amarte sólo a causa de tu condición.
 
Lali esbozó una triste sonrisa y apartó la mirada de nuevo.

—Bueno, tú, mamá y Cande son los únicos que se sienten de esa manera. Confía en mí.
 
—¿Qué hay de tu papá? —La pregunta estaba afuera antes de que Peter pudiera detenerla. Deseaba desesperadamente poder retraerla antes de que llegara a los oídosde Lali. Era probablemente un tema doloroso, que él debería haber dejado que ella dijera a su debido tiempo.
 
—Él se rindió un largo, largo tiempo atrás. He tenido problemas con mis riñones durante años antes de que encontraran el cáncer. No podía manejar los montones de cuentas y los viajes interminables al médico. Había un montón de días duros y noches largas. Así que se fue.
 
Peter no sabía qué decir. Tenía unos nombres bien escogidos para una vida como ésa, pero dudaba que Lali quisiera escuchar alguno de ellos. Por lo tanto, se sentó en silencio, escuchando.
 
—Él no fue el primero en irse y estoy segura de que no será el último.
 
—Y, sin embargo, todavía parece que te agrada la gente, para darles el beneficio de la duda. ¿Por qué? ¿Cómo?
 
Lali se encogió de hombros.
 
—No culpo a alguien más de lo que lo culpo a él. Algunas personas simplemente no están hechas para una vida dura. Algunas personas lo están. No se les puede culpar por la forma en que están hechos.
 
—No, pero no deberías dejar que se salgan con la suya tan fácilmente. Débil o no, la gente sigue siendo responsable de hacer las cosas bien, siendo responsable de sus actos.
 
Lali miró a Peter por encima del hombro y sonrió.
 
—Es más fácil sólo dejarlo pasar. Me duele mucho menos.
 
Sus palabras cortaron el corazón de Peter como un bisturí al rojo vivo. Había sido herida tanto y tan profundamente, que dejaba de esperar demasiado de la gente alrededor de ella. Había aprendido a vivir con menos, mucho, mucho menos de lo que se merecía.
 
—Bueno, yo no trato a la gente de esa manera, así que no tienes que preocuparte por que yo me vaya.
 
Los ojos como joyas de Lali se clavaron en los suyos. Parecía como si pudiera ver directamente en su alma, como si ella buscara la verdad. Peter podía ver por la mirada en sus ojos que ella lo encontró. Él quería decir lo que había dicho, y ella lo sabía.
 
—Tú eres de lo que los sueños están hechos, Peter Lanzani —dijo con nostalgia.
 
Aunque su corazón se hinchó ante las palabras de ella, Peter todavía sentía la presencia de Benjamin entre ellos, como si él viajara en el asiento trasero. Lali no había definido realmente su relación actual con él, no había respondido la pregunta que Peter le había hecho de la manera en que quería.
 
Antes de que pudiera encontrar una manera de profundizar en el tema sin que pareciera obsesionado con Benjamin, ya habían llegado a la casa de Lali.
 
—Aparca a lo largo de la acera —aconsejó—. Mamá y Cande no estarán en casa por un tiempo.
 
Cuando Peter empujó la palanca de cambios para aparcar y apagó el motor, Lali saltó del coche. Tomó la bolsa de la cámara y siguió rápidamente.
 
—¿Puedo cambiarme primero? —preguntó ella.
 
Mil pensamientos inapropiados corrieron a través de la mente de Peter, pero mantuvo la compostura y pronunció un genial.
 
—No, adelante.
 
—Vamos —dijo Lali, indicando con una señal con su cabeza que la siguiera. Por supuesto, Peter no lo dudó. Lali lo dejó entrar por la puerta principal y la cerró detrás de Peter una vez que estuvo dentro—. ¿Quieres algo de beber?

—No, estoy bien, pero gracias.
 
—Está bien. Ya vuelvo.
 
Se dio la vuelta para marcharse, pero Peter se lo impidió.
 
—¿Puedo usar el baño?
 
—Claro —dijo ella con una sonrisa—. Es por aquí.
 
Lali le mostró a Peter un pequeño cuarto de baño al final de un corto pasillo que salía de la cocina. Peter notó que todas las paredes de la casa estaban pintadas de un amarillo alegre. Por lo menos cada pared que había visto hasta ahora.
 
Después de que él había usado el baño y se lavó las manos, Peter abrió la puerta para hacer el camino de vuelta a la sala de estar. Justo al otro lado del cuarto de baño, Lali salía de lo que Peter asumió era su dormitorio. Como si hubiera olvidado algo, se volvió y se agachó rápidamente hacia el interior. Incapaz de detenerse, Peter cruzó el pasillo y se detuvo justo fuera de la abertura.
 
No podía imaginar una habitación complementándola con mayor perfección. Las paredes, a diferencia del amarillo predominante del resto de la casa, eran un pálido y suave lila. Todos los muebles de la habitación, así como el edredón y las almohadas eran de color blanco cremoso, pero a excepción de una manta que cubría la parte inferior de la cama y las cortinas; todo estaba cubierto de flores de color rosa, lila, verde menta y amarillo. La habitación era suave y femenina, tranquila y alegre, todo lo que era Lali, todo envuelto dentro de las cuatro paredes. Incluso el aire olía como ella, Peter observó mientras inhalaba el aroma de lavanda.
 
Lali salió de lo que Peter imaginaba era su armario, tirando de un zapato que al parecer acababa de ponerse. Todos los pensamientos de la habitación dejaron su mente ante la imagen de ella.
 
Se había cambiado a un pantalón negro ceñido al cuerpo de yoga y a una camiseta cómoda gris de manga larga. Cada curva se delineaba a la perfección y el cuerpo de Peter volvió a la vida con deseo. Se obligó a mirar hacia otro lado antes de que lasituación se volviera embarazosa, sobre todo para él.

—Así que, ¿por qué el cambio de ropa?
 
—Realmente preferiría no tener una garrapata, si vamos a estar mendigando en busca de insectos para tomar las fotografías —dijo ella, arrugando la nariz con disgusto mientras pasaba delante de él.
 
—¿Por qué no? —preguntó Peter mientras seguía a Lali por el pasillo—. Una pequeña enfermedad de Lyme nunca dañó a alguien. Oh, espera...
 
Lali le devolvió la mirada y sonrió.
 
—Sí, ¿quién no quiere una erupción cutánea, síntomas de la gripe y la miseria en general con la posibilidad de parálisis? Ningún verano estaría completo sin ella.
 
—¿Ves? Así que, ¿por qué no acabas de quitarte esa ropa y vemos qué pasa?
 
Habían llegado a la puerta y Lali se detuvo para mirarlo. Peter inmediatamente se arrepintió de sus bromas. Él entró en pánico, su cerebro luchando por algo que decirle para suavizar las cosas en caso de haberla ofendido.
 
—Yo no... Yo sólo... Yo sólo... —balbuceó él.
 
Lali se acercó un poco más y lo miró. Había algo brumoso y caliente en sus ojos que hicieron que Peter hiciera una pausa.
 
—¿Te gustaría eso? —preguntó ella suavemente, su voz poco más que un susurro—. Que yo, ¿me despoje justo aquí frente a ti?
 
Peter sintió su mandíbula aflojarse y su corazón empezó a correr en el interior de su pecho como un caballo desbocado.
 
—¿Q-qué? —Él permaneció perfectamente quieto y la observó mientras ella tomaba el dobladillo de su camisa. No sabía qué decir ni qué hacer; estaba paralizado y hechizado. Desafortunadamente, su cuerpo sabía exactamente qué hacer. Se puso duro y empezó a palpitar de deseo.


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