miércoles, 24 de julio de 2013

Capitulo 29

Capitulo 29

En ese momento, Peter comenzó la planificación. Si Lali quería que le hiciera el amor para Navidad, él le daría una noche que jamás olvidaría.

* * *

Peter estaba en la cama junto a Lali y veían una de sus películas favoritas en el reproductor de DVD que había traído con ella. Su cabeza estaba sobre su hombro y él jugaba ausentemente con los dedos de su mano izquierda, su brazo derecho siendo de otra manera ocupado con la diálisis. Era la cuarta vez que él la había llevado a su cita, así que se había acostumbrado al procedimiento y a las limitaciones durante el mismo.

Se preguntaba qué estaba pensando ella. El doctor le había pedido hablar en privado antes de que la conectaran. Cuando ella había regresado, Lali había dicho que eran solo resultados de laboratorio, nada de lo que preocuparse. Solo que él se preocupó. Ella era un poco demasiado casual al respecto.
 
En su bolsillo, el teléfono de Peter vibró. Lo sacó y miró el identificador de llamadas.
 
—Es tu mamá. Está atrasada para su revisión.
 
Gimena llamaba poco después de que cada cita comenzara, asegurándose de que hubieran llegado y no existieran problemas. El hecho de que estaba atrasada hacía a Peter pensar que probablemente había hablado con el doctor, también, razón por la cual quería hablar con ella fuera de la audiencia de Lali.
 
Desenredándose de las extremidades de Lali, Peter se deslizó fuera de la cama. Mientras presionaba el botón de conversación, le hizo una seña a Lali de que iba a buscar algo para beber. Ella sonrió y asintió, acomodándose en la cama de hospital.
 
Siempre hacía doler el corazón de Peter verla recostada ahí.
 
—¿Todo bien? —dijo Gimena antes de que él siquiera pudiera hablar.
 
—Sip, estamos aquí. Ella está haciéndolo bien.
 
—Muy bien. Sólo estaba comprobando…
 
Peter se aclaró la garganta.
 
—Um, ¿puedo preguntarte algo?
 
Aunque fue apenas perceptible, Peter notó la pausa de Gimena.

—Claro. ¿Qué pasa?
 
—Dime la verdad. ¿Pasa algo malo?
 
—Estoy segura de que Lali te ha contado todo…
 
—No, Lali me dice lo que cree que puedo manejar, lo que ella quiere que sepa, pero pienso que me está ocultando algo importante.
 
Gimena suspiró.
 
—Bueno, si te lo oculta, es su prerrogativa. Sabes eso.
 
—Sé que es su decisión, pero sabes lo que siento por ella. Si las cosas van a empeorar o si algo está yendo mal, quiero saber. —Peter hizo una pausa, con un nudo en la garganta—. Necesito saber.
 
La madre de Lali no dijo nada por una cantidad alarmantemente inspiradora de tiempo. El pulso de Peter se disparó y puso sentir el miedo arañando su estómago.
 
—Dime. Por favor —solicitó.
 
—Ellos la han subido en la lista de trasplantes. Sus resultados de laboratorio no se ven bien —dijo Gimena, su voz quebrándose al final.
 
—Pero, ¿eso no es algo bueno? Quiero decir, a ella le darán un riñón nuevo pronto, ¿verdad?
 
—En teoría, sí. Pero Lali tiene un rato tipo de sangre, lo cual sabías. Además de eso, están teniendo problemas para coincidir con su tipo de tejido.
 
—Entonces, ¿qué estás diciendo?
 
Cuando Gimena rompió en lágrimas, Peter sintió que su corazón dejó de latir.
 
—Si no le encuentran uno adecuado pronto, ella no será capaz de durar mucho más tiempo solamente con diálisis.

El pasillo se inclinó, y Peter se apoyó contra la pared, deslizándose hacia abajo, hasta que se desplomó en el suelo. Incluso si hubiera sabido qué decir, no creía que pudiera hablar en ese momento.
 
—¡Oh, Dios, cómo desearía que yo o Cande tuviéramos su tipo de sangre! —exclamó ella.
 
—¿Y su… su padre? —consiguió Peter, sabiendo que Gimena había estado tratando de llegar a él.
 
—Todavía no contesta mis llamadas. —La angustia de saber que él podía ser capaz de ayudar, pero al parecer no quería, era evidente en su voz. Sus sollozos se hicieron más fuertes.
 
Cuando su llanto se hubo reducido a esnifadas, Gimena habló de nuevo.
 
—Por favor, no le digas que te lo dije. Sé cuánto la amas, Peter, y sé que la razón por la que ella no quería que supieras es porque te ama también. Nunca he visto a dos personas de su edad sentir tan profundamente por el otro. Entiendo que necesitas saber, pero ella jamás me perdonaría si supiera que te dije.
 
—No diré nada —susurró él, el mundo y todo en él repentinamente parecía sombrío y sin esperanza—. Tengo que regresar.
 
—Está bien. Anda. Dile que la amo —dijo ella, comenzando a llorar de nuevo.
 
—Lo haré.
 
Peter se sentó en el pasillo durante varios minutos después de que hubo colgado. Oró y pidió a Dios por su misericordia, a la vez que buscaba algún tipo de solución, algo que los doctores habían pasado por alto, a pesar de que sabía en el fondo que su búsqueda era inútil.
 
Entonces algo se le ocurrió. Era una posibilidad remota, pero Peter estaba dispuesto a aferrarse a todos y cada uno de los clavos que se presentaran. Empujándose sobre sus pies, Peter fue en busca el médico de Lali.
 
* * *

Al día siguiente, Peter y Lali voltearon la esquina en el pasillo donde se encontraba su casillero. Cuando vio al grupo de gente rodeando a Mery, sus pasos se volvieron lentos y el estómago se llenó de temor.
 
Peter miró hacia Lali. Parecía incómoda, pero volvió el rostro hacia el suyo y sonrió brillantemente, tirando de él hacia adelante. Sabía que probablemente había llegado a la misma conclusión que él —tenía algo que ver con ella— pero eso no la detuvo. Caminó hacia ellos, con la espalda recta y la cabeza bien alta. Peter pensó de nuevo que ella era probablemente la persona más valiente que conocía. 
 
A medida que desaceleraban frente al casillero de Lali, Mery se volvió hacia ellos.
 
—Dios, los dos están aquí para la gran revelación —dijo, sin siquiera tratar de ocultar su anticipación.
 
—¿Qué vas a revelar? —preguntó bruscamente Peter.
 
—Ya verás —respondió ella tímidamente, sus ojos brillando con amenaza.
 
—Mery, te lo advierto…
 
Sus labios rosados brillantes se curvaron en una sonrisa maliciosa.
 
—Yo te lo advertí.
 
Peter quería agarrar a Lali y correr, salvarla de lo que le esperaba, fuera lo que fuera. Como si sintiera la dirección que sus pensamientos habían tomado, Lali apretó sus dedos para tranquilizarlo. Peter pensó que era extraño que ella fuera la que estuviera dándole ánimo. Otra vez.
 
—Muy bien, todo el mundo, júntense —dijo Mery, sosteniendo su iPhone en alto para que la gente a los costados y detrás de ella pudiera ver. Peter y Lali se mantuvieron firmes—. ¡Cha-chán!
 
Las bocas cayeron abiertas y todos excepto Mery parecieron avergonzados y nerviosos. Al igual que el golpe de una serpiente, Peter se acercó y arrebató el teléfono de los dedos de Mery. Cuando alzó la pantalla para verlo, sintió su mandíbula caer abierta. Su crueldad no tenía límites.
 
Alguien evidentemente había tomado una foto en su teléfono de Lali en bikini ese día en la playa. La humillación en su rostro era evidente, al igual que la furiosa cicatriz que delineaba su abdomen. Mery había superpuesto la foto sobre un fondo de la edición de trajes de baño de Sport Illustrated.
 
La sangre de Peter se incendió y gruñó con furia. Echando su brazo hacia atrás, lanzó el rectángulo negro a través del pasillo lo más fuerte que pudo. Se estrelló contra los casilleros y cayó al suelo. Peter estaba temblando de ira. Si Mery hubiera sido un chico, Peter la habría estrangulado.
 
—Vas a comprarme un teléfono nuevo, idiota… —Mery comenzó indignada antes de que Peter pudiera interrumpirla.
 
—Que Dios me ayude —siseó Peter entre dientes, soltando la mano de Lali para envolver sus dedos firmemente en los brazos de Mery—. Si incluso respiras en la dirección de ella alguna vez, lamentarás el día en que me conociste, Mery. Y por favor, por favor ponme a prueba. Te lo ruego.
 
Peter echaba humo mientras miraba la cara de Mery. Cuando ella pareció adecuadamente aterrorizada, Peter la soltó y se volvió hacia Lali. Solo que ella ya no estaba de pie detrás de él. Había caminado a través del pasillo para recoger el teléfono de Mery.
 
—¡Lali, no lo hagas! —consiguió decir Peter, pero era demasiado tarde.
 
Peter contuvo la respiración cuando ella miró la pantalla del teléfono. Rezó porque estuviera en blanco, que lo hubiera roto y la foto hubiera desaparecido. Pero cuando vio el color drenarse del rostro de Lali, sabía que no lo estaba. Rabia contra Mery y agonía por el dolor de Lali lucharon en su interior.
 
El pasillo estaba absolutamente en silencio mientras todos esperaban la reacción de Lali. Nadie dijo una palabra, respiró o movió un músculo.

Finalmente, Lali se aclaró la garganta y volvió al lado de Peter. Con cuidado, le devolvió el teléfono a Mery.
 
—¿Sabes qué, Mery? No tengo ni el tiempo ni la inclinación para odiarte. Pero tengo un favor que pedirte. La próxima vez que hagas imágenes en Photoshop de mí en bikini, dame tetas más grandes.
 
Hubo una breve pausa antes de que la risa estallara alrededor de ellos. Lali se volvió hacia Peter y dijo:  

—Vamos. No necesito mis libros hoy. Solo tomaré apuntes. —Con eso, ella tomó su mano y lo llevó de vuelta por donde habían venido, con la cabeza aún más alta que cuando habían llegado.
 
Peter estaba seguro de que nunca la había amado más.

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