martes, 16 de julio de 2013

Capitulo 11

Capitulo 11

Con eso, Peter se movió y guió su auto fuera del estacionamiento y de regreso a la ciudad hasta la escuela.

***

Una hora después, estaban trabajando diligentemente en revelar las fotos que habían tomado. Peter aprendió que Lali prefería fotos en blanco y negro la mayoría de las veces, lo que funcionaba perfectamente.

Estaba súper consciente de Lali mientras ella se movía por la pequeña habitación, manejando hábilmente tanto papel como soluciones. Se preguntaba si podía sentir la electricidad de su atracción crepitando en el aire entre ellos como él podía. La sentía sobre su piel. Hormigueaba con la conciencia de ella, con el deseo de sentir su cuerpo presionado contra el de él otra vez. Tan distraído como estaba por su presencia, se encontraba genuinamente sorprendido que no dañara algo.

Cuando terminaron con los dos primeros rollos, inclinó su espalda contra la pared y miró hacia las filas y filas de fotos colgando en las líneas que pasaban a través de la habitación. Lali se movió para hacer lo mismo, cruzando sus brazos sobre el pecho imitando su pose.

Ella miró arriba hacia él y sonrió pícaramente. Él apretó sus dedos en un puño para evitar estirarse por ella.

Intencionalmente girando su atención lejos de Lali, miró su fila de fotografía. Al principio, simplemente notó que ella había tomado fotografías de muchos de los mismos lugares y personas que él. Llegó a la conclusión que era debido a su proximidad, el limitado número de lugares que habían ido y las cosas similares que habían observado.

Pero entonces empezó a mirarlas realmente.

Empujándose lejos de la pared, se acercó a la tira de imágenes y las examinó más de cerca.

—Lali, éstas son increíbles —dijo, sorprendido al encontrarse intimidado por su trabajo.

Primero se detuvo enfrente de la imagen de una mujer paseando a su perro. La foto de Peter había mostrado un gran uso de la luz, mientras tomaba la foto cuando el viento soplaba un árbol y salpicaba su rostro con la sombra de las hojas. Su foto era visualmente estimulante y balanceada.

Pero la foto de Lali era increíble. Ella había capturado a la mujer cuando el sol estaba completamente brillando sobre su rostro. Iluminando su cabello negro y la brillantina de su brillo labial, y era igual de visualmente estimulante como la de Peter, sólo que de una manera diferente. Pero su imagen contaba una historia. Peter ni siquiera había notado cuán melancólica y distraída parecía la mujer. No hasta ahora, mientras la observaba a través de los ojos de Lali.
 
Su cabeza estaba ligeramente inclinada y una pequeña ceja fruncida arrugaba la piel de su frente. Sus ojos estaban bajo la sombra, pero su boca lo decía todo. Había una tristeza que la rodeaba y que Lali había logrado capturar de tal manera que en realidad apretaba su corazón.

Y no fue la única. Cada foto que miró, la reconoció del parque, pero realmente no había visto a ninguna de las personas que Lali había visto, no en la forma en que ella lo había hecho. Capturó perfectamente el asombro en el rostro de una niña cuando una mariposa descendió sobre su dedo extendido. Había captado la tranquilidad absoluta de un hombre mayor haciendo yoga en una colchoneta a la sombra. Ella había capturado la alegría sin límites de una pareja que acababa de hacer una promesa de pasar el resto de sus vidas juntos. Había tomado fotos de su rostro mientras miraba hacia arriba estando de rodillas frente a la mujer que amaba, pidiéndole matrimonio. Había tomado fotos de su cara mientras ella reía y lloraba su respuesta. Y había tomado fotos de su abrazo exuberante después de que habían cerrado el trato con un beso. Peter casi podía sentir su emoción.

Cuando se volvió hacia ella, las palabras que había querido decir murieron en sus labios. Lali estaba mirando más allá de él, estudiando una de sus fotos, una expresión intensamente perdida en su cara. Levantó los ojos hacia él y sintió que su corazón se sacudía en el pecho.

—¿Qué? ¿Qué es? —le preguntó, yendo hacia ella y tomando su rostro entre sus manos. Se encontraba desesperado por arreglar lo que había puesto esa mirada en su cara.

Durante varios segundos, Lali miró la cara de Peter, sus ojos luminosos brillaban con el susurro de las lágrimas no derramadas. Cuando por fin habló, tuvo que esforzarse para oír su voz:

—No quiero morir.

El corazón de Hardly se partió.

—¿Qué? —Sintió como todo su mundo se había detenido y se centró por completo en sus palabras. ¿Estaba muriendo?

—No quiero morir —repitió, con voz temblorosa—. Quiero vivir. Quiero vivir la vida con todas sus emociones y experiencias. No quiero perderme nada. Pero siento que lo haré. Me siento como que estoy viviendo con tiempo prestado.
 
—¿Por qué siquiera dices eso? —Su pulso latía dolorosamente en su garganta, golpeando con fuerza en sus oídos. No tenía ni idea de por qué, pero se sentía casi en pánico hablando de la muerte de Lali.

—He tenido cáncer. Y ahora sólo tengo un riñón. ¿Sabes cómo luce el futuro para alguien como yo?

No tenía idea de qué decir. Lo único que sabía era que haría cualquier cosa a su alcance para evitar que eso sucediera. No tenía la menor idea de lo que podría ser, sólo sabía que haría cualquier cosa. Pero ahora, en este mismo momento, necesitaba desesperadamente hacerla sonreír, para quitarle su tristeza y preocupación.

—No vas a morir. No te dejaré.

—¿No lo harás?

—No. Lo prohíbo y eso es todo.

Lali rió entre dientes, dándole una sonrisa aguada.

—Se puede controlar ese tipo de cosas, ¿eh?

Sonrió, pero la gravedad de lo que ella estaba diciendo y de lo que él estaba sintiendo evaporó la sonrisa de su cara.

—Sé que nos acabamos de conocer y sé que esto va a sonar loco, pero si pudiera arreglarlo, lo haría. Haría cualquier cosa para no tener que verte triste o preocupada otra vez.

—Entonces tal vez deberías correr. ¡Rápido!

Peter bajó la cabeza lo mínimo para mirarla directamente a los ojos.

—Yo no voy a ninguna parte.
 
Lali buscó sus ojos, en busca de alguna evidencia de que estaba exagerando o simplemente dándole alguna especie de línea, pero no encontró nada, excepto sinceridad. Y algo más, algo más profundo.

Estirándose, ella enredó con los dedos de ambas manos sus muñecas.

—¿Por qué debería creerte? —susurró.

—Porque estoy diciendo la verdad —respondió en voz baja.

Peter observó sus ojos pasar de su boca y a sus ojos y, como si hubieran sido tocados por su mirada, sus labios se estremecieron en respuesta. Cuando sus ojos volvieron a los de él y le sostuvo la mirada, vio algo maravilloso y que cambió la vida en ellos, algo que él nunca querría dejar ir, algo sin lo cual nunca querría vivir.

Sus labios se separaron por un momento para permitir que un pequeño suspiro escapara. Peter sintió su aliento cálido patinar sobre sus mejillas y supo que tenía que probarla otra vez. Sólo una vez más. O mil.

Todavía sosteniendo ligeramente su cara, bajó la cabeza hasta que sus labios se encontraron con los suyos. Eran suaves y dóciles, listos. Impacientes. Él separó los suyos, y ella abrió los de ella. Deslizó su lengua en su boca y se encontró con la de ella, acariciándola sensualmente, volviéndolo loco. Él la atrajo hacia su boca y la chupó con suavidad. Ella gimió. Fue su perdición.

Deslizando sus manos en su pelo, inclinó la cabeza y profundizó el beso, aplastando su boca bajo la suya. Ella no mostró ningún temor, ni duda. Simplemente lo encontró, fuego con fuego, y una espiral de pasión juntos.

Peter la sintió inclinarse hacia delante, su cuerpo flexible presionando contra el suyo, más grande y duro. Él movió sus manos por sus brazos y alrededor de su estrecha cintura, presionando la parte inferior de su cuerpo contra el suyo. Ella condujo sus dedos entre su pelo y los sujetó, sosteniendo su cara contra la de ella.

Nunca había sentido una conexión tan intensa con alguien antes. Nunca. La forma en que ya se sentía por ella debería haber sido su primer indicio de que la atracción física no tendría ninguna coincidencia, sin igual. En toda su vida —pasado, presente y futuro— sabía que nunca encontraría otra persona que hiciera arder su cuerpo, corazón y alma de la forma en que Lali lo hacía.

Fuera de su mente por el deseo, Peter metió las manos debajo de su remera holgada. Dejó que subieran y bajaran por su espalda, deslizando sus dedos por debajo de la correa de su sujetador y luego de vuelta hasta la cintura para deslizarse justo dentro de la cintura de los vaqueros. Luego las movió a su estómago. Y la sintió estremecerse.

Se quedó inmóvil un segundo antes de que ella se apartara, poniendo distancia entre su cuerpo y las manos de Peter. Sus mejillas estaban rojas por el deseo, pero su mirada baja claramente estaba ocultando vergüenza.
—Lali, lo siento. Me dejé llevar. Yo nunca he... Quiero decir que yo no... yo no quería... —balbuceó, deseando saber qué decir para que ella no luciera como si quisiera correr y esconderse.

—Está bien. En serio. Probablemente debería irme —dijo apresuradamente, volviendo a tomar el bolso—. Yo diría que ya terminaron con los neumáticos por ahora.

Peter no tenía idea de qué decir, cómo hacer cualquier cosa que él había hecho bien. No estaba seguro de si la asustó con su pasión desbocada o qué. Ella había parecido tan atrapada en el momento como él, por lo menos al principio.

Fuera lo que fuese, quiso rectificarlo, pero ella parecía cualquier cosa menos dispuesta a hablar. Por esa razón y sólo esa razón, simplemente la dejó ir. Por ahora.

—Está bien. Voy a volver y conseguir estos más tarde. —Sin decir una palabra, siguió a Lali fuera, cerró detrás de ellos y luego se dirigió silenciosamente a su lado del coche.

Trató de mantener una pequeña conversación en el camino de regreso al Mundo de los Neumáticos, pero ella apenas era cortés, sin participar realmente en la conversación, y mucho menos profundizándola.

Cuando llegaron, pagó las reparaciones y recuperaron las llaves del coche de Lali. Él la acompañó hasta él, le quitó el seguro y abrió la puerta antes de entregarle las llaves.

—Lali, estoy realmente…

—Muchas gracias por hacer esto. Te lo pagaré todo.

—Te dije que no quiero que me lo pagues —dijo, incapaz de ocultar su ceño fruncido.

—De todos modos, voy a hacerlo.

—Lali, mira, si esto es por lo de antes…

—Por favor, no digas nada más. No lo empeores. Vamos a hablarlo un día, ¿de acuerdo? He tenido un tiempo realmente bueno y realmente aprecio que me prestaras tu cámara.

Con eso, se sentó al volante y esperó deliberadamente que él se alejara de la puerta para poder cerrarla. Con un suspiro de frustración, lo hizo. Rápidamente puso el coche en marcha, le lanzó una sonrisa tensa diciéndole adiós con la mano y luego se alejó.

Peter estaba confundido. Y muy enfadado consigo mismo por su pérdida de control. Había sentido desde la primera vez que la había visto que Lali era delicada. En todos los sentidos. ¿Por qué no había sido capaz de controlarse? Nunca antes había tenido problemas con el control. ¿Era sólo que ella lo sacaba, que él la quería tanto?
 
Cuando lo consideró, se dio cuenta de que eso era exactamente lo que era. Él nunca había querido tanto a alguien. Nunca. Y así, por completo, también. Quería su corazón, cuerpo y mente. Él sólo quería mirarla, escucharla y estar en su presencia. Sólo estar con ella lo hacía sentir más vivo de lo que jamás se había sentido. Ella lo hacía sentir de todo —profundamente rico e intenso— y lo hacía sin esfuerzo. Pero, ¿cómo iba a decirle eso sin asustarla?

Las preguntas se arremolinaban en su mente cuando regresó al cuarto oscuro a recoger las fotos que habían revelado. Estuvo una vez más sorprendido por la profundidad emocional que transmitía ella a través de sus fotografías. Al llegar a los rollos no revelados, se encontró preguntándose qué más había visto Lali y él no, qué otra percepción de su mente obtendría al mirarlas, al ver lo que ella vio.

Arremangándose, Peter reveló el último rollo de película. Él estuvo, posiblemente, más confundido que nunca al descubrir que de alguna manera había logrado tomar una gran cantidad de fotos de él sin que jamás se diera cuenta. Y lo que ella había capturado lo sorprendió incluso a él.

Una vez que estuvieron todas secas, empacó las fotos y se fue, cerrando la habitación oscura detrás de él otra vez. Al pensar en las fotos mientras se dirigía a su coche, no podía evitar sentirse expuesto, como si Lali hubiera visto cosas que él no quería que viera, no había querido que nadie las viera. Durante todo el camino a su casa, reflexionó sobre su percepción, su capacidad de ver realmente el mundo y a la gente.

Horas más tarde, estaba acostado en su cama, mirando las fotos de nuevo. Cada vez estaba más inquieto por ellas. Cuanto más las estudiaba, más desesperadamente sentía que tenía que ver a Lali. No tenía ningún temor de que le dijera a alguien lo que ella creyó ver en las fotografías, o que de alguna manera las hiciera públicas. Ni siquiera se preocupó de que ella lo juzgara. Intuitivamente, sabía que no era así. En el fondo, sin embargo, le preocupaba que descubriera que no le gustaba quién era, como a él no le gustaba quién era, y que se negara a volver a verlo. Eso es lo que le preocupaba.

No fue hasta que estuvo de pie una vez más delante de la puerta delantera de Lali a una hora casi indecente que se dio cuenta que podría no causar la mejor impresión sobre ella o su familia. Pero a pesar de que lo intentara, simplemente no podía convencerse de irse. Sólo sabía que tenía que verla. No tenía muy en claro por qué, sólo sabía que lo necesitaba. Estaba tocando el timbre antes de que pudiera pensar más.

La madre de Lali estaba sonriendo con ironía cuando abrió la puerta esta vez.

—Sr. Lanzani. ¿Vas a hacer un hábito de esto?

Tuvo la delicadeza de ruborizarse mientras balbuceaba una respuesta razonable, que estaba decidido a evadir.

—Bueno, en ese caso, será mejor que me llames Gimena —dijo ella, dando un paso atrás de la puerta para que pudiera pasar—. Entra.

Peter sonrió y entró en la sala de estar, sosteniendo firmemente la pila de fotos que llevaba. Gimena hizo un gesto para que se sentara, pero se mantuvo de pie mientras llamaba a Lali.

—¿Qué? —Fue la respuesta fuerte.

—Ven aquí —ordenó Gimena. Ella dijo en voz más baja a Peter—: Apuesto a que tenía su música y no oyó el timbre.

Segundos más tarde, Lali entró deambulando a la sala de estar. En el instante en que vio a Peter, se detuvo en seco.

12 comentarios :

  1. mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  2. masssssssssssssssss por favor

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  3. tengo un nudo grande en la garganta popr las palabras de lali fui fuerte lo q le dijo a peter, ojala y ella no se asuste y se deje enamorar por peter, yo se que ella va a estar bien cierto¡ :)

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  4. q lindooo y triste por lo q siente lali

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  5. Quieeeeero mas, me encanta :)

    Arii

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  6. Me fascina la novelaaaaaaaaaaaaaa es genial por favor sube mas sip
    Patty

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  7. Por el amor de dios sube más

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