sábado, 20 de julio de 2013

Capitulo 21

Capitulo 21

Sacudiendo la cabeza para despejarse, Peter decidió que no le temía tanto al viaje como lo había hecho antes del partido. Necesitaba estar lejos de Lali. Si no podía estar con ella, tenía que encontrar una manera de no torturarse con ella. Tal vez encontraría eso en el lago.

***

Como de costumbre, había una fiesta después del partido. Esta vez, Peter no tenía que pensar en una excusa plausible para no ir. Tenía que llegar a casa para el viaje de la familia al lago.
 
No fue hasta que se detuvo en su camino de entrada y vio el familiar convertible rojo que Peter se inquietó. ¿Qué estaba haciendo Mery en su casa?
 
Con un profundo suspiro, Peter estacionó y se dirigió adentro. Mery estaba sentada en la sala de estar, riendo con su familia.
 
—Ahí estás —dijo alegremente Bartolome Lanzani—. Me alegra que llegaras a casa. Tienes suerte de que tuvieras un auto que conducir después de un partido como ése.—Se echó a reír para sacar el aguijón de sus palabras, pero todos en su familia sabían que había más que un grano de verdad en lo que el anciano Lanzani estaba diciendo. Él obviamente había contemplado quitarle al auto a Peter. Su farsa era estrictamente para el beneficio de Mery.
 
Peter sonrió apretadamente ante las “bromas” de su padre.
 
—Podría haberme saltado el viaje al lago y pasar el fin de semana con Pablo. Estoy seguro de que me habría prestado su camioneta.
 
—Pero habría sido grosero con la pobre Mery. Ella está yendo específicamente para acompañarte.
 
—¿Qué? —Peter no pudo evitar la sorpresa y el disgusto en su voz.
 
Los ojos de Bartolome brillaron, desafiando a Peter a avergonzarlo.
 
—Sí, la invité a venir. Ustedes dos siempre amaron mucho el lago, ¿por qué no hacerlo una feliz reunión?
 
Peter quería informarle a su padre, y a Mery, que no habría reunión de ningún tipo, pero podía decir que su padre todavía estaba en un berrinche. Probablemente uno incluso peor que antes. Después del partido, Peter estaba sorprendido de que su padre no hubiera hecho algo drástico, algo mucho peor que tomar su auto y empujar a su ex novia a su garganta.
 
Con otra sonrisa tensa, Peter se excusó, necesitando un minuto para calmarse y pensar.
 
—Supongo que sería mejor conseguir mi mochila entonces. —No esperó por el permiso de nadie, sino que simplemente se alejó hacia las escaleras.
 
Avanzó dos escaleras a la vez, su sangre en llamas. No se detuvo hasta que estuvo sentado en el extremo de la cama, detrás de las puertas cerradas.
 
Él dejó caer su cabeza entre sus manos. Todavía no podía creer lo prepotente que su padre podía ser a veces. No había límites para lo que iba a hacer para conseguir lo que quería, para obligar a los demás a plegarse a su voluntad. Ninguno.

Un ligero golpe hizo rechinar los dientes de Peter. A menos que fuera Stefano, no tenía ganas de ver a nadie más en su casa. En momentos como estosc ulpaba a su madre tanto como a su padre, sobre todo porque ella había estado parada a un lado toda su vida, dejado a su padre hacer lo que quería. Incluso golpear a su hijo.
 
—¿Qué? —espetó.
 
No hubo respuesta, solo el crujido de la puerta cuando se abrió lentamente. Cuando Mery entró por la abertura y cerró la puerta detrás de ella, Peter saltó de la cama y caminó hacia el otro lado de la habitación, deteniéndose para cruzar los brazos sobre el pecho.
 
—¿Qué quieres, Mery?
 
—Mira, Peter —comenzó ella, moviéndose para posarse en el borde de la cama, en el lugar exacto que había dejado vacante—. Sé que esta no es la manera en que querías pasar tu fin de semana, pero tu papá me llamó antes del partido de esta noche, rogándome que viniera. Él solo quiere lo mejor para ti. ¿No puedes sólo seguirle la corriente por un fin de semana y pretender que nos estamos llevando bien?
 
Sonaba calmada y racional. También desorientada. Mery no tenía idea de cómo era realmente su padre, qué clase de monstruo acechaba bajo esa superficie pulida. Peter siempre había hecho grandes esfuerzos para ocultar las marcas que su padre había dejado en él, en primer lugar por temor a la ira de su padre y luego por temor por su madre y hermano. Le preocupaba que si el Servicio Social lo sacaba de su casa bajo circunstancias de ese tipo, humillando a su padre de esa manera, habría un infierno que pagar en casa. Infierno puro.
 
—No tienes idea de lo que estás hablando, Mery.
 
—Entonces dime. Ayúdame a entender. No ve por qué esto sea la gran cosa. —Hizo una pausa, paseando la mirada dócilmente—. A menos que tuvieras planes con alguien más, eso es.
 
Peter sabía muy bien que no debía caer en sus trucos. Mery estaba tramando algo y él lo sabía. Sólo que no sabía qué.

Mordiendo su lengua, Peter se frotó la parte trasera de su cuello, apretando los músculos tensos que sentía allí. Sabía que discutir no era la manera más sabia de empezar el fin de semana, no cuando estaría encerrado con las dos personas que más le irritaban en el mundo. Él era lo suficientemente inteligente para darse cuenta de cuándo jugar bien.
 
Peter suspiró.
 
—Estoy sorprendido. Es todo. Y, después de ese partido, estoy de mal humor. Pero lo superaré. Vamos a intentar salir de esto, ¿de acuerdo?
 
Debió haber sido algo parecido a lo que Mery quería oír. Ella se animó inmediatamente.
 
—Sólo pretende que las cosas están mejorando entre nosotros y él estará bien. Sólo quiere que seas feliz.
 
—Mery, voy a estar de acuerdo con toda esta cosa del fin de semana, pero tú y yo sabemos que no vamos a volver a estar juntos.
 
A pesar de que se veía frustrada, Peter pudo decir que no estaba convencida. Éldudaba que su ego le permitiera creer que eso era posible, ser dejada y despreciada por la misma persona en menos de una semana.
 
—Lo que tú digas, Peter —dijo ella, sonriendo dulcemente. Nop. Ella no estabaconvencida.
 
Resignado, Peter tomó la mochila que había empacado antes. Se concentró en deslizar el cargador de su celular en el bolsillo lateral de la mochila grande y azul. A pesar de que dudaba que lo usara, era un pequeño consuelo para él saber que podía al menos llamar o enviarle un texto a Lali si estaba demasiado aburrido. Lo hacía sentirse no tan separado de ella.
 
Pasando al lado de Mery sin decir una palabra, Peter llevó su mochila escaleras abajo, fuera de la puerta y dentro del garaje, donde la arrojó en la parte posterior del Navigator de su padre.

Peter estaba casi de vuelta en la sala de estar cuando tuvo un momento de inspiración. Decidió conducir él mismo hasta el lago. Al menos tal vez no se sentiría tan atrapado si tenía una vía de escape.
 
Mientras volvía sobre sus pasos y transfería su mochila del Navigator hasta su carro, se debatió con la mejor manera de manejarlo. Fue entonces que se dio cuenta de que su padre le había proporcionado la excusa perfecta. Sólo que no lo sabía.
 
Cuando Peter se detuvo en la puerta de la sala de estar, anunció sin preámbulos:
 
—Creo que conduciré también, así Mery y yo podemos hablar —Peter le sonrió a Mery, realmente vendiéndolo—. Si está bien contigo, claro. 

Mery estaba radiante.
 
—Eso suena perfecto.
 
Aunque su atención estaba apuntando a Mery, Peter no se perdió la sonrisa satisfecha de su padre. No dejó que lo molestara, sin embargo. Su queridísimo papi sólo no sabía quién estaba jugando con quién.
 
Peter tuvo el repentino impulso de reír. Se sentía increíble finalmente conseguir una sobre el genial Bartolome Lanzani.
 
Poco después, Peter y su padre estaban saliendo de la calzada, dirigiéndose hacia su casa en un pequeño lago de allí. La mayoría de la gente pensaba que estaban locos por dejar la costa en favor de un lago, pero al padre de Peter le gustaba la soledad del lugar y, en el hogar Lanzani, eso era todo lo que importaba.
 
Saber que había logrado burlar a su padre mantuvo sonriendo a Peter por la mayor parte del viaje de setenta minutos. Incluso se las arregló para atraer a Mery en una pequeña conversación.
 
Él era agradable. Ella era agradable. No era su naturaleza ser cruel y grosero, en absoluto, y él la había llevado a creer que hablarían. Así que habló.
 
No fue hasta que estuvieron a quince minutos de su destino que su plan comenzó a fallar un poco.

—Entonces, ¿qué pasa contigo y esa rara de Lali? Sólo dímelo por adelantado.
 
—Ella no es rara, Mery. Sólo porque no te sigue a ti y tus amigas plásticas, eso no la hace rara.
 
—¿Entonces qué la hace?
 
—Inteligente.
 
—Ja. Ja. Muy gracioso. En serio, Peter, ¿cuál es tu problema? ¿Es sólo que quieres tener sexo con ella? Porque puedo pensar en veinte chicas que son mucho más bonitas que ella que se te ofrecerían en un instante.
 
—¿Qué? —dijo Peter, atónito—. ¡No! Por Dios, Mery, ¿siempre has sido así?
 
—¿Así cómo? ¿Dispuesta a hacer cualquier cosa para conservarte? Sí. Es sólo que
nunca lo he hecho antes. Tú nunca habías actuado así antes. Estoy tratando de ser
compresiva.
 
—Dándole a alguien permiso para dormir por ahí, ofreciéndote a encontrar a alguien con quien engañarte es enfermo, Mery, ¡incomprensible! Eso no es amor. Eso es… ni siquiera sé qué es, pero no es saludable.
 
—¿Entonces qué es? ¿Qué tiene ella que no tenga yo?
 
¿Un alma? Peter quería decir, pero no lo hizo. Se mordió la lengua. Eso sería ir demasiado lejos. Mery obviamente tenía unos problemas muy importantes que él nunca había reconocido o se las había arreglado para pasarlos por alto. Eso no fue muy difícil de hacer con alguien tan hermosa y sexualmente aventurera como Mery. Pero ya no era suficiente para él. Él quería más. Quería sustancia, profundidad y amor.Quería a Lali. Era tan simple como eso.
 
Ante su prolongado silencio, Mery se volvió en su asiento hacia él, preguntando de nuevo:
 
—¿Qué es, Peter? Dime.

—No lo sé, Mery. Hay algo con ella. Es sólo… ella es sólo… es como si tuviera una hermosa alma.
 
Tan pronto como las palabras salieron de su boca, supo cuán cursi sonaban. La cosa era, que eran verdad, cursis o no. No podía describirlo mejor que eso.
 
—Entonces, ¿qué estás diciendo? ¿Que soy una mala persona?
 
Peter miró hacia Mery. ¿Lo era?
 
Pensó sobre eso antes de responder.
 
—No, no eres una mala persona, Mery. Eres sólo un poco… absorta en ti misma.
 
Peter no quería comenzar una pelea, y pensó que su explicación era razonable. A pesar de que pensaba que estaba un poco más que absorta en sí misma, realmente no creía que fuera una persona terrible, simplemente ni siquiera estaba en la misma liga que Lali.
 
—Puedo ser mejor, Peter. Puedo esforzarme más.
 
Por un segundo, Peter sintió lástima por ella. Realmente estaba en mal estado.
 
—Nadie es perfecto, Mery. Todos podemos hacerlo mejor, pero hazlo por ti, no por mí. No por alguien más.
 
Ella volvió el rostro hacia el parabrisas una vez más. Peter podía ver el ceño fruncido que se plegaba en su frente y notó que estaba mordiéndose el labio. Quizás de verdad estaba escuchándolo, realmente absorbiéndolo y pensando en ello. Él no quería lastimarla, pero ella necesitaba saber cómo era percibida por los demás, que no siempre decía y hacía las cosas más agradables.
 
Finalmente ella habló. Peter se dio cuenta de que estaba equivocado sobre cómo había asimilado la información.
 
—Tienes razón, Peter. Nadie es perfecto. Todo el mundo tiene defectos. Y estoy muy segura de que la señorita Lali no es tan perfecta como crees que es. Verás eso muy pronto.

—¿Qué se supone que signifique eso? —Peter pudo sentir sus vellos levantarse ante lo que parecía que ella estaba insinuando.
 
Mery lo miró y sonrió. Estaba seguro de que si una víbora pudiera sonreír, así es como se vería. Lo hizo sentirse más que un poco inquieto sobre lo que ella podía ser capaz de hacer.
 
—Nada. Nada en absoluto.
 
—Entonces ayúdame, Mery, si tú…
 
—No te molestes con tus amenazas, Peter. Si ella siquiera es la mitad de la persona que crees que es, entonces ninguno de los dos tiene nada que temer, ¿verdad?
 
Peter apretaba y desapretaba los dientes, luchando por mantener la calma.
 
—Ten mucho cuidado, Mery. —Su voz era grave y mortal, incluso a sus propios oídos.
 
—Tú también, Peter —respondió ella.
 
Iba a ser un fin de semana largo.

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