miércoles, 24 de julio de 2013

Capitulo 30

Capitulo 30

—Vamos. Tengo una sorpresa para ti —dijo Peter mientras estaba sentado en su coche tratando que Lali se pusiera una venda en los ojos.

—No vas a hacer que nos arresten, ¿verdad? Porque luzco terrible en naranja y soy alérgica a las barras de metal.

—¿Cómo sabes que eres alérgica a las barras de metal? 

—Intuición femenina —respondió ella, con una expresión muy seria.

Peter sonrió.

—Sólo póntelo. Te lo prometo, te gustará esta sorpresa.

Lali levantó una ceja sugestivamente.

—¿De verdaaaaaad?

Peter sonrió con aire de suficiencia, viendo brillar los ojos de Lali ante la anticipación y ensanchar su sonrisa de emoción.

—De verdad, verdad.

Se sentaron mirándose a los ojos durante un momento más, la tensión sexual crujía en el aire alrededor de ellos, antes de que Lali se estirara y agarrara las muñecas de  Peter, tirando de ellas hacia su cara.

—En ese caso… —dijo, pidiéndole que le vendara los ojos.

Peter ató la pieza gruesa de tela negra alrededor de su cabeza y luego encendió el motor. Menos de diez minutos después, estaba guiando a Lali por la hierba en la escuela.

—Espero que no estés llevándome a un sacrificio pagano donde yo sea el… ya sabes, sacrificio —bromeó Lali, estirándose para ajustar la venda de los ojos.

—¡No mires a escondidas! —advirtió Peter, instándola a avanzar lento pero constantemente.

—No estaba espiando. Sólo estaba ajustándola. —Después de varios pasos, la oyó olfateando—. Algo huele mal. Y no me refiero metafóricamente. Lo digo literalmente. ¿Te tiraste un pedo?

Peter se rió. Olió el estiércol del edificio de horticultura.

—No, no lo hice.

—¿Te duchaste? —bromeó.

—Sí, me duché.

—¿Soy yo? ¿Es ese el gran secreto? ¿Huelo a mierda y nadie se ha tomado la molestia de decírmelo?

Peter suspiró en voz alta, de forma dramática.

—No, el gran secreto es que hablas demasiado. Ahora has arruinado la intervención que hemos estado realizando. ¿Feliz?

—¿Realmente hablo…?

—No, Lali. Sólo estaba bromeando. Ahora calla. Ya casi llegamos. Sé paciente.

Peter la hizo detenerse justo fuera de la puerta del invernadero. La abrió y las bisagras crujieron ruidosamente, haciendo que Peter hiciera una mueca. Vio la frente de Lali arrugarse y se preguntó si sabía dónde estaban, si el sonido lo había revelado. No es que importara, él quitaría la venda de los ojos en un momento de todos modos.

—Mmm, huele mucho mejor aquí —observó. Peter sonrió. Se había asegurado que todas las velas estuvieran encendidas antes de ir a recoger a Lali. Había calentado el invernadero y acentuado el aroma de las orquídeas, llenando todo el lugar con su olor dulce.
 
Peter la condujo por el pasillo estrecho entre todas las plantas "normales", como ella las llamaba, a la curva que los llevaría a las orquídeas. Se detuvo y se dio la vuelta para que ella estuviera de espaldas a ellos.

Tomando una respiración profunda, Peter comenzó.

—Te he traído aquí para celebrar.

—¿Celebrar qué?

—Tu madre accedió a que yo te diga.
 
Peter hizo una pausa, sabiendo que se volvería loca. También estaba sonriendo tan ampliamente, que sabía que ella sería capaz de oírlo en su voz, por lo que esperó.

—¿Qué?

Esperó todavía.

—¿Qué?

Y esperó aún más.

—¿Qué? Me estás matando.

—Tuvo respuesta del doctor.

—¿Y? —preguntó rápido, prácticamente vibrando con anticipación.

—Encontraron un donante compatible, Lali.

Peter no sabía qué tipo de reacción esperar, pero le gustó la que obtuvo. Lali chilló y se lanzó a sus brazos. Ella medio rió y medio gritó mientras él le daba vueltas y vueltas. Cuando la volvió a poner sobre sus pies, ella le apretó con fuerza y luego se echó hacia atrás, sin dejar de sonreír ampliamente.

—¿Puedo quitarme esto ahora? —preguntó ella, levantando una mano hacia la venda de los ojos.

—En un segundo —dijo Peter—. Estira tus manos y ahuécalas para mí.

Sin dudarlo, Lali dio un paso atrás e hizo lo que le indicó. Peter se inclinó y cogió la pequeña maceta de un estante a la izquierda y la puso en las manos de Lali. Con cuidado, le quitó la venda de los ojos. Mientras observaba su rostro, trató de ver su regalo a través de sus ojos, rezando para que le gustara.

La flor violeta y lila de la orquídea colgaba pesadamente de su tallo delicado. Sus hojas ovales estaban metidas atrás, dejando al descubierto el interior de colores por sólo unas pocas horas en la noche antes de cerrarse de nuevo para ocultar su belleza de los ojos indiscretos. Un aroma celestial derivaba de los pétalos, provocando la nariz de Peter.

Sabía que Lali amaba la flor. Su expresión era perfectamente perceptible, incluso a la suave luz de las velas. Sus ojos parpadearon, de Lali a la orquídea y viceversa. Aunque la flor era impresionante, para Peter, se minimizaba en comparación con la magnificencia de Lali.

—¿Qué es? —preguntó ella, sosteniendo la maceta con una mano para poder acariciar la flor con la otra.

—Es una orquídea, tonta.

Lali estaba demasiado sorprendida para morder el anzuelo.

—¿Pero qué clase de orquídea?

Peter estaba esperando que se lo preguntara, porque la respuesta era la mejor parte.

—Se llama Orquídea Lali.

—¿Orquídea Lali? —preguntó—. ¿Hablas en serio?

—Sí.

—¿No me estás tomando el pelo?

—No.

—¿Dónde la encontraste?

—No lo hice.

—¿Qué quieres decir?

Peter hizo una pausa para darle efecto.

—Tenía a alguien para que lo hiciera —Cuando Lali levantó la vista hacia él, confundida, continuó—: Hablé con el Sr. Billson, el profesor de Horticultura, y él accedió a intentar y unir dos de tus orquídeas favoritas en una híbrida. Si ésta crecía, prometió que me dejaría nombrarla.

Peter podía decir que Lali se quedó sin habla. Ella inclinó la cabeza y metió la nariz en el centro de la flor, inhalando profundamente. Aunque cerró sus ojos, el aprecio y la verdadera admiración estaban escritos en todo su rostro. Peter nunca había conocido a alguien tan complacido, tan cautivado por las cosas pequeñas. Era una de las muchas razones por las que ella era tan especial para él.

Cuando ella abrió sus ojos y los levantó hacia los suyos, estaban brillando con lágrimas no derramadas.

Peter estaba conmovido.

—Esta noche conseguiste tu milagro. El día que te vi, sentada con Cande en el parque, yo conseguí el mío.

Ella contuvo su aliento, con miles de emociones revoloteando en su rostro. Pero una era predominante. Amor. Peter podía sentirlo irradiando de ella como el calor del sol.

—Gracias —susurró—. No sé qué… Yo nunca he… Quiero decir, yo…

Peter se acercó y rozó con la punta de un dedo su sedosa mejilla.

—Cualquier cosa por ti —inclinó la cabeza y rozó su boca sobre la de ella. Sus labios se sentían como terciopelo, e incluso ese pequeño contacto amenazó la rienda apretada que tenía en su control. Levantando la cabeza un poco, presionó un beso en su mejilla y susurró en su oído.

—No he terminado.

Tomándola por los hombros, Peter le dio la vuelta a Lali lentamente. Cuando escuchó su jadeo, inclinó la cabeza y besó el hueco de su cuello. Ésa era justo la reacción que esperaba.

La boca de Lali se había quedado abierta en una silenciosa O, y sus ojos estaban enormes mientras ella asimilaba fila tras fila de orquídeas en flor de noche, todas mostrando orgullosamente sus pétalos coloridos. Estaban iluminadas por docenas de velas que Peter había puesto en cada superficie disponible.

Vio caer su mirada. Allí, a los pies de ella, en el centro del suelo, había una gruesa pila de mantas salpicadas con pétalos de color rojo sangre.

Cuando ella se volvió hacia él esta vez, su rostro le dijo que ese momento era tan especial como él había esperado que sería. No quería que ella viera simplemente la noche como un artículo para sacar de su lista de deseos. Quería demostrarle lo mucho que la amaba, lo mucho que significaba para él, lo mucho que quería complacerla.

—Tú realmente eres de lo que los sueños están hechos, Peter Lanzani —dijo ella, recordándole la vez que lo había dicho una vez antes. Habían llegado tan lejos desde entonces—. Y estoy tan contenta de que seas mío —murmuró, su voz temblaba por la emoción.

—Tú eres mi sueño, Lali, y te amo más que a nadie que haya conocido. Pasaré el resto de mi vida amándote. Por siempre. Pero, ahora mismo, vamos a empezar con esta noche. Déjame amarte esta noche.

Con eso, Peter inclinó de nuevo la cabeza y presionó sus labios contra los de ella. Se separaron inmediatamente y él deslizó su lengua lentamente dentro de la caverna cálida de su boca, explorando cada rincón dulce hasta que sintió sus dedos abriéndose paso en su pelo.

Agachándose, Peter levantó a Lali en sus brazos, su peso era ligero como pelusa en sus brazos, y la llevó hasta la gruesa cama de mantas. Suavemente, sin romper su beso, se arrodilló y la bajó sobre su espalda.

Cuando ambos estaban sin aliento por la pasión, Peter alejó su boca y se echó hacia atrás para mirarla. Los ojos de Lali eran de un marron oscuro en la poca luz y brillaban con el amor y el deseo que sentía por él. Esto floreció en su pecho como las orquídeas a su alrededor. Él lo sostuvo con fuerza, dejando que la sensación se grabara en los muros de su corazón, así nunca lo olvidaría.

8 comentarios :

  1. hay uno mas porfa te lo ruego no me djers asi

    ResponderEliminar
  2. Noooooo, definitivamente no nos podes dejar asi, maaaassss porfa :)

    ResponderEliminar
  3. noooome digas que peter es el donante??

    ResponderEliminar
  4. para mi tambien es el donante... sear?
    sube otro porfa!!

    lolaz

    ResponderEliminar
  5. Para ki tambien peter es el donante. Dios es un amor.con patas :3

    ResponderEliminar
  6. Hooola nueva lectora, me encanto esta adaptación, es hermosa! pero te quería pedir un favor, ¿Me podrías pasar la novela original por correo? es que me gustaría leerla. GRACIAS.
    Espero el siguiente :)

    ResponderEliminar