lunes, 8 de julio de 2013

Capitulo 32

Capitulo 32

Mar

El olor a café me despierta. Entierro mi rostro en la almohada. El persistente olor del gel para después del afeitado de Burberry se abre camino a través de mis sentidos. Peter besándome en su estudio y de nuevo en la cocina se reproduce en mi mente. Extiendo la mano para alcanzarlo. Solo necesito sentirle, tener su toque quemando mi piel sabiendo que él es el único que puede extinguir el fuego.

Su lado está vacío y frío. Me siento de repente. Las colchas están lisas, sin tocar. Falta su almohada. Me vuelvo a hundir en la mía y cubro mi rostro. No puedo creer que su simplemente su olor pueda traer de vuelta recuerdos tan vívidos.

—¿Estás seguro de que no te meterás en problemas? —estoy susurrando aunque él me haya asegurado que sus padres no están. No solo en el trabajo o en el supermercado, sino en un avión, dirigiéndose a un crucero. Cómo les convenció para que le dejaran quedarse en casa, nunca lo entenderé, pero no me importa porque tengo a Peter entero para mí.
 
Él abre la puerta del garaje a la casa. Nos detenemos brevemente en la cocina mientras él saca dos botellas de agua de la nevera. Subimos las escaleras de la mano, hasta que llegamos a su habitación. Me entrega el agua y me quita la bufanda de seda de mi cuello. Poniéndose detrás de mí, me besa a lo largo del cuello antes de atar la bufanda sobre mis ojos.
 
—¿Qué estás haciendo?
 
—Confía en mí —dice contra mi piel.
 
Confío en él. Con mi vida.
 
Abre la puerta de su habitación, sus manos bajo mi camisa, sus dedos guiándome hacia delante. Su puerta se cierra de golpe haciendo que salte. Con mi vista obstaculizada mis otros sentidos han aumentado.
 
Peter está detrás de mí, su respiración es dificultosa. Cuando se aleja quiero seguirle. Algo hace clic y el olor de la canela y algo dulce, como galletas, impregna el aire.
 
Me quita las botellas de la mano y me empuja hacia él. Me tropiezo con él, mis manos se aferran a sus brazos para no caerme.
 
—Nunca dejaré que te caigas, Lali.
 
Me lleva al medio de su habitación. La ha decorado con luces de navidad y un pequeño árbol con unos pocos regalos bajo él.

—¿Cuál quieres abrir primero? —pregunta.
 
—Tú —digo mientras le tiro hacia abajo encima de mí.

—¡Feliz Navidad! —La puerta se abre y me saludan con la vista más hermosa del mundo, mi hijo y el hombre al que desesperadamente estoy intentando no amar. Me levanto y trato de enderezar el nido de ratas que se ha surgido durante la noche.
 
Cris salta a la cama, con una caja pequeña en sus manos. Peter le sigue, trayendo una taza de café. Se arrodilla cuando yo alcanzo la taza y susurra “Feliz Navidad” en mi oído. Quiero atraerlo a mí, justo como la última vez que estuvimos juntos en Navidad, pero me refreno.
 
—Esto es para ti. —Cris empuja la caja pequeña hacia mí. Doy un sorbo de mi café antes de ponerlo en la mesilla de noche. No sé cómo no me he dado cuenta de la foto antes, hay una foto de Cris y de mí mirándome. No sé cuándo tomó la foto Peter pero me calienta saber que somos las primeras y últimas personas que ve antes de ir a dormir.
 
Sonrío a Peter quien se ve un poco avergonzado. Me aseguraré de preguntarle más tarde. Cojo el regalo de la mano de Cris y desato el gran lazo blanco de seda. Cris se levanta junto a mí mientras Peter se sienta justo fuera de mi alcance.
 
Levanto la tapa de la caja negra. Ubicado en el interior hay un diamante en forma de corazón apoyado contra en terciopelo arrugado.
 
—Mira dentro —dice Cris aturdiéndome. Poniendo la caja abajo, deslizo mi uña entre el borde. Se abre fácilmente y mirándome está Cris y su sonrisa sin dientes.

—Se supone que tienes que estar feliz, no llorar, Mamá.
 
—Estoy muy feliz, Cris. Muchas gracias. Me encanta.
 
Extiende la mano y le choca los cinco a Peter.
 
—Tenías razón, Papá.
 
Cris salta de la cama y se dirige a la puerta.
 
—¡Vamos, chicos, ha venido Santa! —Peter empieza a reír y mira a la puerta hasta que se ha ido. Tan pronto como le oye yendo hacia abajo se acerca más a mí. Coge la caja de mi mano y saca el collar. Me inclino hacia delante, agachando la cabeza y espero a que él ate la cadena alrededor de mi cuello.
 
—¿Ansiosa? —pregunta. Mis ojos encuentran los de Peter, está concentrado en mí. Empujo mi cabello al lado más alejado de él. Él se inclina, su esencia envolviéndome. Sus dedos permanecen en mi piel siguiendo el camino de la cadena a lo largo de mi clavícula.
 
Giro mi cabeza ligeramente esperando atrapar sus labios. Él no me decepciona. Sus labios rozan contra los míos muy suavemente.
 
—Peter —susurro. Él se aleja y frota su mano contra su rostro—. ¿Qué pasa?
 
—No pasa nada. Solo no quiero apresurar las cosas. Necesito que estés lista y no un rebote porque estás herida por Pablo.
 
—Pero…
 
—Sin peros. Estuviste con él mucho tiempo y las cosas simplemente terminaron. Seré paciente, Lali. —Se levanta y se inclina sobre mí. Tengo que inclinarme hacia atrás para verle—. Serás mía otra vez.
 
Una vez que Peter está fuera de la habitación y mi ritmo cardíaco ha vuelto a ser normal, salgo de la cama y me cambio a algo presentable. El  momento en el que abro la puerta, mi nombre está siendo gritado desde abajo.
 
Cuando entro a la sala de estar siete pares de ojos me están mirando. Aparentemente, soy la última en salir de la cama esta mañana. Una mirada al árbol y veo por qué todo el mundo está listo. Santa vino y trajo el centro comercial con él. No sé de dónde han venido todas estas cosas, pero quien sea que hizo de Santa acaba de hacer el año de estos chicos. Peter se pone un sombrero de Santa y pasa regalos uno por uno. La mirada de júbilo se extiende por su rostro cuando lee su propio nombre. Arranca el papel, haciendo que los niños rían. La tapa de la caja vuela y el papel de envolver llueve sobre nosotros. Saca un álbum de fotos y empieza a pasar las páginas.
 
—¿Te gusta? —le pregunto mientras sus dedos pasan a través de los diez años de fotos de Cris.
 
Se levanta y se apresura a donde mí, levantándome. Envuelvo mis brazos a su alrededor, nuestros rostros enterrados en los cuellos del otro.
 
—Muchas gracias —murmura contra mi cuello—. Me encanta. Me encanta mucho, Mar.
 
—Creo que tu padre ama a tu madre —le dice Mateo a Cris. Tacho y Peter empiezan a reír al igual que Eugenia y yo.
 
Peter vuelve a sus deberes de Santa, cada niño recibe amplía atención para cada regalo. He sostenido a Eugenia durante la mañana. De vez en cuando se limpia las lágrimas. Algunas son de felicidad porque Peter ha hecho la Navidad de sus chicas tan especial y otras son por Nico.
 
Después de que todo el papel de envolver es tirado a la chimenea, Eugenia y yo vamos a la cocina para preparar la cena. Los niños se dispersan por la casa. Luz está con nosotras mientras Aleli ve la televisión. Los chicos han ido fuera para jugar con sus nuevas pistolas de paintball mientras Peter y Tacho se han retirado al estudio para tocar. No sé qué significa eso, pero hace que Peter sonría.

Una vez que Eugenia y yo hemos terminado de preparar la cena, me acurruco en el sofá con Aleli, mientras ella y Luz  se acurrucan en la silla junto al fuego. Cuando Peter viene una hora después quejándose de que él y Tacho tienen hambre, me ofrezco a hacerles la comida. Él me sigue a la cocina, tirando de mi pelo.
 
—¿Qué estás haciendo?
 
Camina hacia mí hasta que estoy arrinconada.
 
—Me gusta verte cómoda en mi casa.
 
—¿A sí?
 
—Mhm. Tenemos que tener una cita.
 
—¿Qué ha pasado con esperar y ser paciente? —Estoy perdiendo los nervios que he dicho que necesito mantener a su alrededor. Quiero estar con él, pero también entiendo lo que dice sobre Pablo. Es demasiado pronto, pero sé lo que quiero y es Peter. Lo quise el día que entró a mi tienda.
 
Solo tengo miedo.
 
Peter se encoge de hombros. Toquetea los botones de me camiseta.
 
—Seré paciente, pero quiero pasar mucho tiempo contigo.
 
—Vale.
 
—¿Sí? ¿Qué tal Noche Vieja? ¿Solo nosotros? —Él está lo suficientemente cerca para besarme. Me inclino hacia delante solo para que gire su cabeza cuando suena el timbre de la puerta.
 
—¿No invitaste a tu madre, no?
 
—No, definitivamente no. Volveré enseguida. —Me besa en la mejilla, dejándome frustrada y sola.
 
—Hola, bebé. —Me congelo cuando oigo la misma voz del otro día. Camino por el pasillo en silencio.

—¿Mery, qué…?
 
—Oh, Dios mío —jadeó en voz alta mientras mi mano cubre mi boca.

6 comentarios :

  1. Aaaaaai no, siempre pasa algo asi y tiene qe ser justamente Mery
    Besoo

    Arii

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  2. Ya estoy empezando a sentir cosas que no me gustan .... de verdad.

    Ya se que hace poco que se separaron lali y pablo pero por que cuernos aparece Mery justo ahora ?????

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  3. Ya se que me vas a contestar .... es una novela y si tenemos que tener estas cosas ....

    Pero hasta cuando van a estar separados ????

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  4. Y obvio que entiendo todos los recursos habidos y por haber para hacer mas interesante la novela y tener a los lectores mas atrapados e intrigados ....
    pero quiero LALITER !!!!!!!!

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  5. Mas alla de todo lo dicho anteriormente, mori con el regalo de Cris para su mama. El regalo de lali para peter fue hermoso y me encanto que se lo haya preparado

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  6. ok ok TODO ESTO ESTA MAL!!! primero pablo se va que estoy feliz por eso, pero porque justo ahora llega la putilla de mery encerioo me choca esta mina uff sube mas!!

    att_andrea

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