lunes, 29 de julio de 2013

Capitulo 2

Capitulo 2

Peter

Lali se me quedó mirando como si hubiera visto un fantasma. Miré por encima de mi hombro sólo para asegurarme de que esa mirada era para mí y no para alguien más. Nop, no había nadie ahí. Solamente yo.
 
―Um, ¿puedo ayudarte? ―preguntó finalmente, sus preciosos ojos marrones estaban muy abiertos.
 
―Necesito harina.
 
―¿Huh?

Lali parecía confundida, y su mano se quedó en el borde de la puerta como si quisiera cerrarla en mi cara.
 
―HA-RI-NA ―repetí lentamente, pronunciando cada letra―, la necesito.
 
―¿Por qué la necesitas?
 
―¿Qué eres, la policía de la harina? ―Suspiré y metí mis manos en los bolsillos.
 
Lo último que quería era venir aquí y pedirle harina a Lali Esposito, pero mamá estaba cocinando y me había hecho ir en su lugar. Echaba de menos los días cuando no estaba demasiado distraída que se le olvidaba la mitad de las compras de la lista.
 
Lali cruzó sus brazos sobre su pecho y se apoyó contra el marco de la puerta, mirándome como si fuera un sucio roedor.
 
―Bueno, si vienes a mi casa y me pides harina, quiero saber lo que harás con ella. ¿Y si dañas la propiedad de alguien?

En serio, ¿pensaba qué iba a dañar la casa de alguien con harina? ¿Cuándo se había vuelto tan arrogante? ¿Había olvidado cuando teníamos nueve años y tiramos huevos al coche del Sr. Krasinky porque dijo que su perro era un peligro?
 
―Mi mamá la necesita para cocinar. Está haciendo un pastel para la recaudación de fondos de mañana.
 
Lali inclinó su cabeza hacia un lado, su expresión se suavizó.
 
―¿Oh, qué tipo de pastel está haciendo?
 
―Un pastel de vaca, ¿qué diablos te importa? ―Mi voz tembló con ira―. ¿Si estás tan interesada por qué diablos no llevas tu culo remilgado hasta allí y se lo preguntas tú misma? ¿O tal vez eres demasiado buena para eso, princesa?
 
El rostro de Lali se puso rojo brillante y puso su boca en una fina línea.
 
―Espera aquí.
 
Cerró la puerta y se fue dejándome fuera.
 
Whoa. No quise atacarla de esa forma, pero las palabras simplemente habían salido disparadas una atrás de otra. Quiero decir, supongo que estaba enfadado con ella por muchas cosas, pero no era como si fuera a sacar mis sentimientos a ella para que pudiéramos ser mejores amigos para toda la vida. Eso no pasaría nunca.
 
Lali Esposito era una animadora snob que pensaba que era mejor que los demás. Seguro, era muy caliente con su cabello castaño y largo, y esa sonrisa que resaltaban los hoyuelos de sus mejillas, pero era demasiado creída. Se reía de las chicas que pensaba que eran tan lindas como ella, e ignoraba completamente a los chicos que no llegaban a sus increíblemente altos estándares. La había visto suficiente en la escuela para saber esto.
 
No era la misma chica que hacía skateboard y no lloraba cuando se golpeaba la rodilla, o quien jugaba en la tierra conmigo durante horas hasta que su mamá gritaba para que ambos volviéramos dentro y nos bañáramos porque estábamos peor que los cerdos en el barro. Ya no sabía quién infiernos era y, francamente, me importaba un comino.

Tomando una profunda respiración, me di la vuelta y miré a través del césped. La hierba estaba ahora muy alta. Lástima que ya no tuvieran alguien alrededor para que se los cortaran. Mirando más de cerca, me di cuenta de que la pintura se estaba pelando en algunos sitios de la casa. Realmente necesitaban a alguien para mantener esas cosas.
 
Está bien, ahora me sentía bastante mal por gritarle a Lali de esa manera. Obviamente, tenían sus propios problemas y simplemente había ido y actuado como un total estúpido cuando todo lo que hizo fue hacer una pregunta. No era ningún misterio que la madre de Lali había dejado a su marido y se había quedado atascada con otro niño al que cuidar. Sólo tienes que ir al pueblo y oirás a las viejas charlatanas hablando de ello. Eso es, si no estuvieran hablando sobre mí y mis amigos.
 
La puerta principal se abrió con un portazo y Lali irrumpió trayendo un recipiente.
 
―Aquí. ―Lo empujó hacia mí con fuerza―. Dile a tu mamá que lo traiga de vuelta cuando termine.
 
―Sí, claro ―dije, pasando una mano por mi cabello gelificado.
 
No se me escapó que había pedido específicamente que mi madre lo trajera. Supongo que le había molestado.
 
Nos quedamos ahí incómodamente, realmente quería decir algo. Quiero decir, debería disculparme por enfadarme antes, pero simplemente no me atrevía a hacerlo.
 
Mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para decir, Lali me disparó una mirada fría.
 
―Bueno, me encantaría quedarme y charlar, porque eres todo un placer, pero tengo cosas que hacer aparte de hablar con adoradores del diablo. Adiós, Peter.
 
Se dio la vuelta, su cabello chocolate ondeando detrás de ella, y volvió al interior. La puerta se cerró de un portazo en mi cara por segunda vez, pero me quedé clavado en el sitio, sin poder creer en mis oídos. Realmente me había reconocido. Me llamó por mi nombre.

Negando con la cabeza, empecé a ir de vuelta a mi casa intentando comprender lo que acababa de suceder. Quiero decir, era estúpido estar asombrado porque dijera mi nombre. Por supuesto que lo sabía, pero diciéndolo significaba que tenía que admitir que todavía existía, sin importar lo mucho que intentaba ignorarme y actuar como si no lo hiciera.
 
No estaba exactamente seguro de cuándo se había venido abajo nuestra amistad, pero había sido en algún momento después de la muerte de papá. Necesité tiempo y espacio para superarlo, y cuando me di la vuelta ella había seguido adelante y había hecho nuevos amigos. Amigos que eran más guapos, más ricos, y más divertidos. No miserables y deprimidos como yo lo era. Parecía más feliz, así que la dejé ir.
 
Y luego encontré la música para llenar el vacío que ella había dejado.
 
Siempre había estado a mi alrededor, pero re-entró en mi vida cuando más la necesitaba. Un día, simplemente tome la guitarra de papá y empecé a tocar. Noche y día. Apenas dormía o comía. Simplemente seguí tocando esa guitarra y cantando hasta que toda la tristeza estuvo fuera de mí, hasta que el pensamiento de papá trajo una sonrisa a mi rostro, y Lali fue sólo una chica que una vez conocí.
 
La música se envolvió alrededor de mi mente y mis pensamientos. Se convirtió en una forma para comunicarme, para desestresarme, para vivir y respirar. Para seguir con mi vida y redefinirme. Me hizo fuerte y débil, pero era una parte importante de mí.
 
Mientras abría mi puerta principal, algo más de lo que dijo Lali volvió a mí. ¿Me había llamado adorador del diablo? ¿Tomaba crack la chica? No pude evitar echarme a reír cuando entré a la cocina. Mi mamá se dio la vuelta, limpiando sus manos con un delantal alrededor de su cintura, y me miró con sorpresa.
 
―¿Peter? ―Me miró como si fuera otra persona―. No te he oído reír así desde…
 
Su voz se fue apagando. No terminó la frase, pero sabía qué iba a decir. No me había oído reír así desde que murió papá.
 
Mi madre era de una altura y complexión promedio y, aunque acababa de cumplir cuarenta, todavía se veía como si estuviera en los mediados treinta. La única señal de su envejecimiento eran las arrugas alrededor de sus ojos marrones. Tenía el cabello castaño oscuro el cual había heredado, excepto que prefería el color negro que tenía ahora.
 
―Oh, um, no es nada ―dije cuando tomó la harina.
 
―¿En serio? ―preguntó, elevando su ceja―. Porque vi a abrir la puerta. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que hablaron por última vez? ¿Seis, siete años?
 
Maldita sea. Me había olvidado de que tenía una visión alternativa de la puerta principal de Lali desde la ventana de nuestra cocina. Por supuesto había estado observando, esperando que Lali y yo nos hablemos otra vez.
 
―Sí, algo como eso.
 
―¿Qué dijo ella?
 
Puso la harina en el mostrador y se volvió hacia mí, sus ojos llenos de curiosidad. 

Me encogí de hombros.
 
―Nada.
 
―¿Es eso lo que te hizo reír?
 
Juro que nunca se le pasa nada. Me conocía tan malditamente bien.
 
―Me llamó adorador del diablo.
 
Mamá se echó a reír, y no pude evitar sonreír.
 
―No estoy sorprendida. Te ves como si durmieras en un ataúd. ―Su rostro se volvió serio―. No sabe lo que haces en el garaje, ¿no? Estoy segura de que si se lo enseñaras, cambiaría su opinión sobre ti.
 
Negué con la cabeza.
 
―No hay manera de que la lleve al garaje. Probablemente ya piensa que soy raro sin añadir eso.
 
―No eres raro, Peter ―dijo frunciendo el ceño―. Sólo estás preocupado de que ella vea cómo es el tú real.

Levanté la cabeza y miré al techo, suspirando profundamente. No estaba de humor para ser psicoanalizado por mi madre. Después de mi encuentro con Lali, todo lo que quería era salir con mis amigos y olvidar que el encuentro con ella hubiera pasado. Me había acostumbrado a pensar que la chica de mi niñez era otra persona, alguien que se había mudado hace años. No la snob creída que vivía al lado y me odiaba.
 
―¿Está bien si salgo esta noche? ―pregunté, mirándole otra vez.
 
Ver a mis amigos y emborracharme me distraería de los pensamientos sobre Lali.
 
―Cambio de tema muy delicado ―dijo mamá. Se dirigió al mostrador y empezó a verter la harina prestada en un cuenco―. Supongo que puedes ir, pero llega a casa para las once. No más tarde, ¿bien?
 
―Claro que sí, mamá.
 
Me dirigí hacia arriba por las escaleras, con la intención de ir a mi habitación, pero encontré que mis pies me llevaban a otra parte. Continué por el pasillo y abrí una puerta a la izquierda. Un olor rancio me dio la bienvenida cuando entré. Esta había sido mi habitación de pequeño, pero después de que mi padre muriera en un accidente de coche, me mudé a una diferente.
 
Esta habitación me lo había recordado constantemente, hasta que no pude aguantarlo más y tampoco había querido enfrentarme a Lali. Sólo quise alejarme de su preocupación y los recuerdos de papá, así que me mudé al otro lado del pasillo y lejos de la persona que fui cuando dormía aquí.
 
Pero, ahora, podía entrar aquí sin deprimirme. Todavía pensaba en papá, pero recordaba lo bueno en su lugar, y equilibraba el dolor.
 
Caminé al centro de la habitación y miré los alrededores desnudos. Era una habitación de buen tamaño y mucho más grande de la que tenía ahora. Podría ser capaz incluso de poner un conjunto aquí si los posicionaba bien. Mi habitación en este momento apenas me daba espacio suficiente para moverme.

Una luz del exterior llamó mi atención y me acerqué a la ventana. La luz venía de la habitación de Lali. Estaba sentada en su cama con su espalda contra la ventana. Demonios, era muy difícil deshacerse de esa chica.
 
Presioné mi frente contra el cristal y le observé durante un rato. Estando ahí en mi antigua habitación, era muy fácil recordar cuando éramos más jóvenes y nos hacíamos muecas el uno al otro para divertirnos. Nunca volveré a tener eso con ella.
 
Negando con la cabeza, me di la vuelta y me dirigí a mi habitación. Había tenido suficiente de Lali Esposito para que me durara toda una vida.

23 comentarios :

  1. Leyendo acá me acorde de "si me quiere/ama me va a hablar , y ambos pensaron lo mismo" , esta buena la historia, estos dos se deben una charla, quiero mas nove

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  2. ++++++++++++++++++++++++++++

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  3. Holaaaa!!!! Genial el capitulo lali y petEr tiene mucho rencon, resentimiento entre ellos ambos extranan su amistad pero uff la vida tAn injusta le dio problemas y los separo... Me encanto sube mas!!

    Att:andrea
    Pd:se me olvido la clave de mi gmail,por eso me toca comentar como anonimo jajaj siguela... :D

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  4. Apaaa quiero saber bien que hace Peter en el Garage,,

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