lunes, 8 de julio de 2013

Capitulo 33

Capitulo 33

Peter

Este ha sido el mejor día que he tenido en mucho tiempo, desde el momento en que Cris y yo despertamos a Mar con su regalo hasta desenvolver el mío. No puedo esperar a pasar horas desenmarañando a través de cada foto que Mar me dio. A pesar de que no estoy en ellas, tener fotos de Cris cuando era un bebé, un niño y su primer disfraz de Halloween significa todo para mí.

Sé que le dije a Mar que puedo ser paciente, pero no estoy seguro de que pueda. Al verla en mi cama, con su larga cabellera oscura extendida sobre la almohada me hace querer reclamarla como mía. Sabía que estaba perdido cuando subí las escaleras quejándome de tener hambre y ella se ofreció a hacer el almuerzo para Tacho y para mí.
 
Verla moverse alrededor de mi cocina como si fuera la propietaria me da ganas de tenerla aquí todos los días, pero tengo miedo. Ella estuvo con Pablo durante mucho tiempo y uno no puede apagar sus emociones simplemente.

Yo lo sé.
 
Lo intenté.
 
El sonido del timbre de la puerta me salva de cometer un error de juicio. Giro para abrir la puerta, su espalda está frente a mí, pero reconozco esa cabellera rubia en cualquier lugar. Ella se vuelve y sonríe mientras entra.
 
—Hola, bebé —arrulla. Aparto su mano cuando ella trata de tocarme la cara con sus uñas postizas.
 
Ella simplemente se encoge de hombros y abre su abrigo; está vestida con un sujetador que apenas la cubre y bragas. Sus medias están sostenidas por ligas. En el pasado lo habría encontrado sexy, pero ya no mucho.
 
—Mery, ¿qué…?
 
—¡Oh, Dios mío!
 
Me giro al escuchar el jadeo de Mar. La expresión de su cara no es de ira, sino de dolor. Ella sube las escaleras corriendo, y el portazo de la puerta de mi dormitorio me hace saltar.
 
—Cúbrete. Hay niños en la casa.
 
Me alejo de ella hacia el comedor. No la quiero cerca de la sala de estar con Eugenia y las chicas. Eugenia se asoma en la esquina y me indica que ella va a ir arriba. Asiento y me preparo para lo que voy a hacer.
 
—Siéntate, Mery, tenemos que hablar. Y mantente cubierta.
 
Me siento frente a ella. Es una distancia segura, así no la tropezaré y ella no va a tratar de tocarme.
 
—Hablé con Brandon el otro día.
 
—Yo también —dice alegremente.
 
—Este sería el día en que la madre de mi hijo aparecería exigiendo que regrese a su hijo con ella.

—Me hice cargo de todo eso, bebé.
 
—Mery, yo no soy tu bebé y nunca voy a serlo. Lo que hiciste estuvo mal en muchos niveles. Nunca dudé de que Cris sea mío. Tampoco quiero la custodia. Mar no fue una chica al azar que conocí entre bastidores; ella era mi novia. ¿Cómo siquiera supiste acerca de Cris?
 
Se encoge de hombros y empieza a jugar con su uña. Conozco su juego, este es el juego de “yo tengo la respuesta, pero no voy a ceder”. Golpeo mi mano sobre la mesa para llamar su atención.
 
—He estado con la agencia de tu padre desde que empecé y nunca he cuestionado la integridad de su empresa, pero en este momento tu trabajo depende de ello. Te sugiero que me contestes.
 
—No sabía que lo querías —murmura.
 
—¿Qué has dicho?
 
Mery pone los ojos en blanco y suspira profundamente. Ella está actuando aburrida.
 
—Alguien que dijo conocerte llamó a la agencia cuando empezaste. Puse los mensajes en tu archivo.
 
Me muerdo el interior de mi mejilla, mis manos se tensan.
 
—¿Tú sabías que tenía un hijo y no me lo dijiste?
 
—Mi papá me dijo que era malo para tu imagen.
 
—¡ÉL ES MI MALDITO HIJO!
 
Me levanto y paseo, mis manos tirando de mi pelo.
 
—Ella dijo que llamó y dejó mensajes. Tú tomaste sus llamadas y escuchaste sus ruegos. ¿Eres así de puta, Mery? Esa mujer que estuvo llamando era mi novia y ella estaba embarazada y asustada, y no le hiciste caso. Me apartaste de mi hijo. ¡Dios mío! ¿Qué puta sin corazón puedes ser?

—Papá hizo lo que era mejor.
 
—Estás despedida. Ya he terminado contigo. ¡Fuera de mi casa!
 
—Peter…
 
—No. —Levanto mi mano para que se calle de una puta vez—. Dije que terminé contigo. No te quiero aquí.
 
—Me necesitas.
 
—No, no lo creo. Fuera.
 
—Ya lo escuchaste. —Me vuelvo para encontrar a Mar apoyada en la puerta de entrada. Sus brazos están cruzados y ella ha estado llorando—. Esta es nuestra casa y tienes que irte. No eres bienvenida aquí.
 
—¿Es esto lo que quieres Peter?
 
No puedo evitarlo. Le sonrío a Mar y le guiño un ojo.
 
—Sí, ella es la jefa. Si ella dice que te vayas, te vas. Brandon te enviará el acuerdo de separación en el momento en que llegues a tu coche. Saco mi teléfono y le escribo a mi abogado para finalizar los trámites que comenzó ayer.
 
—Te vas a arrepentir.
 
Doy un paso más cerca de ella.
 
—Ya estoy lamentando los últimos diez años contigo y tu papá, así que no, no lo haré.
 
Mery se levanta y camina hacia la puerta. Echa una última mirada hacia mí y sacude la cabeza. Sé que ella está a punto de llorar y no me importa. Tan pronto como la puerta se cierra, llevo a Mar entre mis brazos y la abrazo como si esta fuera la última vez que alguna vez voy a tener la oportunidad.

—Lo siento mucho. Yo no lo sabía. Estoy muy apenado por no estar allí para ti —le digo repetidamente. Ella acaricia mi cabello, en consuelo cuando debería ser yo el que debería estar a sus pies pidiéndole perdón. Con un solo mensaje todo esto podría haberse evitado.
 
Eugenia y Tacho observan todo a medida que transcurre. Tacho comienza a aplaudir cuando la puerta se cierra de golpe. Sabía que él nunca fue un fanático, pero Mery nos hizo ganar dinero. Supongo que tendremos que averiguar esa parte por nuestra cuenta.
 
—Bueno, eso fue interesante —dice Eugenia. Tacho mira hacia ella, su sonrisa se extiende. Voy a tener que decirle que se relaje cuando de Eugenia se trate—. Para que lo sepas, si necesitas un gerente o algo así, es probable que pueda ayudar un poco.
 
—Estás contratada —suelta Tacho de golpe causando que Mar y yo reíamos.
 
Sacudo la cabeza y arrastro a mi amigo lejos de su más reciente obsesión. Aunque, supongo que si Eugenia va a empezar a salir de nuevo, Tacho la trataría bien.

Tacho y yo salimos del estudio bien entrada la noche. Lleva a un durmiente Quinn escaleras arriba, diciéndome buenas noches a lo largo del camino. Me quedo en la cocina, listo para limpiar el desorden de la cena. Le dije a Mar y a Eugenia que yo iba a limpiar ya que ellas cocinaron una cena completa y postre para todos. Cuando enciendo la luz, sin embargo, no hay ni un solo plato en el fregadero o en el mostrador. Miro a mi alrededor y noto los pequeños toques de Mar en todas partes, las flores frescas en el alféizar de la ventana, loción de mano en el lavabo y (lo más obvio) nuestro juego de tazas de mamá y papá que Cris nos dio. Están asentadas una junto a la otra al lado de la cafetera, la cual ya está lista para empezar por la mañana. Esto significa una cosa.
 
Ella está pensando en pasar la noche aquí.
 
Eso significa que voy a dormir en el sofá.
 
Apago la luz de la cocina y compruebo la puerta de atrás para asegurarme de que está bloqueada. Reviso la puerta principal también y apago las luces restantes. Decido dejar las luces encendidas de velas que están puestas en las ventanas. Espero que Mar todavía esté despierta y podamos hablar.
 
Realmente no hemos hablado desde antes de que Pablo se fuera y yo necesito saber dónde tiene la cabeza. En un momento ella actúa como si quisiera estar conmigo y al siguiente no puede soportar estar en la misma habitación que yo. Sin embargo, no quiero presionarla, pero tampoco quiero dormir en el sofá.
 
Una preocupación que tengo, y no debería, es la relación entre Pablo y Cris. Él no ha dicho nada acerca de Pablo yéndose de repente y me ha visto besar a su mamá.
 
Este no es el ejemplo que deseo establecer para él. Quiero que aprenda los límites y el respeto a las mujeres cuando están en relaciones con otros hombres. Yo no he hecho eso con Mar. Por supuesto, a Peter Vargas nunca le importó. Pero a Peter Lanzani sí.
 
Mar está sentada en el sofá mirando a través de mi álbum de fotos. Sus piernas están cubiertas con la manta afgana de su abuela, el gato sin nombre se acurrucó en su regazo. Hay un suave resplandor a su alrededor, con su cabello oscuro sostenido hacia atrás por la cinta blanca que Cris usó para envolver su collar. Me apoyo contra la pared y veo como ella estudia cada página, de vez en cuando levanta la cara en una sonrisa.
 
—¿Solo vas a estar allí y mirarme?
 
Me levanto de la pared y camino hasta ella. Cierra el libro y ajusta la forma en que está sentada. Tomo el lugar a su lado y tira sus piernas en mi regazo, el gato siseándome. Ella se ríe y lo pone en el suelo.
 
—Me gusta mirarte. Tengo un montón de tiempo para compensar.
 
—No conmigo —responde en voz baja.
 
—Sí, contigo. Te he echado mucho de menos. Al igual que el día en que abriste tu tienda de flores o cómo se te ocurrió el nombre Whimsicality. Me perdí el día en que trajiste a Cris a este mundo y lo vio por primera vez. Me perdí tus antojos nocturnos y sus alimentaciones a media noche. Nunca me perdonaré por no estar allí, Mar. No lo haré. Sé que estás a punto de decirme que está bien, pero no lo está. Confié en las personas equivocadas para cuidar de mí cuando había dejado atrás a la única persona que habría cuidado de mí mejor. Fui egoísta, cobarde y en lugar de hablar contigo, corrí. Pero te prometo, ya no pienso correr más. Sigo siendo egoísta, pero solo cuando de ti y Cris se refiere. Tengo muchos años por compensar y tengo la intención de pasar todos los días de mi vida asegurándome de que ambos sepan cuánto los amo.
 
Mar envuelve sus dedos alrededor de los míos.
 
—Estoy tratando de no amarte. Me estoy diciendo a mí misma que esto es solo un espectáculo para ti, para que Cris esté feliz. Tengo tanto miedo de aparecer un día, entrar, y descubrir que te has mudado porque me he tardado mucho en decidirme por nosotros.
 
Sabía que iba a sentirse así, es exactamente por eso que no me apresuro con ella.

—He buscado por ti todos los días de mi vida desde que te dejé en tu dormitorio. Cada espectáculo, pub, o aparición que hice… estaba seguro de que vendrías a algún lugar. Ni una sola vez, ni siquiera un vistazo. Desesperadamente quería verte, solo una vez. Cuando leí acerca de Nico, sabía que tenía que venir. Me dije que iba a presentarme e irme, dentro y fuera, y nadie sabría que yo estaba aquí. Pero acabé viniendo unos días antes porque quería verte solo para poder decirme a mí mismo que hice lo correcto.
 
—¿Por qué te fuiste? Nunca me has dicho.
 
La pregunta temida, la que yo sabía que no debería tener que preguntar. Debería haberle dicho el primer día que la vi en la tienda de flores.
 
—Cuando llegué a la universidad... —Niego con la cabeza sintiéndome estúpido. Ahora que soy adulto, debería haber hecho las cosas de manera diferente—. Dios, Mar, lo arruiné. Nico se suponía que iba a venir conmigo. Quiero decir, habíamos planeado esto y entonces él va y cambia de opinión. Yo estaba allí… él no estaba y tú no estabas. Me sentía solo y odiaba todo lo relacionado con eso.Este primer día, estoy sentado en mi habitación sintiendo lástima de mí mismo y tengo esta llamada. Ella me dice que su nombre es Betty Addison y estoy tan confundido hasta que ella me dice que es mi abuela. —Froto mi pulgar sobre la parte superior de su dedo—. Ella quería almorzar y hablar así que lo hice. No tenía nada que perder y nunca tuve la oportunidad de conocerla, por lo que la conocí. Pasamos una semana juntos, comiendo, hablando y llegando a conocernos entre sí. Me contó cosas de mi mamá y por qué no se hablan la una a la otra. Aprendí mucho en esa semana. Ella me preguntó qué quería ser, si no iba a jugar al fútbol. “¿Cuál es tu pasión, Peter?”, me preguntó. Le dije que la música. Yo había estado pasando mucho tiempo en el campus ante el micrófono abierto y me encantó.
 
—Ojalá hubiera sabido que amabas tanto la música.

—Tú tenías un sueño y yo no quería cambiar eso para ti. Estaba haciendo lo que se esperaba, pero Betty… me invitó a Los Ángeles, así que fui y me encantó. Sabía que había tomado la mejor decisión para mí aunque eso significara la destrucción de nosotros. La cosa es que yo nunca esperé ver a Cris en el baño ese día, pero era como si el destino o alguna mierda me dijera que mi vida está en Beaumont. Fui directamente a tu tienda y esperé. Te busqué y una vez que te vi, supe que iba a terminar persiguiendo a mi chica, esperando a que te dieras la vuelta y vieras... el verdadero yo y me amaras por lo que soy y no por lo que te hice. Estoy de pie delante de ti, Mar. Solo tienes que dar la vuelta.

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