lunes, 22 de julio de 2013

Capitulo 24

Capitulo 24

Las semanas siguientes ellos fueron inseparables. Peter recogía a Lali y la llevaba a la escuela cada mañana y la dejaba en su casa cada tarde antes de la práctica de fútbol. Entonces, después de ducharse, iría y pasaría la tarde con ella.

Estudiaban y hacían la tarea. Escuchaban música y miraban televisión. Pero sobre todo reían y hablaban. Peter encontró en Lali a alguien que lo entendía, a quien realmente parecía importarle las cosas que decía y lo que quería de la vida. Cuando le contó sus sueños, ella apoyó la cabeza en su hombro y soñó junto con él, como si en realidad ella pudiera verlos viviendo juntos.
 
Y Peter hizo lo mismo con Lali. Ella le contaría las muchas cosas en su “lista de deseos”, y planearían hacer cada una realidad. Lo único que Peter odiaba de todo era que a veces ella hacía sonar demasiado inminente su muerte. En cualquier momento antes de cumplir los cien y estar arrugados, con diez nietos era demasiado pronto en lo que a él se refería. Pero nunca se quejó y dijo algo al respecto. Pensó que podría ser algún tipo de mecanismo de afrontamiento para ella y tenía miedo de alterarla con ello, no importaba lo mucho que le molestara.
 
Había un par de cosas en su lista que eran particularmente curiosas, cosas de las que ella evitaba hablarle y que la hacían sonrojar. Por supuesto, su imaginación corría salvaje cuando ella tropezaba y balbuceaba sobre ellas. Él quería presionar, pero pensó que era mejor si se lo decía a su debido tiempo, no importaba lo mucho que lo torturaba en el intermedio.
 
Era viernes de nuevo y Peter estaba acompañando a Lali a su casillero. La mano de ella estaba envuelta en la suya y ambas mochilas colgaban sobre el hombro de él.

No le importaba quien lo viera o dónde estuvieran, hacía mucho tiempo que había descubierto que era más feliz cuando él la estaba tocando, incluso al tocarla de alguna manera pequeña como sostener su mano mientras caminaban. Y así lo hizo. Y ella no se quejó.
 
—Tengo una sorpresa para ti. ¿Puedo tomarte prestada por un rato después del almuerzo?
 
—¿Una sorpresa? Por supuesto, puedes tomarme prestada después del almuerzo — coincidió Lali con una sonrisa.
 
—Perfecto. ¿Nos vemos en mi auto?
 
Lali sonrió.
 
—Estaré allí. Seré la que esté de... —Hizo una pausa para ver lo que llevaba puesto, como si se hubiera olvidado de cómo se había vestido—. Púrpura. Seré la que lleve púrpura.
 
Peter se rió mientras Lali le sonrió. Si ella pensaba en él la mitad de lo que él pensaba de ella, pensó que era probable que se hubiera olvidado lo que llevaba puesto esa mañana. Peter a veces se sorprendía de recordar algo que no tuviera que ver con Lali. Rápidamente se había convertido en su mundo y él sólo podía esperar que ella se sintiera de la misma manera. Sospechaba que lo hacía.
 
Sus ojos marron centellearon con humor y algo especial que sólo aparecía cuando ella lo miraba. Como siempre, lo calentó, emocionó y lo hizo querer protegerla y devorarla al mismo tiempo. Pero justo entonces, en ese momento, también lo hacía querer besarla.
 
Así que lo hizo.
 
Suavemente, de forma espontánea, Peter bajó la cabeza y apretó los labios contra los de Lali. Eran suaves y flexibles. Listos, como si ella lo hubiera deseado tanto como él lo había hecho. Era la primera vez que la había besado en público, en la escuela, pero simplemente no podía evitarlo. Cuando ella se inclinó hacia él, se dio cuenta de que ella tampoco podía hacerlo.

Sus labios se abrieron un poquito y Peter deslizó su lengua para una probada rápida. Sólo que no era suficiente. El interior dulce de su boca, aún con menta por su pasta de dientes, lo llevó adentro como una abeja a la miel, y antes de darse cuenta, el beso se había profundizado. Su mano libre estaba en su cintura sosteniéndola, y tenía las manos de ella en su cabello.
 
—Consíguete una habitación, Lanzani. —Peter escuchó que una voz familiar decía. Eso lo sacó de su esclavitud y se echó hacia atrás, avergonzado.
 
Lali lo miró con ojos aturdidos, tan afectada por el beso como él lo había estado. Se miraron el uno al otro durante varios segundos antes de sonreír. Era demasiado fácil dejarse llevar. El fuego era instantáneo. Y consumidor.
 
Finalmente, Peter levantó la mirada para ver a Robert y a Charlie caminando por el pasillo. Se detuvieron, y Robert le dio dos pulgares arriba mientras que Charlie movía sus caderas y daba palmadas al aire. Peter puso los ojos en blanco, y ambos se rieron entre dientes y se alejaron.
 
—Lo siento acerca de eso —le dijo a Lali—. Me dejé llevar.
 
—No hay problema —dijo ella, reprimiendo una sonrisa—. Siéntete libre de... dejarte llevar tantas veces como quieras. —Y entonces ella se sonrojó.
 
Peter se rió. Lali era a la vez tímida e introspectiva, pero picante y llena de vida. Nunca dejaba de sorprenderlo. Era un cóctel encantador y embriagador.
 
Cuando Peter se volvió para irse, se detuvo en seco por Mery de pie al final del pasillo con dos de sus cohortes porristas. Ella lo miraba, y la expresión de su rostro era asesina. Él no tenía que preguntar por qué. Lo había llamado una docena de veces desde el fin de semana en el lago. Ella había tenido la impresión de que había una posibilidad de que volverían. Estaba bastante seguro de que ya no lo creía ahora.
 
Él le dio una rápida sonrisa y se dirigió a su casillero, pasando junto a ella y sus amigas sin decir una palabra. Ella no iba a arruinar su buen humor. Nadie iba a hacerlo. Élestaba con Lali. El resto no importaba.
 
***

Peter siempre estaba ansioso por el tercer y sexto periodo, porque los compartía con Lali. Durante la semana ella se había sentado en otro asiento sólo para evitarlo, alguien más había reclamado el asiento de Lali junto a él, una chica que Peter sabía que se había enamorado de él desde el séptimo grado.
 
Ahora, Lali estaba sentada al otro lado de la habitación con una marca especial de tortura, a pesar de que hicieron un pequeño juego con ello. Ellos se robarían miradas durante todo el período, sonriendo a sabiendas y guiñándose en broma. Peter debió haber pensado mil veces acerca de caminar hacia Lali, ir por ella, lanzándola sobre su hombro, y llevarla al conservatorio y hacerle el amor entre las orquídeas por el resto del día. No hay que decir que aprendió muy poco en esa clase.
 
Y luego estaba el almuerzo. Lali había hecho una amiga, Lucy, que compartía muchas de sus inquietudes artísticas y no era una persona mala y repugnante como tantas de las niñas que Peter conocía. Ella no quería abandonarla completamente al compartir el almuerzo con Peter, así que Lali seguía comiendo con Lucy, y Peter con sus amigos, como siempre lo había hecho.
 
Si fuera por Peter, pasaría cada minuto del día con Lali, pero ella lo estaba haciendo en consideración por su amiga, un gesto de gran corazón y una de las cosas que él más amaba de ella, por lo que no se quejó. Sólo la miraba desde lejos, fingiendo estar interesado en lo que sus amigos estaban haciendo y diciendo. Pero no lo estaba. No, en absoluto.
 
Hoy, vio a Lali y a Lucy hacer su camino hacia la luz del sol, como casi siempre hacían. La masa salvaje de rizos rubios de Lucy estaba apartada de su frente por una bufanda morada que casi igualaba la perfección de la blusa con volantes de Lali. Esa fue toda la atención que le prestó a la otra chica. Como siempre, su atención estaba fija en Lali, sin importar dónde estaba o quién más estaba allí. Era una maravilla que no estuviera reprobando. Por suerte para él, la tarea era una de las excusas que había estado usando para pasar tiempo con Lali. Parecía que Lali lo había salvado de reprobar al igual que lo había salvado de… él mismo.
 
—¡Tierra llamando a Lanzani! —dijo Robert.

—¿Huh? —Peter trabajó en apartar los ojos de Lali.
 
—Hombre, ¡necesitas terapia! Esa chica le ha hecho algo a tu cerebro.
 
Peter frunció el ceño.
 
—No, no lo ha hecho —la defendió, pero pensó que Robert podría tener razón. Lali era en todo lo que pensaba—. ¿Qué estabas diciendo? —Peter dirigió la conversación hacia Robert, pero él sintió el dolor del ceño fruncido que todavía tenía. ¿Era realmente tan anormal la forma en que se sentía acerca de ella?
 
—Te estaba preguntando si quieres ir por unas margaritas antes del juego a “Los Pollos Ranchero”. Mi primo tiene un trabajo en el bar allí, y puede colar un poco de tequila en nuestras bebidas “vírgenes”. Después de eso, vamos a ir a la playa. ¿Qué te parece, amigo? ¿Estás dentro?
 
—Nah. Tengo otros planes.
 
Robert sonrió diabólicamente.
 
—¿Planes para qué? Darle un viaje a Lali en…
 
—No hagas eso, hombre —advirtió Peter. Sabía que eran sólo bromas en tono amistoso, pero se irritaba cuando alguien le faltaba al respeto a Lali, incluso si se trataba de uno de sus amigos.
 
—¿Hacer qué? ¿A ti? Como si no supiéramos que estás tras eso. ¡Vamos!
 
—No seas un idiota. No es así. Sólo déjalo.
 
—Oh, ahora veo —bromeó Robert—. Ella no te lo dará. Es por eso que estás tan obsesionado. Nunca has tenido una chica que te diga que no.
 
—Robert, hablo en serio. Ten cuidado.
 
—Muchas duchas frías te harán eso, hombre —continuó tontamente Robert—. Ellas se enredan en tu cabeza. Sólo tienes que entrar en sus bragas y…
 
Peter estaba embistiendo hacia Robert cuando Pablo se interpuso entre ellos.

—Whoa, whoa, whoa —dijo rápidamente, extendiendo sus brazos. Tenía una mano sobre el pecho de Peter y la otra señalaba a Robert—. ¿Tienes deseo de muerte, Robert? Sólo déjalo en paz, idiota. Estás celoso porque nunca has tenido sexo por el que no hayas tenido que pagar.
 
La gente alrededor de ellos irrumpió en comentarios insultantes y en risas burlonas, aliviando la tensión que se había construido entre Peter y Robert. Robert tomó la broma con buen humor, aunque su rostro seguía siendo sospechosamente rojo. Peter dio marcha atrás, agradecido de la intervención de su mejor amigo antes de que Peterlo hubiera perdido realmente. Tendría que cuidar eso en el futuro.
 
Él sabía que Lali se había metido en su corazón. Ahora, no tenía ninguna duda de que también se había metido en su cabeza.
 
Después del almuerzo, Peter se apresuró en llegar a su auto para esperar a Lali. Cuando la vio salir de las puertas dobles, despidiéndose de Lucy mientras ella se separaba a la izquierda, se enderezó de donde había estado apoyado contra la puerta del lado del pasajero. Lali levantó la vista y sonrió tan pronto como sus ojos se encontraron con los suyos. El estómago de Peter dio un vuelco.
 
Mientras más se acercaba ella, más relajado se sentía él, como si le trajera la paz que no sentía en ninguna otra parte. Se preguntó si ella lo sentía también. Estaba bastante seguro de la respuesta cuando, en lugar de detenerse, siguió caminando hacia él, le echó los brazos al cuello y apretó sus labios contra los suyos.
 
—Los días son demasiado largos. ¿Crees que quepa en tu bolsillo? —preguntó ella suavemente cuando se echó hacia atrás para mirarlo a los ojos. Los orbes marones brillaban alegremente y Peter sintió que su corazón se hacía papilla justo dentro de su pecho.
 
—Hoy sólo ha pasado medio día.
 
—Sin embargo...
 
—Desearía que pudieras. Nunca iría a ninguna parte sin ti.
 
Lali se rió y frotó su nariz contra la de él antes de salir de sus brazos.

—Así que, ¿adónde vamos?
 
—Ya verás —dijo Peter, abriendo la puerta para ella.
 
En primer lugar, Peter condujo hasta el centro comercial. Aparcó cerca de la entrada principal y dejó el auto en marcha, diciéndole a Lali que esperara allí por él. No le diría a dónde iba, y había al menos treinta tiendas en el interior, así que no tenía ni idea. Regresó unos minutos más tarde con una bolsa genérica de plástico que contenía algo pesado. Lali no podía decir por el tamaño y forma lo que era, sólo que era bastante compacto y de peso.
 
Peter lo puso suavemente en el piso detrás de su asiento y luego se deslizó detrás del volante y salió de su lugar.

8 comentarios :

  1. Mas por favor....!!!!!!!!!!!!1

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  2. Me encanto son tan dulces los dos, mas por favor......
    Patty

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  3. Me encantooooo!
    ya quiero otroooo cap........

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  4. Son tan lindossssss, pero a Mery la podes mandar a China por favorrrrrrr subio mas noveeeee............

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