martes, 23 de julio de 2013

Capitulo 28

Capitulo 28

2 meses después 

—¡Absolutamente no! —chilló Bartolome Lanzani—. Ya te has arruinado bastante por esa chica. No serás su chofer por el resto de… quién sabe cuánto tiempo.

Peter había esperado tal reacción de su padre. Si hubiera habido otra solución, ni siquiera le habría contado, ni hablar de pedirle permiso. Pero no había. La escuela pedía una nota de un padre y Peter sabía que su madre nunca le daría una sin antes hablar con el dictador, de ahí la diatriba actual.

—Son sólo seis días, papá. Te lo dije. Tres días a la semana por dos semanas. Y es sólo el sexto período, una clase que no querías que tomara para empezar —añadió Peter esperando endulzarlo. Era Fotografía, uno de los intereses de Peter que Bartolome Lanzani no aprobaba—. Por Dios, está enferma papá. Su madre la ha llevado todo este tiempo, pero necesitó un segundo empleo sólo para poder pagar las cuentas médicas de Lali de los últimos dos meses. Es sólo durante su entrenamiento que nopuede llevarla a la diálisis. Necesitan ayuda. ¿Cómo puedes negarte a eso?

Peter vio los ojos de su padre centellar.

—Oh, no juegues esa carta conmigo. No actúes como si fuera algún tipo de servicio comunitario. Eso sería completamente diferente. Pero no lo es. Tienes sentimientos por esta chica y me niego a que te metas en sus redes.

—¿Redes? ¿Cómo podría ella tenderme alguna red?

—Esa pregunta me muestra lo inocente que eres y lo poco preparado que estás para el mundo, Peter. No tienes una idea de lo que está allá afuera, cómo es realmente la gente.

—Oh, creo que he tenido años de decepciones preparándome para lo que hay afuera, papá —espetó Peter, escupiendo su nombre como veneno.

Peter vio el rostro de su padre enrojecer.

—¿Realmente eres lo suficientemente estúpido para creer que ayuda a tu caso que me hables así?

Peter inmediatamente se arrepintió. Bartolome tenía razón; no estaba ayudando para nada.

—Papá, por favor. La temporada de futbol terminó. Lo hecho, hecho está. Mira el lado positivo. Quizás esto se vea bien en mis aplicaciones universitarias. Realmente no lo he pensado, pero es algo así como servicio comunitario.

Sabía que había tocado un punto sensible. Peter podía prácticamente ver los engranajes girando en la cabeza de su padre.

Bartolome bufó.

—Si tan solo hubieras puesto tanto empeño en jugar al fútbol y mantener a tu novia, estarías libre ahora mismo.

—Mira, he cometido errores, lo admito, pero no hay motivo para que no pueda intentar dar lo mejor de mí ahora.

—Sigue sin gustarme. No quiero a esta chica mucho más metida bajo tu piel de lo que ya está.

—¿Y si prometo llamar a ese entrenador de la UT como tú quieres? El que te dijo que quizás seguiría interesado.

Peter había estado posponiendo eso, diciendo que preferiría esperar a LSU. Todos sabían que su futuro en LSU era negro, pero Peter estaba dispuesto a mantenerse con eso como una táctica real, sólo para tener tranquilo a su padre. Pero ahora, estaba más que dispuesto a usar esa carta para conseguir lo que quería. Era un pequeño sacrificio para poder ayudar a Lali.

—No puedo creer que un futuro tan brillante y prometedor se haya reducido a esto. Nunca pensé que podría estar tan decepcionado y avergonzado de la forma en que desaprovechaste tus oportunidades.

Por dentro, Peter puso los ojos en blanco. Había oído todo sobre lo mala persona que era, qué horrible hijo era, qué fracaso tan desconsiderado e irresponsable era. Pero en ese momento, estaba dispuesto a escucharlo una vez más para lograr que su padre cediera.

Cuando pareció haber acabado, Peter preguntó:

—Lo haré mejor, papá. Sólo dame esta única cosa.

—Me la deberás, Peter. Y eso significa nada de excusas, nada de quejarse, y nada de perder el tiempo. Vamos a meterte en una buena universidad a jugar al fútbol aunque nos mate a ambos.

La idea de su padre cayendo muerto no fue tan desalentadora para Peter como debería. Tristemente.

—Lo sé papá. Lo sé.

Bartolome Lanzani tomó el papel de la recientemente curada mano de Peter y lo puso en la isla de la cocina. Sacando una cara lapicera de su bolsillo, firmó.

Peter suspiró aliviado cuando su padre le dio la nota.

—Gracias papá.

Su padre no dijo nada mientras se iba. Tan pronto estuvo fuera de alcance, Peter le envió un mensaje a Lali. Sabía que ella seguiría despierta; no hacía tanto tiempo él había dejado su casa.
  
Te encontré quien te lleve a la diálisis mañana

Peter acababa de meterse en su cuarto y cerrado la puerta detrás de él cuando le respondió.
  
¿Alguna vez te dije que eras mi héroe?

En la soledad de su cuarto, Peter sonrió. Lali no tenía idea de cuánto quería ser su héroe, salvarla del dolor, de la tristeza y la enfermedad, de todo lo que amenazaba sus sonrisas.
  
¿Podrías tejerme una capa para Navidad?
  
Lo que sea para ti. Además, apuesto que te verás bien con calzas ;)

Cualquier mención de las fiestas llevaba a Peter a la misma cuestión.
  
¿Ya has elegido algo?

Hubo una pausa más larga de lo usual antes de su respuesta.
  
Sí.
  
¿Cuál?
  
Te lo diré luego. Luego rápidamente. Nos vemos mañana. Te quiero.
  
También te quiero.

Lali había hecho prometer a Peter que lo único que le daría para Navidad sería su ayuda completando un punto de su lista de deseos. Aunque Peter evitaba discutir esa lista, sabía que eran cosas importantes para Lali, por lo que sonrió y siguió el juego, aunque solía dejarlo melancólico. Al menos ella había elegido uno, por lo que él podía planear su regalo de navidad.

La mañana siguiente, Peter fue a la casa de Lali. En su camino, imágenes de ella en sus días de hospital pasaban por su mente, como siempre.

De la sala de emergencias, la habían llevado a cirugía donde le pusieron un catéter temporario en la pierna para comenzar con la diálisis tan pronto como fuera posible. Además habían puesto un injerto en el brazo como una solución más permanente hasta que ella consiguiera un trasplante, pero tomaría un tiempo antes de que sirviera para la diálisis, que necesitaba rápidamente. Su riñón estaba en mal estado.

Gimena Esposito había dejado a Peter quedarse hasta que se llevaron a Lali para la cirugía y él no había dejado su lado hasta tarde esa noche cuando las enfermeras lo echaron. Había vuelto bien temprano la mañana siguiente y se quedó todo el día.

Ella había sido increíble. La mayor parte del tiempo, Lali reía y mantenía las cosas ligeras, como si lo estuviera consolando, en lugar de al revés. Él creía haber estado deslumbrado por ella antes, pero después de verla asumir las noticias de su riñón y todos los tratamientos, Peter estaba seguro de nunca haber conocido una persona más fuerte e increíble en su vida.
 
Peter estacionó frente a la casa de Lali, como hacía todas las mañanas desde su vuelta al colegio. Y, como siempre, Lali salió volando por la puerta antes de que él pudiera apagar el motor. Era una especie de competencia entre ellos, Lali intentaba llegar al auto antes de que Peter pudiera salir y abrirle la puerta. Ella aún no le ganaba.

Peter lo logró por poco esta vez. Pero lo hizo. Haciendo un gran espectáculo de ello, le abrió la puerta, moviendo su brazo con una floritura para señalarle el asiento vacío.

—Su carruaje, mi lady.

Con una sonrisa, Lali ignoró la puerta abierta, prefiriendo rodear a Peter con sus brazos y frotar sus narices.

—¿Por alguna casualidad este también podría ser mi carruaje al hospital?

Peter entrecerró los ojos como pensativamente.

—Um, es una posibilidad.

Lali comenzó a besarle el rostro.

—Eres el más increíble, considerado, amable, genial, apuesto, sexy…

Peter rió, interrumpiéndola.

—¿Estás segura de querer que lleguemos a clases hoy?

Lali rió.

—¿Es necesario?

Peter sabía que ella bromeaba, pero su cuerpo se calentó inmediatamente por lo que le decía.

—No me tientes.

Lali se puso seria.

—Quizás quiero tentarte.

Peter la miró a los ojos. Allí, vio algo… diferente, algo que no había estado la noche anterior. Dudó en reconocerlo, en caso de que fuera una tontería.

—Sólo tienes que aparecer y estoy tentado —dijo él, mordiéndole el labio inferior con los dientes.

Lali se alejó y lo miró por varios segundos antes de hablar.

—¿Y si te dijera que eso es lo que quiero para Navidad?

—¿Qué quieres para Navidad?

Lali hizo una pausa, con las mejillas coloradas.

—A ti.

—Ya me tienes.

—No completamente.

Peter sintió su respiración acelerarse con su pulso elevarse. ¿Podría tener razón?

—Puedes tener cada parte de mí que desees.

—¿Lo prometes?

—Claro.

Lali se mordió el labio.

—Entonces podría ser un regalo adelantado de Navidad.

Su deseo de apresurarse hizo dudar a Peter.

—¿Por qué? ¿Hay algo malo con el día de Navidad?

—No, sólo quiero hacer todo lo que pueda tan pronto como sea posible. Quiero decir, no es por nada, ¿pero por qué esperar?

Antes de que pudiera seguir inquiriendo, Lali lo besó en los labios y se alejó para subirse al auto, sonriéndole un poco demasiado brillantemente.

—¡Muy bien, conductor del carruaje, lléveme a la escuela de prisa!

Peter sonrió y se fue con ella, pero no olvidaría lo que ella había dicho. O la sensación de hundimiento que le hizo pensar que su tiempo podría ser realmente limitado. No podía pasar por alto que Lali ocultaba algo serio de él, en un intento de “evitárselo”.

Fueron por su rutina normal. Peter encaminaba a Lali hacia su casillero, esperaba a que recogiera sus libros y luego llevaba su mochila a clase por ella. Ella insistía que era capaz de hacerlo, y él no tendía duda de que ella tenía razón. Lo que Peter había descubierto, sin embargo, era que le gustaba cuidar de ella. Le gustaba ser su caballero de brillante armadura. Le gustaba pasar esos pocos minutos extra con ella. Así que lo hacía.

Después que recaudara su premio por caminar con ella —un rápido beso que nunca dejaba de agitar su sangre— Peter se dirigió hacia su propia clase.

Navidad estaba a dos semanas, pero ya se había detenido en notar las decoraciones. Sus pensamientos y su enfoque estaban casi siempre en Lali, como lo estaban hoy.
 
Tanto si ella lo pretendía o no, si había una razón para preocuparse o no, Lali había inculcado un sentido de urgencia en Peter. Pasó a través de un catálogo interno de todas las cosas que ella jamás le había dicho que estaba en su lista de deseos. Quizá tenía razón. Quizá no debían esperar.

En ese momento, Peter comenzó la planificación. Si Lali quería que le hiciera el amor para Navidad, él le daría una noche que jamás olvidaría.

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