jueves, 11 de julio de 2013

Capitulo 1

Capitulo 1

Mayo

Peter intentó una vez más bloquear las risitas incesantes de las animadoras, pero una vez más, se le hizo imposible. Ausentemente, se preguntó cómo había sido convencido de llevar a su novia a una sesión de fotos, pero recordó el arsenal de persuasión que ella había usado y eso le respondió la pregunta.

Entonces Mery lanzó una sonrisa tímida sobre su hombro, sus brillantes ojos marrones claros encontrándose con los de él por un segundo antes de que volviera su atención a los demás. Peter sabía que lo había hecho en parte para jugar con él y en parte para asegurarse de que la estaba mirando. Ella era tremendamente vanidosa en ese sentido, algo que él había luchado por tolerar los últimos tres largos años. Aunque era una de las chicas más hermosas que él jamás hubiera visto, nunca se hacía fácil soportar a Mery y su enorme ego.
 
Apretando los dientes, Peter forzó a sus labios a curvarse en la falsa sonrisa que llevaba hace seis meses, desde que descubrió lo mal emparejados que estaban Mery y él. Últimamente tenía que recordarse constantemente que podría terminar las cosas con ella cuando acabara su última temporada de fútbol.
 
Sólo unos pocos meses más, pensó.
 
Hasta entonces Peter no quería cambiar nada, ni arriesgarse a arruinar su juego. Todo su futuro dependía de la beca de fútbol a la LSU, y ni un día pasaba sin que su padre le recordara que no había nada más importante en la vida en este punto.
 
Con eso en mente, Peter se aseguró que podía aguantar su belleza incomparable, su dominancia insaciable en el sexo y su ambición de hierro por otro año más.

—¿Hay alguna forma de que ustedes hagan una de sus rutinas para que pueda tomar fotos en movimiento? —preguntó el fotógrafo a Mery.
 
Peter sabía que ella iba a responder antes de que él lo hiciera. Mery amaba actuar incluso más de lo que amaba que le tomaran fotografías, lo que era mucho.
 
—Por supuesto —respondió ella, sacudiendo la mano, un gesto que ocultaba la emoción que él sabía que sentía por tener más ojos fijos en ella. Ya fuese que hubieran dos personas o doscientas, prácticamente cada mirada lo suficientemente cerca encontraba su camino hacia Mery. Ella no sólo era la capitana del equipo y punto central en prácticamente todas sus rutinas, Mery además era mortalmente hermosa. Siempre era el centro de atención, y la mayoría de las personas se encontraban locamente fascinadas por ella.
 
Peter puso los ojos en blanco involuntariamente. La mayoría simplemente no sabía cómo era ella en realidad.
 
Peter vio sus caderas menearse dentro de su corta falda mientras Mery hacía su camino al equipo de iPod que había traído. Sus delgados dedos trabajaron la pantalla unos segundos antes de que se inclinara y lo dejara en su lugar. No se molestó en agachar las rodillas, mostrando felizmente sus “rojitas”, como les decía a Peter donde se sentaba en el césped detrás de ella. Cuando se enderezó, le guiñó el ojo rápidamente antes de volver a la manada de lobas asesinas que ella llamaba animadoras.
 
Aunque su cuerpo reaccionó a la exhibición, Peter no pudo soportar el observar una vez más las rutinas que ya había visto docenas de veces. Esperando a que Mery lo mirara de nuevo, Peter le señaló que volvería pronto y se escabulló enseguida. No podía esperar a huir del área acordonada para el equipo y se dirigió a la tranquilidad del estacionamiento principal.
 
Cuando se alejó lo suficiente para ya no oír el ritmo molesto de la música demasiado fuerte, Peter ralentizó el paso y buscó un árbol para reclinarse y disfrutar de la sombra. Florida podía ser muy cálida en el invierno, ¿pero durante la primavera y el verano? A veces “sofocante” ni se acercaba.

Un enorme abedul cerca del límite lejano del parque llamó su atención, y Peter se dirigió allí. El hecho de que estaba cerca de un banco vacío sólo lo hacía más atractivo.
 
La altura superior al promedio de uno metro noventa de Peter necesitó que moviera las ramas más bajas del árbol, lo cual hizo, antes de volverse para reclinarse contra el tronco. Para su agradable sorpresa, se encontró básicamente oculto de la vista de los casuales peatones.
 
Inspirando hondo, se relajó contra la madera, llenando sus pulmones de un aire que era al menos tres grados más frío. Peter cerró los ojos y reclinó la cabeza, disfrutando de los sonidos distantes de perros ladrando entusiasmadamente y chicos gritando alegremente.
 
—¿Qué tal aquí? —Oyó Peter que preguntaba una voz baja, en tono agudo, presumiblemente refiriéndose al banco justo frente al árbol. Tragó el disgusto que le causaba la interrupción en su paraíso. Sólo podía esperar que quien quiera que fuese eligiera irse a otro lugar, o se quedase en silencio en el banco.
 
El silencio se prolongó por tanto tiempo, que Peter pensó que estaba de nuevo solo. Pero luego una voz rompió sus esperanzas.
 
Y picó su interés.
 
—Es perfecto —respondió la otra voz más suave.
 
Peter abrió los ojos ante el sonido, pensando simplemente en cómo se vería la cara que iba con la voz. Desafortunadamente, su vista estaba parcialmente obstruida. Moviendo la cabeza de un lado al otro, sólo podía ver trozos y partes de un rostro femenino que las hojas temblorosas apenas revelaban mientras bailaban con la suave brisa.
 
—Amo el olor del sol —dijo la voz.
 
Peter pensó que era una cosa rara para decir, una rara observación para hacer, y se encontró aún más curioso para ver cómo se veía la dueña de esa voz.

Cuidadosa y silenciosamente, Peter se enderezó y movió la cabeza, esperando poder ver entre las ramas. La única vista que le dio su nueva posición fue la visión de un globo rojo brillante.
 
—¿Por qué quieres dejarlo ir? —preguntó la voz más pequeña.
 
Después de otra pequeña pausa, la voz profunda respondió:
 
—Siempre he querido ver a un globo volar en un cielo sin nubes.
 
—Eres tan rara —bromeó la niña.
 
—Lo sé —coincidió la otra voz, riendo.
 
Más intrigado con cada palabra que la chica decía, Peter se agachó para mirar el banco frente a él. Lo que vio lo confundió. 

Y lo fascinó.
 
Dos chicas idénticas estaban sentadas en el banco. Era obvio al verlas que una era mucho más joven, claramente no tenía más de doce o trece años. La otra, aunque obviamente mayor, no era mucho más grande que la niña. Detrás de esas simples observaciones de edad y complexión, Peter no miró dos veces a la pequeña. Su mirada estaba pegada a la mayor.
 
Sólo miro superficialmente los jeans ultra ajustados y el suéter demasiado grueso que llevaba, y el cordón de una cámara alrededor de su cuello. Encontró su vestimenta extraña considerando la cálida temperatura, pero no pensó más en ello cuando vio su rostro.
 
Piel de porcelana cubría los rasgos femeninos más delicados que jamás había visto. El sol le había dado algo de color a sus pálidas mejillas, pintándolas de un tono más claro que el rosa profundo de sus labios carnosos. Ella estaba levemente vuelta lejos de él, por lo que no pudo ver sus ojos claramente, sólo su nariz respingada y la suave curva de su barbilla. El brillo de la piel en su cabeza le llamó la atención momentáneamente, distrayéndolo de la belleza de su rostro. Su cuero cabelludo relucía al sol, y ella no hacía nada para cubrirlo.

—¡Quiero uno, mami! ¡Quiero uno!
 
El grito del niño vino de algún lugar a la izquierda. Los ojos de Peter pasaron a un pequeño y su madre por un instante antes de volver a la chica. Ella atraía su mirada como la costa atrae al océano. Nada parecía tan interesante, cautivante e “importante” como el rostro de esa chica.
 
La chica se había vuelto en la dirección del niño, y desde el rabillo del ojo, Peter podía verlo arrastrando a su madre hacia el banco, su corto brazo estirado señalando el gran globo rojo.
 
—¿Dónde lo conseguiste, cariño? —le preguntó la madre a la niña, su tono educado y amable.
 
—Lo traje conmigo —respondió la chica, con una voz como agua helada.
 
—¿Tienes más? Quiero uno —se quejó el niño.
 
—¡Gabe, sh! No seas maleducado.
 
—No, no lo hice —respondió la chica, con el ceño fruncido en decepción—. Lo lamento.
 
—Está bien —dijo el chico, su voz quebrada indicando que no estaba “bien”.
 
—Vamos, Gabe. Podemos conseguirte un globo otro día. ¿Qué tal un helado? —tanteó la madre.
 
—Ya comí un helado —se quejó él—. Y soy el único en la fiesta que no tenía un globo. ¿Por qué no puedo conseguir uno hoy?
 
La desesperanza del niño era tan evidente, que Peter pudo alejar su mirada de la chica lo suficiente para mirar a Gabe; su cara algo cabizbaja y su barbilla temblando de la emoción.
 
—¿Fuiste a una fiesta hoy? —preguntó la chica.
 
El niño asintió.

—¿Pero no obtuviste un globo para llevarte a casa?
 
Sacudió la cabeza, una gran lágrima cayendo lentamente por su mejilla.
 
—Todos consiguieron uno, menos yo.
 
La chica se arrodilló frente a él. Tirando del moño que estaba atado en su muñeca y uniéndolo al globo con su frágil cuerpo, se lo tendió a Gabe. Cuando él no avanzó inmediatamente, la chica asintió animándolo y sonrió. Peter se quedó sin aliento. Estaba completamente idiotizado por el simple gesto. En una parte de su mente, estaba seguro de nunca haber visto nada más hermoso y perfecto que esa sonrisa.
 
—Ten. Toma el mío. Puedo conseguirme otro —le aseguró ella.
 
—No tienes que hacerlo —ofreció la madre, tomando la mano de Gabe cuando él iba a tomar el moño; estaba ansioso por poseer el globo.
 
—Por favor —dijo la chica—. Quiero hacerlo. Quiero que lo tenga.
 
—¿Segura?
 
Ella volvió a asentir, su sonrisa nunca decayendo.
 
—Segura.
 
Extasiado, Gabe tomó el globo de la mano de la chica y corrió de inmediato emocionadamente a un espacio abierto con césped para jugar.
 
—Lo lamento. No suele ser así de grosero —explicó la madre, claramente avergonzada—. Pero gracias. De verdad —dijo mientras iba por su hijo.
 
La mirada de Peter cayó una vez más en la chica. Ella le recordaba a sus tías. Su cabeza giró siguiendo al niño que corría en grandes círculos, el globo rojo flotando en el aire sobre su cabeza.
 
—¿Por qué se lo diste? —preguntó la más joven—. Has estado hablando sobre soltar ese globo por meses.
 
Peter vio el pecho de la chica hincharse y hundirse en un suspiro.

—Porque lo hice sonreír, Cande. Míralo.
 
La más joven, Cande, se volvió a mirar a Gabe.
 
—Pero aun así —discutió.
 
—No, sin peros. Lo necesitaba más que yo.
 
Justo entonces, un chillido rompió la extraña belleza del momento, quitando a Peter de su ensimismamiento. Reflexivamente, miró a la izquierda, la misma dirección de donde habían venido Gabe y su madre, y vio a su novia yendo hacia él por el césped. Ya no podía esconderse. Y nunca había deseado hacerlo tanto.
 
—¡Aquí estás! —exclamó Mery, acelerando y trotando hacia él.
 
El movimiento llevó la mirada de Peter de regreso a la chica que estaba arrodillada cerca de él. Se había vuelto a mirarlo, obviamente sorprendida por su presencia. Inmediatamente se vio perdido en los ojos del color marron más increíble del mundo.
 
Se miraron por lo que pareció una eternidad antes de que Mery volviera a acabar con la perfección del momento.
 
—Hemos acabado. ¿Estás listo?  

La mirada de la chica se posó en Mery antes de ponerse de pie y volver a sentarse en el banco. Mery miró brevemente al dúo, catalogándolas de poco importantes de inmediato.
 
—Vamos, bebé. Tengo hambre y tenemos que dejar a Elise antes de que podamos ir al Depot.
 
Antes de que él pudiera detenerse, Peter volvió a mirar a la chica. La encontró mirándolo con la expresión más curiosa. Si no hubiera sabido mejor, podría haber pensado que era lástima. ¿Pero por qué sentiría lástima por él?
 
Mery aclaró su garganta, llamando su atención de nuevo a ella. Estaba bastante agitada cuando él finalmente pudo enfocarse en ella.

—¿Qué? ¿De repente te gustan las chicas peladas?
 
Peter pudo sentir la sangre subiendo por su cuello y mejillas. Ardía de la vergüenza. Miró con culpa de regreso a la chica, sintiendo un malestar en su estómago porque Mery pudiera haberla afectado. Ella y la más joven se habían levantado del banco en silencio y se estaban alejando lentamente.
 
Peter las observó irse. Vio a la chica pausar por un momento antes de que doblaran en una de las fuentes decorativas del parque. Su corazón latía fuertemente en su pecho, pensando que iba a volverse a mirarlo. Pero no lo hizo. En su lugar, Peter la vio echar la cabeza hacia atrás y sentir el sol caer por su rostro, como si estuviera disfrutando el calor en su piel.
 
El simple gesto movió algo en Peter, haciéndolo sentir vergüenza de la compañía que tenía, vergüenza de la forma en que vivía su vida, vergüenza de las cosas que daba por sentado. No tenía idea de cómo algo tan leve, tan inocuo como ese gesto podía tener tanto impacto en él, pero lo hacía. Ella lo hacía. Era innegable.
 
Mientras ella desaparecía detrás de la fuente, Peter no pudo evitar preguntarse qué le había pasado en su corta vida para hacer que apreciara tanto las cosas mundanas como el sol, el parque y un globo. Estaba sorprendido de cuán desesperadamente quería conocer las respuestas a esas preguntas, conocer las respuestas de ella —su vida, mente y corazón. Sabía que no había nada que quisiera más que conocerla.
 
Perdido en sus pensamientos, Peter pensó en la chica mientras en silencio seguía a Mery. Para cuando volvió en sí, estaban donde habían empezado y Mery le estaba poniendo las llaves de su auto en la mano.
 
—Tú conduce. Tengo que cambiarme de ropa —demandó, con un tono que indicaba que seguía irritada.
 
Profundamente sacudido por la chica del globo rojo, Peter miró a Mery por varios segundos. Sabía que su duda le había costado, probablemente algo increíble.
 
En su mente, Peter arrojó la precaución al viento y se alejó corriendo de Mery hacia el árbol, de vuelta al banco. A la chica. Sabía que no estaría allí, pero en su mente recorrió todo el parque por ella, escaneando cada cabeza y rostro buscándola. Pero ella no estaba. Sabía que cuando permitió que Mery lo guiara lejos, había perdido su oportunidad de descubrir el nombre de la chica, quien, sin una sola palabra hacia él, le había robado el corazón.

10 comentarios :

  1. que lindo se ve que va es una historia muy linda :)

    massss por favor, con un solo capitulo ya tengo un nudo en el corazonn

    ResponderEliminar
  2. Yo ya lei esta Nove! Es realmente buena! Unas de las mejores que eh leido! Van a Amar a Peter eso es seguro! Buena nove Graciasss
    Como quiera la voy a leer!
    Paola

    ResponderEliminar
  3. LOOO AMEEEEEEEEEEEEE !!

    ResponderEliminar
  4. Me encanto y la novela anterior me encanto !!!!!! Son hermosas todas tus adaptaciones ♥

    ResponderEliminar
  5. Aai. Va a ser una fuerte! Espero mas, beso :)

    Arii

    ResponderEliminar