domingo, 21 de julio de 2013

Capitulo 23

Capitulo 23

Peter detestaba la idea de no verla hasta entonces, pero el fin de semana se volvería más soportable si podía anhelar eso.
 
Lali sonrió alegremente.
 
—Por supuesto.

Hicieron su camino de regreso al sendero y por la calle hacia la casa de Lali. Peter se detuvo junto al bordillo y se volteó hacia ella, su estómago nadando con anticipación.
 
—Lamento que te mantuve despierta toda la noche —confesó tímidamente Peter.
 
Lali soltó una risita.
 
—No, no lo haces.
 
Peter sonrió.
 
—Está bien, tal vez no lo lamento tanto.
 
—En realidad, como que me alegra que lo hicieras.
 
Estirándose hacia adelante, Peter sacó un trébol del cabello de Lali y se lo entregó.
 
—Supongo que nunca es demasiado tarde para traerte flores.
 
Lali dio un suspiro exagerado, con sus ojos ensanchándose mientras tomaba el diminuto tallo de los dedos de Peter.

—Oh, son… eh, quiero decir es hermoso —bromeó.
 
—Pasé por un montón de problemas para conseguirte esa flor. No te burles — respondió él con fingida seriedad.
 
—Oh, lo siento. Nunca me burlaría de tus exhaustivos esfuerzos para hacerme sonreír.
 
—En realidad —dijo Peter, poniéndose serio mientras se estiraba hacia adelante para trazar la comisura de la boca de Lali—, haría casi cualquier cosa para verte sonreír.
 
La mirada de Lali saltó de los ojos de Peter a su boca y viceversa. Se lamió los labios y Peter creyó escucharla contener la respiración mientras se inclinaba hacia ella.
 
Su rostro se cernió sobre ella durante varios tensos segundos antes de que él bajara su boca a la de ella. Apenas haciendo contacto, Peter rozó sus labios una y otra vezsobre los de Lali con la más suave de las presiones. Quería más, quería besarla y tocarla mucho más, pero quería dejarla con algo tan delicado, perfecto y especial como el momento que estaban compartiendo ahí bajo en el resplandor anaranjado de la salida del sol.
 
—Te veré el domingo —dijo él cuando levantó la cabeza.
 
—Domingo —dijo Lali un poco aturdida.
 
Ella comenzó a subir por la acera, y Peter vio una luz encenderse en una de las habitaciones del frente.
 
—Ésa no es tu habitación, ¿verdad? —Sabía que ella tendría una ventana en la parte delantera de la casa, pero no estaba seguro de cuál.
 
—No, la mía es la última de la derecha. Ésa es la de Cande.
 
—¿Vas a meterte en problemas?
 
Lali rió entre dientes.
 
—Nah. Cande es la niña salvaje de la familia. Probablemente ella sólo querrá detalles.

Era el turno de Peter para reírse entre dientes. De alguna manera, eso encajaba con lo poco que había visto y oído de Cande.
 
—Genial.
 
—¿Domingo? —Lali sonrió mientras caminaba de espalda por la acera hasta la puerta delantera.
 
—Domingo —respondió Peter, su sonrisa un reflejo de la suya.
 
Cuando desapareció en el interior de su casa, Peter continuó hacia su auto, con el corazón ligero. Por primera vez desde que podía recordar, tenía algo en su vida que realmente anhelaba.
 
***

Lali entró de puntillas, cerrando suavemente la puerta detrás de ella y arrastrándose por el pasillo hacia su dormitorio. Acababa de sentarse en el borde de su cama para sacarse los zapatos cuando Cande irrumpió por la puerta.
 
—¡Quiero detalles! —susurró ruidosamente, lanzándose sobre la cama detrás de Lali.
 
—¿Qué estás haciendo levantada?
 
—Puede que tú no tengas mucha vida social, pero yo sí. Estaba en la computadora portátil chateando con Summer y Dane cuando te fuiste. Escuché la puerta principal.
 
—¿Entonces por qué encendiste tu luz cuando llegamos?
 
—Esa era tu señal para que vinieras a hablar conmigo cuando terminaras.
 
—Lo siento. No lo sabía.
 
—Tenías que saber que querría detalles. Él es tan jodidamente sexy, Lali. Uf — gimió Cande, dejándose caer sobre su espalda dramáticamente. Se dio la vuelta rápidamente, apartándose el cabello de los ojos como si tuviera un pensamiento repentino—. No crees que te meteré en problemas, ¿verdad?

—¿Tú? Cande, si hiciera siquiera la mitad de las cosas que has tratado de convencerme de hacer, estaría en la cárcel. Me sorprende que esto siquiera se registrara en tu radar.
 
—¿Tú besando a un chico que luce así? ¡Infiernos sí, se registró!
 
—Así que si él hubiera sido feo…
 
—Bah —dijo ella, desestimándolo con un gesto hacia Lali—. No me importaría. A menos que te hubieras acostado con él. Entonces, me importaría.
 
Lali no pudo evitar sonreír. Cande era lo máximo.
 
—Eres terrible.
 
—No, no lo soy. La vida es corta. Tenemos que sacar el máximo provecho de ella.
 
Lali siempre se preocupaba por cómo su enfermedad había afectado a Cande. Desde que había terminado la quimioterapia, Lali había notado un salvaje abandono en Cande que no estaba muy segura de que fuera sano. No quería ver a su hermana meterse en problemas o terminar arruinando su vida en sus esfuerzos por vivir al máximo. Después de todo era posible irse por la borda.
 
—Bueno, en este momento, lo único que me interesa es dormir.
 
Con una mirada con puchero, Cande se sentó y deslizó fuera de la cama.
 
—Por lo menos dime si es bueno besando.
 
Lali sonrió, probablemente un poco más ampliamente de lo que debería.
 
—Es muy bueno besando.
 
Con un ensoñador suspiro, Cande caminó hacia la puerta. Se volteó de nuevo antes de abrirla.
 
—A él realmente le gustas, sabes. Se nota.
 
La sonrisa de Lali se tornó triste.
 
—¿Pero le gusto lo suficiente como para quedarse?

Cande y Lali se miraron por un momento, una tristeza tácita persistiendo en el aire entre ellas, antes de que Cande girara el pomo y se deslizara por la puerta.
 
—Buenas noches, Lali —susurró justo antes de cerrar la puerta.
 
—Buenas noches, Cande. —Y entonces se había ido, dejando a Lali sola con sus pensamientos.
 
***

Peter llegó de nuevo al lago a una casa silenciosa. Durmió hasta el mediodía, echándole la culpa a una noche inquieta después de su horrible desempeño en el fútbol. A decir verdad, a él no podía haberle importado menos. Todo en lo que podía pensar era en Lali y en lo dulce y divertida que era, en cómo hacía resplandecer su mundo con algo sospechosamente cercano a la felicidad.
 
Durante las siguientes treinta y seis horas, el inminente encuentro de Peter con Lali rondaba en el fondo de su mente. Fue capaz de sonreír a cada comentario insidioso lanzado en su dirección y tolerar a su padre y a Mery todo el fin de semana con un aplomo admirable gracias a Lali, y ellos estuvieron sin darse cuenta.
 
Cuando estaban yéndose el domingo por la noche para dirigirse a casa, Peter le dijo a su padre que iría directamente a casa de Mery. Su padre sonrió y asintió con la cabeza, como Peter sabía que lo haría. Y Peter tenía toda la intención de hacer exactamente lo que había dicho. Dejaría a Mery afuera de su casa primero, y luego iría directamente a la de Lali.
 
Después de una segunda breve parada, eran sólo pasadas las ocho de la noche, cuando él tocó el timbre en la casa de Lali. Se quedó parado en el porche con una mano escondida detrás de la espalda y una amplia sonrisa en su rostro. Fue Lali quien abrió la puerta. Ella también estaba sonriendo.
 
—Hola.

—Hola —respondió Peter, sacando su mano de detrás de su espalda con una reverencia.
 
Observó a Lali contemplar el solitario lirio blanco. Ella miró su irregular tallo y sus ojos se arrugaron por la risa. Él se había detenido en el camino cuando había visto unas flores en una casa que pasaba. Estaban balanceándose cerca de la carretera en la mortecina luz, haciéndole señas para que fuera y las tomara. Eran parte del elaborado y bien cuidado paisaje de alguien y, aunque se sentía un poco culpable por decapitar una de las flores, él sabía que ésta iba a traer una sonrisa al rostro de Lali. No le dio ningún otro pensamiento más que ése. Para Peter, no había ninguna otra justificación necesaria.
 
—Se están volviendo más grandes —observó ella, con los labios temblorosos con una sonrisa reprimida.
 
—La próxima vez podría haber dos.
 
—¡Eso es perfecto! Recibir dos flores al mismo tiempo es una de las cosas en mi lista de deseos —bromeó ella.
 
Aunque Peter sintió una punzada por su referencia a morir, no se preocupó por eso, no cuando ella estaba sonriendo ante sus ojos como lo estaba haciendo. Finalmente, Lali retrocedió e hizo un gesto para que entrara.
 
—Déjame poner esto en un poco de agua. Ya vuelvo.
 
Cuando Lali volvió a la sala de estar, Peter estaba mirando fijamente una foto familiar que mostraba a una Lali enferma y calva pero, sin embargo, sonriente. Su estómago se agitó con náuseas ante la idea de lo que ella había atravesado.
 
Se volteó hacia ella y le sonrió tan animadamente como pudo. Lali pareció no darse cuenta de su incomodidad.
 
—Entonces, ¿qué vamos a hacer?
 
—¿Te gusta la comedia?
 
—¿A mí? ¿Algo así como para reír? ¡Oh, sí!

Peter sonrió un poco más genuinamente. O eso suponía.
 
—¿Qué tal una película, entonces? Will Ferrell tiene este nuevo estreno.
 
—Oh Dios mío, me atrapaste con Will Ferrell —afirmó ella alegremente—. Una película suena perfecto.
 
—Si quieres, podemos adelantarnos e ir ahora y conseguir primero un poco de helado. Hay un lugar en el centro de la ciudad que tiene este enorme tazón de waffle que contiene cinco bolas de helado. Pensé que encajaría perfectamente con tus esfuerzos por estirar tu estómago para entrenar para ser campeona de comilonas.
 
Lali se rió.
 
—Y no podrías estar más en lo cierto.
 
Peter le brindó a Lali el mayor tazón comestible de helado que ella había visto alguna vez. Ella se comió todo el helado, pero dejó el tazón de waffle, que Peter mordisqueó después de que había terminado su propio cono mucho más pequeño. Se rieron de todo bajo el sol, incluyendo su apetito tamaño Sumo. Peter aprendió que ella no sólo era hermosa, encantadora y divertida, sino que era increíblemente inteligente. Había sabido desde la primera vez que la vio que era de buen corazón, así que cuando ella dejó caer un billete de veinte en el tarro de Alimente a los Hambrientos en el puesto de comida en el cine, no estuvo sorprendido.
 
Incluso después de todo ese helado, Lali compartió un combo de palomitas y Coca-Cola grande con Peter durante la película. Ella se echó a reír hasta que lloró más de una vez, encantando a Peter aún más, lo cual él no creía que fuera posible. En un punto, ella apoyó la cabeza sobre su hombro mientras mordisqueaba palomitas de maíz. Peter volvió a pensar que quería desesperadamente mantenerla a salvo y feliz el resto de sus días.
 
Ella lo invitó a entrar cuando la llevó a casa y se sentaron en la sala de estar tratando de sorprenderse el uno al otro con citas de películas. Lali impresionó a Peter con su profundo conocimiento sobre películas y su almacén de curiosidades inútiles.

—Creo que podrías ser una aficionada a las películas mucho mayor que yo, y eso es decir mucho —declaró Peter después de que ella lo había rematado con una cita de una película de los años 80 de John Hughes.
 
—Cuando estás enfermo durante muchos meses seguidos, ves un montón de películas —respondió ella casualmente—. En cierta forma, vives a través de ellas. Tienes tu primer beso con ellas, vas a tu primera fiesta, te abandonan en tu fiesta de graduación, y bebes tu primera cerveza con ellas. —Hizo una pausa, con una sonrisa melancólica revoloteando en sus labios antes de hablar de nuevo—. Te enamoras con ellas.
 
Peter no podía dejar pasar semejante entrada.
 
—Hablando de eso, ¿alguna vez has estado enamorada?
 
Lali apoyó la cabeza contra el respaldo del sofá y miró fijamente a Peter. Él pensó que podría ahogarse en las insondables profundidades de sus ojos brillantes.
 
—No. ¿Y tú?
 
Peter se encogió de hombros, repentinamente más incómodo con el tema ahora que se volvió en su dirección.
 
—No. Pensé que lo estaba, pero…
 
—¿Mery?
 
Los labios de Peter se torcieron en una sonrisa irónica.
 
—Sí. Confundí lo que los demás querían y lo que era… cómodo con sentimientos que simplemente no estaban allí. No fue sino hasta…
 
Se detuvo abruptamente. Después de unos segundos, Lali levantó la cabeza y lo miró expectante. Cuando él no terminó, ella lo provocó.
 
—¿Hasta qué?
 
Tomándose su tiempo antes de responder, Peter miró hacia abajo a donde la mano de Lali descansaba en el sofá entre ellos. Estirándose hacia delante, la recogió y cuidadosamente entrelazó los dedos con los de ella. En algún lugar en el fondo de su mente, se preguntó cómo la piel de alguien podía ser tan suave. Y cómo la mano dealguien más podía encajar tan perfectamente en la suya.
 
—Había estado notando su egoísmo desde hace tiempo. No sé si simplemente empeoró con el paso del tiempo, o si realmente era ciego a eso hasta entonces, pero el día que te vi en el parque, fue como una llamada de atención. Eras todo lo que ella no era. Todo lo que una persona decente debería ser y que ella simplemente… no es.
 
Lali inclinó de nuevo la cabeza hacia atrás, sus ojos nunca dejaron los de Peter.
 
—Estoy segura de que ella no es tan mala.
 
—¿Ves? ¿Cómo haces eso? ¿Cómo puedes mirar a alguien como ella, alguien que te trata como ella lo hace, alguien que trata a todo el mundo como ella lo hace, y decir eso?
 
—Ella no te trata horriblemente, ¿verdad?
 
—Bueno, no, pero…
 
—Entonces no puede ser tan mala.
 
—Pero ella…
 
—Estoy segura de que ama a su familia y los trata bien. Y es probable que tenga un perro o un gato o algo que ella ama.
 
—Bueno, sí, pero…
 
—Ella probablemente tiene un punto débil en su abuela o en el anciano al otro lado de la calle que le daba dulces cuando era pequeña.
 
—Podría, pero…
 
—¿Ves? En realidad no es tan mala.
 
Peter se enderezó, cansado de escuchar a Lali defender a alguien que podía ser tan desagradable como lo era Mery. Si ella sólo supiera…
 
—Tal vez no, pero sigue sin ser tú.

Lali había estado a punto de decir algo, pero se detuvo, sus ojos volando hacia los suyos. Peter no había querido decir eso, no había querido admitirlo. Simplemente salió. Él no había estado pensando.
 
—No soy perfecta, Peter. Soy tan egoísta como cualquier otro y yo…
 
—No, no lo eres. Y no estás engañando a nadie tratando de fingir que lo eres. A lo mejor es por lo que has atravesado. Tal vez es sólo la forma en que naciste. No sé, pero eres especial, Lali. Puedes pensar que no eres perfecta, pero para algunas personas, eres todo lo que ellos siempre han deseado, ya sea que se den cuenta de eso o no.
 
Lali no dijo nada. No sabía qué decir. Se limitó a mirar con asombro a Peter.
 
Se quedaron en el sofá por un largo tiempo… mirándose a los ojos, jugando con los dedos del otro, asimilándolo todo. Ambos sabían que algo mágico estaba sucediendo. Y ambos tenían miedo, pero por dos razones totalmente diferentes.
 
Lali estaba pensando que finalmente se había enamorado, por primera y quizá por última vez, de una persona que podía o no estar a su alrededor por mucho tiempo. Peter estaba pensando que había encontrado a alguien que hacía que su pasado y su futuro no importaran tanto, alguien que le daba un presente que eclipsaba todo lo demás. Pero había una posibilidad de que pudiera perderla.
 
Más tarde, cuando él le dio un beso de buenas noches, fue un beso lleno de promesas, un beso que decía que él estaría a su alrededor para siempre, sin importar cuan largo terminara siendo ese para siempre.

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