sábado, 15 de junio de 2013

Capitulo 9

9

Una vez más, Peter se acercó a una chica al final de la clase. ¿Qué demonios? ¿Cada chica de nuestra clase siente necesidad de conversar con él? Pero entonces un hombre se acercó a su lado, su brazo rodeando los hombros de la chica. Alarmada, me di cuenta de lo que mi reacción visceral implicaba: celos. Incluso con un chico que apenas conocía, con quien había intercambiado más saliva que palabras.

Al pasar el último pasillo, Peter me dio una sonrisa forzada con una ligera elevación de la barbilla y desvió su atención de nuevo a la pareja delante de él. En conflicto conmigo misma, me sentía dividida en partes iguales, aliviada y decepcionada.

Le pedí consejos a Cande durante el almuerzo.

—Él mantiene sus opciones cerca. —Almorzando un típico batido de Jamba Juice, ella reflexionó las posibles causas de su silencio—. Es casi como si... se resistiera a sentirse atraído por ti. No me malinterpretes, pero los chicos generalmente se alejan, pero usualmente pasa hasta que hayan conseguido algo —me miró fijamente—. ¿Estás segura que nada más sucedió la noche del viernes?

Solté un suspiro y golpeé mi frente con la palma de mi mano.

—Oh claro, olvidé por completo esa parte donde tuvimos sexo salvaje toda la noche.

Ella rodó los ojos, y luego levantó las cejas.

—Hola. ¿Qué pasa si él tiene una novia?

Fruncí el ceño. No había pensado en eso. —Supongo que eso es posible.

Mi mente viajó hacia un pensamiento que no podría decir: ¿Qué pasa si lo que sucedió la noche que nos conocimos le pareció tan patético y absurdo como yo ya me sentía, y no pudo superarlo? Esos minutos aterradores me obsesionaban todavía, y Maxi hace unos días sólo amplificó la amenaza. No sería la última vez que lo vería.

Él estaba en la misma fraternidad de Benjamin. Era amigo de Agus y Cande, y todo mi círculo de amistades. Era casi inevitable.

—Una novia definitivamente golpea nuestros planes —reflexionó Cande.

De la nada, me preguntaba si Juan Lanzani tenía una novia. No había mencionado una, pero ¿por qué habría de hacerlo? No había ninguna razón para que escribiera “Oye, por cierto, tengo una novia” en uno de nuestros intercambios de correos electrónicos. No podía encontrar la forma de preguntar. Parecía tan sincero como yo, estaba segura de que me iba a responder.

—¿La? —La voz de Cande interrumpió mis pensamientos.
—¿Eh? Lo siento.

Ella arqueó una ceja, sorbiendo lo último de su licuado —¿En qué estás pensando? Conozco esa mirada calculadora, y como tu oficial al mando, necesito conocer cualquier cosa que estés tramando.
 
Mordí el sándwich en mi mano, tirando los tomates fuera y colocándolos en la esquina de mi bandeja. Yo no podría decirle acerca de Maxi. Pero podía confesar mi creciente interés en Juan.

—¿Conoces a mi tutor de economía?

Ella asintió con la cabeza, confundida, y de repente, me di cuenta que era sólo una atracción online. Dado que asistimos a una universidad donde hay miles de chicos solteros parece la cosa más ridícula en la historia de las cosas ridículas.

—Bueno, a veces parece que estamos coqueteando. Y una vez, dijo que Benjamin era un idiota.

Ella arqueó una ceja. —¿Él sabe de Benjamin?

—No, quiero decir, él dijo “tu ex es un imbécil”. No creo que realmente lo conozca. Era más bien una declaración... un elogio, para mí. —Mordí mi sándwich de pavo, tocino y guacamole.

—Hmm —Cande se inclinó y apoyó ambos codos sobre la mesa entre nosotros—. Bueno, es un hecho que no puede ser tan caliente como Peter. Pero él es un profesor, por lo que debe ser inteligente. Dios, él debe conocer todos los callejones. ¿Él es lindo en todo?

—Er… —le dije, todavía masticando.

Ella entrecerró los ojos. —Oh, Dios mío. Tú nunca lo has conocido, ¿verdad?

Cerré los ojos y suspiré. —No exactamente.

—¿No exactamente?

—Está bien, bueno no del todo. No tengo ni idea de cómo luce, ¿de acuerdo? Pero él es inteligente y divertido. Y ha sido muy agradable, y me ayudó mucho, estoy casi atrapada en la clase, excepto por ese proyecto.

—Mariana ¡no puedes morir por un chico sin verlo! ¿Qué pasa si como él luce rompe el acuerdo? Él podría parecer… —ella escaneó el comedor y se concentró en un chico de aspecto espeluznante con una andrajosa camiseta, que pasaba por delante de nuestra mesa — ese chico.

Me crucé de brazos, ofendida en nombre de Juan. —Ese tipo se parece a un marginado social. Juan es demasiado inteligente como para parecerse a eso.

Se cubrió los ojos y sacudió la cabeza. —Está bien. Vamos a hacer un Plan B para Juan —me miró, usando su teoría de la expresión conspiradora, la de ojos entornados y labios fruncidos.

—¿Qué es lo que realmente sabes acerca de ese tipo Juan?

Me eché a reír. —Mucho más de lo que sé sobre ese chico Peter.

—Excepto lo que se ve y se sabe —movió las cejas.
—¡Ugh! Cande. Tienes una mente tan cochina.

Ella sonrió maliciosamente —Yo prefiero pensar que es directa.

Nos saltamos Starbucks como parte del plan de Cande, aunque ella se lamentaba del sacrificio que hacía en mi nombre por no tomar su café. Dejándome con instrucciones estrictas de no textos o correos electrónicos a cualquiera de ellos, me dio un abrazo rápido antes de ser tragada por un grupo de sus hermanas de fraternidad, las cuales actuaban como si fuéramos conocidas lejanas.

Hace un mes, me habían sancionado como la novia de Benjamin GDI, y ahora yo sólo era la pobre, no griega, compañera de cuarto de Cande.
***

La lavandería se encontraba en cada piso de la residencia, pero como todo el mundo en mi piso decidió realizar cargas al mismo tiempo, las lavadoras estaban llenas.

Dejando la bolsa en un escalón, bajé las escaleras saltando de uno en uno con la esperanza de que los residentes de piso de abajo, fueran más tranquilos con la limpieza, por lo menos esta noche.

Diez minutos después, me dirigía a mí habitación con la bolsa vacía. Parada justo en el interior del hueco de la escalera, mi teléfono sonó. Respondí el mensaje de Maggie donde me recordaba que debía enviarle un correo electrónico con un link para una tarea de español que estábamos haciendo juntas.

Sentía picazón por enviar un texto a Peter, o un mail a Juan, así que empujé el teléfono lo más profundo que pude en mi bolsillo delantero. Le había prometido a Cande que no lo haría. Ella sabía cómo pensaban los chicos mientras que mi año de experiencia con Benjamin me dejaba muy mal preparada para este tipo de maniobras complejas.

Francamente, las reglas para vincularse no parecen mucho menos complicadas para mí, que las reglas para la búsqueda de una relación, pero ¿qué podía saber yo?

La puerta de abajo se abrió y se cerró, mientras doblaba la esquina y escuché los pasos ascendentes, estos sonaron detrás de mí.

Había cientos de residentes en mi edificio y aunque todos utilizan los ascensores o las escaleras principales para ir y venir del edificio, la mayoría de nosotros empleábamos permanentemente el húmedo hueco de la escalera cuando nos desplazábamos entre dos pisos.

Con los pelos de punta, y la sensación de claustrofobia que era algo que sentía siempre, me obligué a mí misma a no correr a toda velocidad hacia la puerta en la parte superior.

Me detuve bruscamente cuando me di cuenta que me estaba moviendo hacia adelante, pero mi bolsa de ropa no. Suponiendo que se me había enganchado en la barandilla me volví para liberarla y me encontré cara a cara con Maxi. El extremo de la bolsa estaba atrapado en su puño.

Di un grito ahogado y mi corazón se detuvo, todo suspendido en cámara lenta, y mi corazón comenzó a golpear en mi pecho igual que una maquinaria pesada. Se acercó a la escalera justo debajo de mí, y se burló mirándome desde arriba.

—Hola, Lali. —La bilis subió por mi garganta con el sonido de su voz y yo la tragué.

—Oh, no. Supongo que ahora eres Mariana, ¿cierto? ¿No es eso lo que dijiste? Una rosa con cualquier otro nombre olería tan dulce... —Cuando él se acercó más a mí, traté de subir las escaleras y tropecé, tumbada utilicé la oportunidad de trepar hacia la puerta, pero él se agachó y tiró de mí con facilidad, con sus dos manos agarrando mis hombros.

—No me toques —me atraganté.

Él sonrió como si estuviera hipnotizando a su presa, atrapada. Estaba jugando conmigo.

—Vamos, Mariana, no seas así. Tú siempre has sido realmente linda para mí. Sólo quiero que seas un poco más agradable, eso es todo.

Sus palabras no se arrastraron en esta ocasión. Él estaba sobrio y firme, y la maldad en sus ojos me dijo que pagaría por mi fuga de la noche de la fiesta. Yo pagaría por lo que Peter había hecho.

Negué con la cabeza. —¡No! Estoy diciendo que no, Maxi. Igual que la última vez.

Sus ojos se estrecharon, yo apenas pude oír la maldición que él siseó, con la sangre circulando en mis oídos. Corre. Corre. Corre, parecía decir, y me habría gustado obedecer. Solté la bolsa, que cayó a nuestros pies.

—Yo sé que lo que pasó esa noche no fue tu culpa —se encogió de hombros—. Eres una chica bonita, y, obviamente, ese tipo tenía la misma idea que yo. Él solo ganó ese asalto debido a que yo estaba tomado. —Su aliento cayó en mi cara, caliente, sin rastro de alcohol. —Entonces, ¿él te folló en su auto o te llevó de vuelta a tu habitación y te tomó ahí? Sé que Cande estaba con Agus esa noche. Igual que esta noche.
 
Me estremecí con sus palabras vulgares. Yo no le había enviado un texto a Cande aún, pero no era imposible que ella se estuviera quedando con Agus esta noche.

Uno de sus brazos rodeó mi cadera, apretando dolorosamente. El dolor no era nada en comparación con la degradación de ser manoseada en contra de mi voluntad.

—La escalera es un poco incómoda, pero factible. ¿Por qué no vamos a tu habitación? Voy a hacer que te guste, cariño.

Su amenaza era evidente. Si decía que no, el me violaría aquí.

—Alguien puede entrar por el hueco de la escalera en cualquier momento.

Se echó a reír —Es cierto. Lástima que no estés usando esa pequeña falda que tenías la otra noche. Yo podría ponerte contra la pared y hacerlo en dos minutos, sin tener que quitarte nada.
 
La cabeza me daba vueltas. Me apreté contra la escalera, tratando de avanzar, aunque sea un poco, pero no pude.

—No sería la primera vez que he sido sorprendido con una ardiente chica en una posición contra la pared. Y Hey —como bonus— si quieres puedes conseguir vengarte de Benjamin por haberte abandonado, luego te convertirías en la chica que hace lo que sea, donde sea, con quien sea. Eso sería una locura —se encogió de hombros—. Tú ya empezaste con ese pedazo de mierda y ¿quién sabe quién más? Así que, podemos hacerlo aquí, si eso es lo que quieres.

—No —dije, reteniendo las lágrimas—. Mi habitación. —Mi respiración jadeante, inestable esperando que no me haya equivocado con la evaluación del guisante que debía ser su cerebro. Él sonrió, y casi vomité. Nunca he querido vomitar tanto como ahora, pero mi cuerpo lo reprimió por instinto.

Su brazo rodeó mi cadera, se giró hacia la puerta en la parte superior, agarrando la bolsa de ropa sucia del suelo. Me pregunté si me animaría a hacer lo que estaba a punto de hacer. Si estaría dispuesta a gritar, luchar y arañarlo en el pasillo, humillarme delante de todos, con la esperanza de que él no fuera a tener éxito en llevarme a mi habitación. Si lo hacía, estaba acabada. Las paredes no eran a prueba de sonido, pero todo el mundo estaba acostumbrado a escuchar todo tipo de ruidos que emanaban de las habitaciones vecinas. Si alguien, incluso escuchaba algo sobre su música, televisores y juegos de video, probablemente pensarían que no era nada.

Salimos al pasillo, y evalué a las personas en las que estaba a punto de confiar.

Mi habitación estaba a seis puertas de la escalera. Dos chicos en el extremo opuesto de la sala estaban practicando kick-flips en un monopatín. Olivia estaba en el centro de la sala, hablando con Joe, un chico de la cuarta planta.
 
Cuando nos vio, su boca se abrió y antes de que la cerrara, Joe miró sobre su hombro, saludó a Maxi, y se volvió hacia ella con una risa ahogada. Esto era malo.

Kimber quien tenía su habitación dos puertas más abajo, entró en el pasillo con su ropa. Me detuve. Era ahora o nunca. Maxi dio un paso adelante antes de darse cuenta que no me movía. Se volvió hacia mí.

—Vamos, La—dijo.

—No. Tú no vas a entrar a mi habitación, Maxi. Quiero que te vayas ahora.

El shock dibujado en su rostro. Kimber, Olivia y Joe se quedaron inmóviles, esperando conocer de primera mano lo que estaba a punto de ocurrir.

La palma de Maxi estaba en mi codo. —Eso no es lo que dijiste hace unos minutos, nena. Vamos a tener esta conversación en privado —trató de empujarme hacia adelante, pero solté mi brazo de su carnosa mano.

—Quiero que te vayas. Ahora —lo fulminé con la mirada, estaba agitada.

La indecisión se dibujó en su rostro. Cinco personas estaban viendo. Alzó ambas manos, las palmas hacia fuera.

—No te enojes, ¿de acuerdo? Traté de decirte que esa pared sería fría y áspera. No es mi culpa que no pudieras esperar cinco minutos. —Lanzando la bolsa encima de su hombro dijo—: Llámame más tarde, cuando te enfríes, niña bonita —golpeó los puños con Joe y se acercó a la escalera, yo esperé hasta que desapareció por la puerta para moverme.

Mi cara ardía, abrí mi puerta, mientras que Olivia susurraba no tan discretamente detrás de mí. —Ay, Dios Mío ¿Ellos sólo lo hicieron en el hueco de la escalera? Ella tenía un chico en su habitación la noche del viernes. Me pregunto si estaba jodiendo con Benjamin y es por eso que…

Cerré la puerta, y me apoyé, deslizándome hasta el suelo, temblando. Las lágrimas caían sobre mi rostro, mi respiración se estremeció, dejando mi pecho dolorido. Quería salir corriendo, irme a casa. Olvidarme que me habían dejado, que rompieron mis sueños. Olvidarme de la constante sensación de ser demasiado inexperta y estúpida para hacer frente a mi propia vida.

Esta vez había sido más lista que Maxi, haciendo que dos veces no obtuviera lo que quería, y él estaba enojado. Popular y bien parecido, podía elegir a la chica que quisiera, y por lo que había oído y visto, utilizaba esa ventaja al máximo. Yo no era tan bonita como Olivia, a quien constantemente se le lanzaban chicos en su camino. No había ninguna razón para que él se fijara en mí.
 
Había existido cierta rivalidad desde el principio entre Maxi y Benjamin, pero no podía recordar qué era. Al parecer algo sucedió entre ellos. ¿Me acosaba debido a algún rencor en contra de mi ex?

Él creía que podría remplazar a Benjamin para lograrlo.

Iba a decirle a Cande. Ella se pondría furiosa conmigo por mantener esto para mí misma, y temía su reacción, pero no tuve otra opción. Ya no más.
  
Yo: Tengo que hablar contigo.
Cande: ¡Necesito hablar contigo, también! Nos vemos en nuestra habitación después de tu clase.

—¿Mariana, te reuniste con Maxi anoche? —siseó Cande cuando la puerta de nuestra habitación se cerró detrás de ella.

Sentí la sangre abandonando mi rostro. —¿Dónde has oído eso?

Hizo un sonido de pshh. —¿Cuándo no oigo? ¿Por qué no me lo dijiste esta mañana durante astronomía? ¿Y por qué Maxi de todas las personas? Quiero decir, él es caliente y todo…

—No lo hice —tragué con dificultad, y mis ojos se llenaron de lágrimas—. No lo hice, Cande.

Ella parpadeó al ver mi expresión y cruzó la habitación en tres zancadas, agarrando mis brazos —La, ¿qué te pasa? ¿Qué pasó?

Me tiré en mi cama y ella se sentó conmigo, sus ojos muy abiertos.

—Yo... tengo que decirte algo.
—Bueno... estoy escuchando...

¿Por dónde debía iniciar? ¿Ayer por la noche? ¿Hacía dos semanas?

—Cuando me fui de la fiesta de Halloween temprano hace par de semanas atrás, Maxi me siguió —masticaba un pedazo suelto de piel en mi labio y sabía que estaba sangrando. El sabor de la sangre hizo que el recuerdo esa noche fuera más vívido—. Estaba borracho. Él me empujó dentro de mi camioneta —me obligué a que las palabras salieran de mi boca.

—¿Qué? —Su agarre estaba haciéndose más apretado.
—Él iba a vi-violar-m-e.
—¿Iba?

Cerré los ojos. Lamiendo la sangre de mi labio.

—Peter apareció de la nada. Él se lo impidió. 
—¡Oh mi puto Dios!

El silencio siguió, por fin abrí los ojos. Cande todavía apretaba uno de mis brazos mientras miraba a la alfombra gastada bajo nuestros pies.

—¿Me crees? —Las malditas lágrimas no dejaban de salir, aunque me sentía segura de que me secaría pronto. La última vez que lloré, antes de que Benjamin rompiera conmigo, y antes del mes pasado, había sido hace más de un año atrás, cuando me fracturé el fémur practicando snowboard. Antes de eso, cuando nuestro perro viejo, Cissie, murió.

—Mariana, ¿cómo puedes….? ¡Por supuesto que te creo! ¿Qué clase de pregunta es esa? —me miró, ofendida—. Y por cierto, ¿por qué diablos no me lo dijiste antes? ¿Por qué pensaste que no te creería? —Su labio temblaba, la transformación de su expresión fue de ofendida a herida.

—Agus y Maxi son los mejores amigos, y yo pensé que sólo......

—¡Mariana, esta es exactamente el tipo de cosas que las mujeres deben compartir con otras! Me importa una mierda si estaba borracho.

—Hay más.

Se sentó, mirándome fijamente y en silencio.

—Ayer por la noche, me sorprendió en el hueco de la escalera. —Los ojos de Cande parecían globos inmensos y negué con la cabeza—. No pasó nada. Yo lo engañé para que subiera, diciendo que podía ir a mi habitación. Cuando entramos en el pasillo, y con otras personas alrededor, le dije que se fuera. —Me cubrí la cara con las manos, ahogando el resto—. Él lo hizo sonar como si lo hubiéramos hecho en el hueco de la escalera. Olivia escuchó…

—Me imagino —dijo Cande, tomando mis manos—. Esa puta chismosa no tiene derecho a difundir rumores sobre nadie. No me preocupo por ella. Pero sé honesta conmigo, La. Te hizo daño, ¿verdad? —Sus ojos brillaron.
Negué con la cabeza. —Sólo me asustó.

Ella suspiró, con la frente arrugada y luego se enderezó. —Espera. ¿Así que ese hijo de puta mentiroso se topó con los puños de Peter varias veces, no con un grupo de matones?

—Sí.

El dolor se deslizó por su cara, podía verlo en sus ojos. —¿Por qué no me lo dijiste?

Mis hombros se deslizaron hacia arriba y hacia abajo, de manera casi imperceptible. —Yo no lo sé. Lo siento.

Su respuesta fue abrazarme. —¿Y Peter? ¿Lo conocías antes de todo esto?

Me apoyé en ella, metiendo mi cabeza debajo de su barbilla. —No.  

Yo nunca lo había visto antes de aquella noche. Nuestra clase de economía era enorme, y no es como si estuviera mirando a otros chicos.

—Tenía a Benjamin —mis manos palmearon mi regazo—. O mejor dicho, creo que lo hice.

Los brazos de Cande se tensaron. —Por supuesto que sí.

36 comentarios :

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  8. con urgensia necesito mas

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  9. CANDE LO TENIA QUE SABER, HIZO BIEN EN CONTARLE

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  10. ODIO A LOS TIPOS COMO MAXI

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