sábado, 22 de junio de 2013

Capitulo 27

27

El auditorio de la escuela estaba lleno de padres armados con cámaras de videos, hermanos aburridos, y un puñado de abuelos. Bordeando alrededor de un grupo de personas de pie en el pasillo, Peter y yo tomamos nuestros asientos lejos del escenario y cerca de las puertas de salidas de emergencia. Baje la mirada hacia un boletín con el programa de actividades. Harrison estaba en lo más alto de la orquesta, lo cual significaba que tardaría mucho en bajar al escenario. Le di lecciones a dos de los otros chicos en la parte baja de la orquesta, sin embargo, y nunca tuve la oportunidad de ver a cualquiera de ellos en acción. Me sentía totalmente nerviosa.

Me incliné hacia Peter para que los padres no nos oyeran. — Probablemente debería advertirte que muchos de estos niños solo han estado tocando un par de meses —especialmente la primera orquesta— así que pueden ser un poco… inexpertos.

La comisura de su boca se curvó, y quise acercarme y besarlo, pero no lo hice.

—¿Esta es tu forma educada de decirme que me prepare para sonidos de uñas-rasguñando-el-pizarrón? —preguntó.

Escuché la voz de Harrison desde la sección acordonada al lado derecho del auditorio. —¡Srta. Esposito! —Lo busqué entre un mar de esmóquines negros y niñas con vestidos púrpuras que le llegaban hasta los tobillos. Localicé su cabeza rubia al mismo tiempo que él notó que Peter se sentaba a mi lado. Su saludo se congeló y sus ojos se ampliaron. Cuando sonreí y levanté mi mano, me regresó el saludo una vez, con tristeza.

—Supongo que es un enamorado más tuyo —Peter bajó la mirada hacia la bota balaceándose en su rodilla, tratando de no reírse.

—¿Qué? Todos se enamoran de mí. Soy una sexy chica universitaria ¿Recuerdas? —Reí y sus ojos ardieron, encontrándose con los míos.

Se inclinó y susurró a mi oído. —Muy sexy. Ahora me has hecho recordar cómo te veías esta mañana, cuando me desperté contigo en mis brazos, en mi cama. ¿Sería demasiado pedir que te quedaras esta noche, también?

Mi rostro enrojeció por su cumplido mientras me encontré con su mirada. — Temí que no me lo pidieras.

Tomó mi mano y la sostuvo, en equilibro sobre mi muslo, mientras el director de la orquesta subió al escenario.

Una hora y media más tarde, Harrison se encontró conmigo en la parte trasera del auditorio. Él sostenía un ramo de rosas rojas, el color era idéntico al sonrojo que cubría su cara.

—Quería darte esto —tartamudeó, ofreciéndome las flores. Sus padres se quedaron a unos quince metros de distancia, lo que le permitió entregarme su regalo solo.

Tomé las rosas y las olí mientras él le lanzaba una mirada superficial a Peter. —Gracias, Harrison. Son hermosas. Me siento muy orgullosa de ti esta noche… tocaste increíble.

Él sonrió, y trató de evitarlo, lo cual le dio una apariencia maníaca. —Eso es por toda tu ayuda.

Negué con mi cabeza. —Tú hiciste todo el trabajo, y lo pusiste en práctica.

Se pasó de un pie a otro.

—Eres genial, hombre. Me gustaría poder tocar un instrumento —dijo Peter.
Harrison lo miró. —Gracias —murmuró, frunciendo el ceño. A pesar de que mi estudiante era más alto que yo, no era tan alto como Peter—. ¿Te dolió? ¿Tu labio?

Peter se encogió de hombros. —No mucho. Sin embargo, era lo que yo quería.

Harrison sonrió. —Genial.
***

Mientras estábamos recostados en la semi-oscuridad más tarde, nos enfrentamos el uno al otro, compartiendo la almohada. Tomé una profunda respiración y recé por no alejar a Peter nuevamente. Nunca me he sentido tan conectada con alguien más.

—¿Qué piensas de Harrison?

Me estudió con más atención. —Parece un buen chico.

Asentí. —Lo es —Recorrí mis dedos a lo largo del costado de su rostro, y él tiró de mi más cerca.

—¿Qué es esto? —Hizo una mueca—. ¿Me dejarás por Harrison, Mariana?

Observando sus ojos, pregunté. —Si Harrison hubiera estado en el estacionamiento esa noche, en lugar de ti, ¿Crees que él hubiera querido ayudarme?

Sus ojos buscaron los míos. No respondió.

—Si alguien le hubiera dicho que me vigilara, ¿Crees que alguien siquiera lo culpara por no ser capaz de detener lo que ocurrió esa noche?

Él exhaló duramente. —Sé lo que estás tratando de decir…

—No, Peter. Estás escuchándolo, pero no lo sabes. No hay manera de que tu padre realmente espere eso de ti. No hay manera de que él siquiera se recuerde diciéndote eso a ti. Se culpa a sí mismo, y tú te culpas a ti mismo, pero ninguno de los dos tiene la culpa.

Sus ojos se llenaron y tragó saliva pesadamente, su agarre fue más fuerte. — Nunca olvidaré su voz esa noche —Su voz fue ahogada por las lágrimas—. ¿Cómo puedo no culparme?

Mis lágrimas cayeron en la almohada entre nosotros. —Peter, piensa en Harrison. Mírate a ti mismo como el chico que fuiste, y no lo culpes a él por no detener algo que un hombre maduro podría ser incapaz de parar. ¿Qué es lo que me has dicho una y otra vez? No fue tu culpa. Necesitas hablar con alguien, y encontrar la manera de perdonarte a ti mismo por la responsabilidad de tu madre que nunca debiste aceptar. ¿Podrías intentarlo? ¿Por favor?

Apartó las lágrimas de mi rostro. —¿Cómo me has encontrado?

Sacudí mi cabeza. —Quizás, estoy exactamente donde debí de haber estado, después de todo.

31 comentarios :

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  6. MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS SOY ADICTA A LA NOVE

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