domingo, 2 de junio de 2013

Capitulo 44

Capitulo 44

Peter me atrajo hacia su pecho, me balanceó hacia atrás y adelante y me dio otro beso. Era como si no pudiéramos tener suficiente el uno del otro.

—Está bien, cena. Tengo arroz, vegetales y salsa teriyaki. Entonces qué les parece un salteado. ¿Alguien tiene objeciones? —dijo Peter. Todos negamos con la cabeza.—Salteado será.

Peter repartió las tareas, y me dio la de cortar los pimientos. Yo era muy buena en eso, al parecer. Todos ocupábamos la cocina, golpeándose unos con otros y riendo y, en general, haciendo lío.

Cuando por fin nos sentamos, era bastante tarde para la cena. Peter reclamó el sillón, y yo reclamé su regazo. Oigan, era el mejor asiento de la casa.

Mi teléfono sonó con un texto de Julieta. Lo leí, pero no era nada importante.

—¿Estás bien? —Peter no había visto el texto.
—Sí, bien. Sólo tengo que llamarla más tarde.
—¿De qué están susurrando allá? —dijo Rocio, señalando con el tenedor hacia nosotros.
—De tu mamá —le dije.
—Oye, no te atrevas a insultar a mi madre.
—Oh, ¿pero está bien para ti? —le dije.
—Tú no tuviste que pasar dieciocho años de tu vida con ella.
—La verdadera historia —le dije.

Extrañé a Peter en la ducha, pero no me sentía cómoda haciendo eso cuando Rocio y Gaston estaban en la sala, estudiando. Peter también tenía un montón de trabajo para economía que había estado posponiendo. Tuvimos otra de nuestras sesiones de estudio después de mi ducha.

—¿Sabes? Si copio mis notas sobre tu piel, apuesto a que las aprendería mucho mejor —dijo.
—Tendrías que escribir muy, muy pequeño. No hay mucho en mí para escribir.
—Oh, estoy seguro de que encontraría otro lugar.
—Voy a volver a estudiar ahora.
—Yo también.

De alguna manera, los dos nos volvimos y terminamos más trabajo. Candela asomó la cabeza, diciéndonos hola y que estaba feliz por nosotros. Estaba agotada, Pablo decidió pasar la noche con ella, y Gaston estaba llevándose a Rocio de vuelta a su casa.

—Tenemos que conseguir nuestro propio lugar —dijo Peter.
—¿Qué?
—Bueno, perdí la apuesta, así que debería haberme ido. Sólo quiero llevarte conmigo. Tengo suficiente dinero para conseguir uno.
Cerré mi libro de golpe. 
—De ninguna manera. En primer lugar, no voy a dejar que pagues por un apartamento para mí. En segundo lugar, no voy a dejar que pagues por un apartamento para mí. En tercer lugar, le darás el dinero a alguien que lo necesite.
—Sería nuestro apartamento. Hay una gran diferencia.
—Ya he pagado para vivir aquí. ¿Y qué pasó con el chico que no quería el dinero?

Se encogió de hombros. 

—Me has hecho notar que era sólo dinero. No representa esa noche y lo que pasó. Mi padre trabajó duro por ese dinero, y me lo dejó. Debo hacer algo con él.
—Bueno, deberías. Dáselo a un refugio para las víctimas de la violencia doméstica.
Chasqueó los dedos. 
—Esa es una buena idea. Pero todavía tengo mucho para pagar por un apartamento de mierda para nosotros.
—No está pasando.
—Veremos cuando conozca a tu mamá este fin de semana.
—No te atrevas a hablar de esto con ella. O Julieta.
—Sin promesas, nena.
—Deja de llamarme así.
—Sin promesas, Missy.

Suspiré profundamente y cerré el resto de mis libros. Supuse que había terminado con el trabajo. Eso me hizo pensar en otras cosas que podríamos hacer con nuestro tiempo.

—Tengo algo para ti —dijo, levantándose y tomando las llaves del coche—. Estaba esperando hasta que ya no hubiera nadie más alrededor. Quédate aquí. Ya vuelvo.

Unos minutos más tarde, llegó con un edredón nuevo y un juego de sábanas.

—No tenían uno de pavo real, pero lo encontré en línea, así que pedí uno. Hasta que llegue, tengo este. Pensé que los colores estaban cerca. —El edredón era de color turquesa y las sábanas eran de color verde y azul oscuro.
—No tenías que hacer eso.
—Yo fui el responsable de arruinar el último juego, así que pensé que era lo menos que podía hacer.
—Tienes que dejar de comprarme cosas.
—No, no lo haré. Vamos, te ayudaré a ponerlas.

Mi cama estaba ya desnuda, así que sólo nos costó un poco de esfuerzo conseguirla hecha de nuevo.

—Gracias —le dije, dándole un abrazo.
—Cualquier cosa por ti.
—Probablemente debería llamar a Julieta.
—¿Quieres un poco de privacidad? Tengo que tomar una ducha de todos modos.
—Gracias. —Me senté en la cama recién hecha para llamar a Julieta—. Oye, ¿qué pasa?
—Nada, excepto que he estado llamando y llamando y no me contestas.
—Te envié mensajes de texto.
—Lo sé, pero necesitaba oír tu voz, La.
—Lo siento, Juli.

Suspiró. 

—Está bien. Sólo quería decirte que hablé con el Sr. Woodward hoy. La audiencia es en dos semanas, y ambas vamos a ser capaces de hacer una declaración ante la junta de libertad condicional. Sólo se nos permite tener a la familia inmediata, por lo que será sólo para nosotras, mamá y el Sr. Woodward.
—Está bien. Travis estará allí, sin embargo, ¿no?
—Sí, estará allí.
—No sé si pueda hacerlo.
—Sí, sí puedes. Te enfrentaste a él esa noche, y puedes hacerlo de nuevo. No puede hacerte daño. No puede hacernos daño a ninguna de nosotras nunca más. Sabes que tengo una pistola por si acaso. Iba a darte esas clases de tiro para Navidad, pero es posible que las necesites antes. Quizá Peter pueda llevarte.

—Qué cita tan romántica.
—Oye, la pareja que dispara unida, permanece unida.
—Hasta que uno de ellos le dispare al otro.
—Bueno, no a propósito.
—A veces quiero pegarle un tiro.
—Eso son los hombres para ti. No puedes vivir con ellos, no puedes vivir sin ellos.
—¿Has encontrado a alguien que cumpla con tus estándares ya?
—Bueno, está este chico nuevo en la empresa. Es otro asistente legal, por lo que está completamente en contra de las reglas para mí pensar incluso en la idea de salir con él, pero es lindo.
—¿Cuántos años?
—Es más joven que yo, pero no actúa como tal. Me compró el almuerzo el otro día, de la nada.
—Debe ser amor.
—Debe ser. —Hubo una pausa mientras escuchaba cerrarse la ducha—. Oye, todo irá bien. Yo no estaba allí para ti esa noche, pero no voy a hacer eso nunca más.
—Tú estabas allí para mí. Si no lo hubieses golpeado con el bate, él habría… —No podría decir el resto.
—No debería haberlo llevado a casa.
—Mira, Juli, no quiero discutir contigo ahora. Es inútil. Lo hecho, hecho está, y lo único que podemos hacer es seguir adelante.
—Guau, ¿quién eres y qué has hecho con mi hermana?
—Sólo tengo una nueva perspectiva de la vida.
—Totalmente conseguiste acostarte.
—¿Por qué todo el mundo piensa que todo es sobre el sexo?
—A veces, La, lo es.
—Lo que sea.
—Escucha, tenemos que reunirnos con el Sr. Woodward la próxima semana. ¿Crees que puedes venir?
—Voy a tener que faltar a clase.
—Realmente no tienes elección. Puedo conseguir que te excuse.
—Está bien. Déjame saber a qué hora.
—Lo haré.

Colgamos cuando Peter regresó. Tuve que detenerme para no agarrar su cuerpo mojado y sexy.

—Parece que me quieres —dijo.
—Lo hago.
—Pensé que estabas dolorida.
—Lo estoy, pero dijiste que había otras cosas. Tal vez podríamos probar algunas de esas cosas
—Si así lo deseas. No pensé que estarías preparada para eso, pero si quieres, yo no voy a decir que no.
—A menos que pienses que deberíamos ir a la cama, porque podríamos hacer eso.
—¿Estás bromeando? —Se lanzó hacia adelante y me agarró, me tiró en la cama y me besó.—Podría ser así todo el tiempo, ¿sabes? Sólo tú y yo.
—No nos comprarás un departamento.
—¿Y si te hago llegar al orgasmo cinco veces al día, todos los días?
—Yo no sería capaz de caminar, eso es seguro.
—Pero, ¿me dejas alquilarnos un apartamento?
—No.
—Está bien. Basta de hablar. Quiero más amor.
—Yo también —dije contra sus labios. Fuimos más lento esta vez, besándonos más y tomándonos nuestro tiempo.
—¿Qué quieres? —preguntó mientras me quitaba la camiseta.
—A ti.
—Soy todo tuyo. Dime lo que quieres.

Le di un beso duro, casi mordiéndole el labio.

—Tranquila, chica —dijo, deshaciéndose de mi sostén. Había decidido llevar uno más sexy de encaje negro que no había pasado por el lavado varias veces—. ¿Qué tal esto? —Deslizó su mano por mi estómago y debajo de mis pantalones cortos.
—Eso es bueno —dije, y mi cuerpo respondió.
—¿Bueno? Está bien, quiero probar otra cosa. Algo que creo que realmente, realmente va a gustarte. —Se abrió camino hacia abajo por mi cuerpo, besando y chupando hasta que yo era un desastre temblando. Fue más abajo y empezó a tirar de mis pantalones cortos—. Te cambiaste—dijo, mirando las bragas de encaje negro a juego que me puse antes. 
—Sorpresa —le dije. Yo no podía hablar más de una palabra a la vez. No había suficiente sangre en mi cerebro.

Me besó allí, y empecé a volverme un poco loca, aferrándome a sus oídos.

—Oye, está bien. Te lo prometo —dijo, levantando la mirada.
—¿Estás seguro?
—Sí.

Unos momentos más tarde, cuando me quitó la ropa interior, estaba muy segura.

—Cristo —se rió, lo que lo hizo aún mejor. Lo único que podía hacer era aguantar y esperar que no me rompiera en mil pedazos. Sin duda me sentía como si lo hiciera. Varias veces.
—¿Satisfecha? —dijo un poco más tarde.
—¿Dónde diablos has aprendido a hacer eso?
—En el campamento.
—Cállate. —Mi cuerpo seguía temblando con réplicas. Si el apartamento se incendiara en ese momento, no habría sido capaz de moverme.
—Práctica. ¿Te gusta?
—Mucho.

Se arrastró de vuelta a mi cuerpo y trató de besarme, pero me sentía un poco extraña con eso.

—Un paso a la vez. —Me besó en la frente en su lugar. Se mudó a mis mejillas, luego por mi cuello, mis oídos y, por último, mis labios estaban muy solitarios, así que moví mi cabeza para que me besara.

No era tan raro como yo había pensado.

—Uno nunca sabe hasta que lo intenta —dijo contra mi boca, sonriendo. A pesar de que besar a Peter era explosivo, mis párpados comenzaron a ponerse pesados.
—¿Te he secado?
—Un poco. Me siento como si debiera corresponder.
—Mañana.
—Está bien.
—Duerme ahora. —Besó mis párpados y tiró el edredón sobre nosotros. Nunca había visto las ventajas de dormir desnuda, pero lo hacía ahora—. Buenas noches, cariño.
—Buenas noches, Peter. Te debo una mamada —le dije con un bostezo.
—Entonces espero vivir hasta la mañana.

Me acurruqué en su pecho y pensé en cómo la vida podía cambiar rápidamente, y lo bueno que podía ser eso.

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