lunes, 3 de junio de 2013

Capitulo 46

Capitulo 46

—Tanto como alguna vez vaya a estar —dijo, ajustando su bolsa. También trajo su guitarra, pero la había dejado en el auto.

—¿Mamá?
—¡Hola, La! —Salió volando de la cocina y me haló en un abrazo—. Ha pasado mucho desde que estuviste en casa. Pero veo que has estado ocupada. Hola, soy Gimena Esposito. —Mi mamá y yo éramos de la misma altura y compartíamos cabello castaño. Su cara era más ovalada que la mía, y se veía mucho más sofisticada de lo que alguna vez había esperado, pero era principalmente debido a su trabajo.
—Encantado de conocerla, Sra. Esposito.
—Estoy divorciada, así que ese título ya no aplica. Te dejaré, sin embargo, llamarme Gimena.

Peter sonrió.

—Encantado de conocerte, Gimena. —Sacudió su mano, y ella le dio una pasada por encima. Recordé cómo me había sentido cuando Hope había hecho lo mismo.
—Pasen. Puedes ir a colocar tus cosas en el cuarto de Lali. Voy a pretender que tú vas a dormir en el suelo como un caballero mientras que Lali toma la cama, pero no soy ingenua.
—Sí, señora. —De repente el acento y modales de Texas salieron.

Debería haber inclinado su sombrero mientras dejaba la habitación para llevar nuestras cosas.

—Es lindo, Lali. Bien hecho. —Colocó su brazo a mí alrededor y me llevó a la cocina—. Necesitamos tener una pequeña plática, tú y yo, pero no en este momento.
—Está bien —dije. Probablemente había una mirada de horror en mi cara que la hizo reír.
—No es una charla sobre sexo, lo juro. Es sólo sorprendente, eso es todo. Verte con un chico.
—No es sólo un chico.
—Puedo decirlo. No tomarías a cualquiera. Espero que sea digno de ti —dijo acariciando mi mejilla.
—Lo es.
—Eso espero.

Peter se aseguró de caminar lo suficientemente fuerte para que supiéramos que estaba volviendo a la habitación.

—Bueno, Peter. Háblame de ti. He escuchado casi nada de parte de mi hija.

Hubo un golpe en el porche y segundos después Julieta irrumpió. Nunca entraba a una habitación en voz baja.

—¡Hola, La! Novio. ¡Mamá! —Me abrazó y a mamá y sostuvo su puño para una chocada con Peter. Él correspondió.—Entonces, ¿qué hay de nuevo en pueblo W? —dijo Julieta.
—Van a repavimentar la carretera la próxima semana. Voy a tener que añadir un montón de tiempo a mi viaje —dijo mamá.
—Guau, obras grandes —dijo Julieta poniendo los ojos en blanco—. Estoy muerta del hambre. ¿Hay algo listo?
—Hay ensalada de frutas y ensalada de papa y papas fritas. No estaba segura de qué te gustaría, Peter.
—Todo suena maravilloso.
—Bien. ¿Por qué no vamos a sentarnos?

Era una imagen de espejo de conocer a la familia de Peter. Sólo que hubo una caminata más corta a la sala de estar y el mobiliario no era tan bonito. También teníamos limonada en lugar de té helado, pero al menos en este momento Peter estaba bajo el microscopio. Tuve que colocar mi mano sobre su rodilla y sujetar su mano en un agarre de acero para que no se inquietara demasiado. Muy pronto sus ojos empezarían a temblar.

Peter habló de sus estudios, su familia y así sucesivamente. Las cosas normales. Hasta ahora, todo iba bien, excepto por llamarla señora. Era algo adorable.

—¿Entonces vas a ser abogado?
—Sí, señora. Planeo tener mi propia práctica y trabajar en casos de familia. Específicamente con niños.
—Ese es un muy buen objetivo para alguien de tu edad. ¿Qué te hizo elegir eso?

Había tenido que morderme la lengua así no respondería por él y le diría que él es increíble y que lo amaba y que era increíble.

—Porque pienso que cualquiera que lastima a un niño debe ser llevado a la justicia. Alguien tiene que hacerlo. ¿Por qué no yo? —Su voz sonó con tanta sinceridad y pasión, que quería hacerlo con él allí mismo en el sofá.

—En la cima —dijo Julieta, sosteniendo su mano para chocar los cinco. Él le dio una palmada en la mano y luego miró a mamá, para asegurarse de que no pensara que era raro. Ella lo estudiaba. Uh oh. Yo había tenido esa mirada antes.

—Eres un joven muy interesante.
—Gracias, señora.

Lo pellizqué para que dejara de llamarla señora. Ella lo odiaba. Debería haberlo mencionado en el auto.

—Bueno, ¿están listos para comer? —dijo mamá.
—Claro.
—Lali, ¿tú y Julieta pueden poner la mesa? —Dejó fuera a Peter a propósito. Mierda, lo probaba para ver si tomaría los platos por mí.
—Yo lo haré —dijo Peter, deslizándose en frente mío y yendo a la estantería—. ¿Cuáles?
—Los que tienen flores azules. —Eran de mi abuela, y sólo los usábamos para ocasiones especiales. Los platos que en realidad usábamos no combinaban y eran en su mayoría de ventas de garaje. Julieta se aseguró de agarrar las copas buenas y no los vasos de la edición coleccionable de Disney.

Peter puso nuestra pequeña mesa de comedor, la cual estaba cubierta con un mantel que estaba segura mamá había comprado ayer, ya que todavía tenía pliegues del doblaje del empaque.

—Buena decisión sobre los platos —dije.
—Me imaginé que era una oportunidad para que fuera un caballero.
—Exactamente. Sólo una pequeña nota, no llames a mamá señora. Lo detesta.
—¿Lo estaba haciendo? —En verdad parecía que no lo sabía.
Me reí y coloqué mi brazo alrededor de su cintura. 
—Sí, Sr. Lanzani. Sólo controla tu parte texana, ¿de acuerdo? Estás en villa Yanqui.
—Lo intentaré.
Toqué su brazo. 
—Oye, lo estás haciendo genial.
—Si tú lo dices. —Puso un plato en la mesa y se tambaleó un poco. Dios, estaba nervioso.
—Ten cuidado, es de mi abuela china.
—Lo intentaré.

Colocó los platos con más cuidado, y lo seguí por detrás con los cubiertos y servilletas. Julieta y mamá trajeron la comida, la cual consistía de espinacas, nueces y ensalada de fresa para mí, pollo a la parrilla para todos los demás, ensalada de papa y ensalada de frutas con un pastel de queso de postre.

Peter se abasteció de cosas sin carne, lo cual mi mamá notó.

—¿Eres vegetariano?
—No realmente, pero he estado disminuyendo el consumo de carne desde que conocí a Lali.

Le pasé el aderezo balsámico, y lo derramó sobre su ensalada. Siempre usaba demasiado aderezo.

—No estás haciendo eso únicamente para impresionarla, ¿verdad?
—Todo lo que hago es para impresionarla. Es la misión de mi vida —dijo con una expresión completamente seria, mientras apretaba mi rodilla bajo la mesa.

Mamá se echó a reír.

—Él me gusta —dijo.
—A mí también. Creo que voy a conservarlo —dije tomando su mano y enrollando mis dedos en los suyos.
—Bien —dijo él, dándole un apretón a mi mano.

***

La tensión se relajó un poco cuando nos sentamos en la sala e hicimos una pequeña charla. Peter parecía mucho más cómodo y dejó de temblar tanto. Incluso se reía, aunque con nerviosismo. Julieta estaba siendo tan mala con él, y yo tenía que seguir cazando las sucias miradas que le enviaba.

Pensé que Peter iba a morir cuando mamá le preguntó sobre el anillo, el cual había olvidado quitármelo. Mi mano ya no parecía mi mano sin él.

—¿Qué hiciste, robar un banco? —dijo Julieta, mientras se quedaba boquiabierta.
—Era de mi madre. Lo heredé y pensé ¿qué mejor lugar para mantenerlo a salvo? —De acuerdo, así que no heredó el anillo, pero heredó el dinero para él, así que pensé que estuvo lo suficientemente cerca.
—Tu madre tenía un muy buen gusto —dijo mamá, sosteniendo mi mano para poder verlo mejor.
—Lo hacía.
—Eres muy joven para haber perdido ambos padres.
—Tenía once cuando murieron, pero la hermana de mi madre y su marido me acogieron.
—Lamento lo de tu familia.
—Gracias.
—¿Mamá? Creo que voy a mostrarle a Peter los alrededores.
—Asegúrate de mostrarle el poste de teléfono con que chocaste durante tu examen de conducción.
—¿Qué? —dijo Peter, mirándome.
—Nos vamos ahora —dije, levantándome y tirando de Peter para ponerlo de pie. En cualquier momento podrían salir las fotos de la bebé desnuda, y eran muchas. Había tenido una fase de no-ropa por varios meses, y había un montón de evidencia. No es que Peter no hubiera visto todo lo que hay para ver, pero igual.

—¿Chocaste contra un poste de teléfono? Missy, ¿por qué no me dejas conducir? —dijo Peter.
—Cállate —dije mientras me ponía de pie en el lado del conductor—No conoces este pueblo como yo. Así que estoy a cargo.
—Sí, señora —dijo, inclinando un sombrero imaginario.
—¿Tienes un sombrero de vaquero?
—Tengo uno en mi armario de la casa de Hope y John. ¿Por qué?
—Oh, por nada. —Encendí el auto, imaginándome a Peter en un sombrero de vaquero y nada más. Delicioso.
—Entonces, ¿a dónde?
—La biblioteca. Duh.
—Por supuesto. —Le dio la vuelta a mi CD, saltando a una canción que le gustaba—. Por cierto, tienes que llevar ese corto vestido rojo contigo de regreso a la escuela.
—¿Eso fue por lo que te tardaste tanto en mi habitación?
—Sólo estaba revisando las cosas —dijo.
—Seguro. Buscabas esqueletos. O al menos fotos embarazosas de mí con frenillos.
—Apuesto a que te veías linda con frenillos.
—Sí, linda era la palabra.

Condujimos alrededor de Waterville, y le mostré a Peter mi escuela, la biblioteca y todos los lugares que solía visitar cuando era más joven y necesitaba ir a otro sitio que no fuera casa.
 
—No tenía muchos amigos, si puedes creerlo. Hacía muchas cosas por mi cuenta.
—No hay nada malo con eso. La mayoría de chicas a esa edad son unas perras.
—¿No es esa la verdad? Realmente no hice ningún amigo hasta la universidad.
—Entonces ¿quieres volver aquí?
—Ah, demonios, no. Esto no es donde quiero estar.
—¿Dónde quieres estar?
—En cualquier otro lugar. Cuando Maxi salga, no quiero estar donde pueda encontrarme.
—¿Qué te hizo permanecer en Maine? Pudiste haber ido a la universidad en el extranjero.

Suspiré mientras conducía más allá de la primaria. Tuve una tonta idea y me detuve en el estacionamiento. Salí saltando, y Peter me siguió. Dejé de caminar hasta que estuvo a mi lado.

—¡Ja! —grité, golpeando su pecho y corriendo tan rápido como pude antes de que pudiera darse cuenta de que hacía.
—No lo creo, Missy —dijo, gruñendo y persiguiéndome hacia el patio. Me atrapó, más que todo debido al hecho de que sus piernas eran mucho más largas.

Me alzó en sus brazos y corrió conmigo en el césped, lanzándome hacia abajo y haciéndome cosquillas sin piedad. Me estaba riendo tan fuerte que no podía respirar. Cuando no pude aguantar más, me besó y rodamos por el césped.

—Tú pequeña tramposa —dijo, dándole una pequeña mordida encantadora a mi hombro—. También eludiste mi pregunta. Muy eficazmente, debo añadir.

Rodé sobre mi espalda y miré al cielo nublado.

—Porque obtuve una beca para estudios. Entré a otras escuelas, pero eran muy costosas. También estaban muy lejos. Sé que no tiene sentido, pero me siento más segura aquí, porque Julieta y mi mamá están aquí. No podía dejarlas.
—Deberías hacer lo que quieras, y no estar obligada a quedarte aquí por ellas.
—¿Por qué tú no fuiste a otro lugar? Estoy segura de que podrías haber entrado a cualquier escuela que quisieras con la ayuda de John.
—Porque no quería una limosna. También obtuve un mejor paquete de ayuda financiera aquí y pensé, ¿por qué no? Papá siempre me insistía acerca de las maldades de las universidades estatales. Quería que fuera a Yale.
—¿Entraste?
—No importa. —Tomó mi mano y la besó.
—Mierda. Completamente entraste a Yale. Demonios, estoy enamorada de un genio. —¿Quién lo sabría?
—Joe escribió una carta de recomendación que probablemente ayudaría un poco.
—¿Cuándo voy a conocer a Joe?
—No va a venir hasta navidad, pero lo conocerás entonces. Hope está tan loca por navidad como por los pasteles. Así que, prepárate. Ahora eres parte de la familia, así que estás invitada.
—Dios, no puedo imaginar cómo se ve esa casa decorada para navidad.
—Es bastante épica.
—Eso apuesto.
—¿Carrera hasta los columpios?

Ambos nos pusimos de pie y corrimos tan rápido como pudimos. Totalmente me dejó ganar. Jugamos en los columpios y nos perseguíamos al bajar del tobogán hasta que el cielo se abrió y empezó a llover.

—Deberíamos volver. Tu madre probablemente piensa que hemos conducido a algún lugar y estacionado para este momento.
—Porque completamente soy esa clase de chica.
—No critiques a los rapiditos en los autos. Si no tuviéramos que volver y ver a tu mamá, estaría totalmente apoyando eso.
—Suena incómodo.
—Es un arte.
—El cual estoy segura ya manejas.

Se encogió de hombros y revolvió mi cabello.

—Te lo dije, Missy. Todo lo anterior a ti no importa.

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