lunes, 3 de junio de 2013

Capitulo 48

Capitulo 48

El miércoles fue mi turno para estar nerviosa e inquieta. Parecía que cada vez que Peter y yo estábamos juntos, al menos uno de nosotros trataba de ayudar al otro a no alterarse. Por lo menos nos equilibrábamos de esa manera.

Tuve una pesadilla la noche antes de la reunión programada con el Sr. Woodward, el fiscal de distrito asistente. Me desperté y me encontré mordiendo el hombro de Peter y a él tratando de alcanzarme para que lo dejara ir. Por suerte, no le había roto la piel.

—Está bien, Missy. Soy un chico grande. Puedo manejarlo. Me gustaría poder estar allí contigo.
—Tengo que hacer esto por mi cuenta.
—Lo sé. No estoy tratando de decir que no puedes. Sólo quiero estar ahí. —Frotó mis hombros, y casi podía oírle contar hasta cinco—. Te traje una cosita. No, no me costó mucho. De alguna forma lo hice. —Me entregó una bolsa de papel con otra pequeña caja en esta.
—¿Más joyería?
—Sólo una pequeña cosa.

Abrí la pequeña caja de cartón para encontrar un collar con varios colgantes sobre el mismo, todo en plata. Un número siete, un trébol de cuatro hojas, un escarabajo, una herradura y una estrella.

—Sólo quería que tuvieras un poco de suerte contigo. Algo de mi suerte. —El collar era tan largo que era capaz de ponérmelo por encima de mi cabeza sin abrir el broche. Lo miré en el espejo, tocando los dijes.
—Gracias, bebé. Me encanta —le dije.
—¿En serio?
—Sí. ¿Dijiste que tú lo hiciste?
—Tuve que ir a esa tienda de abalorios, en el centro de la ciudad, Bangor y la dependienta me ayudó a encontrar los dijes. Había cincuenta millones de ellos, por cierto. Pero tú lo vales.
—Gracias.

Me abrazó por un momento y lo olí, girando el collar alrededor de mi dedo. No estaba preparada, ni siquiera para la reunión. Asociaba al Sr. Woodward con un tiempo realmente malo y oscuro en mi vida que deseaba poder enterrar lejos detrás de mí. Quería seguir adelante con Peter, no ir hacia atrás.

Me besó en la frente y se fue, dándome un momento para mí misma. Miré en el espejo, viendo al collar brillar. Que chico tan considerado. Me alisó el pelo hacia atrás y tomé aliento. No estaba preparada, pero tendría que estarlo. Peter había querido venir conmigo, pero insistí en ir sola. Era estúpido por parte de él saltarse clase sólo para ser mi guardaespaldas.

Tenía que salir pronto o yo llegaría tarde. Con una última mirada, cogí mi bolso y las llaves y me dirigí a la sala para encontrar a Peter y Rocio en profunda conversación. Probablemente acerca de mí.

—Me voy —dije.
—Buena suerte —dijo Rocio.
—Tengo una poca —le dije, mostrándole el collar.
—Hombre, tengo que conseguir que influyas en Gaston. No puedo recordar la última vez que me compró algo brillante.
—Voy a hacer mi mejor esfuerzo —dijo Peter, tomando mi mano para acompañarme hasta mi coche—. Llámame cuando hayas terminado. Voy a tener encendido mi teléfono, por si acaso. Me gustaría que me dejaras ir contigo.
—No puedo apoyarme en ti para todo.
—Te mantuviste resistiendo por casi veinte años, así que creo que puedes manejarlo.
—Eso espero.

Me dio un beso suave y le dio un golpecito a mi collar.

—Buena suerte, Missy.
—Te amo.
—Yo también te amo. Más que a las estrellas.
—Lo mismo digo.

Conseguí un beso más y me quedé sola. Lo vi alejarse y saludar antes de que yo encendiera el coche.

El conducir a la oficina del señor Woodward, en Waterville, lo sentí al mismo tiempo demasiado largo y demasiado corto. Me detuve en frente de su oficina y tuve una escena retrospectiva de venir aquí con mi madre y Julieta. Nada bueno.

Envolví el collar de Peter alrededor de mi mano y vi que el coche de Julieta ya estaba aquí. Le envié un texto rápido diciendo que también llegué y pasé a través de la puerta principal. La oficina del Sr. Woodward solía ser una casa, pero había sido dividida en oficinas. Era bastante elegante, con exuberantes alfombras color burdeos y hermosa iluminación que parecían faroles antiguos. Sin embargo, el recuerdo de esa oficina hizo retorcer mi estómago.

Su oficina estaba en el segundo piso, así que subí la escalera de roble y vi que su puerta estaba abierta y que Julieta ya se encontraba dentro. Obligué a mis pies a caminar hacia adelante, un paso a la vez hasta que estuve dentro la oficina.

—Lali, es bueno verte de nuevo. ¿Cómo has estado? Tu hermana ha estado informándome de tus logros.

Era una buena cosa que el señor Woodward pareciera un abuelito dulce y le gustara charlar para llenar el incómodo silencio. Yo había tenido un montón de esos con él en todos esos años.

—Estoy bien. —Esperó por más, pero eso era todo lo que iba a conseguir. Era todo lo que podía hacer para sentarme en la silla que me ofrecía y no salir corriendo y llamar a Peter y decirle que viniera a buscarme.

—Está bien, bueno, estoy seguro que ahora sabes que Maxi Reca es elegible para libertad condicional. Habrá una audiencia el próximo jueves, y ambas son bienvenidas para estar allí para dar una declaración. Siento mucho que no les avisamos antes. Fue un descuido administrativo que desde entonces ha sido subsanado. —Mierda, mierda, mierda.
—¿Qué pasa con que otras personas vengan con nosotras para estar en la corte? —dijo Julieta. Tomé su mano y le di un pequeño apretón.

Ella había sido nuestra portavoz en ese entonces también.

—Sólo la familia inmediata. Su madre, su padre. Por supuesto, yo estaré allí.
—¿Qué pasa con su prometido? —dijo Julieta.
—¿Estás comprometida?

Me limité a asentir y cambié mi anillo de la mano derecha a la izquierda, esperando que no se diera cuenta. Sostuve mi mano en alto tan pronto como el anillo estuvo a salvo en mi dedo.

—Bueno, ¡enhorabuena! Eso es maravilloso. ¿Quién es el afortunado?
Me aclaré la garganta para dirigirlo de regreso hacia nuestra pregunta. 
—¿Puede él estar conmigo?
—Oh, lo siento mucho. Sólo familia inmediata.
Joder. Ahí termina el compromiso ficticio.
—Así que sólo quería repasar un par de cosas sobre la audiencia y empezar a prepararlas para hablar.

Con eso, me desconecté de él. Julieta se mantuvo pendiente, sentada hacia adelante y asintiendo, participando y haciendo preguntas. Él nos dio paquetes de información que yo esperaba que sería capaz de leer.

Miré por la ventana al árbol afuera. Era mucho más alto que cuando había estado por última vez en esta oficina.

Julieta tuvo que pellizcarme para decirme que era hora de irnos.

—Si tienen alguna pregunta, por favor llámenme y sólo recuerden, incluso si lo liberan pronto, aún estará en el Registro de Delincuentes Sexuales por el resto de su vida. Eso significa que estará bajo extremo escrutinio, así que no hay nada por lo que deban preocuparse, ¿de acuerdo? —Fácil para él decirlo—. Si eso es todo, las veré el próximo jueves. Que tengan una buena tarde, señoritas.

Ambas sacudimos su mano y salimos, Julieta manteniendo su mano en mi espalda.

—Escaleras —dijo, como yo si necesitara un recordatorio.
—Lo tengo.
—Lo sé.
Salimos de la oficina, y finalmente me sentí como si pudiera respirar.
—¿Estás bien? Pensé que te había perdido otra vez.
—Me atonté.
—Me di cuenta.
—¿Conseguiste algo?
—Más o menos. Te llamaré cuando no estés en modo zombi y podremos discutir. ¿De acuerdo?
—Bien por mí. —Me dio la mitad del paquete, que incluía en detalle los procedimientos judiciales y los derechos de las víctimas. Caminamos de regreso hacia nuestros respectivos coches, y me encontré con que alguien estaba apoyado contra el mío.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —Peter estaba sentado en el capó de mi auto, con mi E-Reader en su mano.
—Tomé un taxi. Sabía que no me dejarías venir, así que decidí hacerlo sin decirte. ¿Cómo estás?

Bueno, estaba parada y no me había desmayado o vomitado. Eso era algo. Encogí un hombro.

—Gracias por venir —dijo Julieta, dándole un abrazo de un brazo. Él no fue a por mí de inmediato, como si sintiera que no quería ser tocada en ese momento.
—Cuando quieran. Tengo que hacer lo correcto por mi chica. Oye, ¿tienes mi número? Ya sabes, ¿sólo en caso de que Lali se olvide contarme sobre cosas como esta?
—¿Hola? Estoy parada justo aquí —dije.
—Seguro.

Intercambiaron números, y Julieta me dio un abrazo antes de montarse en su auto y decir que me vería la próxima semana. Alegría.

—¿Estás feliz de verme? —dijo él.
—Sí y no. Estoy enojada contigo por faltar a clases, pero no enojada porque fue algo muy dulce.
—Puedo conformarme con eso. ¿Puedo tocarte?

Asentí y me dio un abrazo gentil, pero se abstuvo de besarme.

—¿Cómo estuvo?
—No fue tan mal como creí que lo sería. Estuve desconectada la mayor parte. Julieta tomó notas.
—Estoy seguro de que lo hizo. ¿Estás lista para ir a casa?
—Sí. —Dejé que él manejara porque mi cerebro estaba demasiado cansado para conducir y pensar al mismo tiempo.
—¿Tienes hambre?
—No, en realidad.
—No has comido mucho hoy. ¿Por qué no paramos en algún lugar?
—Hay un comedor en la próxima salida que tiene sándwiches de mantequilla de maní y mermelada en el menú de adultos —dije.
—Ese es un lugar que necesitamos visitar.

Así que lo hicimos.

Ordené un sándwich de mantequilla de maní y mermelada con frutillas, y él pidió banana en el suyo. Peter resultó ser un experto hablando sobre cosas que no eran importantes, pero lo suficientemente interesantes como para mantener mi cabeza ocupada. Probablemente lo aprendió de Hope, o de su madre, o ambas.

Compartimos un batido de chocolate amargo, con dos pajillas y todo.

—Siento como si debiera estar diciéndote que te ves fantástica — dijo.
Batí mis pestañas.
—Por Dios, Peter. Eso de seguro es algo dulce de tu parte.
—Fantástica es una palabra genial. Necesitamos traerla de vuelta.
—Deberíamos. Hagámoslo.
—La pondré en una canción.
—Y yo aplaudiré esa canción.
—Eres muy buena aplaudiendo.
Asentí seriamente.
—Es uno de mis talentos.

Puse la reunión con el señor Woodward en el fondo de mi cabeza, junto con las otras cosas temibles. Sin duda que iban a llegarme en el medio de la noche de todas formas. No quería que eso infringiera en mi tiempo con Peter.

Conducimos de vuelta al campus, y me dormí en el auto. Cuando me desperté, estaba en mi cama con Peter, los pijamas puestos, con él acostado a mi lado, la lámpara prendida, y el E-Reader en su mano.

11 comentarios :