martes, 4 de junio de 2013

Capitulo 50

Capitulo 50

A la mañana siguiente me desperté bruscamente a las cinco. Peter estaba a mi lado y murmuró mientras dormía cuando me moví. Tuve un momento de no poder respirar, como si algo se estuviera apretando contra mí.

Esperaba un ataque de pánico. Había tenido más de lo que podía contar en mi vida. Sabía que tenía algunos medicamentos contra la ansiedad en algún lugar, pero no iban a hacer ningún bien en este punto, ya que tardan un tiempo para desarrollarse en tu sistema. Cualquier otra cosa que podría haber tomado me pondría cuesta arriba. Así que me quedé donde estaba, centrándome en los brazos de Peter y el hecho de que no, no estaba, de hecho, muriendo.

Me quedé mirando a Peter. Sus ojos saltaban detrás de sus párpados. Para un chico, que tenía las pestañas muy gruesas. Se veía tan dulce cuando dormía, siempre y cuando no estuviera teniendo una pesadilla. De vez en cuando, si dormía muy profundamente, roncaba un poco.

Mi amor por él se apoderó de mí como una manta fresca de la secadora en una noche fría de invierno. La sensación de tensión se fue cuando entré en nuestra burbuja. Fue más difícil ésta vez, pero de alguna manera llegamos allí. Peter frunció el ceño mientras dormía y murmuró algo.

Lo besé en la nariz y volví a recostarme, girando mi cabeza para poder verlo. Era jodidamente grandioso. Empecé a enloquecer otra vez cuando Peter trató de hacerme comer un poco de pan tostado y un refresco de jengibre.

—No voy a obligarte, pero te vas a arrepentir si no lo haces. —Nunca lo había visto tan severo. Así que comí algunas mascadas de pan y bebí un poco de soda de jengibre. Candela, Pablo y Rocio me abrazaron y me desearon que tuviera un buen día mientras se iban a sus clases. Gaston tenía un resfriado, así que se quedó en su casa para pasar la noche, pero me envió un mensaje al igual que Euge.

Si no hubiera estado tan estresada, mi corazón se habría calentado con todas las personas que me apoyaban.

Había perdido la batalla para conducir, así que Peter también estaba saltándose sus clases para llevarme. No había peleado con fuerza en eso. La Junta de Libertad Bajo Palabra podría tomar su decisión después de la audiencia, así que probablemente no estaría en forma para manejar de regreso al campus en cualquier caso.

La audiencia estaba programada para las diez, pero yo estaba lista para ir a las ocho y media. Peter sacó su guitarra y me dejó hacer peticiones, pasando de una canción a otra, incluso en el medio. Fue un extraño popurrí, algo así como en las malditas estaciones de radio. Me divertí una parte del tiempo, pero cuando mis piernas empezaron a crispar tanto que no podía sentarme, Peter agarró nuestros abrigos y me empujó a dar una caminata por el campus. También había sugerido hacer un par más de pintura soplada, pero no podía quedarme sentada el tiempo suficiente como para incluso lograr armar las cosas. Probablemente termine usando todo negro y haciendo un tremendo lío de todas formas.

Las hojas empezaban a colorearse de verde a naranja, rojo y amarillo. Amaba el campus en el otoño. Hasta el aire tenía mejor sabor en el otoño. Caminamos lentamente, y él se mantuvo pateando piñas en mi camino, así yo podría hacerlas crujir bajo mis pies.

Peter se mostró inusualmente callado durante nuestra caminata, lo que era a la vez útil y nada servicial. Por un lado, no estaba hablándome como algunas personas tienden, tratando de llenarme la cabeza con mierda, así que no pensaría en otra mierda, pero por el otro lado, sólo podía centrarme en la maldita mierda sin su voz distrayéndome.

Pasamos junto a otros estudiantes en su camino a clase, los dormitorios, el trabajo y las prácticas deportivas. Sus vidas eran tan simples. No por primera vez, me hubiera gustado saltar dentro de la vida de alguien. O tal vez por lo menos podría tener múltiples personalidades, así al menos podría fingir que estaba teniendo otra vida.

—¿Qué estás pensando? —le pregunté a Peter.
—En ti.
—¿Qué pasa conmigo?
—¿Específicamente? Esa mirada en tu cara cuando te levantas a la mañana y ves que estoy a tu lado. Es mi segunda favorita después de esa mirada cuando veo que te vienes.
—¡Peter!—Lo abofeteé y miré a nuestro alrededor para asegurarme que nadie había escuchado.
—Nena, nadie presta atención a nadie más que a sí mismos. Podría tirarte aquí mismo, ahora mismo y la mayoría de la gente seguiría caminando. ¿Quieres darle una oportunidad? Lo puedo demostrar. —Me dio esa sonrisa que no había visto en varias horas. Me hizo sentir calor en mi interior.
—No quiero ser arrestada por fornicar en público, muchas gracias. He tenido mucho tiempo en una sala de audiencias para que me dure toda la vida.
—Lo siento. Trataba de evitar que pienses en eso.
—Peter, todo me hace pensar en eso.
—No estarías pensando en eso, si estuviéramos haciéndolo, supongo.
—Probablemente no. Realmente no pienso en nada de nada cuando estamos haciendo eso.
—Esa es mi meta.
—Eres muy bueno en eso.
—Vaya, gracias, Missy.
Caminamos un poco más hasta que tuvimos que dar la vuelta.

—¿Tienes todo? —dijo Peter cuando empaqué todo. Tenía mi declaración, junto con al menos cinco copias escondidas en varios bolsillos por lo tanto tendría una copia de seguridad. Peter también tenía varias copias escondidas en los bolsillos. Él había elegido la falda lápiz de color capuchino y el suéter y botas que yo llevaba. Se vistió muy bien también, una demostración de solidaridad.—Aquí —dijo, entregándome su iPod cuando entramos al auto—. Ve a “La lista de Missy”. —Conecté el reproductor en sus altavoces y apreté Reproducir.
  
“Honey, Come Home” llenó el auto, pero no eran The Head and Heart cantando. Era Peter. La calidad del sonido no era muy bueno, pero no me importaba. Me senté inmóvil y en silencio, mientras escuchaba su voz acunando la canción. Cuando terminó, la lista de reproducción se
detuvo.

—¿Eso es lo que has estado haciendo cuando se supone que debes estar trabajando?
—En parte. Hay un estudio de grabación en Bangor que alquila por horas. Es algo que he querido hacer desde hace un tiempo, pero finalmente encontré una razón para hacerlo.

Me tomó la mano y besó la palma. Las palabras no podrían expresar realmente cómo me sentía.

—Así que ¿quieres oír más?
—¿Cuánto más hay?
—Bastantes. Elegí canciones que me hacen pensar en ti.
—Uh oh. —Imaginé todas las posibilidades, estremeciéndome.
—Pulsa el botón de reproducir y descúbrelo —dijo, su voz desafiándome. Acepté el reto.

La segunda canción fue “I Won’t Give Up” de Jason Mraz, seguida por “She’s So Mean” de Matchbox 20. Esa me hizo reír. El resto de las canciones eran una mezcla ecléctica: algunos pop, algunos country, algunos Folk. Desde “Umbrella” de Rihanna a “Tip of My Tongue de The Civil Wars a Ours” de Taylor Swift.

—Esa es la última canción —dijo mientras giraba hacia la salida de Waterville.

Era la canción que había escrito para mí. La había desacelerado y cambió parte de la letra así que era más dulce. La canción terminó mientras estacionaba en el aparcamiento del juzgado. Que sincronización. La lista de reproducción no terminó, y la voz de Peter apareció, menos la guitarra.
  
“Te amo, Missy, nena. Aunque no pueda estar contigo, sabes que estoy aquí. Así que, eso es todo. Más que a las estrellas, Lali. Más que a las estrellas”.

—Más que a las estrellas —le dije, inclinándome y dándole un beso.

Era el momento de enfrentar la oscuridad.

13 comentarios :