sábado, 1 de junio de 2013

Capitulo 40

Capitulo 40

Era mi turno.
 
—Solían tener que frenarme para que no me hiciera daño. Mi madre  no tenía una camisa de fuerza, pero ella y Julieta me retenían —dije. Hubo una pausa y comenzó a acariciar mi cabello. Me estiré en su pecho. Sus brazos eran como cables, que me sostenían en un solo lugar. Ya no temblaba. Tomé una respiración profunda—. Se suponía que Julieta era la niñera. Esto fue antes de que mis padres se separaran, así que estaban en una cita nocturna. Tenía doce años, pero por alguna razón no querían que me quedara sola por la noche. No puedo recordar por qué. La regla era que no iba a estar nadie más, pero invitó a su novio, Maxi, para pasar el rato. —Decir su nombre era como correr las hojas de afeitar sobre mi lengua, pero tenía que hacerlo—. Ella sólo había salido con él durante unas pocas semanas, y a mis padres no les gustaba. No es que llevara moto o se metiera en problemas ni nada de eso. Sólo iba por el lado equivocado, especialmente con mamá. Era mayor y tenía un temperamento fuerte, pero lo mantuvo controlado la mayor parte del tiempo. Se enojó por algo esa noche. Una vez más, no recuerdo por qué. Julieta estaba diferente a su alrededor. Cuando éramos sólo nosotras, veíamos películas y nos entreteníamos, pero cuanto Maxi llegó, me hizo ir a la cama, pues así ellos podrían hacerlo en el sofá. Me enojé con ella por mandarme a la cama temprano, pero me gritó y Maxi la apoyó, así que no tuve opción. —Tomé otra respiración profunda. 

Peter se mantuvo acariciando mi pelo

—Mientras caminaba de regreso a mi habitación, vi algo brillante en el suelo. Era uno de los pendientes en forma de pavo real de mamá. Julieta los había sacado sin preguntar, y sabía que estaba llevando uno. El otro tenía que haberse caído. Estaba celosa, porque nunca me habían permitido usarlos, así que fui a mi habitación y me lo puse. Me quedé leyendo un rato, pero luego escuché un ruido. Me levanté, y lo escuché de nuevo. Entonces oí un grito. —Los brazos de Peter se apretaron alrededor de mí, y me agarré de su camisa—. Volví a la habitación de Julieta, y ella gritaba mientras oía un ruido de golpes y Maxi diciéndole que se callara. Gritó un poco más y luego oí que la golpeó. Ella le estaba suplicando. No sabía qué hacer. La puerta estaba rota, sólo un poco, y miré adentro. Él estaba encima y su blusa estaba desgarrada. Se comenzó a bajar los pantalones y le dijo que ya había esperado suficiente. Ella lloraba y luchaba por salir de debajo de él. La abofeteó de nuevo, y su cabeza voló hacia un lado. Nos miramos a los ojos y ella susurró algo. Maxi vio que nos estábamos mirando, y no pude cerrar la puerta lo suficientemente rápido. —Comencé a temblar otra vez, pero Peter no iba a dejar que me fuera

—Me persiguió por el pasillo y me agarró. Me gritó por interrumpir y luego dijo que tal vez yo también quería un poco. Me comenzó a rasgar los pantalones, y no pude respirar porque pesaba mucho y estaba encima de mí, pensé que iba a morirme. Me rompió la blusa y rayó mi pecho. Sólo llevaba unas mallas, así que las desgarró y luego mi ropa interior, después fue por sus calzoncillos otra vez, diciéndome que si alguna vez le hablaba a alguien de esto, vendría a buscarme y me mataría. Recé para que alguien me salvara y fue cuando Julieta le pegó tan fuerte como pudo con un bate de softbol que guardaba debajo de su cama. Colapsó encima de mí y Julieta tuvo que hacerlo rodar. Lo atamos con un par de cuerdas de saltar y un poco de cinta y llamamos a la policía. Hubo juicio. Fue declarado culpable y le cayeron diez años. Se supone que debe estar adentro otros dos años más, pero Julieta me llamó y me dijo que está en libertad condicional. —Aspiré de nuevo y me entregó una servilleta—. Así que es eso. Ahora lo sabes. La única persona a quien se lo he contado es a Euge. Todos en mi ciudad lo sabían. Me etiquetaron como puta en la escuela, y cuando empecé a enojarme y a pelear, nadie quería tener nada conmigo. Hice un pacto conmigo misma de que nunca saldría con nadie, nunca tendría novio. Estaría sola, porque la única persona en quien podía confiar era en mí. Todo el mundo iba a defraudarme. Nunca se lo conté a Julieta, pero se disculpó durante años. Creo que sigue disculpándose, a pesar de que también fue víctima. Mis padres se sintieron muy culpables por separarse. Quiero decir, no era la única razón, pero eso tuvo mucho que ver. Todo se vino abajo después de esa noche. Y ahora ya sabes por qué tengo esa obsesión con los pavos reales. Julieta llevaba un pendiente y yo el otro. Esos pendientes salvaron nuestras vidas.

Peter pensó por un momento, y casi pude oírle tratando de elegir las palabras adecuadas.
 
—Me gustaría poder matarlo de la forma más lenta y dolorosa posible —dijo.
—Yo también. —Me lo había imaginado tantas veces que nunca lo admitiría.
—Gracias por decírmelo.
—Ahora sabes por qué estoy tan jodida.
—No lo estás, esa es la cosa. Has pasado por algo que la mayoría de las personas no puede imaginar. No te avergüences de la forma en que le haces frente.
—No le hago frente, según mis terapeutas. Ha habido muchos.
—Que se jodan. Si romper cosas y golpear gente de vez en cuando te ayuda, voy a ser tu saco de boxeo y podemos conseguirte algunas cosas para tirar de la azotea. ¿Trato?
—Bien.
—Así que, ¿está en libertad condicional?
—Sí, hay una audiencia. Mi abogado llamó.
—Pero tienes que ir, ¿no? ¿Hacer una declaración?
—Sí.
—Está bien, entonces. Vamos a tener que ayudarte a preparar una declaración muy buena.
—No puedo.
—¿Por qué?
—No puedo enfrentarlo otra vez. —Más difícil incluso que contarle la historia, era decirle eso. Era una cobarde.
—Sí, sí puedes. Simplemente piensas que no puedes. Hay una diferencia.
—Pero no puedo mirarlo a la cara. Él estaba violando a mi hermana, y no hice nada. Podría haber conseguido un teléfono, podría haber corrido y golpearlo con algo. Pude haber hecho algo —dije. 
—Eras una niña.
 
Traté de negar con la cabeza, pero no me dejó.
 
—Debí haber hecho algo.
—Dejé que mi padre le disparara a mi madre y luego se suicidara. Si alguien debió hacer algo, ese sería yo.
—Él tenía un arma.
—Él tenía a tu hermana.
—No es lo mismo.
 
Suspiró. 

—Lali, podemos preguntarnos "y si" hasta la muerte, pero no resolvería nada. Lo único que podemos hacer es seguir adelante, incluso cuando parezca que estás caminando a través de un pozo de cemento.
—Con bloques de cemento sobre tus hombros.
—Exactamente.
—La única diferencia es que el demonio tiene forma humana. —Su mano viajó hacia arriba y abajo de mi brazo con un movimiento suave.
—Todavía lo siento por golpearte —dije, tocando su perfecto rostro.
—¿Cómo se ve mi cara?
 
Levanté la mirada. Mañana se vería muy bonita.
 
—Un poco maltratada.
—Eso está bien. Voy a decirles a todos que estuve en una pelea de bar.
—¿Qué? ¿Te da vergüenza decir que fuiste golpeado por una chica?
—No, pero me preocupa que se te lleven por violencia doméstica — dijo con una sonrisa.
—Está bien, está bien.
—¿Te sientes mejor?
—Supongo. Te lo haré saber.
—Está bien tener miedo.
—Odio tener miedo.
—Lo sé. Pero no tienes que tener miedo de él. Está encerrado en este momento, y no estás sola. Quiero que recuerdes eso. No. Estás. Sola.
—Siempre he estado sola. Los viejos hábitos tardan en morir.
—Sí, así es. —Se rió un poco—. ¿Estás cansada?
—No realmente.
—Entonces, ¿te importa si te sujeto de esta manera? Es muy agradable.
—Sí, lo es. —Me moví, por lo que pude envolver mis piernas con las suyas, como si estuviéramos en esa noche que habíamos pasado juntos. 
—Bueno, esto es incluso mejor.
—Peter.
—Lo siento, Missy.
—Cada vez que pienso en estar físicamente con alguien, todo lo que puedo recordar son sus manos y su cara encima de la mía, y no puedo respirar. Sé que no debería asociar esas cosas, pero lo hago y parece que no puedo cambiarlo. Cada vez que pienso en sexo, eso es lo que pienso. Por eso nunca he estado con nadie. Bueno, en parte. Nunca conocí a alguien con quien quisiera intentarlo hasta…
 
—¿Hasta yo? Por favor, di hasta que me conociste.
—Hasta que te conocí. —Lo alcancé y toqué un punto que comenzaba a volverse morado en su mejilla—. Pero soy un bicho raro. Tú no me quieres.
—No quiero a nadie más que a ti.
—Vas a tener que ser paciente conmigo —dije, trazando su rostro con un dedo. Tomó mi mano y la besó.
—Me esforzaré al máximo. Sin prometer nada.
—¿Qué tal esto? —dije, tuve una idea—. Encontremos una palabra que te pueda decir si me pongo loca.
—¿Como una palabra de seguridad? Nena, has estado leyendo demasiadas novelas de romance incompletas, ¿verdad? Los vi en tu E- Reader.
—Lo que sea. Bueno, ¿y cuál debe ser mi palabra de seguridad?
—¿Qué tal PARA?
—Aburrido. —Pasé por un montón de palabras.
—ERROR —dijo Peter, sonriendo.
—Perfecta. —Mantuvo mi mano delante de su cara, girándola hacia atrás y adelante, como si estuviera fascinado.
—Tienes manos diminutas —dijo.
—Uh, ¿gracias?
—Son lindas y femeninas. Me gustan.
—Creo que voy a quedármelas. No tengo mi recibo de la tienda de manos, así que no las puedo comerciar.
 
Se echó a reír, su pecho moviéndose debajo de mí de una manera maravillosa. Bajó su mirada hacia mí y sonrió, llevando mis manos a sus labios. Besó cada uno de mis dedos y luego el dorso de mi mano. Giró la palma de mi mano y la besó. Se tomó su tiempo, como si esperara que dijera la palabra de seguridad. No lo hice.
 
Peter besó mi brazo, hasta el interior de mi codo, que era sorprendentemente sensible. Esperó antes de poner una de sus manos debajo de mi mentón e inclinó mi cara hacia arriba. Se movió tan cerca que nuestras narices se tocaron antes de que tentativamente me besara en los labios. Tirando hacia atrás, esperó a que yo lo detuviera. No lo hice.
 
Besó mis labios de nuevo, esta vez persistentemente. Le devolví el beso, moviendo mi boca para que se ajustara contra la suya. ¿Cómo es que encajaban tan bien juntas? Peter se apartó de nuevo y abrí los ojos.
 
—Voy a darte un beso, y no voy a parar.
—No quiero que lo hagas.
—Está bien, entonces. —Tiró de mi rostro hacia el suyo de nuevo y abrió su boca mientras abrí la mía para profundizar el beso. En ese momento, quise arrastrarme dentro de él y esconderme. Su lengua entró en mi boca, y le dejé. Realmente no podía usar la palabra de seguridad mientras mi boca estaba ocupada. De todos modos no quería usarla.
 
Peter me acercó más, retorciendo los dedos juntos mientras mordisqueaba mi labio inferior.
 
Por un momento, se apartó para que ambos pudiéramos respirar.

7 comentarios :

  1. Ultimo Capitulo de Hoy!!! Hasta Mañana :)

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  2. Avhbgdsjfhbvxcnnhcbgv ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

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  3. Dios que Capitulo!!

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  4. G . E . N . I . A . !!!!!!!!!!!!! TE ADMIRO!! SOS LA MEJOR CON ESTO DE SUBIR NOVELAS!! AMO TODAS TUS NOVELAS!! AHH TE AMO!!!! JAJAJAJ BESOS.! TE ESPERO MAÑANA MUII ANCIOSA PARA LEER!! Prii!!

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