miércoles, 19 de junio de 2013

Capitulo 20

20

Parpadeé hacia Cande, confundida. —¿Qué quieres decir con que probablemente no testificará?

Mi compañera de dormitorio cerró de golpe el teléfono en su escritorio. Dio un portazo a nuestra mini-nevera tras coger una botella de agua. Se quitó los zapatos de una patada y lanzó uno de ellos a través de la habitación donde rebotó contra la pared encima de su cama y aterrizó en el centro. — Llegaron hasta ella. Benjamin, D.J. y Dean. La convencieron, o casi convencieron, de que manejarían a Maxi. Que acabaría con la fraternidad y quizás con todo el sistema Griego si testifica.

—¿Qué?

—La están haciendo sentir culpable. ¡Por haber sido violada! —Nunca había visto a Cande tan enfurecida—. Esto es una jodida mierda. Voy a llamar a Katie.

Me levanté y crucé la habitación, cogiéndola del brazo para evitar que marcara. —Cande, no puedes contarlo si Mindi no quiere que lo cuentes.

Me miró de cerca. —La, ya sabes cómo funciona el sistema Griego. Todo el mundo lo sabe.

—Oh. Cierto.

Marcó el número, y escuché mientras le contaba a la presidenta de su hermandad lo que pensaba de la propuesta de encubrimiento.

—Bien, estaré allí en una hora, con Mindi. —Colgó el teléfono, su expresión más calmada y calculadora. Sentándose en mi cama, me cogió la mano—. Tienes que venir con nosotras, La. Tienes que contarles lo que te hizo.

De alguna manera, testificar ante un grupo de chicas de hermandad era más aterrador que el pensamiento de denunciar a Maxi a la policía o hacer una declaración al fiscal del distrito.

—¿P-Por qué? —farfullé—. No soy una de ustedes, Cande. No les importa-

—Eso muestra un precedente.

Cuántas veces había oído a Benjamin usar esta jerga legal—una de sus favoritas. —¿Estás segura de que un intento fallido conmigo muestra un patrón? Sólo es la segunda vez…

Sus ojos se encendieron. —Mariana…

—Tienes razón, tienes razón… Dios, ¿qué estoy diciendo? —Las manos me temblaban mientras me las pasaba por la cara, y Cande las bajó gentilmente.

—Tenemos que asegurarnos de que no haga esto otra vez.

Asentí, sabiendo que tenía razón, y le mandó un mensaje de texto a Mindi.

Cande había abierto la cerradura del Volvo cuando escuché mi nombre y me volví para encontrar a Benjamin corriendo a través del lote de dormitorios.

—Hola, Mariana. Cande. —Cuando le dio una sonrisa tensa y seria, ella le frunció el ceño. Se volvió hacia mí—. Necesitamos hablar.

Le miré.

—¿Sobre qué? ¿Sobre ti ayudándoles para que Mindi no presente cargos, cuando sabes lo que me hizo a mí?

Suspiró con cansancio. —No es así.

—¿Oh? ¿Y cómo es?

—¿Podemos hablar en privado? ¿Por favor?

Miré a Cande y ésta frunció los labios y le dio a mi ex una mirada cínica antes de volver su atención a mí. —Voy a recoger a Mindi, ¿y nos encontramos en la casa? —Estaba preocupada por dejarle que me hablara sobre esto, tan enfermizamente fácil como lo había hecho.

Miré a Benjamin y supe que convencerme de abandonar la alegación contra Maxi estaba en su agenda. —¿Me llevarás allí? ¿Ahora? Es la única manera de que hable contigo.

Frustrado y puede que un poco confundido por mi contraataque, accedió.—Claro. Te llevaré allí, si hablas conmigo durante el camino.

Miré por encima del techo del Sedan a Cande. —Nos vemos allí.

Ella asintió, con una inquebrantable esperanza en sus ojos, y seguí a Benjamin hacia su coche.

Después de ajustar el reproductor hasta dejarlo como música de fondo, condujo despacio, con una muñeca apoyada en la parte superior del volante forrado de piel.

—Gracias por aceptar hablar conmigo. —Miró más allá de mí, sus ojos deslizándose lejos de los míos y fijándolos en la carretera—. Quiero que sepas que creo, al cien por cien, todo lo que me dijiste el sábado por la noche. Sé que Maxi es un cabrón, sólo que no sabía cuánto. Hemos empezado los procedimientos para expulsarlo.

—Expulsarlo, ¿de la fraternidad? ¿Ese es su castigo? —Cerré los ojos y sacudí la cabeza para aclararla.

—Maxi vino a este campus pensando que iba a ser el presidente de la clase, que ascendería rangos, dirigiría toda la fraternidad y quizá el consejo su último año, y ahora va a estar fuera, con o sin papi. Es un castigo malditamente justo.

Jadeé. —Benjamin, violó a una chica.

Tuvo la gracia de retroceder. —Lo entiendo, pero…

—¡No hay ningún pero! ¡No hay ningún maldito pero! —Mi pecho se hinchó con el esfuerzo de apretar mis manos en mi regazo en lugar de golpear su presumida cara—. Se merece un tiempo en prisión, y voy a hacer todo lo posible para que lo obtenga. —No pude evitar pensar que si habían enviado a Benjamin para alejarme de testificar, entonces esta discusión había producido el efecto contrario.

Se detuvo frente a la casa y aparcó. Aferró el volante con ambas manos. — Mariana, tienes que entender algo. Maxi ha estado diciendo mierdas sobre conectar contigo desde hace semanas. Otros han corroborado su versión. Todo el mundo lo sabe. Nadie más se cree tu historia de él-también-intentó-violarme, ahora. Es un poco tarde para eso.

Me quedé sin respiración, mi garganta se cerró, y el dolor se disparó por mis brazos a las yemas de mis dedos. Cerré los ojos y peleé contra el mareo y las lágrimas, y tan furiosamente que literalmente vi todo rojo a través de mis párpados cerrados.

—¿Mi… historia?

Sus ojos azules encontraron los míos. —Te lo he dicho, te creo. —Le miré a los ojos, a este chico que había conocido tan íntimamente durante tres años.

Podía ver que me creía, pero esa confianza estaba en conflicto con su obligación de salvar la cara. No iba a hacer lo correcto.

—Me crees, pero estás ahí sentado, tratando de disuadirme de la idea de convencer a alguien más para que me crea.

—Mariana, es más complicado que eso…
—Un infierno que lo es. —Abrí la puerta y salté fuera. Cerrando de un portazo en furiosa protesta, me giré y dirigí con paso fuerte hacia la casa de la hermandad de Cande y Mindi. Estaba temblando de ira y miedo, y algo más: resolución.
***

En la reunión había menos de veinte chicas: Cande, Mindi, las directoras de la hermandad y yo.

Como presidenta, Katie presidía la larga y pulida mesa. A sus dos lados se sentaban las directoras de último año; reconocí a la hermana mayor de Olivia como una de ellas. Olivia y ella podrían haber sido gemelas, se parecían mucho —hasta la mueca maliciosa.

—Mindi, cariño, nadie te está culpando —dijo, su voz goteando con una falta de sinceridad que contradecía sus palabras—. Pero el hecho es que fuiste a su dormitorio con él. Quiero decir, la expectativa estaba ahí, ¿sabes?

Cande puso su mano en mi muslo cuando contuve la respiración —un aviso para que no contestase todavía. Exhalé por la nariz y me enfurecí en silencio. Era una intrusa. Podía ser echada fácilmente, y eso no sería bueno para Mindi. Necesitaba todo el apoyo posible.

—Tampoco eras como, virgen, ¿verdad? —dijo otra chica.

—Dios, Taylor, esa no es la cuestión —dijo otra.

Taylor se encogió de hombros.

—A mí me importaría.

Mindi estaba pálida y parecía que o iba a vomitar o a desmayarse. Cande se inclinó hacia ella y le susurró. —Respira, cariño.

Varias chicas dijeron más cosas estúpidas, y otras dijeron cosas razonables, y finalmente parecía que todas habían dado su opinión excepto Katie, Cande y las dos personas que al final tenían el destino de Maxi en sus manos: Mindi y yo. Finalmente, Katie golpeó con el mazo suavemente, deteniendo toda la conversación y haciendo volver todas las cabezas en su dirección. Su postura era tan perfecta que podía haber sido una reina llevando una corona pesada; fijó su mirada en mí. —Lali, ¿tengo entendido que alegas que Maxi intentó violarte la noche de la fiesta de Halloween?

Un par de chicas murmuraron y una realmente se rió. Apreté mis manos en puños en mi regazo y las ignoré, tragué saliva y asentí con la cabeza. —Sí.

—Bien, lo siento, ni siquiera sé por qué está aquí —dijo una representante de la clase junior—. Si él no lo hizo realmente.

—Tuvo la intención de hacerlo —dijo Cande con los dientes apretados—. Solo que fue detenido antes de que tuviera éxito.

La otra chica se echó el cabello por encima del hombro. —Pero no lo denunció esa noche. ¿Por qué no? ¿Y por qué ahora? Quiero decir, ¿cómo sabemos que esto no es una táctica para llamar la atención? ¿O alguna clase de venganza contra Maxi?

Cande gruñó a mi lado.

—Lo detuvo un tipo que vio todo el asunto y está deseando hacer una denuncia oficial conmigo. —Mi voz vaciló, y debajo de la mesa Cande cogió mi mano derecha y me la apretó—. En cuanto a por qué ahora y no entonces… ese fue mi mal juicio. No se me ocurrió que le haría esto a alguien más. —Miré a Mindi, una disculpa en mis ojos, y luego a Katie—. Pensé que sólo era yo.

—¿Qué tipo? ¿Uno de los hermanos? Porque tía, no van a testificar contra Maxi —dijo Taylor, y varias chicas asintieron.

—No. Peter Lanzani.

—Oh, lo conozco —dijo la hermana de Olivia—. Está bueno…

—¿Es el chico no-fraternidad que estaba en la fiesta de Halloween sin disfraz? ¿Botas de vaquero? ¿Pelo oscuro? ¿Ojos increíbles? ¿Totalmente caliente? —preguntó la chica que estaba a su lado.

—Sí, ese es él.

—Mindi —interrumpió Katie—, tengo entendido que, ¿Dean y D.J. hablaron contigo ayer?

Mindi asintió, con los ojos, todavía enrojecidos, muy abiertos. —Quieren que retire los cargos. Dijeron que lo iban a manejar.

Las cabezas pivotaron de un lado a otro entre la presidenta de la hermandad y la promesa de primer año mientras ellas se lanzaban preguntas y respuestas. —¿Cuáles son tus planes ahora?

—No lo sé. Estoy muy confundida.

Katie la consumió con la mirada. —¿Maxi hizo lo que dices que hizo?

Los ojos de Mindi se llenaron de lágrimas, y cuando asintió, se derramaron por sus mejillas.

—¿Entonces qué demonios es lo que te confunde?

Todas se sentaron en un silencio aturdido por un momento, hasta que la chica que había declarado a Peter como totalmente caliente exclamó—: ¿Estás diciendo que debería presentar cargos?

—Absolutamente.

Alrededor de la mesa se oyeron jadeos, y estaba tan atónita que no me podía mover.

—Pero esto se verá mal para…

—¿Sabes lo que se ve mal? —Le cortó Katie—. Un grupo de mujeres que no se apoyan las unas a las otras cuando un hombre tira una mierda como esta. Hace menos de una hora, le he dicho a D.J. por donde se podía meter su maldita reputación fraternal. —Se levantó y se inclinó hacia delante, apoyando sus manos en la mesa—. Déjenme contarles una historia chicas, corta y dulce. En el instituto, era una joven animadora saliendo con un chico de último año que intentaba conseguir una beca de fútbol. Me acosté con él varias veces, queriendo. Una noche no estaba de humor, pero él sí. Así que me agarró y me forzó. Las pocas personas a las que se lo conté, incluyendo a mi mejor amiga, señalaron lo que le pasaría si lo contaba. Hicieron hincapié en el hecho de que no era virgen, que estábamos saliendo, que habíamos tenido sexo antes de eso. Así que me quedé callada. Ni siquiera se lo dije a mi madre. Ese chico me dejó moretones en el cuerpo. Lloraba y le pedía que parase y no lo hizo. A eso se le llama violación, señoritas.

Se irguió y cruzó los brazos por encima del pecho. —Así que Maxi puede disfrutar sentándose en una celda contemplando cómo hizo estallar su vida. Ese gilipollas hirió a dos personas sentadas en esta mesa. ¿Y estás preocupada por quién quedará mal si ellas hablan? Que le jodan a eso. Dean, D.J. y Benjamin y todos los chicos de fraternidad de este campus pueden ir a joderse ellos mismos. ¿Somos hermanas o no?

***

“Mariana,
Te envío adjunta la revisión que repartiré el jueves. Supongo que técnicamente prefiero dártelo un par de días antes, pero ya te dije que eres mi favorita, después de todo. 
JM (aka Pedro,aka Peter, aka Juan, aka Mr. Lanzani)”
  
“Mr. Juan Pedro Lanzani,
Se siente raro recibir emails de economía de ti. Como si no fueras realmente la misma persona (me acabo de acordar de que te pregunté si necesitabas ayuda en economía. Iba a recomendarte como tutor para ti mismo. Debiste haber pensado que estaba totalmente despistada).
  
Gracias por la hoja de trabajo. Ni siquiera lo miraré hasta el jueves. Así no tendrás que sentirte culpable por dármelo antes.
  
Mindi y yo rellenamos las denuncias en la comisaría de policía. Cande nos llevó. Era la primera vez que le daba a alguien un reporte detallado de todo el asunto. Estaba temblando y llorando para cuando terminé, y me sentí débil y estúpida otra vez. Mindi estaba aún peor que yo; el trabajador social dijo que puede que necesitara ser tratada de Estrés Post-Traumático. Nos dijo a las dos que fuéramos a la oficina del consejo de la escuela o a un terapeuta privado.
  
Mindi llamó a sus padres en el camino de vuelta al campus, y estarán volando hacia aquí por la mañana. Ni siquiera se me ocurrió contárselo a los míos. No creo que pudiera tratar con otro discurso “Ya te lo dije” de mi madre. No sobre esto.
  
Le di a la detective tu información, y dijo que te llamarían cuando quieran que vayas. No estoy segura de lo que pasará después.
ME (aka Mariana, aka La, aka Ms. Esposito, aka Lali –pero usaré el entrenamiento de auto-defensa si me llaman así)”
  
“Ms. Mariana (no Lali) Esposito,
Nunca pensé por un momento que no tuvieses ni idea. Me quedé atrapado en mi propio engaño, y me sentía cada vez más podrido al respecto. Me alegro de que lo descubrieses, y siento no habértelo dicho. Si alguien estaba despistado, era yo.
  
Me siento como un gran asno por haber dicho algo alguna vez que te hiciese pensar que cualquier parte de aquella noche fue culpa tuya. Estaba tan enfadado con él. Si no hubieses hecho ese ruido en la camioneta, creo que podría haberlo matado.
¿Rellenaron las dos una orden de restricción?
Peter.”

  
Yo: ¿Podemos cambiar a los mensajes?
Peter: Claro, sin problemas.
Yo: Tenemos la documentación para presentar una orden de restricción temporal mañana por la tarde.
Peter: Bien. Si te sientes amenazada, quiero que me llames. ¿Vale?
Yo: Vale.
Peter: Mañana es mi última clase de economía. El Dr. V va a hacer una revisión el viernes.
Yo: Obviamente, no lo necesitas. Pensé que eras un estudiante vago. Sentado en la última fila, dibujando, sin prestar atención a la clase.
Peter: Supongo que doy esa impresión. Este es mi tercer semestre como tutor, y el cuarto sentándome en clase. Conozco el material bastante bien.
Yo: Así que, después del miércoles, ¿no tendremos clases juntos? Y después del examen final del próximo miércoles, ¿entonces qué?

Pasaron varios minutos, y supe que había hecho una pregunta la cual él o no quería o no sabía responder.
  
Peter: Navidades. Hay cosas que no sabes sobre mí. Me dije a mí mismo que no te mentiría otra vez, pero no estoy listo para sacarlo todo. No sé si puedo. Lo siento.

Las vacaciones de invierno empezaron un viernes —el último día de los exámenes finales de otoño. Estaba obligada a salir de la residencia durante las vacaciones, y el semestre de primavera no empezaría hasta dentro de siete semanas. Mucho podía cambiar en ese espacio de tiempo.

En sexto curso me caí de un árbol y me rompí el brazo. No pude tocar el contrabajo o trenzar mi propio pelo durante siete semanas. Cuando tenía quince años, mi mejor amiga Dahlia fue a un campamento de verano durante siete semanas. Cuando volvió, era la mejor amiga de Jillian. Continué siendo amiga de las dos, pero las cosas nunca volvieron a ser igual entre Dahlia y yo. Siete semanas después de que empezase el semestre de otoño, Benjamin rompió conmigo, y siete semanas después, me di cuenta de que lo estaba superando.

Siete semanas lo podían cambiar todo.
 
Cande volvió del trabajo antes de que pudiese escribir mi respuesta a Peter, si es que había alguna. Atípicamente callada y con una expresión distraída, se quitó la ropa del trabajo con cuidado, metiéndolas en el cesto de la ropa sucia sin su usual tendencia a lanzarlas.

—¿Cande? ¿Está todo bien?

Se dejó caer sobre su cama y miró al techo. —Agus estaba cerca del coche cuando he salido esta noche. Sosteniendo flores.

No veía ninguna flor, así que sólo podía imaginarme qué les había pasado. Probablemente nada bueno. —¿Qué quería? —Sabía exactamente lo que quería. Supe lo que quería el sábado pasado. Lo que probablemente ha querido desde que había sido lo suficientemente tonto como para elegir la polla de su mejor amigo por encima de su novia.

—Se ha disculpado. Se ha humillado. Ha dicho que se disculparía y se humillaría ante ti si yo quería. Ha jurado que nunca hubiese pensado que Maxi recurriría a “eso” para conseguir una chica, porque las chicas siempre se tiran a sí mismas a sus brazos. Le dije hace tres semanas que no es sobre sexo. Es sobre dominación. —Se apoyó en sus codos para mirarme—. No me escuchó entonces. Y ahora, cuando a Maxi lo van a arrestar y culpar de violación, ahora está escuchando.

Me encogí de hombros. —Supongo que los hombres que nunca harían algo así les cuesta creer que otro hombre lo haga —dije, pero podía ver su punto de vista. La conciencia y las disculpas estaban bien, pero podían llegar demasiado tarde.

32 comentarios :

  1. hayy noo quiero qe se separeenn.. muero de amor en como es peteer en esta noveeee

    ResponderEliminar
  2. ++++++++++++++++++++++++++ MARATON

    ResponderEliminar
  3. ++++++++++++++++++++++++

    ResponderEliminar
  4. +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

    ResponderEliminar
  5. mas porfavor maraton!!!

    ResponderEliminar