lunes, 3 de junio de 2013

Capitulo 47

Capitulo 47

No perder el tiempo con Peter en casa de mi madre no fue tan duro como yo había pensado que sería. Su habitación estaba justo al final del pasillo, y la de Julieta al otro lado de la sala, y mi cama era vieja y chirriante.

—¿Ni siquiera un poco? —susurró Peter mientras subíamos bajo mis sábanas princesa de Disney.
—Es muy extraño. No puedo tener sexo sobre la cara de una princesa con mi madre por el pasillo durmiendo. Sólo tengo que trazar la línea.
—Está bien, está bien. ¿Puedo dormir desnudo?
—Tú puedes. Yo me quedo con la ropa puesta.
—¿Por qué?
—En caso de que haya un incendio en el medio de la noche y tengamos que salir de la casa a toda prisa.
—Piensas en todo —dijo, dejándose sus calzoncillos, pero quitándose la camiseta—. Está bien, está bien. —Si yo no lo conociera mejor, habría dicho que estaba haciendo pucheros.
—No estás molesto, ¿verdad?
—¿Acerca del enrollado del heno? Sería agradable, pero me conformaría con sólo estar desnudo contigo. Eso es lo mejor. Nada entre nosotros. Sólo tú y yo.
—Mañana por la noche, lo juro.
—Y entonces, de suerte, estoy fuera a partir del martes.
—¿Por qué, qué pasa el martes?
—Comienzas tu período —dijo, completamente en materia.
—Odio que sepas eso.
—¿Qué? He sabido eso durante un tiempo.

Enterré mi cabeza en la almohada.

—Pensé que se suponía que sería el único que estaría avergonzado por eso —dijo.
—No estás avergonzado de nada.
Quitó la almohada de mi cara. 
—En realidad no. Hasta mañana, buenas noches, princesa. —Besó mi nariz, me metí mi retenedor y me acurruqué contra él.
—¿Missy?
—¿Sí?
—Tu mamá es un poco impresionante, pero parece que me quiere disparar la mayor parte del tiempo.
—No te preocupes, he estado en el extremo receptor de esa mirada más de una vez.
—¿Así que no soy sólo yo?
—No.
—Es bueno saberlo. Pensé que iba a ser toda dulzura y encanto de la forma en que hablabas.
—Es dulce. Más dulce de lo que yo soy de todos modos.
—¿Cómo puede alguien ser más dulce que tú?
—Oh, es posible.
—De ninguna manera —dijo con un bostezo.

Bostecé y no discutí. Me sentía demasiado cansada.
***

Peter y yo no encontramos a mamá en la cocina a la mañana siguiente, porque el café ya estaba listo cuando nos levantamos después de una noche de caricias platónicas.

—No oí nada que no quería escuchar, así que voy a asumir que no necesito tener una charla con nadie.
—¡Mamá! —¿En serio?
—Ella no está tratando de darte una charla sexual, ¿verdad? —dijo Julieta, frotándose la cara con las manos y dando tumbos hacia el café.
—Ugh, ¿podemos no hacer esto justo ahora? Me acabo de despertar.
—¿Huevos para alguien? —dijo mamá, sosteniendo un sartén. Había mezclado los huevos con el queso crema, al igual que hacía cuando yo era más joven.
—¿Platos? —dijo Peter, yendo hasta el gabinete.
—En el estante de arriba —dije, cogiendo los cubiertos del lavavajillas.

Julieta arrastró los pies sobre la mesa, estrellándose contra su asiento. Julieta no llevaba las mañanas muy bien.
Tomamos el desayuno y después que Julieta había consumido tres tazas de café, agarró a Peter y le hizo enseñarle como tocar la guitarra como un ardid para que mamá pudiera acorralarme.

—¿Estás siendo sensata? —Fue lo primero que preguntó.
—Dios, mamá. Sí. Sabes que estoy tomando la píldora.
—Pero eso no te protege de todo.
—Mamá, sólo confía en mí. No soy una idiota. —Estaba ayudándola a lavar los platos y contemplando tratar de ahogarme en el agua jabonosa para evitar el resto de esta conversación.

—Es sólo que es, inesperado, eso es todo. Nunca has expresado interés en nadie, así que fue sorprendente escuchar que tenías a alguien.
—Es diferente.
—Vi los tatuajes. ¿Cuántos tiene?
—Um —dije, ambas paradas y contando—. Cinco.

Se aferró a la pileta. 

—Querido Señor. Por favor, no me digas que tiene una moto.
—No la tiene.
—Bueno, eso es bueno saberlo.
—¿Por qué? ¿Qué diferencia haría si tuviera una moto?
—La, cuando seas una madre con hijas, lo entenderás.
—¿El interrogatorio está terminado? —le pregunté.
—Lali, sólo estoy un poco conmocionada. Él no es el tipo de chico que habría elegido para ti.

Cerré los ojos y me dije que ella no estaba diciendo nada malo de él. Era cierto. No era el tipo de chico con el que me habría visto a mí misma.

—Después de todo lo que… pasó, y cuando parecía que no podías superarlo, sólo pensé que nunca ibas a dar el paso. No estoy diciendo que sea algo malo; sólo digo que seas cuidadosa.
—Lo haré.
—Está bien. Puedo ver que te hace feliz.
Ambas sonreímos. 
—Lo hace. Más feliz de lo que yo sabía que fuera posible.
—Eso está muy bien, La. Realmente genial. —Me dio un abrazo jabonoso que hizo que la parte de atrás de mi camisa se mojara, pero no me importó.

—Hablando de amores de la vida. ¿Algo nuevo que reportar?
—No, y eso no es de tu incumbencia, señorita.
—¿Has hablado con papá?
—La semana pasada. Está saliendo con alguien nuevo.
—¿Qué pasó con Michelle?
—No tengo ni idea. No hablamos mucho. Preguntó por ti, y le dije que tenías un novio. Él no estaba muy feliz.
—No tiene nada que opinar en mi vida.
—La, es tu padre, aunque no esté en tu vida. Deberías llamarlo. Él querría saber acerca de la audiencia. —Habíamos conseguido llegar tan lejos el fin de semana sin hablar de ello. Tenía la esperanza de que lo hiciéramos todo el camino, pero no. 
—No quiero hablar de eso.
—Vas a tener que tratar con esto. No es este monstruo que has construido y que está en tu mente. Por supuesto, es un maldito enfermo, pero es sólo humano.

Mamá no jura a menudo, y cuando lo hacía, yo prestaba atención.

—Lo sé, lo sé.
—Necesitas ocuparte de tu pasado antes de poder pasar a tu futuro. Si quieres un futuro con Peter, vas a tener que lidiar con tu pasado.
—Bueno, casi ocho años de terapia no han ayudado, así que no estoy segura de que haya mucha esperanza —le dije, soltando de improviso.
—Bueno, cuando la terapia falla, ahí está el amor. Tú lo amas, ¿verdad?
—Sí.
—El amor cura todas las heridas.
—¿Cuando te hiciste tan filosófica?
—Acabo de empezar a tomar una clase de poesía en la biblioteca.
—¿En serio?

Mamá no era de los que prueban cosas nuevas, así que eso era enorme. Hablamos de eso mientras Peter y Julieta cantaban canciones de taberna. Al parecer, él conocía muchas de ellas.

—Tengo muchos talentos de los que ni siquiera tú eres consciente, chica Missy —dijo él.
—¿Qué hay con lo del apodo? He tenido la intención de preguntar—dijo mamá.
—Oh, esa no es una historia muy interesante —le dije. Por alguna razón, no quería que se los dijera.
—Eso significa que lo es. Escupe, Peter —dijo Julieta.
—No es nada especial. Sólo un pequeño error que cometí cuando nos conocimos.
—Cobarde —dijo Julieta.
—Su padre solía llamarme Malvina —dijo mamá.
—¿Qué? —dijimos Julieta y yo al mismo tiempo.
—Es una historia igualmente tonta. Nos conocimos en una fiesta y por alguna razón, él estaba convencido de que mi nombre era Malvina. No fue sino hasta nuestra tercera cita cuando lo corregí.

Julieta y yo reímos después de un asombrado silencio.

—¿Qué? Yo estaba nerviosa. Fue mi primer novio.

Miré a Peter. Uno nunca sabía.

Mamá nos hizo tomarnos unas cuantas fotos, la mayoría de Peter pretendiendo que me enseñaba a tocar la guitarra. Le gustaban las fotos de acción. Ninguna de esas poses aburridas donde la gente sonreía como si estuviera adolorida. Peter se mantuvo susurrando insinuaciones en mi oído, así que cada sonrisa y risa era genuina.

—Está bien, bueno tenemos que regresar. Ambos tenemos pruebas para las que estudiar —dije después del millonésimo fogonazo.

Había estado flojeando últimamente, porque besuquearse era mucho más divertido que cualquier cosa que mis libros de texto tuvieran que ofrecer. Necesitaba poner mi culo en marcha si quería mantener mi promedio lo suficientemente alto para llegar a Phi Beta Kappa.

—Probablemente debería largarme, también —dijo Julieta, levantándose para darle a mamá un abrazo.
—Fue muy amable de tu parte recibirme, Gimena —dijo Peter.
—Espero volver a verte, Peter. Por favor, cuida a mi niña —dijo mientras yo la abrazaba. Ugh
—La atesoraré.
—Más te vale —dijo mamá, haciendo una especie de resoplido. Ella no perdía el tiempo. Peter se inclinó hacia adelante y la besó en la mejilla.
—Sí, señora.

12 comentarios :