jueves, 1 de agosto de 2013

Capitulo 9

Capitulo 9

Lali

¡Maldito ese Peter Lanzani! ¿Quién se creía que era haciéndome sentir de esa forma? Quiero decir, seguro que había conseguido alejar mi mente del horrible día que había tenido, pero él estaba seriamente fumando algo si pensaba que lo besaría otra vez. Seguro, había pensado en ello, pero nunca iba a besar al raro de la escuela por segunda vez. Todavía me quedaba dignidad.

Sólo porque ya no era la capitana de las animadoras no significaba que no podía salir con Benjamin. Estaba claro que le gustaba, así que todo lo que tenía que hacer era trabajar mi magia en él. Todavía podía ser la chica más popular de la escuela si jugaba bien mis cartas.
 
Hubo un golpe en mi puerta, y me senté en mi cama.
 
―Entra.
 
La puerta se abrió un poco y la cabeza de Cris quedó a la vista.
 
―Lalu, mamá dice que la cena estará pronto.
 
―Está bien, chiqui, dile a mamá que estaré en unos minutos.
 
Cris dudó en la entrada, sus facciones angelicalmente tristes.
 
―¿Están enfadadas tú y mami?
 
―¿Qué? ¿Por qué dices eso, cariño? ―Me levanté y me acerqué a donde estaba mi hermano pequeño.
 
―Tú y mami estaban gritando antes ―dijo, su labio inferior temblando.

―Hey, está bien ―dije arrodillándome y sonriéndole suavemente―. Mamá y yo sólo estábamos hablando sobre algo importante. Todavía nos queremos y definitivamente te queremos, cariño. No hay nada de qué preocuparse, ¿de acuerdo?
 
Cris asintió y le besé en la mejilla.
 
―Dile a mamá que estaré pronto abajo. Te quiero, bebé Oso.
 
Suspirando, me levanté y caminé a mi cama. Involucrar a Cris en esto no había sido mi intención. Sabía de primera mano lo que era ser una niña y tener que escuchar a tu familia peleando. Te sientes muy indefenso y solo, como si fueras la criatura más pequeña del mundo. No quería eso para Cris.
 
Mamá y Juan Cruz habían peleado de forma regular cuando estaban casados. Cuando empezaban los combates de gritos, me metía debajo de mi cama y me tapaba los oídos. A veces escuchaba cosas siendo tiradas y la mañana siguiente cuando bajaba abajo, encontraba un jarrón roto o una abolladura en la pared.
 
Odiaba vivir en ese infierno, y cuando Juan Cruz finalmente se fue, mamá me prometió que nunca pasaríamos por eso otra vez. Es por eso que nunca me gritó. No hasta hoy. No hasta que la empujé hasta el límite. Nunca quise que Cris estuviera en la situación donde se sintiera indefenso. Lo mínimo que podía hacer era no hacerle pasar por algo que yo misma había experimentado. Algo que se quedaría conmigo para siempre y dejaba un sabor amargo en mi boca cuando pensaba en ello.
 
Mi habitación estuvo de repente bañada con una luz y, sorprendida, miré alrededor buscando la fuente. Mi búsqueda me llevó a la ventana de mi habitación y más allá de ella. ¿Qué demonios? La luz en la antigua habitación de Peter estaba encendida.
 
Observé con asombro cuando Peter entró en la habitación con una gran caja y la puso en el suelo. ¿Una caja? ¿Qué estaba haciendo con una caja? Con suerte, sólo estaba dejando cosas que no necesitaba, y no mudándose ahí otra vez. Quiero decir, no podía, ¿no?

Como si me sintiera observando, miró a mi ventana. Rápidamente me agaché, esperando que no me hubiera visto. Pasó un minuto entero antes de que me atreviera a echar un vistazo por mi ventana otra vez.
 
Mi ritmo cardíaco se aceleró cuando vi que Peter estaba exactamente en el mismo sitio mirándome. ¡Maldita sea! Me había visto. Ahora me sentía como una completa acosadora.
 
Con tanta dignidad como pude reunir, me levanté y puse mi cabello sobre mi hombro. Peter Lanzani no iba a intimidarme. Miré directamente hacia él y vi que había desaparecido y que la luz estaba apagada.
 
Bien. Había pillado la indirecta.
 
Cuando estaba a punto de darme la vuelta, dos destellos de luz llamaron mi atención. Mirando a su ventana, vi que había vuelto. Los destellos habían venido de una linterna, y tenía un trozo de papel presionado contra la ventana. Encendió la linterna e iluminó el papel.
 
Hola, vecina.
 
Disparándole una mirada arrogante, salí de mi habitación. Si pensaba que íbamos a ser muy amigos otra vez, le esperaba una gran sorpresa.
 
No importaba que se estuviera moviendo justo enfrente de la ventana de mi habitación o que mi corazón daba saltitos cada vez que pensaba en ese estúpido beso. No me importaba que los recuerdos de nuestra infancia me hubieran inundado cuando él presionó esa nota contra la ventana.
 
No había tenido nada que ver con Peter durante los últimos siete años y tenía la intención de mantener las cosas de esa manera.
 
* * *

La mañana siguiente estaba a un lado de la curva esperando a que Mery me recogiera. Después de diez minutos finalmente me di cuenta de que Mery no me recogería hoy. Nunca más me recogería.
 
Intenté llamarle anoche, pero no cogió su móvil o respondió a mis mensajes. Había valido la pena ver si podíamos arreglar las cosas, aunque estaba intensamente enfadada. Obviamente, a ella no le importaba ignorarme y eso estaba bien. Si era así como quería jugar, yo también jugaría.
 
Mirando mi reloj, me di cuenta de que sólo faltaban diez minutos antes de que empezara la escuela. Mamá, cuya actitud había sido, comprensivamente, fría hacia mí esta mañana, se había llevado a Cris con ella a hacer las compras. Pedirle no era una opción y ya había perdido el autobús escolar. Iba a tomarme más de diez minutos llegar a la escuela si andaba. Ya estaba metida en muchos problemas y no necesitaba meterme en más.
 
Un auto arrancó y miré alrededor para ver a Peter dando marcha atrás a su camioneta en la calzada. Genial, justo lo que necesitaba a primera hora de la mañana. Deliberadamente miré hacia otro lado, esperando que Peter no me viera.
 
Por favor no me veas. Por favor no me veas.
 
―¡Hey, princesa! ―gritó Peter.
 
Genial. Mis poderes telepáticos de persuasión necesitaban más trabajo.
 
Me volví hacia el auto para descubrir que había bajado la ventana del lado del copiloto y me estaba mirando con diversión, como si su cumpleaños hubiera llegado temprano.
 
Apreté los labios.
 
―¿Qué quieres?
 
Peter se inclinó y abrió la puerta del copiloto.
 
―Parece que necesitas que te lleven.
 
Era bastante obvio que lo necesitaba, pero no había manera de que fueran a pillarme en el auto de Peter. Preferiría llevar zapatos de la temporada anterior que meterme en ese auto. Si iba a reconstruir mi reputación entonces tendría que permanecer leal a mis estándares, lo que significaba mantenerme lo más lejos de Peter como pudiera.
 
―¿Estás de broma, no? Como si alguna vez fuera a aceptar un viaje contigo. ―Mi tono era arrogante, pero no me importaba. Tenía que entender la indirecta y mantenerse alejado de mí.
 
―Aw, vamos, no muerdo ―dijo Peter―. Si realmente no quieres ser vista conmigo puedo dejarte alrededor de la esquina de la escuela. ¿Qué te parece eso?
 
Mordiéndome el labio, sopesé mis opciones. Por un lado, podía llegar tarde y meterme en más problemas con mamá, o podía aguantarme y aceptar su oferta. Miré al auto, la aprehensión construyéndose dentro de mí. Tuve que tomar unas pocas respiraciones profundas para calmar la ansiedad, antes de tomar mi decisión.
 
Con un suspiro, subí al auto y cerré la puerta. Peter estiró la mano y su brazo rozó el mío. Por un momento, paré de respirar. Estaba tan cerca y olía tan bien, para nada como lo esperaba que hiciera. Había un aroma limpio y fresco a su alrededor, e inhalé profundamente, disfrutando de su proximidad. Definitivamente no olía como una cloaca infestada de ratas.
 
Los ojos verdes claros de Peter aterrizaron en los mío y me di cuenta de que no estaban rodeados con delineador de ojos negro hoy. Se ató el cinturón de seguridad y se instaló otra vez en su asiento, pareciendo satisfecho de sí mismo. Mi respiración se volvió normal y quería pegarme a mí misma por estar tan afectada por él. Realmente tenía que ponerme bajo control.
 
Peter me asqueaba, no estaba atraída hacia él ni lo más mínimo.
 
Había una pregunta que me estaba molestando, una pregunta que me había mantenido despierta en la cama pensando toda la noche.
 
―¿Estás mudándote a tu antigua habitación? ―Temía la respuesta.
 
Peter me miró y me dio una sonrisa que probablemente hacia débiles las piernas de Eugenia Suarez. Aunque no funcionaba conmigo.

―¿Te has dado cuenta de eso, eh? ¿Estabas espiándome, La? ¿Te quedaste despierta toda la noche pensando en mí?
 
Puse mi boca en una línea firme, sin la intención de hacerle saber cuánta razón tenía.
 
No se me escapó que él me había llamado por el apodo que me había puesto cuando éramos niños. Mi madre y mi hermano me llamaban así todo el rato, pero era diferente viniendo de Peter. Cuando lo dijo, significó mucho más.
 
―No te estaba espiando. Tengo cosas mejores que hacer que observarte. ―Cuando no replicó con un comentario sabelotodo, continué―. Así que, ¿por qué te estás mudando a tu antigua habitación?
 
―Estás realmente obsesionada conmigo, ¿no?
 
―No estoy obsesionada contigo; te he hecho una pregunta simple. Si no quieres responderla entonces no podría importarme menos. ―Me sentí indignada de que él pudiera pensar eso.
 
―Por supuesto que te importa. ―Su tono petulante sólo me enfadó más. Me dio esa estúpida sonrisa otra vez, y luché contra la tentación de golpearle en la cara―. La vista es mejor.
 
Su respuesta simple me hizo sentirme agitada por dentro, lo cual era estúpido porque no podía soportar estar cerca de él.
 
―No para mí ―refunfuñé.
 
―Ouch, eso duele. ―Riendo, apoyó su brazo sobre el alfeizar de la ventana―. Así que, ¿dónde está Mery? Te recoge todas las mañanas, ¿no?
 
―Oh, um, tenía que hacer unas cuantas cosas. ―Mi rostro se ruborizó por la mentira y podía decir que Peter se dio cuenta. Me conocía demasiado bien y sabía cuándo no estaba siendo sincera.
 
―Entonces, ¿por qué has estado ahí delante durante diez minutos esperándola? ―habló en un tono tan casual que me sentí como una completa idiota por mentir. Por supuesto que sabía que estaba pasando algo. Cualquier persona con un cerebro podía decir que algo estaba mal.

Suspiré y miré por la ventana a las casas caras que pasaban. Cuanto más nos acercábamos a la escuela, mejores eran las casas. Si ibas más allá de Statlen, y la escuela, entrarías a Jackson Heights donde vivían todas las familias adineradas.
 
―Realmente no quiero hablar de ello.
 
―Está bien, princesa, lo que digas. ―Pasaron unos pocos minutos antes de que  Peter hablara otra vez―. ¿Cómo es que no conduces?
 
―¿Huh? ―Me volví para mirarle, sorprendida por su pregunta.
 
―Nunca antes te he visto conducir ―repitió Peter, mirándome por el rabillo del ojo―. Sólo me preguntaba por qué nunca conseguiste tu licencia.
 
El dolor se disparó a través de mí y sentí como si estuviera siendo asfixiada. Esto era algo sobre lo que no quería oír o hablar. Mi respiración se volvió desigual mientras las lágrimas me pinchaban los ojos.
 
¿Por qué Peter tenía que preguntarme esto de todas las cosas que podía preguntar? ¿Por qué tenía que ser el que preguntara?
 
Se estaba volviendo más difícil respirar y dejé escapar un sonido de ahogo que llamó la atención de Peter.
 
―Whoa, Lali, ¿qué demonios está pasando? ―El auto se desvió cuando Peter se detuvo y rápidamente desabrochó mi cinturón de seguridad―. ¡Lali, cálmate! ¡Te estás dando un ataque de pánico!
 
Intenté hacer lo que me decía, pero no pude. En mi cabeza, unos frenos chirriaban y los neumáticos resbalaban. Imágenes de sangre y un cuerpo sin vida pasaron por mi mente. Lágrimas calientes rodaron por mi rostro, y no pude detenerlas, no sabía cómo. Esto no me había pasado en años. Hoy pasó por Peter, porque había sido el que preguntó.
 
Sólo sentí la negrura, como si mi cuerpo estuviera apagándose. Mi cabeza se estaba mareando mientras intentaba tomar profundas bocanadas de aire. Pero no funcionaba; no podía frenar la sensación. Tenía el pecho apretado y oprimido por el dolor. Me estaba perdiendo a mí misma.
 
Unas manos firmes me agarraron por los hombros.

―Respira, La, sólo respira.
 
Encontré sus ojos verdes y, usándolos como un ancla a la que agarrarse, sentí que mi respiración se calmaba. Había algo en él que hizo que me relajara. Él había sacado esto y sólo él podía detenerlo.
 
Me enfoqué en cada respiración.
 
―Dentro. Fuera. Dentro. Fuera ―hasta que, finalmente, me sentí más calmada.
 
Peter exhaló, el alivio pasando por su rostro, mientras se dejaba caer en su asiento.
 
―¿Lali, qué demonios pasa contigo? ¿Qué he dicho para hacerte reaccionar así?
 
―No quiero hablar de ello. Sólo llévame a la escuela ―dije, limpiándome las lágrimas.
 
―Lali. ―La preocupación en su voz me estaba matando. Quería estar lejos de él, olvidar que esto alguna vez había pasado―. Háblame.
 
―¡No tengo nada que decirte! ¡Llévame a la escuela ahora!
 
Peter maldijo y aceleró el resto del camino a la escuela. Estaba demasiado abrumada para decirle que redujera la velocidad. Sólo quería llegar a la escuela y perderme en la multitud. Por una vez, sólo quería desaparecer.
 
Cuando estábamos alrededor de la esquina de la escuela, Peter apretó los frenos. Se volvió para mirarme, y podía decir que quería decir algo. A pesar de la animosidad que nos teníamos el uno al otro, podía decir que todavía se preocupaba por mí. Eso es lo que más me dolía, que realmente se preocupaba.
 
Antes de que él pudiera decir algo, abrí la puerta y salté fuera.
 
―Esto no ha pasado nunca.

15 comentarios :

  1. Estpy del cel no puedo firmar

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  2. Otro cuando este de la pc firmo

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  3. Queremos maratón el Sábado

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  4. Estoy del cel tardo banda en firmar porfa subii

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  5. Omg! No entiendo porque se puso asi, quiero saaaaber

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  6. Holaa soy noe hoy entre en tu blog por accidente y me re enganche con la novela desde ahora voy a seguir la novela cuando la subas me encanto la historia bueno nada desde ahora en mas te voy a firmar todos los capítulos

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  7. Waaaaaaooooo hace mucho no comento
    Ahsjsjfkddfjd que habrá pasado con lali , peter un tierno preocupandose Por ella aw !
    Besos
    @Sofi_blog

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  8. Nose que le habra pasado a lali pero no puede seguir siendo asi..

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