jueves, 1 de agosto de 2013

Capitulo 8

Capitulo 8

Peter

Casi estaba de regreso de casa de Nico y había dado vuelta en la esquina de mi calle cuando vi a Lali y a su mamá saliendo de su auto. Tanto como me gustaba su mamá, no quería encontrarme con Lali después de que lo había hecho hoy. Esa chica me daba migraña. Si conducía, simplemente podía estacionar mi auto en mi camino de entrada y escabullirme dentro pero la casa de Nico estaba a dos casas de distancia y parecía sin sentido conducir hacia allí cuando era tan fácil caminar.

Disminuí la velocidad, jugando con el pico de guitarra de mi bolsillo. Había sido el primer pico que había tenido. Mi papá lo compró para mí y siempre lo había conservado para la buena suerte. Parecía un poco tonto pero me hacía sentir como si una parte de él todavía estuviera conmigo. Deteniéndome afuera de la casa de los West, la cual está a dos casas de distancia de la mía, traté de mirar si Lali y su mamá ya habían entrado o no lo habían hecho. No había señales de ellas.
 
Me agaché detrás del arbusto de hortensias cuando vi a la mamá de Lali saliendo de nuevo. Lali se alejó del auto y desapareció de la vista. Como tampoco podía ver a su mamá, asumí que están sentadas en su porche.
 
¡Demonios! ¡Casi dejé que me vieran! Tenía que ser más cuidadoso. Probablemente, ahora era el mejor momento para entrar. Mi cerca y su coche me bloqueaban de su vista. Me detuve en mi césped. Voces alzadas llegaban de la puerta del lado y me di cuenta que Lali y su mamá estaban peleando. Con curiosidad, me acerqué a la cerca que dividía mi casa de la de Lali y la vi a ella y su mama de pie. Rápidamente me agaché antes de que pudieran verme. Sus voces ahora eran más fuertes y finalmente podía escuchar qué decían.

―… ¡Enfrenta lo que las personas dicen de ti! ¡Me estás regañando cuando ni siquiera puedes hacerle frente a tus propios problemas!
 
Whoa. Estaba siendo muy grosera con su mamá. Nunca me atrevería a hablarle de esa manera a la mía.
 
―¡Es suficiente! ―gritó la Sra. Esposito―. ¡No tienes idea de qué hablas! No fallé en la vida. Lo mejor de mi vida eres tú, Lali. El día que naciste, fue el día que gané.
 
Wow. Eso era algo poderoso. Me pregunto qué había dicho Lali para obtener esa reacción. Un segundo después, la puerta delantera se cerró. No estaba seguro de quién había entrado hasta que escuché un fuerte sollozo que me destrozó por dentro.
 
Era Lali.
 
No la había escuchado llorar así desde que mi padre murió. Escuchar esos sollozos destrozadores de corazones me recordó a la niñita de la que había sido mejor amigo. Cuando su abuelo murió y ella lloró de esa forma, envolví mi brazo a su alrededor y dejó que todas las lágrimas salieran. No la había soltado hasta que la última lágrima se secó.
 
Una vez que estuve seguro de que la mamá de Lali no iba a regresar, me puse de pie con la intención de entrar. Quiero decir, ¿qué podría ser más vergonzoso que ser atrapado escuchando la pelea de alguien más? Pero por alguna razón, no pude moverme hacia la puerta. Me quedé quieto, escuchando los sollozos de Lali y tomé una decisión. Respirando profundamente, salté la cerca y aterricé al lado de Esposito.
 
Mierda.
 
¿Qué estaba haciendo? No sabía qué decirle. Ni siquiera sabía por qué estaba haciendo esto después de la forma en cómo Lali había tratado a Hope. Estaba jodido. Estaba determinado a odiar a Lali y olvidarme de ella pero seguía regresando a su vida.
 
Cuando me paré en unas hojas secas, el sonido alertó a Lali de mi presencia y la vi limpiarse las lágrimas. Cuando me vio, su rostro languideció y miró el suelo.

―Oh, eres tú. ―Su voz estaba ronca por llorar y no pude evitar sentirme triste por ella―. ¿Qué quieres?
 
―Te escuché a ti y a tu mamá pelear. Sólo quería asegurarme de que todo estuviera bien. ―Moví mi pie en el concreto de su camino de entrada, sintiéndome completamente fuera de lugar.
 
Lali se sorbió la nariz y me miró con sus ojos marrones.
 
―¿Por qué te importa? Siempre soy una perra contigo.
 
―No te equivocas con eso. ―Sonreí, apoyándome contra su coche mientras intentaba no mirarla. Incluso cuando tenía mascara corriendo por su rostro, todavía era preciosa―. Supongo que sólo me regocijo en tu miseria.
 
Lali se levantó y me disparó una mirada.
 
―Y ahora sabes por qué soy tan perra contigo. Te encanta reírte de mí.
 
Al levantarse sólo me hizo mirarla más fuerte. No quería parecer un asqueroso, pero era difícil ignorar lo jodidamente caliente que era.
 
Dando un paso más cerca de ella, asimilé toda su figura. Ese uniforme de porrista hacia maravillas con su cuerpo. Era una pena que no lo usaría más. Y esas piernas parecían no terminar nunca, y algo más, su top cortado por la mitad para mostrar su vientre plano y tonificado. Era la fantasía de cualquier hombre.
 
Hice mi mejor esfuerzo para responder a lo que ella había dicho, a pesar de que me estaba resultando casi imposible.
 
―Sólo me río de ti porque es muy fácil.
 
Lali frunció el ceño y levantó la mano para darme un golpe en el brazo, pero la agarré en su lugar. Tiré de ella hacia mí, divertido por su mal genio. Siempre intentaba actuar toda correcta y formal, pero en el fondo seguía siendo luchadora e impulsiva. Justo como a mí me gustaba. Justo como la recordaba.
 
Me miró desde bajo la mata de sus espesas pestañas, sus mejillas volviéndose rosadas.
 
―¿Vas a besarme otra vez?

Incliné mi cabeza más abajo de manera que nuestras narices casi se estaban tocando.
 
―Si quieres que lo haga.
 
Se mordió el labio y miró mi boca. Maldita sea, ella estaba haciendo esto difícil para mí. Demasiado para intentar odiarla, tenía que dejar de pensar sobre querer besarla en primer lugar. Besarla y hacer muchísimo más.
 
―Sólo me besaste porque querías humillarme.
 
―No te besé por eso.
 
―Dijiste…
 
―Mentí ―admití frunciendo el ceño―. Te besé porque me recordaste la forma en la que solías ser antes de convertirte en una mega perra.
 
―Wow, gracias ―dijo Lali, poniéndose el cabello sobre su hombro. Luego inclinó la cabeza hacia un lado cuando realmente entendió mis palabras―. ¿Qué quieres decir? ¿Cómo te recordé la forma en que solía ser?
 
Una sonrisa asomó en mi rostro.
 
―Allanamiento de morada, ¿es eso algo que la Princesa Lali haría o algo que haría la vieja Lali? Me recordaste a cuando éramos niños. Sin preocuparse, rompiendo las reglas, siendo estúpida. Por eso te besé.
 
―No pensaba que fuera tan diferente de cuando éramos más jóvenes.
 
―Si realmente crees eso entonces eres una ilusa ―declaré.
 
Lali me dio una mirada de asco y dio un paso atrás.
 
―Si esta es tu forma de hacerme sentir mejor entonces apestas en ello.
 
―Ya no estás llorando, ¿no?
 
Dobló los brazos sobre su pecho, sin parecer complacida.
 
―Esa no es la cuestión. No tienes ni idea de cómo hablarle a una chica.
 
Me encogí de hombros y metí las manos en los bolsillos.

―Soy un rockero, nena. Hago lo que me da la gana.
 
―No, eres un alterador del orden público y tienes problemas de control de ruido.
 
Sonreí ante el fuego en sus ojos. Era tan malditamente hermosa cuando se calentaba de esa manera.
 
―Tú dices to-ma-te, yo digo to-maa-te.
 
―¡Ugh! ―gritó, y realmente estampó su pie―. ¡Eres tan frustrante!
 
Lali cogió su bolsa del suelo y me disparó otra mirada antes de abrir su puerta principal y entrar. Me reí mientras me dirigía a mi casa, recordando nuestro encuentro. Aunque dijo que me encontraba frustrante, sabía que una parte de ella estaba fascinada conmigo, justo como yo estaba fascinado con ella.
 
Podría odiar admitirlo, pero a una parte de ella le gustaba. Realmente le gustaba. La forma en que había mirado mis labios dejó muy claro que todavía estaba pensando en nuestro beso.
 
Al menos mis burlas hicieron que se olvidara de sus problemas, aunque fuera por un momento.

26 comentarios :

  1. Subi otro porfiiiii, son adictivas fus noves.

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  2. Uno mas y no jodemos mas :)

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