lunes, 12 de agosto de 2013

Capitulo 1

Lali

Que Venga La Noche

—Algo va a suceder esta noche —dice Candela—. Puedo sentirlo.
 
Sería fantástico si tuviera razón. Hemos estado viniendo a esta fiesta en la playa durante siete años. Nunca pasa nada.

Cuando el verano es brillante, nuevo y lleno de posibilidades, siempre tengo la esperanza de que sea el verano en el que lo encontraré. El chico que conectará conmigo como nadie más lo ha hecho nunca. El chico que cambiará mi vida para siempre.
 
Pero el verano está a punto de terminar. La misma tristeza que siempre me abruma cerca del final está haciendo pesado mi corazón.
 
Bajamos los escalones del paseo marítimo hacia la playa. Esta fiesta anual que mis padres y sus amigos dan no es precisamente una fiesta. Es más como una excusa para sentarse alrededor de una gran parrillada de mariscos en el lugar de la fogata y atiborrarse. Después de que oscurezca, hay una fogata donde se pueden tostar malvaviscos. El resto del tiempo estoy haciendo pequeñas conversaciones con gente del doble de mi edad o tratando de entretener a los niños pequeños.
 
Nunca hay chicos guapos. Pero eso no me impide esperar que esta vez sea diferente.
 
—No puedo creer que la escuela comience en dos semanas —gime Candela.

—Nada de hablar de la escuela en la playa —exijo—. Este es un lugar feliz. Solo los pensamientos felices están permitidos. —He estado tratando de evitar toda la publicidad de regreso a clases en la ciudad. Siempre que soy emboscada por uno de esos molestos anuncios en una revista, rápidamente doy la vuelta a la página antes de que la realidad se asuma. Mi determinación para aprovechar al máximo hasta el úlTimo segundo del verano es feroz.
 
Candela y yo nos dirigimos hacia la multitud con nuestras sandalias arrojando arena alrededor. Encontraré arena en todo —mi bolso, mis cajones, incluso mis libros— después de que recojamos la casa de verano y volvamos a casa. No estoy anhelando el día en que toda la arena se haya ido.
 
Mis padres están sentados juntos en una manta. Están mirando hacia el océano, mamá recostada en papá, todavía felices de estar casados después de veintiún años. Eso es todo lo que necesito. Encontrar un alma gemela con la cual compartir mi vida. Tener un amor tan épico que nunca morirá.
 
El hermano menor de Candela corre directamente hacia ella. Se estrella contra sus piernas. Candela finge dramáticamente ser tacleada, cayendo hacia atrás en la arena con los brazos extendidos. Mateo piensa que esto es lo más gracioso del mundo.
 
—Vamos, enano —dice ella—. Vayamos a pelar algunos elotes.
 
Antes de que los amigos de mis padres empiecen a acercarse a mí con sus preguntas aburridas, me tomo un minuto para ver el mar. Todo es brillante bajo la luz del atardecer. Diamantes de luz solar brillan en la distancia. Me quedo mirando el horizonte, tratando de encontrar el diamante de luz solar más lejano. Algo me hace mirar hacia otro lado.
 
Un chico me está mirando fijamente.
 
Está sentado en uno de los troncos que rodean el lugar de la fogata. Nunca lo he visto antes. Definitivamente lo recordaría.
 
Tardo unos segundos en darme cuenta que también me le quedo mirando. No puedo evitar sonreír un poco.
 
Él me devuelve la sonrisa.
 
Me doy la vuelta, sintiéndome como una idiota. Quizás Candela tenía razón. Tal vez algo realmente sucederá esta noche. ¿Por qué no podría estar llevando algo más sexy que mi look estándar de camiseta demasiado grande/jeans cortados/sandalias?
 
—¿Sabías que Zenyattà Mondatta son palabras híbridas? —Alguien dice detrás de mí. Sé que es él incluso antes de voltearme de nuevo.

—¿Qué? —digo.
 
El chico que estaba mirando los puntos de mi camisa.
 
—Oh. —Miro hacia la camiseta vintage del concierto de The Police—. Esta es la vieja camisa de mi papá.
 
—¿Te gusta The Police?
 
—Están bien.
 
—¿Están bien? ¿Has oído a The Police?
 
—Solo cuando mi papá los escucha.
 
—Tendremos que arreglar eso.
 
Una chispa de adrenalina me atraviesa.
 
—¿Eres, como, un súper fan de The Police? —pregunto.
 
—Eran genios musicales —dice—. Me gusta un montón la música de los ochenta. Y algunas cosas de finales de los setenta. Fue entonces cuando se hizo la mejor música. La mierda trillada que todo el mundo escucha ahora no tiene sentido.
 
Este chico es intenso. Y es notable de una forma que realmente nunca he visto antes. Sus ojos son de color verde claro como el cristal del mar, como si pudieras ver directamente en su alma. Su cabello castaño, liso y corto me hace notar aún más sus ojos. Mide aproximadamente un metro ochenta y tiene el tipo de complexión mediana que me gusta. Incluso me gusta lo que está usando: Vans verdes, pantalones cargo y una camiseta blanca.
 
—Soy Peter —dice.
 
—Lali.
 
—¿Vives por aquí?
 
—Solo durante los veranos. Nuestra casa está allá arriba. —Señalo la colina donde mi casa se encuentra al lado de la de Candela. Candela y yo nos conocimos el verano en el que mis padres compraron la casa cuando las dos teníamos nueve. No podía creer lo afortunada que era por tener una amiga de verano de la misma edad justo al lado. La gente incluso dice que parecemos hermanas. Lo cual es una exageración. Las dos tenemos cabello castaño, largo y ondulado, pero el mío es más oscuro. Y nuestros ojos son de diferentes tonos de marron. Aun así, pienso en Candela como mi hermana de verano—. ¿Qué hay de ti?
 
—Oh, estoy... quedándome con mi papá.

Cuando Peter toma un trago de su botella de Coca-Cola, me fijo en sus pulseras de la amistad. Tiene un montón en todos los diferentes patrones y colores. Su reloj es uno de esos grandes con una banda extra-ancha. Se ve muy bien con las pulseras de la amistad.
 
—Me encantan tus pulseras de la amistad —digo. Entonces me preparo para que Peter me diga que su novia las hizo.
 
—Gracias. Mi prima Luz las hizo en el campamento. Me envía nuevas cada verano.
 
Eso. Es adorable.
 
—Espera —digo, recordando—. ¿Qué son las... palabras híbridas?
 
—Una mezcla de otras palabras. No recuerdo cuáles palabras entraron en Zen-yattà Mondatta. Estoy bastante seguro de que Zen fue una de ellas.
 
Es tan raro que Peter acabe de decir Zen. Candela y yo estuvimos hablando de su nuevo libro de feng shui en el camino hacia aquí. Ella quiere redecorar su cuarto con pares de cosas contra la pared sur. Se supone que eso trae amor a tu vida. Me había olvidado por completo de Candela hasta ahora. Somos las únicas personas con las que realmente queremos pasar el rato en esta cosa. Debe estar lista para matarme. Pero cuando mis ojos encuentran los suyos en la multitud y le doy una mirada de disculpa, está claro que está entusiasmada de que esté hablando con Peter. Me da un pulgar hacia arriba, y luego me señala al estilo “atrápalo, chica”. Espero que conozca a alguien esta noche, también.
 
La señora fastidiosa que tiene la propiedad más extravagante en la colina se abalanza a besar en el aire a una mamá que está tratando de conseguir que sus dos hijos pequeños dejen de correr alrededor de ella en círculos.
 
—¡Celia! —grita la señora fastidiosa—. ¿Cómo estás?
 
—Un poco agotada por el momento —dice Celia, señalando lo obvio.
 
Debemos almorzar antes de que te vayas. Han pasado siglos.
 
—Bueno, no estoy muy disponible para almorzar en estos días.
 
—¿Por qué es eso? —La señora fastidiosa parece confundida. Como si la idea de que una mamá pueda criar a sus hijos sin una niñera nunca se le hubiera ocurrido.
 
Peter se acerca a mí.
 
—¿Por qué la gente siempre hace eso? —dice.
 
—¿Pretender que no viven en la realidad con el resto de nosotros?
 
—Eso. Y preguntar cómo estás cuando no tienen interés en escucharlo.

—Lo sé —digo—. Es como si la gente tuviera miedo de ser real. —Aun cuando lo estoy diciendo, sé que Peter es diferente.
 
Ya sé que él es real.

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