viernes, 2 de agosto de 2013

Capitulo 11

Capitulo 11

Peter

Cuando entré a detención, tuve que salir solo para asegurarme que estaba en el salón correcto, aunque había estado aquí tantas veces con los años era como un segundo hogar para mí. Asombrado, me quede mirando a la mesa en la segunda fila que estaba más cerca a la pared.
 
¿Qué estaba mal con esta imagen?

Bueno, para comenzar, estaba bastante seguro que Lali estaba sentada en detención. Era eso o estaba alucinando.
 
Tratando de no verme desconcertado, caminé tranquilamente dentro del salón y tomé el asiento directamente detrás de ella. Me notó, por supuesto, y pude darme cuenta que estaba realmente tratando de no girarse. Cepillo su cabello castaño a un lado, solo lo suficiente para que atrapara un vistazo de la parte trasera de su cuello. Me quedé mirando a esa parte de piel hasta que Lali lanzó su cabello hacia atrás, como si sintiera mis ojos sobre ella.
 
Podía darme cuenta de cuán consciente de mí estaba. Su mano estaba sujetando su escritorio y se estaba inclinando hacia adelante como si estuviera a punto de saltar fuera de su asiento. Había esta atracción entre nosotros que no podía explicar. Siempre estábamos consientes si uno de nosotros entraba en el área. A pesar de que queríamos estrangular al otro la mayor parte del tiempo, aun así estábamos atraídos el uno al otro.
 
Quería hablar con ella, pero me detuve. No había manera en el infierno de que pareciera desesperado. Ya había dejado claro que no era suficientemente bueno para ella. Si quería hablar conmigo, podía hacerlo ella misma.

Inclinando mi silla, continué mirando la parte trasera de su cabeza, esperando, a que hiciera el primer movimiento.
 
No tuve que esperar demasiado.
 
Lali se giró en su asiento, sus ojos marrones con irritación.
 
―Puedo sentirte haciendo agujeros en la parte trasera de mi cabeza.
 
Me encogí de hombros y me incliné hacia adelante así estábamos a centímetros.
 
―Es bueno ver llevando tu obsesión al siguiente nivel. No pudiste mantenerte lejos de mí, ¿es por eso que estás aquí?
 
Rodó sus ojos.
 
―No te alagues. Como si me perdiera el espectáculo de porristas por ti.
 
―Cierto, esa cosa esta ahora, ¿eh? ―golpeé mis dedos en la mesa―. Lástima, no estarás en esa pequeña falda agitando tus pompones.
 
La cara de Lali se puso roja y su boca formo una línea apretada.
 
―Eso es enfermo. Estás enfermo.
 
Hombre, era linda cuando estaba enojada. Levanté mis manos en defensa
 
―Hey, no soy el único pensándolo, créeme.
 
Lali estaba a punto de decir algo, pero el Sr. Kowalski entró sacudiendo su nariz ruidosamente. Algún otro chico se escabullo detrás de él y tomó asiento en la fila trasera.
 
El Sr. Kowalski miró alrededor del salón y sacudió su nariz otra vez.
 
―¿Tienen alguna tarea que hacer, chicos?
 
Los tres asentimos con poco entusiasmo.
 
―Está bien, bien ―dijo él―. Voy a ir rápidamente al salón de empleados a conseguir unos ensayos que necesito calificar. Espero que todos ustedes estén haciendo algo de trabajo cuando regrese.

Sin esperar por una respuesta, salió, los sonidos como de bocina de su nariz hicieron eco por el corredor. 

Esta vez no esperé que Lali hablara primero. Había un millón de preguntas que quería hacerle, pero dos estaban en lo alto de mi lista.
 
―¿Qué te paso esta mañana en mi auto?
 
Cuando Lali se giró, sus ojos sin brillo, como si hubiera perdido toda la lucha en ellos. Comenzó a recorrer sus ágiles dedos a través de las puntas de su cabello, perdida en su pensamiento, como si estuviera tratando de encontrar la mejor manera de responder mi pregunta. Finalmente, sus ojos miraron los míos.
 
―Los autos me ponen nerviosa.
 
Mis cejas se elevaron. Esa era lo último que esperaba escuchar.
 
―¿Te ponen nerviosa? Pero vas a la escuela en uno cada día.
 
Lali se encogió de hombros.
 
―Estoy acostumbrada a ellos ahora, pero aún me asustan.
 
Mi siguiente pregunta era obvia.
 
―¿Por qué?
 
Envolvió sus manos cuidadosamente sobre su regazo y las miró como si fueran las cosas más interesantes en el mundo.
 
―No quiero hablar de eso.
 
Por un momento, la estudié con asombro absoluto. Era raro ver a Lali tan vulnerable, tan transparente, y era tan increíble. La manera en que su boca hacía un mohín hacia abajo, y la vaguedad alrededor de sus ojos, como si estuviera derrotada, me hizo querer tirar de ella a mis brazos y sostenerla. Era un instinto natural, pero mantuve mi distancia.

―Está bien, lo voy a dejar ―dije, moviéndome hacia mi siguiente candente pregunta―. ¿Por qué quitaste esa foto de mi refrigerador? La de nosotros con mi papá.

―¿No es obvio?
 
La estudié, observando la forma en que sus ojos se alejaban para no hacer contacto con los míos. Sí, supongo que era obvio.
 
―¿Lo extrañas?
 
Lali tomo un profundo respiro y me miró directamente a los ojos.
 
―No estoy segura de qué estas intentando hacer aquí, pero no estoy interesada en confesar mis más profundos pensamientos a ti. ―Se giró de vuelta para mirar el frente, sus ojos fríos y duros de nuevo, toda la vulnerabilidad en ellos se había ido.
 
Tan fuerte como ella trataba de actuar como la reina de hielo, como si no le importara nadie o nada más, las grietas estaban comenzando a mostrarse. No compraba más la fachada. En algún lugar, debajo de su pretenciosidad, estaba mi Lali.
 
* * *

Lali 

Aún estaba mirándome. Podía sentir sus ojos sobre la parte trasera de mi cabeza. ¿Por qué tenía Peter que estar aquí al mismo tiempo que yo? No importaba a donde fuera, no podía escapar de él. Estaba de regreso en su antigua habitación, me lleva a la escuela, y, ahora, estaba en detención conmigo.
 
Lo que lo hacía incluso peor era cuán fuertes eran los ánimos del gimnasio. Nunca me había perdido un espectáculo de animadoras, aun así aquí estaba yo, sentada en detención como una inadaptada social. Supongo que de verdad era una perdedora.
 
Tenía sentido que nadie quisiera conocerme o ser mi amigo.
 
Excepto Peter.

Era el único que me hablaba. Tal vez tenía alguna extraña satisfacción del verme caer. De cualquier manera, no entendía cuál era su asunto, y eso me frustraba. Él me frustraba.
 
Pero lo que me frustraba más de todo era la manera en que mi cuerpo reaccionaba cuando estaba cerca. Confía en mí, no quería, pero pasaba de cualquier manera. Los pequeños vellos en mis brazos se pararían y un temblor corría a través de mi cuerpo entre más cerca estaba de mí.
 
Tal vez era una reacción natural que se tiene cuando algo que no te gusta se acerca demasiado. Si continuaba diciéndome eso lo suficiente, tal vez comenzaría a creerlo.
 
―Entonces… ―Esa única palabra envió un cosquilleo a través de mí. Su aliento cosquilleo mi oído cuando hablo―. ¿Por qué estás aquí?
 
Medio me giré en mi asiento, renuente de hacer contacto visual con él. Esos ojos verde amarillentos eran demasiado penetrantes, demasiado invasivos
 
―¿No lo sabes ya? Eres el mejor amigo de la razón.
 
―¿De qué estás hablando?
 
―Hope ―dije, girándome el resto del camino alrededor y asegurándome que estaba mirando más allá de él y no a él―. Estoy aquí por burlarme de ella.
 
Peter sacudió su cabeza.
 
―Supuse que tenía algo que ver con eso. ¿Por cuánto tiempo?
 
―Una semana. ¿Qué hay de ti?
 
―Tres días. Mañana es el último.
 
Genial. Así que tenía que pasar el resto de la semana aquí sola. No me gustaba Peter exactamente, especialmente cuando comenzaba a hacer preguntas que eran difíciles de responder, pero al menos alguien familiar estaba aquí conmigo.
 
―Así que, ¿qué pasa contigo y ese chico?
 
―¿Qué chico?

―Ese chico con el que estabas hablando hoy. Te veías bastante enojada con él.
 
Peter se inclinó para sacar una libreta y un lapicero fuera de su bolsa, sus ojos nunca dejando los míos.
 
Las preguntas difíciles habían comenzado nuevamente.
 
―¿Por qué estás tan obsesionado con mi vida?
 
―No estoy obsesionado con tu vida ―dijo, poniéndose derecho y abriendo el libro en una página en blanco―. Solo soy curioso.
 
Suspiré.
 
―Ese chico solía ser mi mejor amigo. Excepto, no creo que lo sea aún.
 
Peter alzo una ceja.
 
―¿Por qué es eso?
 
Porque es un maldito idiota y quiero patearlo en la cabeza.
 
―Porque él prefiere ser popular.
 
―Huh ―dijo Peter, una arruga apareciendo en su frente―. Que idiota.
 
No podía estar más de acuerdo. Wow. En verdad estaba de acuerdo con algo que Peter dijo. ¿Quién lo habría pensado?
 
―Eso es lo que obtienes por ser amiga de personas así ―agregó con el ceño fruncido―. De manera que es tu propia culpa.
 
Y pensar que en realidad estaba comenzando a agradarme.
 
―Gracias por tu comentario. Es invaluable ―dije bruscamente.
 
Fulminándolo con la mirada, me giré, insistiendo en que lo ignoraría por la duración de la detención. Mi más grande error había sido permitirme ser llevada a una conversación con él. Pasando la mayor parte del día no hablando con alguien me hizo desesperada. Y un poco senil.

Cuando Peter dejo escapar una risita, apreté mis dientes y miré duramente el frente del salón, decidida en mi silencio.

33 comentarios :

  1. mmassssssssmassssssssssss

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  2. gracias por el cap
    mas novela xfa
    att:denis lia

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  3. Subi otro hoy porfiiiiiii :)

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  4. genial genial
    lo q me gusta esta nueva etapa
    quiero massssss
    beso

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