sábado, 16 de marzo de 2013

Capitulo 7

 Capitulo 7

Estaba felizmente hojeando la TeenVogue cuando dos chicos se acercaron a mí. Me puse tensa.
—Bueno, hola aquí. —Uno de ellos ronroneó. Asentí con la cabeza en reconocimiento y puse la revista de vuelta, alejándome con rapidez en busca de Peter.

—Ey, ¿a dónde vas? —preguntó el otro, cogiendo mi mano. Mi corazón empezó ha acelerarse mientras miraba alrededor, frenéticamente.
—Estoy buscando a mi novio —le mentí, tratando de sonar segura.
—¿Novio? No veo ningún novio —dijo el otro, burlándose de mí—. ¿Qué tal si vamos a alguna parte y nos conocemos mejor? —ofreció el chico que estaba sujetando mi mano, tirándome hacia él lentamente.
Me sentí enferma. Oh Dios, Peter, ¡ayúdame! Sé que soy patética, pero odio los enfrentamientos y que la gente me toque, especialmente gente que no conozco.

—Ey, Ángel —dijo Peter, arrojando su brazo alrededor de mi hombro y mirando a los dos chicos, que de inmediato soltaron la mano y dieron un paso atrás. Me acerqué al lado de Peter y me presioné contra él con tanta fuerza que dolía—. Espero que no estuvieran molestando a mi chica —dijo casualmente, pero podía oír el enfado en su tono de voz. Peter siempre ha sido protector conmigo; una vez un chico me empujó en un charco cuanto tenía siete, y Peter fue directamente a la casa del muchacho y le dio un puñetazo en la cara
.—De ninguna manera, hombre. Estábamos hablando, eso es todo. —El chico mintió, levantando las manos inocentemente.
—Está bien. Vamos entonces, Ángel, nos vamos a casa —dijo Peter, guiándome hacia la puerta. Una vez fuera, se giró para mirarme—. ¿Estás bien? —preguntó, revisándome preocupado. Estaba bien, mi corazón se detuvo de tratar de salir del pecho tan pronto como oí su voz.
Asentí y le sonreí gratamente.
—Gracias —murmuré. Abrió la puerta del coche y esperó a que subiese antes de rodearlo hacia su lado. Una vez dentro arrojó algo en mi regazo, miré hacia abajo a la barrita de mi chocolate favorito. No pude evitar sonreír—. Gracias, Peter. —Él siempre hacía cosas dulces como comprarme golosinas, era una lástima que fuese un gigoló idiota, de lo contrario sería probablemente un buen chico.
Cuando llegué a casa, fui directamente a trabajar en la lasaña para cenar. Peter se cernía detrás de mí alrededor de la cocina, haciéndome sentir violada mientras miraba mi cuerpo.
—Por el amor de Dios, Peter, ¡mis ojos están aquí! —dije airadamente, señalándome la cara. Se rió.
—Wow, estás verdaderamente de mal humor conmigo hoy, ¿eh? —bromeó, sonriendo.
—Si, lo estoy. No puedo creerme lo de esta mañana. No me gustan las prisas; me he visto y sentido como una mierda todo el día —dije con acritud.
—Creo que te has visto caliente todo el día —respondió, encogiéndose de hombros.
—Ugh, ¿puedes dejar de hablarme? No estoy de humor. —Tiré la comida en el horno y me puse a preparar un poco de ensalada.
—Bien, lo que sea. —Se encogió de hombros otra vez y vino a mi lado, ayudándome a preparar la ensalada. Estaba tan cerca de mí que podía sentir el calor que irradiaba de su cuerpo al mío, era extrañamente calmante.
—Voy a ir a hacer los deberes. La lasaña estará hecha en una hora y media; magino que te quedas a cenar —dije. No era una pregunta, sabía que lo haría. No estoy segura de que Nico le pidiese que se quedara conmigo cuando él estaba fuera, pero Peter lo hacía siempre de todos modos.
—Seguro, viendo cómo me lo preguntas tan educadamente. —Sonrió.
—No estaba preguntando —gruñí sarcásticamente mientras me giraba para alejarme.
Me agarró la mano y se acercó a mí, estaba tan cerca que mi pecho tocaba el suyo, podía sentir su aliento soplando en mi cara.
—Ángel, lo siento por lo de esta mañana. Lo hago. Por favor deja de ser toda una perra conmigo, no te pega —dijo en voz baja.
Respiré hondo y suspiré.
—Está bien, si, lo siento también. Supongo que he sido una zorra contigo —admití, tratando de apartar la mirada de sus hermosos ojos verde pardo que se sentía como si estuvieran viendo mi alma.
—Así que, ¿estoy perdonado? —preguntó, sonriendo. 
Me gustaba este Peter, él que me cuidaba, él que era diferente cuando estábamos por nuestra cuenta. Me puso su adorable carita de cachorro a la que no podía decir que no, y sentí a mi voluntad de odiarlo desmoronarse.
Me reí y puse los ojos en blanco.
—Lo que sea. Voy a ir a hacer los deberes antes de cenar. —Me empujé fuera de su retención y me alejé rápidamente.Se sentía raro estar cerca de él de esa manera, todavía podía sentir el hormigueo de electricidad fluyendo a través de la mano donde nos habíamos cogido, todavía podía oler su dulce aliento que había soplado en mi cara. No tenía ni idea de la atmósfera tan rara de la cocina; todo era muy confuso. Negué con la cabeza y saqué mi tarea de cálculo, tratando de empezarla por lo menos.

1 comentario :