viernes, 29 de marzo de 2013

Capitulo 44

Capitulo 44

Después de la escuela, Cande me llevó a la clínica de planificación familiar. Tomé un número y porque no había estado allí antes, tuve que llenar un montón de formas sobre mis datos personales, vida sexual actual y mi historial médico. Después de aproximadamente una hora de espera, me llamaron a través de una sala blanca y estéril, donde una señora estaba esperando allí por mí.
—Hola, Lali. Adelante —dijo, sonrió y señaló una silla.
—Hola —dije con voz ronca, nerviosa, sentándome frente a ella.
—No tienes que estar nerviosa. ¡No voy a morder! —se rió. Le sonreí nerviosamente—. Así que, ¿qué puedo hacer por ti hoy? —preguntó ella, hojeando las formas que había llenado.
—Bueno, mi novio y yo nos estamos volviendo muy serios y estamos hablando de tener relaciones sexuales, por lo que quería ir a la píldora. ¿Eso es algo que puedo hacer aquí, o tengo que ir a mi propio médico —pregunté, jugando con mis manos, sonrojándome.
Ella sonrió amablemente.
—Por supuesto que puedes hacerlo aquí. Aquí dice que eres virgen —dijo, ojeando a través de mis formas de nuevo.
—Er, sí lo soy. —Me ruboricé aún más, deseando que la tierra se abriera y me trague.
—No tienes que estar avergonzada, Lali. Creo que es fantástico que estés aquí. Veo tantas chicas jóvenes que no piensan en ir tomando la píldora hasta que es demasiado tarde. Es refrescante tener a una jovencita siendo tan responsable —dijo, acariciando mi mano. Di un suspiro de alivio y sonreí. Pensé que iba a tener una conferencia de por qué no debería tener relaciones sexuales a mi edad y cómo debería estar esperando—. Está bien, sólo tengo que conseguir cierta información, como tu presión arterial, peso y esas cosas. Luego podemos hablar de cuál te sentará mejor, ¿de acuerdo?
Después de que terminé con mi presión arterial, peso y mi índice de masa corporal ambas fuimos a sentarnos de nuevo cerca de su escritorio.
—Bien, bueno te recomiendo que vayas por la píldora combinada. La vas a tomar todos los días, a la misma hora cada día durante tres semanas, luego no la vas tomar por una semana que será cuando tengas tu período. Es muy eficaz y es lo que la mayoría de las jovencitas buscan —explicó, sonriendo. Asentí y sonreí, porque todo parecía estar cayendo en su lugar.
—Eso suena bien.
Tomó su libreta y escribió una receta.
—Puedes retirar esto lleno justo al lado. Te he dado un suministro de tres meses para que pueda ver cómo te va. La próxima vez, si todo está bien, entonces vamos a ir a por seis meses —explicó.
—Sí, gracias. —Sonreí con gratitud porque había hecho esto mucho más fácil para mí de lo que pensé que sería.
—Así que, te voy a dar un folleto para leer, pero las cosas importantes a tener en cuenta son: hay que tomarlo a la misma hora cada día, y tienes que tomarla todos los días aparte de tu semana de descanso. —Sonrió y me dio la receta—. Asegúrate de leer el folleto sobre lo que hay que hacer si te olvidas de una, o si vomitas después de tomarla, ya que eso pueden dejar de hacerlo funcionar. Te voy a dar algunos de estos para mantenerte a salvo hasta que estés al ritmo de tu píldora, está bien. —Agarró un puñado de condones y los puso en una bolsa de papel para mí.
—Oh, gracias—murmuré, tomándolos con agradecimiento.
—Bueno, gracias por venir, Lali. Te veré en tres meses. —Se levantó y tendió su mano hacia mí, marcando el final de la cita. Se la estreché, sonriendo.
—Gracias. —Caminé hacia la puerta, sonriendo de oreja a oreja. ¡Vaya, eso fue más fácil de lo que pensaba!

—Oye, ¿cómo te fue? —preguntó Cande, levantándose de su asiento.
—Sí, muy bien. Tengo que ir a llenar mi receta, y entonces estoy lista. —Enganché mi brazo a través del suyo, tirando de ella hacia la puerta.
—¡Vaya, no puedo creer que vayas a tener relaciones sexuales con Peter Lanzani! —chilló ella, emocionada.
—Todavía no lo hago. Necesito saber que puede esperar por mí. No estoy lista para eso aún —le dije con sinceridad.
—Él va a esperar por ti. Se ve que está loco por ti. —Cande sonrió feliz y suspiré.
Realmente esperaba que eso fuera cierto. Llené mi receta y Cande me dejó en casa. Nico aún estaba en el trabajo, así que me hice un sándwich y me senté a la mesa para hacer mi tarea. Una vez que hube terminado, miré el reloj. No era sino las ocho; tenía una hora más hasta que Nico volviera a casa. Sonreí y agarré mi teléfono, marcando a Peter, apenas capaz de contener mi emoción.
—Hola, ángel —respondió él, sonando ridículamente feliz.
—Hola. ¿Quieres venir? —le pregunté, mordiendo mi labio de entusiasmo.
—Claro que sí. Ahí estaré —respondió y colgó.

 Corrí a mi habitación para comprobar rápidamente mi cabello. Me reí de mí misma cuando me di cuenta que me había convertido en una de esas chicas que pensaban que tenían que verse perfectas para él. Volví a la sala de estar, al mismo tiempo en que él entró por la puerta delantera.
—Hola. —Sonreí.
Él me arrastró en sus brazos y me besó con pasión, haciendo que mi corazón se acelere y mi estómago aletee. Después de un rato se apartó.
—Hola —suspiró, haciéndome temblar de felicidad—. Así que, ¿dónde estabas? Te extrañé —murmuró, poniendo su rostro entre mi cabello y respirando profundamente.
Me reí y me aparté.
—Vaya, ¿qué? ¿Eres una especie de espeluznante hombre que huele el cabello? —bromeé, tomando su mano y arrastrándolo hacia el sofá y empujándolo hacia abajo.
Él se rió y se apoderó de mi cintura, y me atrajo a su regazo de modo que estaba a horcajas sobre él.

—Te he echado mucho de menos hoy. Odiaba verte y no ser capaz de tocarte. Además, ¿qué diablos fue eso en el almuerzo? ¿Te gustó burlarte de mí? —preguntó, frunciendo el ceño.
Pasé mis manos por su cabello castaño y sedoso, y me reí con aire de culpabilidad.
—Tengo que preparar el terreno para mi victoria. No puedo aparecerme frente a Mery y ser toda: “sí, he ganado la apuesta, ¿cierto?” —le pregunté inocentemente.
Negó con la cabeza, todavía con el ceño fruncido.
—Pero eso fue exagerado. Quiero decir, ¿sabes lo difícil que fue para mí no saltarte encima? —bromeó.
Asentí con la cabeza y me mordí el labio para no reírme.
—Oh sí, me di cuenta de que fue difícil para ti —me burlé, alzando las cejas a sabiendas, haciéndole reír.
—Mmm, lo que sea. ¿A dónde fuiste de todos modos? Tenía la esperanza de pasar un poco de tiempo contigo esta noche. —Me atrajo más hacia él y me besó en la nuca, haciéndome morderme el labio cuando mi piel se desató en piel de gallina.
Me aparté y me puse de pie, caminando hacia mi bolso de la escuela para sacar la bolsa marrón de la clínica. Me senté en su regazo y sostuve la bolsa en alto para que él tomara. Me miró, confuso, y luego miró a la bolsa. Su cara se transformó desde la confusión, a la comprensión, a la felicidad, a estar molesto. Espera, ¿molesto? ¿Por qué demonios iba a estar molesto conmigo?
—¿Fuiste a hacer esto por tu cuenta? —preguntó, frunciéndome el ceño con enojo.
Negué con la cabeza, un poco confundida por su reacción.
—No fui por mi cuenta, Cande fue conmigo —modifiqué, envolviendo mis brazos
alrededor de su cuello.
—¿Por qué no me lo dijiste? Habría ido contigo —dijo, empujándome más cerca de él, la expresión molesta todavía en su rostro.
—Peter, pensé que, ya sabes... en realidad no es un lugar donde llevar a su novio. Quería ir por la píldora; Cande se ofreció a venir conmigo. —Me encogí de hombros; realmente no veo por qué estaba tan enojado por eso.
—Ángel, te amo, habría ido contigo. Me gustaría que me hubieras dicho —dijo, mirándome con tristeza.
—¿Qué diferencia hace? No pensé que te gustaría ir —dije, confundida. ¿Por qué diablos se sentía tan lastimado y molesto? ¡Simplemente fui por la píldora para que pudiera tener sexo con él! ¿No debería estar feliz por ese hecho?
—¿No pensaste que me gustaría ir? Ángel, se trata de mí también, quiero que hagamos cosas juntos. Somos una pareja, un equipo. Me siento un poco dolido de que pensaras que no querría ir —explicó, besándome en la frente.
—Peter, lo siento, de verdad. Realmente no pienso así. Simplemente pensé en que la mayoría de los chicos no estaría interesado. Pensé que estarías contento de tomara un poco de iniciativa —le dije, mirándolo en tono de disculpa, rogándole con mis ojos que entendiera que no tenía intención de hacerle daño.
—Estoy contento de que hayas tomado la iniciativa, pero no soy como la mayoría de los chicos. Te amo. La mayoría de los chicos no están enamorados de sus novias, como yo. Esta fue una gran cosa de tu parte por hacer, y yo debería haber estado allí para ti —explicó, besándome tiernamente.
Tomé una respiración profunda sintiendo la culpa instalarse en la boca de mi estómago. No pensé en ello de esa manera.
—Lamento no haberte dicho o pedido que vinieras conmigo. Tengo que volver en tres meses para un chequeo, ¿quieres venir conmigo entonces? —pregunté, sonriendo y poniendo mi frente en la suya.
Se echó a reír
.—No, en realidad no es lo mío —bromeó, levantando su nariz y encogiéndose de hombros.
Me reí y le di una palmada en el hombro juguetonamente.
—Idiota —dije en tono de broma, haciéndolo reír más fuerte. Lo empujé hacia abajo sobre el sofá y me puse encima de él, besándolo. En el momento en que me alejé, los dos estábamos respirando pesadamente. Me miraba con lujuria y podía sentir que ya había despertado—. Peter, sólo porque me voy a tomar la píldora, no significa que estoy lista para algo más. Ya lo sabes, ¿verdad? —pregunté, respingando, esperando no haber conseguido elevar sus esperanzas y ahora estuviera esperando sexo. 
Él sonrió y me metió el pelo detrás de la oreja.  
 —Ángel, ya lo sé. Está bien. Vamos a ir tan lento como quieras. Mientras que pueda hacer esto. —Empujó mi rostro hacia abajo al suyo de nuevo. Sonreí contra sus labios y me sentí más feliz de lo que había estado en años, él era demasiado dulce. Sólo rezaba que estuviera lista pronto, antes de que se aburriera o desesperara y se fuera corriendo tras esa cualquiera Mery.
Después de besarnos y abrazarnos alrededor de una hora escuchamos un coche en la calle.
—Maldita sea, debe ser al auto de Nico —susurré, tratando de alejarme de Peter. Me senté, alisando mi cabello, con la esperanza de que no se viera como si hubiéramos estado ligando durante la última hora.
Peter se rió y tiró de mí hacia abajo en el sofá con él.
—Nico puede manejar esto. Vamos, tiene que acostumbrarse a esto con el tiempo. Él va a vernos besándonos de vez en cuando —dijo, riendo entre dientes en mi cuello. Sonreí mientras entretejí mis dedos en su cabello, oí la puerta abrirse y Peter levantó la cabeza para mirar, con una pequeña sonrisa en el borde de sus labios. De hecho, creo que él estaba disfrutando molestar a Nico.
—¡Oh, vamos, chicos! En serio, ¿qué he dicho esta mañana sobre las muestras de afecto públicas? —Se quejó Nico, arrojando las llaves sobre la mesa. Peter gimió y puso los ojos en blanco mientras se incorporaba, empujándome a sentarme junto a él.
—¿Mejor? —preguntó, sonriendo con malicia.
Nico suspiró y puso los ojos en blanco también.
—Voy a acostumbrarse a esto, supongo —se quejó. Peter me sonrió y no pude evitar sonreírle de vuelta. Él echó su brazo sobre mi hombro y me tomó de la mano con su otro brazo, jugando con mis dedos.
Nico entró y se dejó caer en el sofá de enfrente, mirándonos con mal humor. Me reí de su expresión de contrariedad y me levanté.
—Voy a ir a hacer mi tarea. Ustedes, chicos, pueden entretenerse a sí mismos por un tiempo, ¿verdad? —Les sonreí a los dos a la vez. Tenía la sensación de que necesitaban un poco de tiempo de “vinculación masculina” después de las revelaciones de anoche. Nico y Peter eran los mejores amigos después de todo.
—Sí. ¿Quieres jugar a Halo, Nico? —preguntó Peter con entusiasmo. Nico se levantó para configurarlo y me sonreí secretamente feliz. Sí, volvieron a la normalidad.
Agarré la bolsa de papel marrón y me dirigí a mi dormitorio, riendo cuando Peter golpeó mi trasero y me silbó. Ya había hecho mis deberes, así que decidí que un largo y agradable baño de espuma en la bañera sería bueno. Preparé un baño y añadí una gran cantidad de burbujas, antes de agarrar un libro y meterme en la bañera. Me perdí en la historia.
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