viernes, 29 de marzo de 2013

Capitulo 43

Capitulo 43

A la hora de comer comenzaría a hacer mi jugada por Peter. La gente necesitab aver que al menos lo estaba intentando. No podía sólo anunciar que había dormido con él, así que necesitaba que la gente me viera haciendo el esfuerzo. No lo había hablado con Peter, pero un pequeño coqueteo inofensivo en el almuerzo no debería ser tan difícil. Mientras llevaba mi bandeja de comida a través de la cafetería a nuestra mesa habitual, me volteé hacia mis amigos.
—Chicos, voy a hacer mi jugada por Peter para la apuesta. Sentémonos con mi hermano hoy, ¿sí?
Cande me dio una mirada de complicidad y me guiñó el ojo y nos dirigimos hacia la mesa de los atletas. La mesa de los atletas estaba casi llena de chicas, todas ellas coqueteando desvergonzadamente con Peter. Sonreí ante su expresión; parecía incluso más enfadado ahora que antes. Miré a la chica sentada al lado de Peter; ella había terminado su almuerzo y estaba mirándolo fijamente, con una expresión coqueta en su rostro.
—Oye, Natalie. Escuché que alguien golpeó tu auto en el estacionamiento, ¿fue mucho el daño? —pregunté inocentemente.
Ella jadeó y se puso de pie de un salto.
—¡Mierda! ¡Es el auto de mi mamá! —gritó, mientras se volteaba y echaba a correr. Escuché a mis amigos echarse a reír detrás de mí mientras se sentaban en la parte más alejada de la mesa.
—Hola, Peter. —Le sonreí mientras me dejaba caer en la silla al lado de él.
—Hola, Ángel —respondió, sonriéndome. Miré alrededor para ver si estaba recibiendo miradas mortales de todas las chicas cerca, obviamente porque ya me había ganado una sonrisa—. ¿Alguien golpeó el auto de Natalie? —preguntó, comiéndose su sándwich de atún.

Me encogí de hombros y sacudí la cabeza.
—Nah. Sólo lo dije porque quería sentarme aquí.
Se echó a reír.
—Sabía que me deseabas —bromeó, guiñándome un ojo.
—Bueno, quién no lo hace —respondí, sonriendo y mirando alrededor de la mesa a las chicas que estaban tratando de matarme con los ojos. Agarré mi botella de agua y fingí tratar de abrirla—. Peter, ¿puedes abrirla por mí? —pregunté, haciendo pucheros ligeramente.
—Ángel, si sigues haciendo pucheros, el viento cambiará y te quedarás atorada así —bromeó, sonriendo y quitándome la botella. La abrió fácilmente y me la pasó de nuevo.
—Gracias. —Sonreí, haciendo caso omiso de su comentario—. Vaya, nunca me di cuenta lo fuerte que eres. Debes ejercitarte un montón, ¿eh? —ronroneé, deslizando mi dedo hacia abajo por sus bíceps, mordiéndome el labio seductoramente. Me miró con lujuria, con los ojos fijos en mi boca. Sólo a partir de la expresión de dolor en su rostro, podía decir que quería darme un beso. Él no respondió—. ¿Entonces? ¿Te ejercitas mucho? Porque debes hacerlo, quiero decir, tu cuerpo es, mmm… —Mi voz se desvaneció, y lo examiné lentamente.
Tragó.
—Er, supongo, sí un poco —murmuró, todavía mirándome un poco sorprendido y desconcertado.
No quería que esto llegara demasiado lejos, por el momento sólo estaba estableciendo el escenario para mi victoria. Rompí el contacto visual y comencé a comerme mi comida, lentamente, dejando que el tenedor se quedara en mi boca más tiempo del necesario.
—Oh Dios —gemí, cerrando los ojos mientras masticaba lentamente—. Esto está tan bueno —jadeé. Lo escuché gemir en voz baja a mi lado y supe que mis ruidos sexuales estaban llegándole. Lo miré—. Peter, deberías probar esto —ronroneé seductoramente. 

Él tenía una expresión adolorida en su rostro mientras me miraba fijamente con la boca ligeramente abierta. Sacudió la cabeza un poco, como si estuviera tratando de alejar un pensamiento y yo me tragué una risita. Oh mierda, iba a hacerme pagar por esto más tarde.
—Er, OK sí —dijo. Sonreí y agarré un tenedor lleno de mi pasta y lo guié hacia su boca para alimentarlo.
Un pedacito de pasta cayó del tenedor a sus pantalones vaqueros.
—¡Oops, lo siento tanto! —Hice una mueca, mirándolo a modo de disculpa.
—No te preocupes por eso, Ángel. —Me sonrió y lo sacudió con su mano.
OK, ¡podía hacer que esto funcionara a mi favor! Agarré una servilleta y le limpié los pantalones vaqueros con ella. Era a medio muslo así que me aseguré de limpiar sólo un poco más arriba, mientras lo miraba a través de mis pestañas. Lo escuché tragar audiblemente mientras un ligero bulto comenzó a aparecer en sus pantalones el cual rápidamente cubrió con su brazo.
—Ahí. Listo —coqueteé.
—Er… Gracias —murmuró, cerrando los ojos y suspirando.
Sonreí triunfalmente. ¡Ja! ¡Tomen eso, chicas! Miré alrededor de la mesa para ver si todas estaban mirándome. Ya sean expresiones sorprendidas o enojadas estaban pegadas a cada rostro femenino. Solté una risita, y le guiñé el ojo a Mery quien se había vuelto roja por el enfado.
—Mejor me voy. Tengo que hablar con la Sra. Francis acerca de mi proyecto científico —dije, levantándome y sonriendo de oreja a oreja.
Peter agarró mi mano y me jaló de nuevo hacia el asiento.
—¿Qué fue eso? —preguntó, luciendo ligeramente confundido.
Me encogí de hombros y le sonreí.
—¿No tengo permitido ser amigable contigo, Peter? Quiero decir, eres el mejor amigo de mi hermano después de todo. Siempre estás pasando el rato en mi casa así que sólo pensé que debería ser cortés.
—Cortés, claro —contestó, sonriéndome.
Le lancé un guiño y me levanté para ir con mis amigos. Cuando pasaba junto a Mery y las porristas me incliné hacia abajo y le susurré al oído.
—Supera eso —me burlé, partiéndome el culo de la risa.
Agarré la mano de Cande, haciéndola caminar un poco por delante de Rochi y Gas quienes estaban conversando algo sobre una galería de arte a la que Rochi quería ir el fin de semana. Rochi estaba un poco chiflada por el arte.
—Cande, creo que necesito tomar la píldora. ¿Todavía está abierta al público la clínica de planificación familiar en la calle Rose después de la escuela? —pregunté.
Asintió en confirmación. Sabía que ella sabría, había tenido un pequeño accidente hace aproximadamente un mes con un condón roto y había ido ahí por la píldora del día siguiente.
—Sí, desde las cuatro hasta las ocho —respondió, mirando por encima del hombro para asegurarse de que nadie pudiera oírnos—. Así que, vas a dar el paso, ¿eh? Creo que es genial. Definitivamente deberías tomar la píldora. ¿Quieres que vaya contigo? —preguntó de forma casual. Sabía que lo decía en serio; era la mejor amiga que una chica podía pedir.
—Todavía no estoy lista, pero no quiero quedarme corta o algo, quiero decir, debe tomar un tiempo que entre en tu sistema o algo. ¿Entonces no te importa venir conmigo? Realmente lo apreciaría —admití, mirándola con agradecimiento. Estaba muy nerviosa acerca ir por mi cuenta, y no se sentía bien pedirle a Peter que viniera. No era exactamente el tipo de cosas que un chico hace.

—¡Por supuesto que no! Tú has estado ahí conmigo un montón de veces. —Ella entrelazó su brazo a través del mío—. Y también hoy tengo mi auto, así que ni siquiera necesitamos caminar.
Sonreí.
—Gracias, Cande. —Suspiré felizmente y nos dirigimos hacia los casilleros. Agarré todos los libros que necesitaba para la tarde, metiéndolos en mi bolso—. Sólo necesito decirle a Nico que lo veré en casa. Te veré en clases —expliqué, volteando en dirección al casillero de Nico. Divisé a Nico y a Peter conversando con algunos de sus otros amigos del equipo—. Hola, chicos —canturreé a medida que me acercaba a ellos. Todos me miraron, sabía que le gustaba a algunos de los chicos del equipo; era obvio por la forma en que me miraban fijamente. Sin embargo nunca ninguno hacía un movimiento… eso probablemente era obra de Nico.
—Hola, Lali. ¿Cómo estás? —preguntó Pablo, examinándome lentamente.
—Bien gracias, ¿y tú? —pregunté educadamente.
—Mucho mejor por verte —respondió, sonriéndome.
Nico le dio un puñetazo en el brazo, haciéndome reír.
—Amigo, ¡hermana menor! —chilló furiosamente.
—Nico, sólo quería decirte que no iré a casa contigo esta noche. Cande necesita que vaya con ella a hacer algo después de la escuela. Simplemente te veré en casa más tarde —dije, sonriendo. Pude ver a Peter frunciendo el ceño luciendo un poco decepcionado.
—Bueno, tengo trabajo esta noche, así que habría sidoPeter quien te llevara a casa de todas formas —respondió Nico, encogiéndose de hombros casualmente.
Miré a Peter y sonreí.
—Cierto, sí, lo olvidé. Bueno, lamento perderme eso. —Él me regresó la sonrisa y mi corazón casi se detuvo porque era tan apuesto. Me giré para irme caminando antes de detenerme de nuevo, con una idea formándose en mi cabeza. Volteé de nuevo hacia él y lo miré, burlonamente—. Oh, por cierto, Peter, el bote va por más de cuatro mil dólares ahora. Eso son más de doscientas chicas.
Sus ojos se ensancharon.
—No me jodas, ¿en serio? —preguntó, luciendo sorprendido, y francamente, un poco asustado. Nico estaba partiéndose de la risa, y los otros chicos a nuestro alrededor estaban mirándonos como si nos hubiésemos vuelto locos.
—En serio —confirmé, guiñándole un ojo a Peter y alejándome, riéndome de su cara de disgusto.
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