lunes, 25 de marzo de 2013

Capitulo 34

Capitulo 34

Después de que todos se habían ido era casi medianoche. Cande y yo fuimos a la cama, dejando a Nico y Peter en la sala. Le guiñé un ojo a Peter, mientras me iba a la cama y decidí ponerme el más pequeño de mis pijamas esta noche así podía sentir su piel contra la mía. Me puse mis rosados shorts cortos que tenían encaje púrpura contra la costura. Los combiné con una camiseta apretada del mismo rosado con un poco de encaje púrpura sobre los pechos. Me miré en el espejo y de repente me puse nerviosa. Tal vez me debería cambiar, ¿estaba dando la impresión equivocada? Me mordí el labio. No, está bien, me ha visto con esto antes así que lo usaré.
Volví a mi habitación y Cande me silbó.
—Wow, Lali, deberías hacer un pequeño viaje a la cocina para tomar un poco de agua o algo. Dale a Peter algo con lo que soñar —sugirió, mirándome de arriba a abajo.
En realidad esa no era mala idea, de otra forma no lo vería hasta la mañana.
—¿Eso crees? —pregunté nerviosamente. Asintió con entusiasmo así que decidí hacerlo antes de arrepentirme—. Está bien —dije riendo mientras abría la puerta.
—¡Adelante! Dale una emoción —hizo señas con entusiasmo cuando dudé en la puerta.
Tomé una respiración profunda y caminé por el corredor con confianza. Por la forma en la que está construida nuestra casa tienes que pasar por la sala para ir a la cocina. Me pavoneé en la sala con mi pequeño pijama.
—¿Alguien quiere algo para tomar? —pregunté inocentemente, caminando junto a Nico y Peter, que estaban sentados viendo el canal de deportes.

—No, gracias —contestó Nico, sin siquiera mirarme.
Los ojos de Peter se pegaron en mí, su mirada literalmente siguió cada uno de mis movimientos, con la boca ligeramente abierta y los ojos amplios. Me mordí el labio para no reírme. Oh sí, ¡totalmente valió la pena! Tomé dos vasos con agua y volví a pasar por la sala, con Peter quitándome la poca ropa que tenía con los ojos. Nico lo vio mirando y lo golpeó en la nuca.
—Amigo, ¡deja de pervertir a mi hermana pequeña! De todos modos, tienes novia —gruñó, claramente molesto.
Peter se frotó la nuca.
—Claro, sí, novia —murmuró sonriendo.
Volví a mi habitación, riéndome con fuerza.
—Eso fue tan gracioso —le dije a Cande, que estaba sentada en la cama esperándome.
Ella también se comenzó a reír.
—¿Le gustó? —preguntó, moviendo las cejas.
—Sip —confirmé, haciendo estallar la “p”. Me subí a la cama con una sonrisa en el rostro.
Un poco más tarde escuché a Nico irse a la cama así que sabía que Peter estaba en la suya.
—Cande, voy a ir a ver a Peter un rato —dije, una vez que supe que Nico estaría dormido.
—Oh, ¿enserio? ¿Vas a darle otra vista de ese sexy pijama? —bromeó sonriendo.
Me reí.
—Algo por el estilo. No me esperes despierta, puedo tardar un poco —le guiñé un ojo mientras me paraba de la cama, tomando un celular para poder usar la alarma.
—Diviértete, y no hagas nada que yo no haría —bromeó. 

En realidad no había mucho que Cande no haría, había tenido unos pocos novios y definitivamente no era virgen. Me reí y dejé la habitación, yendo por el corredor hasta la sala de estar, donde Peter ya estaba acostado en el sofá bajo el edredón de repuesto. Puse la alarma a las seis; la hora “sacar a Peter por la ventana” usual, y lo puse en el suelo.
—Hola, Ángel —susurró sonriéndome y quitando el edredón para que pudiera acostarme a su lado.  Me subí con entusiasmo y fundí mi cuerpo contra el suyo. Suspiró con satisfacción y me envolvió con sus brazos con fuerza—. Por cierto, eso no fue justo —me regañó, mientras me besaba la frente.
Sonreí burlonamente.
—¿En serio? ¿No te gustó mi pijama? —pregunté inocentemente.
—Amé el pijama, pero no cómo paseaste tu sexy trasero en frente mío con tu hermano sentado allí —se quejó.
—¿Piensas que tengo un trasero sexy? —lo provoqué.
—Mmm, no lo puedo recordar, déjame ver de nuevo —dijo con voz ronca. Me reí y giré sobre mi estómago, poniendo las manos bajo mi cabeza.
Volvió a gruñir y lentamente pasó su mano por mi espalda, a través de mi trasero y por uno de mis muslos antes de volver a subir por el otro. Su mano se detuvo en mi trasero, trazando la línea del encaje, haciéndome temblar. Vaya, ¿qué me estaba sucediendo? En realidad quería que me tocara. Si hiciera un movimiento para tocarme, no lo iba a detener esta vez. Inclinó su cabeza y besó mi hombro antes de descender y desparramar besos a través de mi espalda y caderas. Besó la parte inferior de los shorts y pasó su lengua a través del final de mi trasero, justo donde se encuentra con la pierna. Di un grito ahogado y él se tensó. Se apartó rápidamente.

—Lo siento, lo siento. Me dejé llevar —dijo en tono de disculpa.
Me sonrojé como loca.
—Me gusto, Peter —dije con voz ronca, y temblando un poco por el deseo que estaba corriendo por mis venas.
—¿En serio? —preguntó, sonando sorprendido.
—Oh, diablos, sí —admití con voz entrecortada, sonrojándome otra vez. Wow, ¿acababa de decir eso? ¡Es tan vergonzoso!
Gimió ligeramente y bajó la cabeza, pasando su lengua por el borde del encaje de nuevo. Esta vez no pude evitar el pequeño gemido que se escapó de mis labios. El sonido pareció alentarlo porque lo hizo de nuevo, y deslizó su mano por mi muslo masajeando mi trasero y espalda. Me besó en la espalda, levantando la tela de mi camiseta para poder besar mi piel. Me di vuelta para que estuviéramos cara a cara y lo besé, tirando de él hacia mí para que todo su cuerpo estuviera presionando el mío. Podía sentir su piel contra la mía y me alegré por haberme decidido por la escasa ropa de dormir. Se estaba excitando escaleras abajo otra vez, podía sentirlo presionando contra mi muslo, pero no estaba asustada esta vez, me alentó. Levantó las manos y tomó mis pechos; dejé salir un suspiro cuando sentí su mano caliente a través de la tela de mi camiseta porque no estaba usando sujetador. Gimió mientras que frotaba su pulgar por mis pezones haciéndolos endurecerse. Él sólo estaba usando shorts así que froté mis manos por su pecho y estómago, simplemente asombrada de cuán perfecto y tonificado era.
Me besó en el cuello y a través de mis pechos sobre la camiseta. Mis manos se enredaron en su cabello castaño y sedoso mientras besaba su camino hasta mi estómago, apoderándose de mi camiseta con los dientes mientras subía y tirándola hacia arriba, lentamente, exponiendo mi estómago. Gemí y bajó su boca a mi piel desnuda, lamiendo suavemente y soplando sobre ella, haciendo que mi cuerpo casi vibrara con la emoción. Deslizó la mano bajo mi camiseta y lentamente la arrastraba hacia mis pechos, pasando sus dedos sobre ellos mientras continuaba besando mi estómago. Pero estaba besando más alto ahora y mi respiración estaba empezando a acelerarse en la anticipación de él besando mis pechos.
Oh, Dios, sí. ¡Esto es demasiado rápido!
—Lo siento... Peter... para —murmuré.
Retiró su cabeza inmediatamente, y sonrió, con su hermosa sonrisa.
—No tienes que disculparte, Ángel —inclinó su cabeza y me besó de nuevo, gentilmente. Le sonreí agradecida mientras que giraba para salir de encima de mí, poniéndome cerca de su pecho, pasando sus dedos a través de mi cabello y me miraba con amor—. Eres tan hermosa —murmuró, besando mi nariz gentilmente mientras bajaba mi camiseta por mí. Reí y sacudí mi cabeza. ¡Realmente estaba lleno de líneas cursis! Tal vez eso le funcionaba para conseguir que las chicas se acuesten con él. Sonrió, luciendo un poco herido—. No me crees —afirmó.
—¿A cuántas chicas le has dicho eso, Peter? —susurré, no muy segura de que mi voz sonara bien si hablaba normalmente.

Suspiró luciendo un poco derrotado.
—No puedo cambiar mi pasado, Ángel, créeme que lo haría si pudiera. Nunca he sentido nada por nadie más, lo juro. Nunca le he dicho a nadie que era hermosa, sólo a ti. Nadie más se compara a ti —dijo, mirándome intensamente, deseando que entendiera. Mi respiración se atoró en la garganta ante sus dulces palabras. Me apreté más cerca de él y enterré la cara en su pecho, respirando en él. Suspiró con alegría y envolvió sus brazos con fuerza a mí alrededor, besando mi frente—. Buenas noches, Ángel —susurró.
—Buenas noches, Peter —murmuré contra su piel.
Tenía la sensación de que el plan de no darle mi corazón, había desaparecido completamente. Todo lo que podía hacer ahora era rogar para que no lo rompiera. Me acurruqué más cerca de él, descansando mi cabeza en su pecho y quedándome dormida en minutos. Justo cuando comenzaba a perderme creí que lo escuche susurrar algo que sonaba como “te amo”, pero Peter no diría eso, así debió haber sido algo más.

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