domingo, 24 de marzo de 2013

Capitulo 33

Capitulo 33

Esa noche estábamos todos apretados en mi sala de estar. Gas había traído Avatar y ninguno la había visto antes, así que los siete estábamos sentados, comiendo McDonalds. Íbamos a poner la película después. Yo estaba apoyada contra las piernas de Peter; Nico no pareció pestañear, lo que ambos tomamos como una buena señal.

Max se movió del sofá. 
—Aquí, Rochi, siéntate aquí, me sentaré en el suelo —sugirió, mientras se dejaba caer a mi lado con una sonrisa coqueta. Me moví incómoda para tener un poco más de espacio. Sentí a Peter tensarse, así que puse mi mano sobre su pie, frotando mi pulgar sobre la parte superior tranquilizadoramente—. Así que, Lali, ¿qué te gusta hacer en tu tiempo libre? —preguntó.
—Un montón de cosas. Me gusta bailar e ir al cine. Ya sabes, cosas normales de secundaria —contesté, añadiendo énfasis a la palabra secundaria.
Se rió.
—Wow, realmente eres una luchadora, ¿verdad? —dijo, sacudiendo la cabeza.
—No tienes idea —murmuré, dándome vuelta fingiendo ver la televisión.
—¿No quieres hablar conmigo? —preguntó, fingiendo estar herido.
Dejé escapar un suspiro exagerado.
—Sólo estoy tratando de ver esto.
Miró a la televisión y rió.
—¿Este anuncio de sofás nuevos?
Miré a la televisión que estaba pretendiendo ver, y era de hecho, un anuncio. ¡Maldita sea!
—Sip, soy una chica sofá, nunca puedes tener suficientes sofás —bromeé.
—Eres graciosa —se rió, acercándose a mí.
—Gracias, y tú eres muy mayor para mí —declaré, sonriendo con dulzura.
—Sólo tengo diecinueve —me miró desafiante.
Asentí.
—Sí, pero dieciocho es mi límite, así que estás fuera de combate, amigo —dije. Oí a  Peter reír detrás de mí.
—Podría hacerte cambiar de opinión —declaró Max con confianza.
Reí sin humor.
—¿Sabes qué? Te apuesto veinte dólares que no tienes nada que me interese — contesté con la misma confianza.
Se rió sombríamente.
—Tomaré esa apuesta, pero tienes que esperar hasta que tu hermano no esté mirando. —Miró a Nico un poco nerviosamente.
Suspiré.
—¿Qué es exactamente lo que crees que me interese? ¿Tienes un gatito en el bolsillo? ¿O tal vez algo de dulce? ¿O las respuestas al examen que tengo mañana en cálculo? —bromeé, haciéndolo reír de nuevo.
—No. Voy a besarte, y lo vas a amar. —Se encogió de hombros, sonriéndome de nuevo.
Las piernas de Peter se sacudieron detrás de mí mientras que se movía para levantarse. Me empujé contra sus piernas y comencé a frotar su pie otra vez.
—¿En serio? Si tú me besas voy a patearte en las bolas. —Sonreí a Max, inocentemente.
—¿Crees que eso me va a alejar de un bombón como tú? —preguntó, mirándome poco a poco, haciendo que mi piel de gallina un poco.
—Es sólo una advertencia amistosa. —Me encogí de hombros, volviéndome a la televisión que, afortunadamente, ahora había una película y no un anuncio sobre sofás.
—Estoy bastante seguro que mi dinero está a salvo. No he tenido quejas antes — susurró en mi oído, haciéndome que me diera frío de lo cerca que estaba.
—Mmm, bueno, hay una primera vez para todo —dije entre dientes, todavía frotando el pie de Peter.

Cuando la película terminó Peter fue a su casa, a decirles a sus padres que se iba a quedar aquí y a agarrar un cambio de ropa. En realidad tenía ropa de repuesto en mi habitación, pero no podíamos decirle exactamente eso a nadie. Nico y Cande estaban haciendo más palomitas de maíz. Ahora íbamos a ver Terminator Salvation, porque la mayoría no la había visto. Fui al baño. Cuando salí alguien me agarró y me empujó contra la pared. Al principio pensé que era Peter, pero luego me di cuenta que este chico no era lo suficientemente alto. Mi corazón comenzó a correr, el miedo formándose en mi estómago. Max se rió y estrelló sus labios contra los míos, bruscamente, sujetando los lados de mi cara para que no pudiera moverme a ningún lado. Traté de apartarlo, pero no se movía. Me mordisqueo el labio, pidiendo entrar, así que apreté mi boca, cerrada, y subí mi rodilla tan fuerte como pude contra su ingle. Me soltó inmediatamente, inclinándose y gimiendo.
—Te lo dije. Esos son veinte dólares que me debes —dije con dulzura mientras pasaba junto a él y me dirigía a la sala con una sonrisa triunfante pegada a la cara.
Peter estaba sentado de nuevo en el sofá así que rápidamente tomé el lugar junto a él antes que alguien más lo hiciera.
—¿Estás bien? —preguntó, mirándome y sonriendo.
—Sip —contesté, haciendo estallar la “p”.
Sonrió.
—¿Qué es tan gracioso?
Me reí.
—Max —contesté, sonriendo. 

Justo en ese momento, Max entró a la sala, cojeando ligeramente con su mano sobre su ingle, luciendo como si estuviera ligeramente adolorido. Tiró un billete de veinte dólares en mi regazo y se sentó en el otro lado de la habitación. Peter estalló en carcajadas.

—Esa es mi chica —susurró, haciéndome sonreír.

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