domingo, 17 de marzo de 2013

Capitulo 11


 Capitulo 11

No estaba prestando atención a dónde íbamos, así que me sorprendí cuando nos detuvimos en el estacionamiento de la pista de hielo. Él sonrió y se levantó, y yo le seguí con el ceño fruncido.


—¿Qué estamos haciendo aquí? —le pregunté mientras me agarraba la mano y me llevaba dentro. Tal vez tenían un buen café en el interior o algo, que era la única razón que se me ocurrió para que me trajera aquí.
Hizo caso omiso de mi pregunta.

—Hola, por favor, dos —dijo a la señora detrás del mostrador, entregándole el dinero. Di un grito ahogado, ¿en realidad íbamos a patinar? Había estado patinando un par de veces en mi vida, pero era completamente terrible en ello.
—¿Necesitas alquilar patines? —preguntó la señora con una sonrisa amigable, mientras sus ojos discretamente recorrían el cuerpo de Peter.
—Sí, un once y un cinco por favor —respondió, guiñándome un ojo. Fruncí el ceño mientras hablaba, preguntándome cómo demonios conocía mi talla de zapatos.

Le pasó dos juegos de patines y él sonrió de nuevo, tomó mi mano y me arrastró a los bancos. Me di cuenta que la señora no dejaba de ver a Peter mientras se alejó, y ella se relamía los labios en su trasero. Me reí y puse los ojos en ella, lo cual la hizo ruborizarse y mirar hacia otro lado.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Peter, mirándome extrañamente.
—Tienes otra admiradora —declaré, asintiendo con la cabeza hacia la mujer—.Simplemente no puedes evitar ser tú mismo, ¿puedes? —bromeé con una pequeña sonrisa.
—No te preocupes, no estoy interesado en ella —respondió, mirándome como si quisiera decirme algo.
—¿Preocupada? Peter, yo no estaba preocupada. —Me burlé de eso, mientras ponía los ojos.

Nos cambiamos a nuestros patines y nos dirigimos hacia el hielo. No había nadie más allí, probablemente debido a que era sólo justo después de las nueve de la mañana.

—¿Por qué estamos haciendo esto? Sabes que no puedo patinar. —Hice una mueca, mirando el hielo, comenzando a entrar en pánico.
Él se rió y tiró de mí hacia el hielo.
—Lo sé, lo recuerdo. No te preocupes, te ayudaré. —Peter y mi hermano jugaban hockey sobre hielo para la escuela; Nico era el portero y Peter el delantero. Ambos habían estado patinando desde hace años, pero yo nunca había sido capaz de hacerlo. Me encantaba ver a la gente patinando y siempre deseé poder aprender, pero literalmente no podía ponerme de pie. Tomó mis dos manos mientras resbalaba y me deslizaba por todo el lugar. Él estaba patinando hacia atrás, frente a mí.

—Estás doblando los tobillos ligeramente, Ángel. Trata de mantenerlos de forma recta, por eso no tienes ningún control —dijo mirando mis pies.

Me quedé más recta y sentí que mis pies se deslizaban hacia afuera por debajo de mí, al instante, me agarró por la cintura y se inclinó hacia atrás de manera que ambos caímos y caí encima de él, su cuerpo rompiendo mi caída. Se rió debajo de mí, me empujó hasta las rodillas, así que yo estaba a caballo, luego me senté a su lado. Yo no podía ponerme de pie así que esperé a que se levantara primero.

—Está bien, intentemos el número dos. —Sonrió, tirando de mí a mis pies con facilidad—. Párate derecha y mantén los pies quietos, te voy a tirar de todo hasta que puedas conseguir el equilibrio. —Le dio una patada en mis patines con suavidad, empujándolos para juntarlos a medida que se apoderaba de mis manos con fuerza.Me las arreglé para mantenerme en pie durante un tiempo antes de perder el equilibrio. Una vez más, me agarró por la cintura y se inclinó hacia atrás para que cayera encima de él.

—¿Por qué sigues haciendo eso? —le pregunté, empujándome a mí misma en una posición sentada de nuevo. Podía sentir el hielo comenzar a mojar la parte de atrás de mis jeans, haciéndome temblar.

—¿Haciendo qué? —preguntó, mirándome con una expresión confusa.
—Cada vez que comienzo a resbalarme, te dejas caer haciéndome aterrizar encima
de ti. Te vas a lastimar —expliqué frunciendo el ceño.
Se encogió de hombros.
—Mejor que sea yo que tú —murmuró en voz baja, levantándome a mis pies otra vez. Me le quedé mirando, sorprendida. ¿Acababa de decir eso? Tal vez le oí mal—. Estás mejorando, duraste por lo menos un minuto más que la última vez —bromeó con su sonrisa patentada.
OK, eso se parece más al Peter que conozco, debí haberlo escuchado mal después
de todo.

—Ja, ja. Bueno, un minuto está bien para mí. Sabes que no puedo hacer esto —me quejé, cayendo de nuevo al instante. Se las arregló para sostenerme sólo agarrando mis caderas, presionando nuestros cuerpos y levantándome del hielo de manera de que pudiera colocar mis pies de nuevo desde el principio. Sentí a mi corazón empezar a latir más rápido, pero no era por el temor habitual de que alguien me estuviese tocando, era algo más que no podía entender. Me sonrojé y miré hacia otro lado mientras él me puso de nuevo sobre mis pies.
—¿Por qué te sonrojas? —preguntó, frunciendo el ceño, pero mirando divertido a la vez.
—No me sonrojo. Hace frío, eso es todo. Mi trasero está congelado, creo. —Me di la vuelta para mostrarle mis pantalones mojados, frotando mi trasero para tratar dealejar un poco el frío. Le oí tomar una respiración profunda y dejar escapar un suspiro. Miré hacia atrás para ver que estaba frunciendo el ceño con los ojos cerrados, lucía como si estuviera herido o algo.

—¿Estás bien? —le pregunté, todavía frotándome el trasero. Él asintió con la cabeza y se quitó la camisa, allí parado en sus jeans de corte bajo y su camiseta pretada que dejaba ver los músculos que tenía debajo. Colocó su camisa bajo mi cintura y la ató con un nudo en el frente.
—¿Qué estás haciendo?, te vas a resfriar —lo regañé mientras trataba de desatar el nudo que había hecho.
—No te preocupes, estaré bien. La próxima vez traeré un suéter de repuesto para tu muy delicado trasero —respondió, agarrando mis manos y empezando a tirar de mí otra vez.

¿La próxima vez? ¿Qué quiere decir con la próxima vez? No es que no esté pasando un buen rato, pero estar aquí con Peter, era extraño, se sentía raro. Bueno, eso no era estrictamente cierto ya que en realidad se sentía bien, por lo que se sentía raro.

—¡Eso es! Lo estás logrando —susurró —lo que por supuesto me hizo perder el equilibrio de nuevo. Me presioné contra él por tercera vez, riendo histéricamente. OK, esto era realmente divertido y no hacía daño. Usualmente, cuando venía a patinar con Nico y se cansaba de atraparme, simplemente me dejaba caer sobre mi trasero todo el tiempo. En unos treinta minutos estaba por lo general tan magullada y adolorida que me daba por vencida.
—Ves, ahora te estás divirtiendo. —Peter se rió, sacudiendo los cristales de hielo de su espalda y sosteniéndome otra vez. Nos las arreglamos para patinar tres vueltas enteras a la pista antes de volverme a caer. Realmente estaba mejorando.

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