jueves, 14 de noviembre de 2013

Capitulo 33

8 semanas para el cumpleaños de Lali

Al día siguiente contacté al Sr. Estrella. Aunque siempre trabajé a cambio de tiempo de vuelo, él estaba más que dispuesto a dejarme empezar a trabajar sólo por el buen dinero clásico. Dijo que podía pasar esa tarde y ayudar en algunos proyectos.

Lali me preguntó si quería pasar por su casa rodante después de la escuela, pero le dije que tenía cosas de las que hacerme cargo. No me gustaba mentirle, pero realmente no quería decirle que había conseguido un trabajo para ayudarla.


No fue tan difícil esquivarla cada tarde por el resto de la semana. Ella estaba tapada de tareas y necesitaba mantener sus notas perfectas. Y sabía que yo era una distracción.
 
Era algo lindo, trabajar para el Señor Estrella de nuevo, incluso si era sólo temporalmente. Él siempre se sintió como un tío. Un tío bastante rico y poderoso. El hombre tenía un sinfín de dinero y una casa enorme. También tenía proyectos eternos alrededor de la gran casa que empezó y luego se ocupó de mucho trabajo en algún caso nuevo para terminar. Ahí es donde entro yo.
 
Había hecho un montón de decoración en el jardín del Señor Estrella. Lo había ayudado a colocar los mosaicos en el baño. Incluso había pintado sus gabinetes de la cocina, aunque nunca entendí por qué los quería pintar de negro.
 
Eran pequeños proyectos raros que haría por él. Y me pagaría bastante bien por hacerlos.
 
Para el momento en que el viernes llegó, había cambiado todas las lamparitas de toda la casa del Señor Estrella por unas más eficientes. Era una casa enorme y habían muchísimas lamparitas para cambiar. Había pintado su sala de teatro de color rojo oscuro, y fijé los zócalos en dos de los dormitorios. Para el fin de semana había ganado casi trescientos dólares para llevar a Lali a que se compre ropa nueva. Le dije que tenía una sorpresa para ella el sábado y que necesitaba estar lista para estar fuera todo el día.
 
Recogí a Lali cerca de las ocho el sábado y nos dirigimos al ferry. Lucía cansada, como siempre. Había estado despierta hasta las dos, haciendo la tarea de esa niña rica por unos dólares. Odiaba que hiciera lo que hace, pero respetaba el hecho de que estuviera cuidando de sí misma.
 
Nos detuvimos en el muelle del ferry sólo unos minutos antes de que el barco se deslizara en la base. No había nada que fuera lindo sobre las Orcas en invierno, pero la falta de turistas tratando de quedarse a bordo era definitivamente algo bueno. En verano, tienes que llegar al menos una hora antes de abordar para asegurarte de tener un lugar. Quedar sobrecargado y atorado para el siguiente ferry horas después apestaba.
 
—¿A dónde me llevas? —preguntó Lali con una sonrisa después de que aparcamos en el ferry y caminamos hasta la zona de pasajeros. Nos sentamos en un asiento justo al lado de una ventana así podía ver al clima frío. El cielo estaba cubierto, como estaba en la mayor parte del invierno.
 
Sorpresa, gesticulé. Lentamente, muy lentamente, estaba mejorando en el lenguaje de señas. Aunque a veces se sentía un poco sin sentido. Sólo me hacía algún bien si la persona a la que le gesticulaba entendía el lenguaje de señas, y eso no era nadie fuera de mi familia, Kali, o Mariana.
 
—No suelen gustarme las sorpresas —dijo ella con una sonrisa ladina, tomando mi mano en la suya—. Pero haré una excepción por ti.
 
Presioné un beso en su sien, una sonrisa extendiéndose por su rostro. La sonrisa Peter.
 
Lali apoyó su cabeza en mi hombro, acurrucándose en mi costado. Se lanzó a las historias sobre su madre. Sobre cómo siempre hace rollos de canela en la mañana de navidad. Sobre cómo fueron a Disneylandia una vez cuando ella tenía ocho, sólo las dos. Ahorraron por meses para poder pagarlo. Ambas habían sido realmente mejores amigas. Eran todo lo que cada una tenía.
 
Creo que nunca había admirado a alguien tanto como admiro a Lali. Muchas personas no serían capaces de seguir viviendo después de perder a su única familia así. Muchas personas probablemente se hubieran rendido. Acabarían volviendo a lo de su padre para vivir una vida de mierda hasta que cumplieran los dieciocho. En su lugar, Lali estaba tomando el control, viviendo la vida que siempre planeó vivir.
 
Había mucho más que desearía hacer por ella, más que sólo conseguir un par de dólares para llevarla de compras. Pero tenía que tomar un paso a la vez. Haría lo que pudiera hacer.
 
Sólo necesitábamos mantener su secreto escondido por otras ocho semanas, y luego ya no tendríamos que preocuparnos por eso.
 
El centro comercial más cercano desde el muelle del ferry estaba alrededor de media hora de distancia. El centro comercial Burlington no era precisamente grande, pero funcionaría. Lali me dio una mirada cautelosa mientras entrábamos.
 
—Peter —dijo ella, negando con la cabeza—. No tengo dinero para ir de compras.
 
Agarrando el cuaderno, escribí: Yo invito.
 
—Peter —dijo con un suspiro que suena dolido—. No puedo dejar que vayas por ahí comprándome cosas. No es tu trabajo cuidar de mí.
 
Pero me gusta cuidarte.
 
Ella siguió mirándome, sus ojos serios y tristes. Finalmente los vi suavizarse. Una sonrisa extendiéndose en mi rostro, me incliné hacia adelante y presioné mis labios en los de ella.
 
Seguí observando el rostro de Mariana mientras lentamente hacíamos nuestro camino a las tiendas. Ella examinó todo cuidadosamente, como si supiera que lo que consiguiera ese día tenía que durar por quién sabe cuánto tiempo. Pasó sus dedos sobre la tela, pareciendo apreciar lo fresco y nuevo que estaba todo.
 
Me puso triste verla así. Estaba un paso arriba de lo que estaba Kali sin hogar. Sin embargo sabía que esta era una de esas experiencias que te hace crecer como persona. Esta era una de esas veces que te hace poner las cosas en perspectiva y apreciar todo lo que tienes.
 
Mano con mano, ambos caminamos entre las tiendas. Pasamos imágenes de una mujer mayormente desnuda abrazándose a sí misma. Una sonrisa ladeada se extendió por su cara, Lali me tiró hacia una tienda.
 
Era como si un monstruo rosa gigante hubiera vomitado dentro y alguien decidió que era un buen lugar para poner una tienda. No podía caminar hacia ningún lugar sin toparme con un estante de sujetadores que no requirieran senos reales en ellos, o cajas llenas de ropa interior que eran más como las cuerdas de cometas que las cosas llamadas ropa interior.
 
Lali buscó lentamente, mirando boquiabierta a los altos precios. Cuando se encontró con un conjunto verde agua sedosa, yo sabía que no podía protestar contra el monto en dólares.
 
Pruébalo, escribí, ruborizándome mientras lo hacía. No estaba seguro de si estábamos en el lugar de nuestra relación para que pudiéramos hablar de ello. La había visto en lo más cercano a nada, pero no era como si hubiéramos tenido sexo.
 
Esa sonrisa cruzó su cara mientras lo consideraba. La sonrisa sexy de Lali. Agarrando el conjunto de sostén y bragas, hicimos nuestro camino hacia la parte trasera de la tienda donde estaban los probadores.
 
Iba a esperar afuera cuando una de las trabajadoras notó a Lali yendo por sí misma.
 
—Eres bienvenido a entrar al probador también, si tú quieres —dijo ella, tan inocentemente como si me estuviera diciendo que podría llover esa tarde.
 
Hice ese tipo de ahogo, risa silenciosa, cubriendo mi boca e incómoda sonrisa cursi que se extendió allí. Lali se detuvo cuando la mujer habló, la sonrisa sexy de Lali extendiéndose de nuevo. Podía sentir mi cara ardiendo en rojo cuando retrocedió dos pasos hacia mí. Agarró el frente de mi camisa, agrupándola en su mano, y me tiró hacia el probador.
 
—Supongo que si eres el que va a comprarlos tienes que aprobarlos — dijo ella mientras levantaba una ceja y cerraba la puerta detrás de nosotros.
 
Sentía como si mi cara estuviese en llamas mientras me sentaba en la pequeña banca. Era un probador inmenso. Deben haber hospedado a dos personas a menudo.
 
Girando su espalda hacia mí, Lali deslizó fuera su chaqueta, seguida de su camisa de mangas largas. Ella medio me miró cuando llegó a la espalda y soltó el broche de presión de su descolorido sujetador rosa.
 
Una de mis rodillas empezó a saltar de arriba abajo por sí sola. No podía sacar mis ojos de las curvas de Lali, no es que a ella le quedaran muchas estos días. Quería trazar mis dedos por su columna vertebral pero los mantuve sujetos entre mis rodillas.
 
Después de tener el nuevo sostén abrochado, Lali miro sobre su hombro. —Vas a tener que cerrar tus ojos para esta parte.

Pensé que iba a morir justo aquí y ahora cuando me di cuenta de que Lali iba a estar a cerca de medio metro de mí sin pantalones ni ropa interior puestas.
 
—Entonces —dijo ella un momento después—. ¿Qué piensas?
 
Lentamente, dejé que mis ojos se abrieran, mi corazón pareció saltarse un latido. Lali estaba de pie, enfrentándome, apenas vestida en toda su gloria. El tono de verde en su piel parecía hacerla brillar. Mordí mi labio inferior para evitar que mi lengua cayera de mi boca.
 
—¿Supongo que eso significa que te gusta? —dijo ella, esa nueva sonrisa extendiéndose en su rostro.
 
Sólo pude asentir, alcanzando sus caderas para guiarla en mi dirección. Se arrodilló en la banca, una pierna a cada lado de la mía. Mis labios encontraron su camino a su garganta, mi cuerpo entero sintiéndose aliviado y libre.
 
Los dedos de Lali se enredaron en mi cabello mientras echaba la cabeza hacia atrás, dejándome continuar explorando toda la gloria de su piel.
 
De alguna manera logramos salir del probador con la virginidad intacta, pero conmigo caminando bastante incómodo. No podía alejar mi mente de volver a la imagen de Lali, una imagen gloriosamente grabada en mi memoria para siempre.
 
—Me siento muy consentida —dijo Lali mientras nos dirigíamos de nuevo al coche justo cuando el cielo comenzó a oscurecerse—. Creo que no tengo ropa nueva desde el comienzo de clases del año anterior.
 
Presioné un beso en su mejilla, esperando que el mensaje te lo mereces llegara.
 
Mi teléfono vibró mientras nos dirigimos de nuevo a Anacortes para coger el ferry de las seis en punto. Muy ilegalmente, lo saqué y chequé el mensaje de texto. Era de Paula.
 
¿Puedes salir con esa novia tuya mañana? ¿O te gustaría venir y pasar un buen rato de verdad en mi fiesta?
 
Sólo negué con la cabeza mientras ponía el teléfono lejos.
 
Guau…

Nunca había conocido a alguien que no entendiera lo que no significaba más que ella. A Paula no parece importarle en lo más mínimo que yo tenía una novia.
 
El agua estaba bastante revuelta mientras el ferry nos lleva de vuelta a la isla de Orcas. Lali y yo nos quedamos en el auto, ambos acostados en el asiento trasero, disfrutando de la sensación de las olas a unos cientos de miles de toneladas de acero por debajo. Nuestro cuaderno descansaba en el piso al lado nuestro, otra página misteriosamente arrancada.
 
Parecía que habíamos caído en el hábito de quedarnos callados donde sea que condujéramos. Era más fácil. Era prácticamente imposible para mí escribir algo mientras conducía, y por alguna razón el lenguaje de señas con Lali se sentía muy… impersonal. Así que condujimos silenciosamente devuelta a la casa rodante.
 
—Mira todo esto. —Lali se rió mientras aparcamos junto a la casa rodante y abrió el maletero para conseguir sus cosas.
 
Vas a tener que modelar algunas cosas para mí, escribo en el dorso de mi mano, nuestro cuaderno sigue en el asiento trasero del coche.
 
Levantó una ceja hacia mí de nuevo, la sonrisa sexy de Lali apareciendo otra vez. —Bueno entonces, entra.
 
Mi cuerpo entero volvió a saltar a la vida mientras la seguía dentro.
 
Este era un camino peligroso en el que estábamos esta noche. Podía sentir cosas escalando y no estaba seguro dónde quería o dónde debería dibujar la línea.
 
—Así que ¿qué debería probarme primero? —preguntó Lali mientras yo cerraba la puerta detrás de nosotros y ponía las bolsas en su pequeña mesa desordenada.
 
Mirando dentro de las bolsas que acabamos de meter, alcancé tres de ellas.
 
—Interesante elección, Señor Lanzani —dijo ella, tomándolas y caminando hacia su habitación.
 
Me quité mi abrigo y lo tiré en la parte posterior de la silla de la mesa de comedor. Controlando mi aliento al respirar en mi mano, esperaba emocionado y nervioso por la reaparición de Lali.

Finalmente Lali abrió la puerta nuevamente, de pie con los brazos agarrados en la puerta. Usaba ese sexy número verde de nuevo, y un par de jeans oscuros deslavados. Y nada más.
 
Un gruñido casi... casi encontró su manera de salir de mi garganta mientras cruzaba el espacio entre nosotros. Levantándola, Lali envolvió sus piernas alrededor de mi cintura, mis labios encontrándose inmediatamente con la piel en la base de su garganta.
 
Ella dio una risita chillando mientras caíamos en la cama desordenada, sus piernas todavía alrededor de mi cintura. Mis labios se movieron para encontrar los de ella, nuestros labios abriéndose.
 
Una de mis manos se deslizó desde la parte posterior de su cuello, por su costado, recorriendo su cadera hasta su tobillo. Estaba bastante seguro que podría morir si algo más no pasaba muy pronto.
 
—Peter —dijo Lali en un suspiro que casi me envió sobre el borde.
 
Lali, gemí de regreso.
 
Sus labios se movieron con los míos, una urgencia detrás de ellos que nunca había estado ahí antes. Parecía que no había otra forma posible en que la noche terminara salvo en la forma que yo quería.
 
—Peter —suspiró de nuevo—. Desearía poder escucharte decir mi nombre. Sólo una vez.
 
Mi cuerpo entero se congeló instantáneamente.
 
Sentía como mi sangre se transformaba en hielo.
 
Me aparté de ella, apoyándome en las palmas de mis manos, mirándola. Me sentí vacío por un segundo mientras procesaba sus palabras de nuevo.
 
Algo dentro de mí se volvió duro. El rostro de Lali lucía confundido por mi reacción al principio, y luego la realización de lo que acababa de decir llenó su expresión de horror.
 
—Peter —dijo ella con los ojos muy abiertos. Me empujé fuera de la cama y salí de su habitación—. ¡Peter, espera! ¡Lo siento!
 
Agarré mi abrigo y furiosamente me lo puse.
 
—¡Peter! Lo siento —dijo ella mientras me seguía, agarrando mi brazo para tirarme de regreso. Saqué mi mano de la de ella—. ¡No pensé en lo que estaba diciendo!

Volví mis ojos a ella una sola vez, todo dentro de mí se sentía frío y duro. Su rostro lucía horrorizado, sus ojos abiertos y tristes. Yo sólo sacudí mi cabeza una vez y di un paso hacia afuera, golpeando la puerta detrás de mí.
 
Justo antes de que saliera de su camino de entrada, Mariana asomó la cabeza afuera, gritando—: ¡Lo siento!

8 comentarios :

  1. no creo que lo haya dicho de mala, el lo va a entender :))

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  2. ah pobre no lo hizo al propósito pero estoy segura que el video que grabó gaston de peter va a ser muy importante en está historia =D besos Naara

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  3. No lo hizo a propósito
    Espero que se reconcilien pronto
    Subí más noveeeeee me encanta

    ATTE: Valeria : )

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  4. pobre Lali, fue inconscientemente lo que dijo
    ojala peter la perdone
    amo como la esta cuidando y ayudando en todo
    besoo

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  5. No nos puedes dejar asi!
    No quiero que se separen!! :(
    Ella lo dijo sin pensar!! quiero que se arreglen y vuelvan!
    Pienso igual que Naara de algo va a servir el video que grabo Gastón!!!!
    esencialaliter.blogspot.com - @rochi16ta

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