lunes, 4 de noviembre de 2013

Capitulo 23

19 semanas para el cumpleaños de Lali
11 Horas desde que descubrí la verdad

Nunca había habido un mejor descanso de Acción de Gracias que el del año de graduación. Mamá, Alai, Jenny y Euge se fueron de la isla temprano el Viernes Negro, sin esperar conseguir mucho, solo irse. Papá, Pablo, Joaquin y Tomas también se fueron a hacer no sé qué cosa. Pretendí ser indespertable cuando llegaron a buscarme por la mañana, y por suerte, me dejaron a solas con una nota. Tan pronto como supe que se habían ido, me puse mi ropa y me fui a Teazer por rollos de canela y leche de freza. Llegué al remolque de Lali a las ocho, justo cuando el sol comenzaba a subir. Llamé a la puerta tres veces, con cuidado de no dejar caer el desayuno en el suelo.

Escuché que algo golpeó el piso con fuerza, seguido de una maldición. Sonreí, riéndome en silencio. Finalmente, Lali abrió la puerta, sus ojos amplios por el miedo.
 
—¡Peter! —dijo, y el alivio lavó su rostro—. Oh, mi… ¡Jesús! ¡Me asustaste! Pensé que deberían ser los propietarios o la policía. ¿Qué haces aquí tan temprano?
 
Levanté la bolsa y las tazas. No podía evitar mirar las piernas de Lali. Se asomaban por una delgada bata roja que se aferraba a su pequeño cuerpo. Lali realmente necesitaba subir como siete kilos. Tendría que comenzar a traerla a cenar tan a menudo como mamá lo permitiera.
 
—Aww —dijo—. ¿Me trajiste el desayuno?
 
Asentí con la cabeza y entré. No estaba helado en la casa rodante, pero tampoco estaba terriblemente caliente. Noté un pequeño calentador atrás en el dormitorio. Hice una nota mental para buscar uno más potente en nuestro almacenamiento.

Lali descuartizó su rollo de canela más rápido de lo que alguna vez yo lo habría hecho, y después de alguna insistencia, le di la mitad del mío también. Se lamió los dedos cuando terminó.
 
—Gracias —dijo, limpiándose la boca con una servilleta—. Uno pensaría que después de esa enorme comida con la que tu familia me alimentó ayer no estaría tan hambrienta.
 
De repente me levanté y caminé hacia la pequeña nevera de Lali y la abrí. Encontré medio galón de leche, un pequeño trozo de queso y unas cuantas manzanas. La mitad de una barra de pan estaba en el pequeño mostrador junto con las galletas y los plátanos que habían sido destinados a ser la cena de Acción de Gracias de Lali. Su pizza congelada había estado fuera demasiado tiempo ayer y la tiramos. Miré de nuevo a Lali. Ella me miraba, con vergüenza en sus ojos.
 
¿Por qué no te vistes?, escribí. Iremos a mi casa un rato. La familia está fuera de la isla hoy.
 
No tomó mucho más que eso. En menos de tres minutos, Lali salió de su habitación usando el mismo jean que había llevado el día anterior y un suéter que parecía haber sido usado una vez antes, también. Sin esperar a que protestara, fui a su dormitorio. Mirando alrededor, no me tomó mucho tiempo encontrar su cesta de la ropa metida en una esquina. Agarrándola, pasé junto a Lali, que parecía bastante avergonzada. Sin decir nada, Lali tomó nuestro cuaderno de la mesa y me siguió hasta el Bronco.
 
Lali parecía relajada en una forma que nunca había visto antes mientras conducíamos por la ciudad y hacia mi casa. Estaba tranquila mientras avanzábamos, mirando los árboles y las pequeñas tiendas que nos rodeaban. Era una de las raras ocasiones en que no parecía tener algo en mente, simplemente disfrutando del momento y de ser.
 
La casa estaba inusualmente tranquila cuando entramos. Tranquilo era casi tan raro en esta casa como las nevadas en la isla. Sucedía, pero parecía como un milagro cuando lo hacía.
 
Lali me siguió hasta el lavadero junto a la cocina. Había montones de ropa de todo el mundo en la habitación y me encontré con un montón de cosas de Alai todavía en la lavadora. Olía un poco mal, como si hubiera estado allí por un día o dos. Metí la ropa en la secadora de todos modos y la inicié.
 
Poniendo un poco de detergente en la máquina, eché la ropa de Lali, pretendiendo como si no estuviera viendo toda su ropa interior y sujetadores. Cerrando la tapa, me volví hacia Lali, y la encontré mirándome fijamente.
 
—Estoy impresionada —dijo asintiendo con la cabeza—. No creo que muchos chicos sepan cómo lavar la ropa.
 
Sólo sonreí. Cuando había siete niños en casa, les enseñabas a tus hijos muy temprano cómo lavar su propia ropa. A mamá le ahorraba horas de trabajo por semana. Tomas era el único que no lavaba su propia ropa.
 
Luego fui a la despensa, que era del tamaño de una habitación pequeña. Cuando mamá se iba de la isla regresaba con la furgoneta cargada con toda la comida que podía. Con tanta gente, era mucho más barato comprar fuera de la isla que aquí. Encontrando una caja vacía en el suelo, comencé a llenarla de cosas. Galletas, cereales, sopas enlatadas. Todo lo que podía caber en la caja.
 
—Peter —dijo Lali, horror llenando su rostro—. Más vale que eso no sea para mí. No puedo tomar todo eso. Es como robar.
 
Negué con la cabeza, saliendo de la despensa con la caja de Lali llena. Agarré el cuaderno. Confía en mí, escribí. Mamá no se dará cuenta. Y si lo hace, sólo le diré que hoy estaba muy hambriento.
 
—Peter —protestó, sacudiendo la cabeza—. No puedo.
 
Mira, escribí, rodando los ojos mientras miraba levantaba la vista. Voy a darles un buen regalo extra de Navidad a mamá y a papá para pagarles.
 
Me miró por un largo tiempo, y pude ver el debate interno que estaba teniendo. Finalmente, sólo sacudió la cabeza, una pequeña sonrisa propagándose. Su estómago ganó.
 
Sacando una pequeña nevera, la llené con una bolsa de restos de pavo, un par de bolsas de verduras congeladas, y unos trozos de pollo congelado. Colocándola junto a la caja de cosas no frías, fui al garaje, Lali arrastrándosedetrás de mí.
 
No me tomó mucho tiempo encontrar un calentador de un buen tamaño. Funcionaría mucho mejor que el que Lali usaba actualmente. Había intentado protestar contra esto también mientras llevaba todo a mi coche, pero sólo la despedí con la mano.
 
¿Hay algo más que necesites? Escribí cuando volvimos a entrar.
 
—En serio, Peter —dijo—. Todo esto es demasiado.
 
Señalé a mi escrito nuevamente, poniendo mis ojos en ella.

Una pequeña sonrisa se dibujo en sus labios y cerró el espacio entre nosotros. Envolvió sus brazos detrás de mi cuello, escondiendo su cara en mi pecho. —Estoy bien. Gracias.
 
La besé en la mejilla. Ella volvió su cara a la mía y mis labios encontraron los suyos, cálidos y suaves.
 
Hoy sabían como a jugo de uva.
 
Encendimos el televisor y miramos algunas malas comedias mientras esperábamos que la ropa de Lali terminara de lavarse. No pude evitar sonreír y lamí mis labios de vez en cuando, el sabor a uva todavía ahí.
 
Se sentía bien estar ayudando a alguien más, alguien que realmente lo necesitaba. Mejor que bien. No me había sentido así en mucho, mucho tiempo.

19 comentarios :

  1. Que lindo me encanta como peter ayuda a lali envés de estar sintiendo lástima por sí mismo
    Subí más noveeeeeeeeee : D

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  2. Son muy tiernos, subi otro xfii :)

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  3. Peter se siente útil ,y más ayudando a la persona k tanto quiere.

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  4. aww me encantooo
    maaass ♥

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  5. Subí más porfa me muero por leer más jaja
    : D

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  6. Me encanta lo atento que es Peter!!Y me parte el alma la situación de Lali!!Estoy súper enganchada con tu nove!!Seguí así que está muy buena!!
    Besos!!

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  7. En el capitulo anterior gritee y en este llore, en verdad me encanta la novela, gracias por subirla. Cuando la leo me duele el pecho es enserio esta buenisiimaa

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  8. q amor
    mori de ternura con peter y lali
    beso

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  9. Lo logre!!!! me puse al día!!
    en este cap. Peter es muy dulce y tierno tratando de ayudar a Lali!!!
    quiero mas!!!
    @rochi16ta

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