miércoles, 13 de noviembre de 2013

Capitulo 32

8 semanas hasta el cumpleaños de Lali

—Ahora sube—dirigía Lali. Me golpeé el dedo sobre algo duro y casi caí sobre mi cara—. Lo siento. —Trató de contener la risa, con las manos todavía fijas sobre mis ojos—. Un paso más arriba. Sólo uno más.

Me las arreglé para subir sin matarme a mismo, con una sonrisa extendiéndose en mi cara mientras puse mis manos sobre las de Lali.
 
—Está bien—dijo, sonando un poco nerviosa, lo que me puso un poco más curioso acerca de lo que estaba pasando. —Siéntate… aquí —me dirigió sobre alguna superficie. —Sólo por un segundo, y mantén los ojos cubiertos. ¡No mires a escondidas! Estaré de vuelta en un minuto.
 
Apreté los ojos cerrados e hizo un gesto saludando. Oí a Lali correteando.
 
Estaba en la casa rodante, sabía eso a ciencia cierta. Lali había ido a mi casa un par de horas después de la escuela. Por primera vez en la historia de nuestra relación, Lali había insistido en la conducción.
 
—Mantén tus ojos tapados —había dicho Lali a medida que nos deslizamos en el Bronco. Tenía la sonrisa de Peter en toda su cara. Se inclinó sobre la consola central y presionó un beso en mis labios lo que hizo que todo mi cuerpo se sintiera caliente—. Tengo una sorpresa para ti.
 
Había conducido a la casa rodante las veces suficientes para conocer la ruta, aunque no pudiera ver. También reconocía los desvencijados escalones metálicos que conducían a ella.
 
Algo dentro olía... bien. ¿Lali había cocinado?
 
—Está bien —le oí decir. Había ese tono nervioso en su voz de nuevo—. Puedes abrir los ojos.

Mis ojos inmediatamente se trabaron en Mariana.
 
Se había cambiado y peinado el cabello diferente. Lo había puesto hacia arriba o algo hacia atrás y se había colocado una ancha y blanca diadema en su pelo. Llevaba un vestido hasta la rodilla de color azul bebé que tenía lunares blancos sobre él. También llevaba estos brillantes tacones altos blancos.
 
Totalmente parecía un ama de casa de los años cincuenta.
 
Era locamente caliente.
 
Estaba moldeada en el suave resplandor de una docena de velas puestas en la mesa de comedor. En una mano equilibraba un pequeño pastel de cumpleaños que podría decir había conseguido en el mercado. Decía ¡Feliz 18vo cumpleaños Peter! en pequeñas letras rojas. En la otra mano, sostenía una percha, de la que colgaba una camisa blanca de botones y un traje de chaqueta que me di cuenta era de mi armario. También había una corbata azul bebé que hacía juego con su vestido.
 
Dejé escapar una risa silenciosa. Levantándome sobre mis pies, crucé el pequeño espacio y la besé. Me di cuenta de que todavía estaba nerviosa por todo lo que había creado, pero estaba radiante.
 
¿Eso es para yo lo use? Le pregunté levantando las cejas y señalando a los elementos en la percha.
 
—Será mejor que lo creas —dijo con una sonrisa torcida y me entregó la percha.
 
No pude evitar sonreír de regreso mientras ponía la camisa y la chaqueta en el respaldo de la silla de comedor. Manteniendo la mirada de Lali todo el tiempo, me quite mi chaqueta. Entonces me saqué mi camiseta de manga larga sobre mi cabeza.
 
—Umm —dijo Lali, sus ojos recorriendo mi pecho desnudo—. Debe ser mi cumpleaños también.
 
Dando una risa silenciosa, me abotoné la camisa y la chaqueta. Nos tomo a los dos un minuto, pero de alguna manera pusimos la corbata, incluso si no se veía muy bien.
 
—Pues míranos —dijo Lali, sonriendo mientras sostenía mi corbata en una mano, tirando de mí un paso más cerca de ella—. Todos de pareja y combinados.

Sacando mi teléfono del bolsillo de mis jeans, envolví mi brazo alrededor de los hombros de Lali. Extendiendo mi otro brazo tan lejos de nosotros como pude, nos tome una foto.
 
—Espero que tenga hambre, Sr. Lanzani —dijo Lali cuando terminé, volviéndose hacia el pequeño horno. Lo abrió, y con unas agarraderas, sacó una cazuela que ocupaba todo el espacio—. He estado trabajando en esto desde la hora del almuerzo.
 
Me preguntaba a dónde desapareciste, escribí en nuestro cuaderno, que encontré en la mesa de comedor. Una vez más me di cuenta que otra página fue arrancada. Me había olvidado de las otras, pero no iba a arruinar los planes de Lali por preguntarle acerca de ellas.
 
—Así que más vale que sea bueno. —La cara de Lali de repente no parecía tan segura.
 
Apartó el papel de aluminio que cubría el plato y sabía sin ninguna duda que la amaría por siempre.
 
Había hecho un asado a la olla perfecto, cubierto de patatas, zanahorias y cebollas. A continuación sacó una bolsa de rollos.
 
—Tu mamá dijo que era tu comida favorita —dijo Lali mientras comprobaba el centro de la carne—. La taladré con preguntas sobre cómo hacerlo, y luego la hice a escribirlo todo para mí. —Asintió con la cabeza hacia un pedazo de rayado papel amarillo sobre el pequeño mostrador.
 
Puse mis manos sobre las caderas de Lali, abrazando mi cuerpo al de ella. Hizo una pausa, colocando sus manos sobre las mías. Dejando que sus ojos cerraran, se apoyó hacia atrás en mí.
 
No pienso en el futuro lejano con demasiada frecuencia, no fantasee con Lali y yo en cinco o diez años. Pero lo hice entonces. Nos imagine en un pequeño apartamento, cutre, pobre como la suciedad, luchando por sobrevivir mientras nos abrimos paso hasta la universidad, casados y enamorados. No importa lo que la vida nos ha traiga, siempre nos tendremos el uno al otro.
 
De repente quería aferrarme a la esperanza de ese futuro.
 
Le dio un beso en la mejilla y me instruyó a sentarme y dejarla hacer su trabajo.
 
¿De dónde sacaste ese vestido? Escribí mientras la miraba.

—Era de mi madre —dijo—. Algún viejo traje de antes de que yo naciera.
 
La comida fue perfecta. Toda la noche fue perfecta mientras nos sentamos en la cutre mesa de comedor de Lali en su mierda de casa rodante. Apagamos todas las luces y comimos a luz de las velas, sin decir una palabra, sólo escribiendo en el cuaderno de vez en cuando.
 
Justo antes de partir el pastel, Lali escribió FELIZ CUMPLEAÑOS 18vo, CON MUCHOS MÁS POR VENIR, en grandes letras en negrita en dos páginas enteras.
 
Esperaba que tal vez Lali hubiera pensado en estar ahí para cada uno de esos cumpleaños por venir.

8 semanas para el cumpleaños de Lali
5 meses para la graduación

Me senté a ver televisión la noche después de mi cumpleaños, era un espectáculo sobre vampiros que Euge me convenció para ver con ella, aunque se quedó dormida a la mitad.
 
—Peter —dijo mi mamá mientras entraba en la habitación—. ¿Puedo hablar contigo por un segundo?
 
Miré a Euge cuya cabeza descansaba en mi muslo y me las arreglé para moverme sin despertarla. Afortunadamente, Euge dormía como un muerto. Siguiendo a mamá a la cocina, de repente me sentí nervioso. Cuando una mamá pregunta si puede hablar contigo de esa forma, usualmente no es sobre algo bueno.
 
Colocó sus codos en la barra, apoyando su barbilla en su palma, y yo me senté en un taburete. De cierta forma se sentía como si estuviera en la oficina de mamá.
 
—Estoy un poco preocupada por Lali —dijo, sus ojos mostraban preocupación—. Toda la isla ha estado hablando sobre ella, ¿está bien?
 
Agarré el cuaderno que estaba sobre el mostrador. No vas a creer los chismes de la isla, ¿no?
 
—No quiero —dijo, su rostro serio—. Veo a Lali comer todo el tiempo cuando está en nuestra casa. Trato de engordarla lo mejor que puedo cuando está aquí. Pero Peter, todo el mundo está diciendo que tiene un desorden alimenticio, y no puedo hacer otra cosa que preguntármelo. Sólo mira lo delgada que está este año.

Estaba a punto de escribir “ella está bien” pero tenía que pensar en ello. Lali podría haber ganado 2 kilogramos desde que estamos juntos, pero todavía estaba alrededor de los 45 kilogramos.
 
No tiene un desorden alimenticio, escribí. Créeme. La veo comer todo el tiempo. Y no está vomitándolo. Lo notaría…
 
Mamá se rió entre dientes, sus ojos se colocaron brillantes. —Bueno, me alegra escucharlo. Los desordenes alimenticios dan miedo. Aparte de eso, ¿está bien? Siempre luce tan cansada. Y no se viste exactamente genial. ¿Su…su madre perdió el trabajo? ¿Necesitan alguna ayuda económica?
 
Mi corazón empezó a latir más rápido cuando sacó el tema de la madre de Lali. Era lindo que mamá preguntara si necesitaban ayuda con el dinero, pero sabía que mis padres no podían darles dinero.
 
Están pasando un tiempo difícil, escribí. Mentira. Las cosas mejorarán.
 
Pareciendo haber dejado a mi madre satisfecha, me dejó volver a mirar la televisión. Pero tuve una sensación de malestar en la boca del estómago mientras me acomodaba de nuevo en el sofá. Decir que las cosas estarán bien, ¿era otra mentira? La vida de Lali podría derrumbarse en cualquier momento. A Lali solo le quedaban un par de piezas de su vida. No podía darse el lujo de perder los pocos pedazos que le quedaban.
 
Sólo quedaban ocho semanas. Necesitábamos mantener todo tranquilo y bajo la alfombra por ocho semanas más. De alguna manera, iba a tener que encontrar una forma de ayudar más a Lali. No podía seguir siendo tan delgada y lucir tan andrajosa. Por su salud, y para mantener la fea verdad oculta.

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