jueves, 28 de noviembre de 2013

Capitulo 2

A las diez, me tiro en mi cama. Los acontecimientos de hoy siguen corriendo por mi cabeza. Fue impresionante, pero mañana será eclipsado todo. Va a ser un infierno. Tal vez debería faltar a la escuela. Sin embargo, eso no va a resolver nada, se burlarán más de mí al día siguiente. Genial, amo mi vida.

Capitulo 2

Me las arreglé para pasar el último período sin ver a Paula o a cualquiera de sus amigas. Eso es bueno. Podría ser porque comí el almuerzo en el laboratorio de química. De todos modos, la siguiente prueba de buena fortuna será la clase de arte en pocos minutos. ¿Por qué mi clase favorita, también tenía que ser la más temida?
 
Espero pacientemente a que el último timbre suene. Corro a clase y rápidamente me dirijo a mi asiento en la esquina. Paula, Melody y Belen están de nuevo sentadas cruzando el pasillo. La mirada de Paula está cavando en un lado de mi cabeza. Hago un gran esfuerzo para asegurarme de no mirarla.
 
Hoy, estamos empezando un proyecto de pintura de color de agua. Genial, eso significa que tengo que salir de mi asiento e ir por los suministros. Cuando mi maestro da la indicación para empezar, no tengo más remedio que dirigirme hacia la parte delantera del salón. Puedo sentir a Paula caminar rápidamente en mis talones. Cuando llegamos a la zona de suministros, la oigo decir.
 
—Fue un pequeño y agradable espectáculo el que hiciste ayer. ¿Cuánto le pagaste al tipo?
 
—Nada —gimo, agarrando los pinceles.
 
—Sí, claro —dice entre dientes—. ¿Cuál era su nombre otra vez?
 
Suspirando, le digo.
 
—Peter, su nombre es Peter Lanzani.
 
—Mhmm, apuesto a que no sabes nada más de él. Es difícil hacerlo cuando le estás pagando para que sea tu novio.
 
Mi mirada se vuelve hacia ella.
 
—No hubo dinero pasando por nuestras manos. De todos modos, no es mi novio.
 
—Sí, su nombre probablemente ni siquiera es Peter —dice riendo.
 
Enojada, me dirijo a ella.
 
—Su nombre es Peter Lanzani. Tiene 21 años y es de Texas. No necesito contestar ninguna de tus preguntas. No le pagué ni un maldito centavo. Así que mantén tus comentarios sarcásticos para ti misma. 

Paula levanta una ceja.

—Bueno, bueno, bueno, alguien tiene agallas hoy. Fue un pequeño y bonito toque el de ayer cuando nos mostró el dedo.
 
—Bueno, ¿no es ése el típico adiós que ustedes obtienen? —espeto con dureza.
 
Ahora, se burla.
 
—Cuando nunca lo veamos de nuevo, porque todas sabemos que le pagaste, sólo probará que tengo razón.
 
Agarro el resto de los suministros y murmuro.
 
—Lo que sea Paula.
 
—¿Hay algún problema aquí? —pregunta nuestro profesor de arte.
 
—No. —Se ríe Paula, moviendo las pestañas.
 
Él se vuelve hacia mí.
 
—Mariana, ¿todo está bien?
 
—Sí —le respondo, girando y caminando de regreso a mi asiento.
 
Al menos Paula me ignora el resto de la clase. Pintar aleja un poco de mi molestia. Cuando la clase termina, rápidamente me dirijo fuera. Casi corro a mi casillero. La puerta de mi casillero se pega y maldigo en voz baja. De repente, aparece una mano y tira de ella abriéndola por mí. Mi cabeza se voltea para ver a Pablo.
 
—Gracias —chillo.
 
—Estos casilleros son demasiado viejos para ser usados —responde.
 
—Sí —digo, sólo mirándolo.
 
Pablo vuelve a su casillero y empieza a meter sus libros. Rápidamente hago lo mismo. Él cierra su puerta de un golpe y se limita a asentir hacia mí. Ni siquiera puedo moverme. Pasa junto a mí, y puedo oler su colonia. Pablo huele tan bien.
 
De repente, veo a Paula venir por el pasillo. Rápidamente tomo mi libro de ciencia, la mochila y camino por el pasillo. Casi tropezando con mis pasos. Cuando llego a la acera, camino tan rápidamente como puedo fuera de la escuela. Me parece oír mi nombre, pero yo, por supuesto, lo ignoro. Lo oigo de nuevo, y camino más rápido. De repente, tiran de mi brazo y me veo obligada a detenerme. Dándome la vuelta, estoy a punto de gritarle a Paula, pero en lugar de eso chillo.
 
Peter suspira profundamente.
 
—¿Estás sorda, o ignorándome?
 
—Pensé que eras Paula —le respondo.
 
—¿Sueno como una chica? —dice jadeando.

Sacudo la cabeza.
 
—No, ni siquiera registré quién me estaba llamando. ¿Qué estás haciendo aquí?
 
—Pensaba que te podría llevar a casa —dice, sonriendo.
 
Lo miro un poco estupefacta.
 
—¿Por qué demonios querrías hacer eso?
 
—Bueno, por esa razón… —Se vuelve y apunta a la acera. Paula está de pie allí con sus dos secuaces. Peter las saluda. La conmocionada expresión facial de Paula no cambia. Volviéndose de nuevo hacia mí, dice—. Quiero ayudarte.
 
—¿Ayudarme a hacer qué? —pregunto.
 
—A tener más confianza —responde—. No pareces estar dándote el crédito suficiente, de todos modos, esto realmente debe hervir la sangre de esa chica.
 
Eso me hace reír.
 
—Si me haces un favor, te prometo que seré tu esclava y limpiaré tu casa.
 
—No querrás prometerme eso. Soy un tipo soltero. Mi apartamento es atroz, pero te haré el favor. ¿Qué es? —pregunta.
 
Empujo la cabeza en dirección a Paula.
 
—Ve y dile que no te pagué, por favor.
 
Con una mirada horrorizada en su rostro, Peter grita.
 
—¿¡Piensa que me pagaste por lo de ayer!?
 
—Shhhh —lo callo—. No grites eso.
 
—Vamos —dice, agarrando mi mano. Peter me arrastra de nuevo por la acera hacia Paula—. ¿Cuál es tu problema? —espeta.
 
Los ojos de Paula se agrandan.
 
—¿Qué?
 
Peter pone una de esas sonrisas asesinas.
 
—Ella no me pagó.
 
Con sus cejas elevándose, ella responde.
 
—¿Por lo menos la conoces?
 
—Sí, sé dónde vive, ¿tú lo sabes?
 
—No —se burla Paula—. ¿Por qué habría de importarme?
 
Cruzando sus brazos, Peter dice:

—Eso es lo que sigo preguntando. Nos conocemos. Como dije, sigo invitándola a salir, pero ella dice que no.
 
—¿Por qué? —Melody finalmente suelta, mirándome—. Es hermoso.
 
Eso hace que Peter mueva las cejas.
 
—Gracias.
 
Melody le sonríe, tratando de ser seductora. Quiero darle un puñetazo en la cara. No tanto como a Paula, pero sin embargo lo deseo. Siento el brazo de Peter envolverse a mi alrededor. Paula mueve los hombros un poco.
 
—¿De dónde eres? —pregunta.
 
—Texas —responde.
 
—¿Cuántos años tienes?
 
Poniendo los ojos en blanco, él suspira.
 
—21.
 
—¿Cuántos años tiene ella?
 
—18 —replica—. Ésas son suficientes preguntas. Nos vamos ahora. Señoritas que tengan un maravilloso día. —Peter agarra mi mano y caminamos hacia su motocicleta, que está en la calle. Cuando estamos lo suficientemente lejos, dice—: Esas chicas son realmente molestas.
 
—Dímelo a mí —suspiro—. Muchas gracias por defenderme de nuevo allí, pero no tienes que hacer esto.
 
Peter me sonríe.
 
—Recuerda, dijiste que limpiarías mi apartamento.
 
Me eché a reír.
 
—Dije eso, ¿no? Bien, supongo que tengo que limpiar tu lugar.
 
—No hoy, sin embargo —se ríe Peter. Me pasa su casco—. Súbete.
 
—¿No crees que deberías estar usando uno de estos? —le pregunto.
 
Se encoge los hombros y dice.
 
—Sí, hay uno en mi casa. Podemos detenernos y recogerlo. Por supuesto, no creo que debas ir con algún tipo extraño a su apartamento.
 
—¿Vas a matarme, ponerme en una bolsa de basura y tirarme en el basurero?
 
Chasquea los dedos.
 
—Mi plan se frustró una vez más. Súbete, puedes esperar afuera.
 
Con una sonrisa, meto mi libro en mi mochila y me subo. Él da la vuelta y toma velocidad alejándose por la calle. Espero que sea un buen conductor. Cuando empezamos a mantener una velocidad normal, me siento más derecha y descanso mis manos sobre sus lados. Esto es realmente divertido. Nos abrimos paso por las tranquilas calles y luego se detiene en una vieja casa de ladrillo. Cuando aparca la motocicleta, me bajo.
 
—¿Vives aquí? —le pregunto.
 
Asiente.
 
—Síp, en la planta superior. Una anciana vive abajo. La ayudo con cosas y me sale más barato el alquiler.
 
—¿Qué haces?
 
—¿Qué quieres decir? —pregunta.
 
Agitando la mano, le digo.
 
—De trabajo, ¿qué haces?
 
—Trabajo en motocicletas, en Rick’s —responde—. No es a tiempo completo, pero paga lo suficiente.
 
Asiento.
 
—Genial.
 
—¿Vas a esperar aquí? —pregunta.
 
Mis ojos se amplían.
 
—¿Me estás invitando a entrar?
 
Riendo, sacude la cabeza.
 
—Bueno, no me importaría, pero para tranquilizarte, puedes quedarte aquí.
 
—Está bien —digo torpemente entre dientes.
 
Salta de la motocicleta, y se acerca a las escaleras que conducen arriba. Dándose la vuelta, grita.
 
—No vayas a ninguna parte.
 
—No estaba pensando hacerlo —le grito en respuesta. Esto es extraño. Debería encontrar esto raro. Debería encontrarlo raro, pero es muy agradable. Por supuesto, no sé nada de él. Podría ser una malvada y peligrosa amenaza para la sociedad. Pensándolo bien, un chico malo suena divertido.
 
Cambio de peso en mis pies y miro alrededor del vecindario. Es agradable, tranquilo. Una chica que conocí en la escuela primaria vivía cerca de aquí, una de las últimas amigas que tuve. Se fue en la secundaria. Tengo unas pocas personas en la escuela a las que considero mis amigos, pero me lo guardo en su mayor parte. Mi mamá es un gran obstáculo. Se agrega a mis rarezas y tenemos un problema.
 
—Oye —oigo un grito a mi lado. Salto y veo a Peter.
 
—¡Me asustaste completamente! —le grito.
 
Él sólo se ríe.
 
—¡Increíble! —Poniéndose el otro casco, dice—. ¿A dónde quieres ir?
 
—¿Por qué haces esto? —le pregunto vacilante.
 
Peter se detiene e inclina la cabeza.
 
—¿Qué quieres decir?
 
—Quiero decir… mírate y luego da una buena mirada hacia mí. Los tipos como tú, no salen con chicas como yo.
 
Poniendo los ojos en blanco, gime.
 
—Súbete a la motocicleta. Quiero llevarte a un lugar.
 
—No me respondiste —afirmo, poniéndome el casco.
 
—Responderé a tu pregunta cuando lleguemos a donde vamos — contesta subiéndose a la motocicleta. Se da la vuelta y le da palmaditas al asiento en la parte posterior—. Vamos.
 
En contra de mi mejor juicio, me subo a la motocicleta.
 
—¿A dónde vamos?
 
—Ya verás —dice, mientras acelera el motor. Arrancamos rápidamente, y chillo un poco.
 
Veo como nos dirigimos hacia una de las antiguas carreteras. Peter gira a la izquierda por un camino de tierra, y ahora estamos en medio de la nada. Genial, moriré. Acabo de subirme a una motocicleta, con un extraño, y ahora estoy en el bosque. Voy a morir. Con suerte, será rápido.
 
Llegamos a un camino sin salida, y Peter detiene la motocicleta.
 
—Tenemos que caminar el resto del camino —se da la vuelta y digo.
 
—¿Estos serán mis últimos pasos? Quiero decir, ¿tienes un hacha escondida en el bosque en algún lugar?
 
Eso hace que se eche a reír.
 
—Escucha, no planeo lastimarte. Si te sientes incómoda, puedo llevarte a casa.
 
Sacudiendo la cabeza, digo.
 
—No, no, estoy bien. Sigamos.
 
Pone la motocicleta sobre su pata de soporte y pone el casco en el asiento.

—Con cuidado, coloca el casco en el suelo y ven conmigo.
 
—Está bien —le respondo. Pongo el casco con cuidado en el suelo y camino hacia él. Me anima con su cabeza. Estúpidamente empiezo a seguirlo por un camino. Caminamos en silencio por un tiempo—. ¿A dónde vamos?
 
—Eres impaciente, ¿cierto? —se ríe—. Casi estamos allí.
 
De repente, el camino conduce a un pequeño claro. El río corre directamente a través de él. Es precioso, y lo digo.
 
—Este lugar es hermoso.
 
—Eso pensé —responde—. Cuando estoy aburrido, manejo al azar por las carreteras. Te sorprenderías de lo que te encuentras.
 
—Esto es genial —afirmo. Peter se acerca y se sienta en la hierba—. ¿Por qué me trajiste aquí?
 
Encogiéndose de hombros, dice.
 
—¿Por qué no?
 
Me acerco y me siento frente a él. Me quito mi mochila, dejándola en mi regazo.
 
—Me siento como si estuviera en una película o algo así.
 
—¿Por qué dices eso?
 
Lo miro un minuto.
 
—¿En serio? ¿Me estás preguntando eso? —Sólo me mira con una sonrisa perfecta—. Dijiste que responderías a mi pregunta.
 
—Sí, lo hice, ¿cierto? Quieres saber lo que estoy haciendo.
 
—Sí, eso estaría bien —le respondo.
 
Con sus bonitos ojos verdes, me mira.
 
—Me recuerdas a alguien de quien era realmente cercano, y quiero ayudarte.
 
—Creo que estoy más allá de la ayuda —afirmo.
 
—¿Cuál es el problema contigo misma? Pareces una gran persona.
 
Gimiendo, digo.
 
—Tengo problemas más complicados que las personas normales.
 
—Déjame ayudarte con eso —replica Peter.
 
Mis ojos casi ruedan en la parte posterior de mi cabeza.
 
—¿Cómo me ayudarás?
 
—¿Cómo quieres que sea tu vida? —pregunta.

Eso me hace pensar por un minuto. Suspiro.
 
—Me gustaría tener más amigos. Deseo al menos lucir como una chica normal. Hay muchas cosas que deseo.
 
—Bueno, con todas esas cosas te puedo ayudar.
 
Mirándolo, le pregunto.
 
—¿Cómo?
 
—Sólo tendrás que confiar en mí, ¿de acuerdo? —responde Peter, con una gran sonrisa.
 
—¿Por qué habría de hacerlo? —pregunto.
 
—¿Qué podrías perder? —replica.
 
Con un poco de ceño fruncido, digo.
 
—Nada, en realidad.
 
—Bien, empezaremos ahora mismo. Háblame de ti.
 
¿Qué digo a eso?
 
—Me guardo las cosas para mí. Tengo una vida de mierda en casa, de la que no voy a entrar en detalles.
 
—¿Qué te gusta hacer?
 
—Dibujar, soy una aspirante a ser artista, supongo que se podría decir eso —susurro. Apartando mi mochila de un tirón, se levanta. Lo sigo rápidamente.
 
Se sale del camino y abre mi mochila.
 
—¡Ajá! Tal como lo sospechaba, un libro de dibujo.
 
—Dámelo —grito—. ¡Por favor! ¡Nadie nunca ha mirado eso!
 
Volviéndose de nuevo hacia mí, dice.
 
—¿Nunca le has mostrado a nadie tu trabajo?
 
—No —le digo, agarrando mi mochila—. El único arte que alguien ha visto es en clase, lo que diría que es mi respiro de la escuela, pero Paula también está en la clase. Ella presta más atención en hacer de mi vida un infierno, que a la clase.
 
—¿A qué hora es? —me pregunta.
 
Tomo una respiración profunda.
 
—En el último período, que es donde comienzan mis excelentes tardes.
 
Peter me mira.
 
—Haces que suene como que tu vida apesta.

—Así es. Realmente apesta —me quejo, dejándome caer de nuevo en el suelo—. No tienes idea.
 
—Te daré este consejo. Aprecia la vida, sólo tienes una.
 
Mirándolo.
 
—¿Puedo tener la de alguien más?
 
Resopla.
 
—Me aseguraré de que quieras la tuya.
 
—Soy tan ridículamente patética —suspiro—. Ni siquiera puedo hablar con los chicos. Por supuesto, nunca he tratado.
 
—¿Por qué no?
 
Ahora, tiene que ser estúpido.
 
—Soy horrible.
 
—No creo que te veas horrible —responde Peter, volviendo a sentarse delante de mí.
 
—Entonces no deberías llevarnos a ningún lugar, porque estás ciego.
 
Peter se cae de la risa. Se acuesta y pone sus brazos detrás de su cabeza.
 
—La belleza está en el ojo del que mira, y lo que necesitas es darte más crédito. Si quieres ser diferente, entonces haz algunos cambios.
 
—Ésa es la cosa —suspiro—. No tengo ni idea de qué hacer. No podría decirte cómo peinar mi cabello, o cómo vestirme. ¿Ves lo que estoy usando?
 
—Sí —dice Peter—. Creo que tienes tu propio sentido del estilo.
 
—Sí, si te gusta la gente que se viste a ciegas en la oscuridad.
 
Mirando hacia el cielo, Peter suspira.
 
—Serás mucho trabajo.
 
—No necesito ser tu caso de caridad —espeto.
 
—No quise decirlo de esa manera, cálmate. Quiero decir, impulsar tu autoestima. Tienes que ver lo que yo veo.
 
Cruzando los brazos, pregunto sarcásticamente.
 
—¿Y qué es lo que ves?
 
—A esta gran chica que parece ser una buena persona. No creo que necesites hacer algo contigo misma, pero si quieres, te ayudaré.
 
—Está bien —refunfuño—. No puedo creer que esté haciendo esto. — Hay una pausa mientras miramos a lo lejos—. Sinceramente, lo único que quiero por encima de todo, es dejar de ser molestada. Siempre pensé que si alejaba todas las cosas malas, ellos sólo me dejarían en paz.
 
Peter se sienta y me mira.
 
—Te prometo que Paula nunca más se meterá contigo cuando yo haya terminado.
 
—¿Cómo garantizarás eso? —le pregunto.
 
—Sólo confía en mí. De todos modos, oí un gran consejo una vez. La secundaria apesta. Es difícil. Sin embargo, son sólo cuatro años de tu vida. Cuando eres adolescente eso es mucho, pero cuando te gradúes y ya no estés en la secundaria, rara vez tendrás que ver esas personas alguna vez. Puedes hacer lo que quieras. Puedes mudarte a otro lugar. Son cuatro años, sólo cuatro. Una vez que terminan, un nuevo mundo se abre y no tienes que recordar ni pensar en la secundaria si no quieres.
 
Tratando de no sonreír, digo.
 
—Sólo un año más, acabo de cumplir 18. Por lo tanto, creo que no tendré que esperar tanto.
 
—¿Cuándo fue tu cumpleaños?
 
—No el sábado pasado, sino el de antes de ése —suspiro—. Odio mi cumpleaños sin embargo.
 
Con una inclinación de cabeza, Peter pregunta.
 
—¿Por qué?
 
—No he hecho nada para mi cumpleaños desde que tenía 8 años. Mi mamá a veces lo recuerda, pero en su mayor parte lo olvida, o no le importa. Así que, este año, ni una sola persona siquiera recordó mi cumpleaños, a excepción de mi profesor de arte. Él me dio un nuevo conjunto de lápices de carbón, unos muy bonitos.
 
—Bueno, entonces, tenemos que seguir —grita Peter alegremente, mientras se levanta.
 
Extiende su mano y me agarra. Me levanto y pregunto.
 
—¿A dónde vamos ahora?
 
—Vamos a celebrar tu cumpleaños.

29 comentarios :

  1. q peter le ayude a lali pobre! mas

    ResponderEliminar
  2. Que lindo pobre lali ni un pastel te cumpleaños tubo en su día
    Subí más noveeee me encanta

    ATTE: Valeria : )

    ResponderEliminar
  3. Donde encuentro uno así?? Me encanta más!!

    ResponderEliminar
  4. Dios demaciado bueno! Que sera porque sera? Es Obvio que hay otra explicación no sólo que l pueda gustar lali hay otra cosa quiero saber besos oca

    ResponderEliminar
  5. K bello se comporta Peter con Lali

    ResponderEliminar