jueves, 28 de noviembre de 2013

Capitulo 3

—Bueno, entonces, tenemos que seguir —grita Peter alegremente, mientras se levanta.
 
Extiende su mano y me agarra. Me levanto y pregunto.
 
—¿A dónde vamos ahora?

—Vamos a celebrar tu cumpleaños.

Capitulo 3

Empiezo a mover la cabeza, y sigo.
 
—No, no, no, ¡eso no es por lo que te lo dije!
 
—Lo sé, pero tengo hambre e iremos para tener una cena de cumpleaños. Todo el mundo necesita algún tipo de pastel para su cumpleaños. Nunca cocinaría para ti porque no puedo cocinar ni para salvar mi vida, pero el restaurante tendrá pastel. Vamos, será divertido — dice Peter, con su grande y hermosa sonrisa.

—Bueno, está bien —respondo—. Puedo pagar por mí, sin embargo.
 
Peter se burla.
 
—¿Quién paga por su propia cena de cumpleaños?
 
—Me acabas de conocer, ¡no tienes que hacerlo!
 
Mirándome con una mirada muy seria, Peter dice en voz baja.
 
—Déjame hacer esto.
 
La mirada en sus ojos me dice que no discuta.
 
—Está bien —susurro. Toma mi mano y me empuja hacia el camino.
 
Cuando llegamos a la motocicleta, dice.
 
—¿Conducirías?
 
Jadeante, digo.
 
—¡No! ¡Ni siquiera tengo mi licencia de conducir! ¡No puedo conducir una motocicleta!
 
—¿Por qué no tienes licencia de conducir?
 
Mi mirada se dispara hacia la distancia.
 
—Mi mamá nunca me dejó conseguirla. He estudiado y memorizado el manual, así que en cuanto me gradúe y consiga un verdadero trabajo. Conseguiré una.
 
—¿Por qué no tienes trabajo en este momento? Podrías trabajar de noche o los fines de semana —señala Peter, mientras se coloca el casco.
 
Tomando una respiración profunda, respondo.
 
—Mi mamá necesita mucha ayuda, y es más o menos mi responsabilidad cuidar de ella.
 
—¿Está enferma? —pregunta, vacilante.
 
Resoplando, replico.
 
—Se podría decir eso. Realmente no hablo de mi vida en casa con nadie, sin ofender.
 
—No me ofendo, te conseguiré tu licencia antes de que terminemos, también. La necesitarás.
 
—No tienes un auto en el cual enseñarme —le señalo.
 
Poniendo una gran sonrisa en su rostro, Peter dice.
 
—¿Quién dice que no tengo auto?
 
—No lo sé. No vi uno en tu casa. Por supuesto, no estaba realmente buscando uno.

—Está en el taller en este momento. Arreglando algunos problemas de funcionamiento. Ahora, súbete a la motocicleta. Tengo mucha hambre.
 
Me pongo el casco, la mochila y subo en la parte trasera.
 
—¿A dónde vamos?
 
—¿Hay algo especial que quieras? —pregunta.
 
—No, quizás un lugar que no sea tan popular. Me gustan los restaurantes más tranquilos.
 
Encendiendo la motocicleta, Peter asiente.
 
—Me parece bien.
 
Conducimos por la ciudad, serpenteando a través de las calles. Estoy empezando a pensar que no tiene idea de a dónde vamos. Finalmente, nos detenemos en un pequeño edificio.
 
—¿Qué es este lugar?
 
—Es un pequeño restaurante mexicano. Tienen los mejores burritos. ¡Cómo del tamaño de tu cabeza!
 
—Oh, bien —me río. Caminamos dentro y el olor de la buena comida inmediatamente me golpea. Hace que mi estómago gruña. Mamá puede alimentarse sola esta noche. Esto va a ser grandioso.
 
Peter se desliza dentro de una de las cabinas y me siento frente a él. Una camarera aparece.
 
—¿Qué puedo traerles de beber?
 
—Una cerveza, por favor —dice Peter, entregándole su documento de identidad.
 
—Cualquier soda de dieta está bien para mí —agrego.
 
La camarera asiente y se va. Peter me mira.
 
—Así que, mañana es viernes y tengo que trabajar todo el día, pero el sábado y el domingo, estoy libre. ¿Podemos empezar entonces?
 
—Claro —le respondo—. No me gusta estar en casa los fines de semana de todos modos.
 
—Tengo grandes planes para ti, jovencita. Aunque tenemos que empezar lentamente. Si lo hacemos todo a la vez, será uno de esos clichés que transforman las cosas. Oh, mira, ella se operó todo y ahora es una nueva persona. Haremos las cosas con lentitud, de modo que no seas un blanco fácil para esa chica.
 
Riendo, le digo.
 
—Has estado pensando en esto, ¿no es así?

—Pensé mucho en ello anoche —responde Peter, casi en voz baja. Rápidamente cambia de tema—. ¿Qué tipo de ropa te gustaría usar?
 
—Ése es el punto. ¡No lo sé! No quiero ser extravagante ni nada.
 
Con un suspiro de exasperación, Peter gime con sarcasmo.
 
—Bien, sin vestidos ajustados de cuero.
 
Eso me hace reír.
 
—No, lo siento, sin nada de ropa ajustada.
 
—Es una pena, la ropa ajustada es sexy. —Peter menea las cejas.
 
—No creo que pueda ser sexy, pero algo normal es suficiente. Quiero ser normal.
 
Peter me guiña un ojo.
 
—Te verás muy sexy. Confía en mí.
 
Ahora, mi cara tiene que haberse puesto roja.
 
—Lo dudo.
 
De repente, la camarera se acerca. Deja la cerveza de Peter y mi bebida.
 
—¿Qué les sirvo?
 
—Oh —replico—. Ni siquiera he visto el menú.
 
—Está bien —exclama Peter—. ¿Comes carne? —asiento. Se vuelve hacia la camarera—. Denos dos números tres.
 
La camarera sonríe y dice.
 
—Pediré la orden.
 
Inclinándome, pregunto.
 
—¿Qué nos acabas de pedir?
 
—¡Te va a encantar! Confía en mí. Entonces, háblame de ti. No me tienes que mostrar tu arte, pero tiene que haber otras cosas.
 
Me muerdo el labio. ¿Realmente haré esto? Nunca lo he hecho antes. Tomando una respiración profunda, meto la mano en mi mochila y saco mi cuaderno de bocetos. Los pongo encima de la mesa.
 
—Puedes verlos.
 
—¿En serio?
 
Cierro los ojos y digo.
 
—Tómalo antes de que me acobarde.

Arrebata el libro de mi mano. Peter lo pone encima de la mesa y abre la cubierta. Creo que vomitaré sobre la mesa, mi estómago está hecho nudos.
 
—Mariana —susurra—. Estos son increíbles.
 
—¿En serio? —pregunto vacilante—. ¿No sólo lo estás diciendo?
 
—¡No! —exclama en voz baja—. Tienes que ir a una escuela de arte. Son increíbles. Mira los detalles. Capturas a las personas. Quiero decir, es como si los vieras, sus personalidades. —Lo veo pasar lentamente las páginas—. Bien, ¡ahora este es el mejor!
 
Me echo a reír.
 
—Sí, estaba un poco agitada.
 
—Pero hiciste la guillotina perfectamente —se ríe Peter—. La expresión en la cara de Paula es también bastante exacta. —De repente, voltea la última página. ¡Oh no! Salto sobre la mesa y cierro el libro. Peter sólo se ríe. Da un tirón al libro desde debajo de mis manos.
 
—Ahora, ahora, ahora, tienes que dejar que me vea a mí mismo.
 
—No, por favor, apenas lo hice anoche. Por favor, oh, esto es tan vergonzoso.
 
Abre el libro de nuevo y mira mi bosquejo de él.
 
—Me haces ver mucho mejor de lo que realmente soy.
 
—Peter, eres hermoso. No actúes como si no lo supieras —espeto alegremente.
 
Como única respuesta a lo que dije levanta las cejas.
 
—¿Puedo quedarme con éste?
 
—¿Qué? ¿Por qué querrías eso?
 
—Porque tú lo dibujaste, y es genial —responde Peter.
 
¿Realmente lo quiere?
 
—Claro, puedes quedártelo.
 
—¿Estás segura? Siempre puedes enmarcarlo y ponerlo en tu habitación y contemplarlo todas las noches cuando te vayas a dormir. — Estallo en risas. Él tiene una sorprendida expresión en su rostro—. No es divertido.
 
—Oh, pobrecito, apuesto a que ya tienes chicas suspirando por ti. No necesitas otra.
 
Dándome una sonrisa torcida, Peter dice.
 
—Nunca puedes tener demasiadas fanáticas.

—Oh, Dios —gimo, mirando hacia otro lado.
 
De repente, se abre la puerta. Me doy la vuelta para mirar. Mi corazón se cae. Rápidamente me doy la vuelta y miro por la ventana. En serio, ¿por qué siempre me pasa esto a mí? Puedo ver a Peter mirándome. Mira a la gente que acaba de entrar y luego a mí.
 
—¿No es ese el chico de ayer? —pregunta.
 
—Sí —siseo en voz baja—. Su nombre es Pablo.
 
—¿Por qué estamos susurrando? —pregunta Peter, inclinándose hacia adelante.
 
—Porque —le respondo con dureza—. No quiero que se dé cuenta de que estoy aquí.
 
Peter tiene una mirada atónita en su rostro. De repente, sus ojos se centran en mí.
 
—Te gusta, ¿verdad?
 
—¡Cállate! —exclamo. Bueno, eso puede haber sido demasiado fuerte, porque Pablo nos mira. Oh, voy a morir ahora.
 
Tratando de no reír, Peter dice en voz baja.
 
—Sólo actúa normal, o harás que sea muy evidente.
 
—Eso es más fácil decirlo que hacerlo —replico—. No puedo funcionar cuando está alrededor.
 
Levantándose, Peter se desliza en la cabina al lado mío. Me muevo.
 
—Aquí, de esta forma ni siquiera tendrás que verlo.
 
—Gracias —suspiro.
 
—¿Por qué no hablas con él? —pregunta Peter.
 
Con un gemido, contesto.
 
—Lo he hecho. Él no suele responder.
 
—Bueno, eso es algo estúpido para hacer, ¿y te gusta este tipo?
 
Puedo sentir el calor subir a mi cara.
 
—Sí, no me preguntes por qué, pero lo hago.
 
—Tenemos una nueva meta, entonces. —Peter sonríe. Se inclina hacia atrás y pone su brazo alrededor de mí.
 
—¿Qué estás haciendo?
 
Peter sonríe.
 
—Haciendo que se fije en ti.
 
—No quiero eso —me quejo.

Inclinándose dice.
 
—Sí, lo quieres. Confía en mí en esto. —En contra de mi mejor juicio, dejo que mis ojos deambulen sobre Pablo. Está mirando hacia nosotros.
 
Rápidamente miro hacia otro lado.
 
—Tienes que relajarte. —Peter se ríe.
 
—¡Cállate! —Peter se acerca a la mesa y agarra mi cuaderno de bocetos—. Por favor, deja eso —le espeto.
 
—¿En serio? ¿Los verá a través de todo el restaurante? R-E-L-Á-J-A-T-E. —Abre el bloc de dibujos al principio—. Eres genial con los retratos. Me gustaría tener tu talento. No tengo ningún talento artístico. Puedo desmantelar una motocicleta y juntarla de nuevo, pero no puedo dibujar una persona de palo.
 
Desviándome, digo.
 
—No es tan difícil para mí. Empecé a dibujar cuando era más joven para escapar de mi vida. Ya sabes, haciendo mundos a donde las cosas estaban bien. Mi maestro en la secundaria vio que tenía talento. Iba donde él después de la escuela y me ayudaba, y me daba consejos.
 
—Tienes que ir a una escuela de arte —me insta Peter—. En serio, podrías obtener una beca.
 
—Eso es lo que mi actual profesor de arte sigue diciendo —suspiro—. Incluso me dio las solicitudes, pero no puedo pensar en la universidad.
 
Sacudiendo la cabeza, Peter pregunta.
 
—¿Por qué?
 
—Mi vida no me conduce a la universidad. Planeo ir, pero no ahora.
 
Con sus ojos mirando directamente hacia mí, Peter dice.
 
—No dejes que nada se interponga en tu camino. Ve por ello. Sólo tienes una vida, necesitas vivirla.
 
—Ése es un tema particular para ti, ¿no? —le pregunto.
 
La camarera aparece de repente, y Peter parece ignorarme.
 
—¡Esto es genial! —grita.
 
Miro mi plato y luego a él.
 
—Peter, podríamos haber compartido un plato.
 
—Habla por ti —dice, agarrando sus cubiertos—. Puedo comer todo esto fácilmente.
 
—Yo vomitaría —le respondo.
 
—¿Necesitan algo más? —pregunta la camarera

Peter sonríe.
 
It's your birthday. Please bring your cake.
 
Sonriendo, la camarera asiente y se aleja. Miro a Peter.
 
—¿Qué dijiste?
 
—Nada —responde, tomando un bocado de comida.
 
—No sabía que hablaras Ingles —le digo, mientras desenvuelvo mis cubiertos.
 
Con un bufido, Peter se ríe.
 
—No sabemos mucho acerca del otro todavía.
 
—Es cierto. —Como algo de mi comida—. Oh, Dios mío —exclamo—. Esto es tan bueno.
 
—Te lo dije.
 
Felizmente como mi comida. Esto es divertido. No he tenido diversión en un largo, largo tiempo, no con alguien más. Peter sigue mirándome por el rabillo del ojo. Finalmente, me río.
 
—¿Qué?
 
—Nada —replica—. Estoy contento de verte pasar un buen rato. Esto es por tu cumpleaños, después de todo.
 
Poniendo mi tenedor en el plato, le digo.
 
—Gracias, realmente aprecio esto.
 
—Oh, podrías no apreciarlo en unos cinco segundos.
 
—¿Qué, por qué? —espeto.
 
De repente, hay una guitarra sonando y gente cantando. ¡NO! ¡NO! ¡NO! El grupo de empleados del restaurante viene y empieza a hacerme una serenata. Le pego a Peter tan duro como puedo en el brazo. Eso sólo lo envía a la histeria. Pongo mi cara en mis manos. Me quiero morir, por favor, sólo déjenme morir. Continúan por un tiempo, y entonces finalmente terminan. La camarera deja un gran pedazo de pastel en la mesa. Está iluminado sólo con una vela.
 
—Pide un deseo —susurra Peter.
 
Mis ojos van hacia Pablo. Está aplaudiendo con todos los demás. Cerrando los ojos, apago la vela. Bien, quería celebrar mi cumpleaños, ¿verdad?

Terminamos de comer, lo que implica que Peter se comió toda su comida, después algo de mi comida y luego alrededor del 99% del pastel.
 
Lo miro.
 
—¿Cómo demonios puedes comer todo eso, y no estar gordo?
 
—Corro todas las noches —responde.
 
—Creo que me caería de cara, si saliera a correr —afirmo como un hecho.
 
Poniendo los ojos en blanco, Peter dice.
 
—No lo creo. Vamos, deberíamos llevarte a casa.
 
—Sí, en realidad tengo tarea que hacer.
 
Con un gran suspiro Peter dice.
 
—NO extraño la tarea.
 
—Solo obtengo A y quiero seguir así —le respondo, mientras lo sigo fuera de la cabina.
 
Peter se acerca, agarra mi mochila y el casco de la motocicleta.
 
Desliza el casco en mi cabeza.
 
—Bueno, entonces, vamos a llevarte a casa.
 
Me río, y me pongo la mochila. Él toma su casco. Dejo que mi mirada deambule hacia Pablo. Me ve mirándolo. Pablo me da un pequeño saludo. Mientras mis ojos se vuelven enormes, Peter desliza la visera de mi casco. Torpemente le devuelvo el saludo. Para alejarme, Peter desliza su brazo alrededor de mí y me lleva afuera.
 
Cuando salimos, deslizo la visera hacia arriba y exclamo.
 
—¡Me saludó!
 
—Sí —dice Peter, subiéndose en la motocicleta—. Realmente te prestó atención. Yuppii.
 
—Hey —le espeto, subiéndome detrás de él—. Eso es mucho.
 
Dándose la vuelta para mirarme, Peter dice.
 
—Cuando tenga una conversación normal contigo, entonces puedes estar feliz.
 
—Ahora, eso sería increíble —me río.
 
Peter sólo pone los ojos en blanco.
 
—Vamos a llevarte a casa.
 
Se detiene en mi casa y veo el auto de mi mamá estacionado en la calzada. Salto y prácticamente grito.
 
—Tienes que irte ahora.

—De verdad te preocupa que te vea en la casa, ¿cierto?
 
—Nadie debe ver mi vida en casa —respondo—. No quiero que vean mi vida en casa.
 
Sentándose más derecho, Peter dice.
 
—No me va a asustar.
 
—Por favor, sólo vete, antes de que esté en problemas. —Le entrego el casco.
 
Peter levanta su mano.
 
—Está bien por ahora. Te recogeré el sábado. Digamos al mediodía, ¿está bien?
 
—Sí, suena bien —le respondo. Señalando a la casa, le digo—. Debería entrar.
 
—Está bien, buenas noches chica. Nos vemos este fin de semana.
 
—Suena bien —le digo, sonriendo.
 
Me guiña un ojo y luego da la vuelta en su motocicleta, bajando por la calle. Lo veo irse. Ni siquiera pienso en mi madre cuando entro en la casa. Me voy directo a mi habitación. Empujo el casco en mi armario, sé que mi mamá no lo va a ver allí. Después de unos minutos, me arrastro abajo, esperando que los gritos comiencen.
 
Encuentro a mi mamá en la cocina.
 
—¿Dónde has estado? —pregunta, en voz baja.
 
—Fui a cenar con un amigo —le respondo.
 
Se da la vuelta y me mira con ojos tristes.
 
—¿Un amigo? Eso es bueno.
 
Oh chico, estamos lúcidas y tristes esta noche. Es en momentos como estos que me siento mal por ella. Me siento.
 
—¿Estás bien mamá?
 
—Sólo tengo una mala noche, me voy a la cama ahora. Te veré mañana.
 
—Sí, tomaré el autobús e iré al supermercado después de la escuela.
 
Me mira.
 
—Está bien, gracias.
 
—No hay problema —susurro, mientras se pone de pie para marcharse—. Que duermas bien.
 
Mi mamá asiente. La veo irse y suspiro. Mi vida es un desastre.

1 comentario :