sábado, 11 de enero de 2014

Capitulo 14

Noah

Odiaba las motocicletas. Esa sensación de mis pies a tan solo centímetros del suelo era espantosa. 

Terminé agarrándome a Peter como si yo fuera un parásito chupa sangre aferrando sus garras a su objetivo. Mis muslos se apretaron contra los de él y mis manos le rodeaban el estómago y lo presionaba con fuerza. 

No abrí los ojos sino hasta que él me dijo que los abriera. 

Curioso. Estábamos en la playa. 

Habían tantas por esta zona que no sabría cuál de ellas era, pero la vista era espectacular.

El cielo ya se encontraba oscuro y una tenue iluminación venía desde lejos. 

—Quiero presentarte a algunos amigos —dijo Peter estirándose fuera de la motocicleta y ayudándome a salir también. 

Yo todavía seguía mareada por el viaje. 

—Creo que a Dolly no le gustan los pasajeros —dije refiriéndome a su motocicleta—. Pensé que comería el asfalto de la carretera en cualquier segundo. 

Peter pasó uno de sus brazos sobre mis hombros y me atrajo para besar mi frente. 

—Estabas colgándote de mí como si fueras un mono. Dudo que hubieras salido volando por el aire. 

Le di un codazo leve. 

—Tonto. 

Empezamos a caminar por la arena. En un impulso me saqué los zapatos y dejé que mis pies descalzos tocaran la superficie. 

Mientras más avanzábamos, más claramente podía ver una fogata rodeada de unas cuantas personas en el centro de la playa. Peter me tomó de la mano en todo el corto recorrido hacia la fogata. 

—¡Hey, mira quién es! —Un chico de cabello desalineado se alejó del resto y caminó en nuestra dirección—. Pero si es una hermosa chica al lado de un perdedor. 

Su tono era bromista y amistoso. 

Le sonreí inmediatamente. 

—Gas —saludó Peter. Se dieron la típica palmada en la espalda. 

Gas se giró hacia mí y me deslumbró con una de sus sonrisas. Era guapo. Piel bronceada, dientes rectos, cabello color arena y un cuerpo de complexión mediana. 

—Hola hermosa. ¿Con qué te sobornó Peter para que vinieras con él? —me dijo siempre bromeando. 

—Con una danza del vientre —dije siguiéndole la corriente. Él echó la cabeza hacia atrás para reír. 

—Me gusta tu chica —le dijo finalmente a Peter—. Si despegas tus ojos de ella, en menos de una hora la convenceré de que deje tu trasero peludo. La robaré para mí; además ya sabes lo que dicen: ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón. 

Se rieron pero esta vez no los acompañé. 

¡Él dijo la palabra con L! 

No me sentía con ánimos de bromear sobre eso. ¿Será que sus amigos también compartían las mismas aficiones? 

—Vamos —me jaló Peter hacia el círculo de chicos rodeando la fogata—, te presentaré al resto. 

Después de quince minutos de presentaciones me creí lo suficientemente capaz de recordar algunos nombres y ponerles caras. 

Estaban: Tacho (el chico de los pantaloncillos blancos y de cuerpo robusto), Melvin (el de piel oscura y cabeza rapada a lo Vin Diesel), Elena (la de complexión de tigresa y ropa sacada directo de una pasarela). Antonia, Joseph, Grace y Gas. 

Peter se movilizó rápidamente a traerme una bebida mientras sus amigos hacían un excelente trabajo distrayéndome y contándome cosas vergonzosas de él.

—Eres más civilizada que la pelirroja que trajo hace meses —dijo de repente Elena. Podía sentir la tensión en el resto del grupo cuando ella mencionó eso. 

—Entonces puntos extra para mí —murmuré. 

Obviamente la pelirroja era Jenny. Saber eso me bajó los pocos ánimos que tenía. 

—Elena, estás siendo imprudente —la regañó Key—. Lali, no le hagas caso a lo que diga Elena; ella solo está en estado permanente de furia. Sigue enojada porque la banda no admite chicas y cree que la necesitamos. 

—¿Banda? No sabía que estaban... —y fue allí cuando recordé a Ósmosis. Ellos eran los músicos de la banda. Aunque faltaba el atractivo vocalista rubio. 

—Creo haberte visto con Peter en una de nuestras presentaciones. 

—Cierto. Ustedes son Ósmosis —dije triunfalmente—, tocan increíble. 

—¡Fuimos reconocidos! —gritó Gas— finalmente estamos a un paso de la fama. 

Me reí en alto mientras la figura de Peter se hacía más visible y cercana. Cargaba una lata de refresco para mí, y una botella de cerveza para él. 

—Toma, nena —dijo pasándome la lata—. Recuerda que aún no estás en condición para beber cerveza, así que te traje soda de uva. 

Lo golpeé en el hombro. 

—¡Auch! Me vas a dejar tatuada tu mano permanentemente. 

—No seas tonto. Deja de bromear con lo del embarazo —le dije en voz bajita. 

—No puedo creerlo —gritó Key— ¡Juan Pedro Lanzani va a ser papá! 

Mi refresco se cayó al suelo inmediatamente. Mi rostro se puso rojo cuando todos los presentes se pusieron a ver mi vientre en busca de alguna señal de embarazo. No pensé que él estaría escuchando eso. 

—¡Gaston! —gritó Peter—. Era un noticia que no queríamos dar todavía. 

Iba a matarlo. Peter iba a pagármelas. 

—¡Peter! —chillé. Me sentía completamente avergonzada. 

—¡¿La dejaste embarazada?! —esta vez era Elena gritando. 

—A ver, cálmense todos —el chico de pantaloncillos blancos habló pero nadie estaba escuchando porque todos estaban gritando debido a la noticia. Incluyéndome. 

—¡Claro que él no me dejó embarazada! —dije furiosa—. Solo está siendo un idiota y se lo inventó todo porque se sentía celoso de mi ex novio. 

Pero nadie escuchó. Algunos felicitaron a Peter y otros, como Elena, le dieron miradas asesinas. 

—Va a ser niño... y como que me está gustando el nombre Noah para nombrarlo —dijo Peter pasando un brazo sobre mi hombro. Sonreía como lobo malicioso. 

Me sentí indignada. 

Traté entonces de seguirle la corriente a él y darle un poco de su propia medicina. 

—Lamento decirte, cariño —empecé a hablar fuerte— pero tú no eres el padre de mi bebé.
 
Repentinamente las voces a nuestro alrededor se apagaron.

—Oh, mi pobre e ingenua Lali. ¿Crees que no recordaría el día y la hora de la concepción de nuestro pequeño Noah? —repentinamente se puso de pie conmigo, e hizo algo impensable. Típico de Peter. 

Levantó mi blusa hasta dejar descubierto mi vientre, y besó mi estómago frente a todos en la fogata. Yo estaba teniendo problemas para respirar de forma coherente. 

—Awww —chilló una de las chicas de pelo negro, creo que ella era Grace o Antonia. No estaba segura. 

—Peter... —tartamudeé. 

—¿Desde cuándo te volviste tan niñita? —dijo Gas. 

—Cierra la boca, amigo —le respondió Peter. 

Lentamente se incorporó y me tomó de la cintura. 

Antes de llegar a protestar, se adelantó con un profundo beso. 

—Oh, oh. Esto ya no es apto para todo público —se quejó alguien. 

Peter se separó solo un poco cuando dijo: 

—¡Dejen de ver, vayan a perderse! 

Escuché a varios arrastrando pies y moviendo cosas. Algunas pláticas empezaron a escucharse ya más lejanas y cuando alcé la vista todos estaban en sus propios asuntos. Peter continuaba tomándome de la cintura y viéndome directo a los ojos. 

—Lo siento —dijo en voz ronca y sexy— Gas estaba codiciándote demasiado y tuve que decirle lo del embarazo para que se le metiera en la cabeza que no tenía por qué coquetear con mi chica. 

—No puedes seguir haciendo eso. Es infantil y estúpido. 

—Lali, jamás dejaré de ser infantil y estúpido; viene con el paquete. Eso y una hermosa cara con labios besables. 

—Siempre tan modesto... 

—Esa es otra de mis cualidades —me dio un corto beso en los labios. 

—Por favor ya deja de decirle al mundo entero que estoy embarazada antes de que yo misma me lo crea —lo amenacé. 

—Seee, no te preocupes nena. Creo que lo dejaste en claro después del décimo golpe que me diste en el hombro; ya hasta me lo dislocaste —probó a mover su hombro izquierdo (que era el que siempre golpeaba) e hizo una mueca como si de verdad le doliera. 

—Desde ahorita te advierto —dije de repente— si yo comienzo a decirle a la gente que tienes hemorroides, ladillas, herpes o alguna otra clase de incómoda y fea enfermedad de transmisión sexual, lo mínimo que espero de tu parte es que asientas con la cabeza y digas que yo siempre tengo la razón. 

—Está bien. Dejaré que te vengues por todo lo del embarazo —estuvo de acuerdo. 

Sonreí. 

Era increíble con qué facilidad me hacía perdonarlo nuevamente. 

Esta vez fui yo quien lo besó. Me puse en puntillas y dejé que sus manos bajaran a mis caderas.

Su lengua rápidamente hacía trabajo de exploración en mi boca. Aferré mis dedos en su cuello y me presioné más cerca de él hasta que lo escuché jadear. 

—Lamento explotar su burbuja de felicidad y todo eso —dijo Elena entrometiéndose entre nosotros— pero ya es hora de repartir nuestras ganancias por el trabajo de la otra noche. 

¿Cuál trabajo? 

Nos separamos bruscamente. 

Miré confundida hacia Peter pero él evitaba mi mirada; su mandíbula estaba siendo brutalmente apretada. 

—Ahora no es un buen momento, Elena —le dijo. 

Ella colocó sus manos en sus caderas y le dio una mirada rompe hielo. 

—¿Y cuándo va a ser el momento perfecto? ¿Que acaso te molesta que ella sepa cuánto dinero ganas? ¿O es que no le has dicho en lo que andas metido? —Elena sonaba despectiva al mencionarme. Cuando Peter no le respondió inmediatamente, ella aprovechó a darme una sonrisa maliciosa—. Apuesto a que ni siquiera sabe sobre Nicole. 

Peter se tensó. 

—Pensaba decírselo más tarde —dijo él finalmente. Su voz sonaba estrangulada. 

Lo miré horrorizada y más confundida de lo que nunca estuve en mi vida.

¿Quién era Nicole? 

No pude evitarlo pero todo tipo de suposiciones se precipitaron en mi cabeza. ¿Será que Peter tenía otra novia? ¿Jenny no era la única? No. Él no podía hacerme esto a mí. ¿Era esto alguna clase de broma? 

—¿Quién es Nicole? —pregunté una vez que pude encontrar el valor de hablar. Elena rió en voz alta, llamando la atención de todos en el lugar. 

—¿Sales con Peter y ni siquiera sabes quién es Nicole? —volvió a reír histéricamente—. Oow, lamento ser yo quien te lo diga pero Nicole es una de las tantas novias que tiene. 

Sentí que algo se quebraba dentro de mí. 

—Basta ya Elena —se acercó Gas y la tomó del brazo. 

—¡Suéltame, Gaston Ella está tan engañada creyendo que Peter es hombre de una sola mujer; chicos como él fueron diseñados para traer la peste sobre la tierra... no para ser amarrados con estúpidos embarazos... 

Peter me tomó del brazo y me jaló lejos de Elena y lejos de la fogata antes de siquiera llegar a escuchar el resto de lo que ella tenía que decir. 

La escuchando gritando a lo lejos algo acerca de que quería todo el dinero que le correspondía por haber hecho su parte. 

Las lágrimas de ira se acumulaban en mis ojos. Entonces él era un ladrón y un mujeriego. 

Simplemente grandioso. 

Peter me jalaba sin importarle si yo protestaba o no. Intenté frenar mis pies pero él caminando por delante de mí y llevándome por la fuerza.

En un momento perdí el equilibrio y tropecé contra una roca de tamaño mediano. Mi rodilla cayó al suelo con un golpe doloroso, sentía la sangre empezando a coagularse formando un horrible moretón. 

—¡Peter! —grité cuando noté que él no se iba a detener y continuaba agarrándome del brazo aunque prácticamente me estaba arrastrando por la arena. 

Él se giró para verme y se detuvo rápidamente al mirarme en el suelo. Se agachó junto a mí para tomarme de los hombros y hacerme alzar la cabeza. 

—Lo siento muchísimo —dijo acurrucándome en su pecho—. Soy un estúpido y no me di cuenta. 

No quería sollozar. Tuve que tragarme las lágrimas que estaban desesperadas por salir. 

—¿De qué te lamentas? —dije— ¿De no notar que me caí al suelo mientras continuabas arrastrándome, o de no decirme el pequeñísimo detalle de que ya tienes novia? 

Él juró por lo bajo y se pasó ambas manos por su cabello. 

—Lali... —me tomó de la cara y me obligó a mirarlo mientras iba a decirme una cruda verdad—, yo no tengo otras novias. A nadie. Elena no sabe lo que dice... 

—No me mientas. 

—Mira, puedo ser el idiota más grande del mundo pero hay algo que yo jamás sería, y eso es ser un mujeriego. 

—¿Que no eres mujeriego? ¡Dejaste que Jenny se acostara con cualquier tipo que le diera un hola! ¿Por qué no pensaría que lo hiciste solo porque tú también te acostabas con otras también? 

Me puse de pie temblorosamente e hice el intento de caminar sin que se me notara lo mucho que me dolía doblar la rodilla. Logré dar dos pasos antes que Peter me detuviera y pegara su pecho contra mi espalda, y envolviera sus brazos alrededor de mi cintura. 

—Ya te dije que no me importaba porque no la veía mas que como un cuerpo con el que pasar la noche. Tal vez al principio la amé... pero cuando supe que estaba viendo a Ian me desengañé y la dejé de ver de la misma forma. Lali, créeme cuando te digo que yo no estoy con nadie más. No soy un mujeriego. ¿O es que viste que estuve coqueteándole a alguien más cuando anduve con tu prima? 

Tal vez era cierto lo que decía. 

—Entonces ¿quién es Nicole? 

—Definitivamente no mi novia. 

—¿Me vas a decir quién es? 

Sus brazos se tensaron alrededor de mi cintura y suspiró en mi nuca. 

—Yo... —se detuvo de hablar. Noté que estaba haciendo tiempo para retrasar la respuesta. Grandioso. Me solté de sus brazos en un santiamén. 

—Jenny me dijo que eras un ladrón y estafador —solté repentinamente—. ¿Me puedes explicar eso también?

Él me miró como si lo hubiera herido. Comencé a sentirme mal, pero tragué duro y me obligué a no compadecerme. 

La luz de la luna iluminaba la mitad del rostro de Peter, era como ver una estoica y perfecta estatua venirse abajo. 

El problema era que yo también me estaba viniendo abajo junto con él. 

Probablemente seré tu ruina, había dicho él, lo peor que te haya pasado; soy como un virus ébola multiplicado por cien.
 
Justo ahora empezaba a creer esas palabras.

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