miércoles, 8 de enero de 2014

Capitulo 11

El Efecto Peter Lanzani

Jenny se iba a molestar. 

Oh, sí. 

Estaba segura de que ella, por sí sola, era capaz de desatar la tercera, cuarta y quinta guerra mundial. 

La última vez que un chico la dejó, el pobre terminó en un hospital con un ojo vendado y marcas de uñas por todo el cuello y la nuca. 

Aunque puede que en esta ocasión sea diferente: Peter no era el único con el que andaba, así que tenía más oportunidades de reemplazarlo. Pero por otro lado él era uno de sus favoritos, el que ella consideraba más novio de lo que Ian jamás podría ser. Obviamente eso no me hacía sentir mejor, solo me hacía sentir peor y miserable. 

¡Era como estarla traicionando! Aunque sinceramente se lo merecía. Además de eso me sentía culpable, culpable por querer mantener mis labios pegados a los de Peter todo el tiempo. De verdad, ¿cómo pude haber pasado toda mi vida sin besarlo? En serio, ahora compararía mi vida amorosa en: antes de los besos Peter, después de los besos de Peter. 

El efecto Bambi se hacía presente más veces de las que pudiera contar en un solo día (y eso que apenas y nos habíamos "dado la oportunidad" hace unas horas atrás). Al poco tiempo fue fácil para Rita y los demás descifrarlo; todos en el restaurante nos felicitaron al enterarse y, al parecer, Mirna había ganado la apuesta en esta ocasión ya que también apostaron a cuándo explotaríamos y nos íbamos a gritar las cosas en la cara y admitir lo que sentíamos el uno por el otro. 

No sabía que yo podía ser tan predecible. Pero aclaro, no solo porque Peter me diera unos cuantos besos dejaría de pensar en que era un idiota, porque sí lo era. 

Había hecho que Cliff me despidiera... y me diera otra oportunidad. Asi que ahora estaba en un periodo de prueba de una semana para ver si conservaba el empleo o no. Cualquier error que cometiera en esa semana, y definitivamente sería despedida. Se podía decir que le había dado lástima a Cliff y por eso me dio esa única y última oportunidad para no estropear las cosas.
 
Esta vez no lo iba a echar a perder.

Esa misma noche, cuando abrí la puerta principal del departamento que compartía con Jenny, pensé que iba a encontrar un desastre digno de un tornado. Pero en su lugar todo estaba calmado, limpio y demasiado silencioso para mi gusto.

No parecía haber nadie en la casa así que me escabullí hacia el baño para quitar el olor a comida que siempre se me pegaba del restaurante, y para limpiar las sobras de salsa de tomate que Peter me lanzó en nuestra pequeña pelea con condimentos. 

Antes de que pudiera llegar por completo a alcanzar la perilla de la puerta del baño, escuché un sollozo provenir de la habitación de Jenny. 

—¿Lali, eres tú? —preguntó ella con voz quebrada. 

Apreté mi labio inferior y me debatí entre si debía entrar o hacerme la que no había escuchado nada. 

—Lali, te necesito. Ven por favor —volvió a llamar. 

Liberé mi labio y caminé de forma resignada hacia su dormitorio. 

Jenny estaba sentada a orillas de su cama tamaño matrimonial con cobertores rosa pálido; su cabello naranja se encontraba en un estado inusual: despeinado. Su rostro era pálido, y sus brazos se aferraban a una pequeña almohada que tenía bordada la letra J. 

—¿Qué te ocurre? Te ves... 

—¿Acabada, destrozada, desolada, abandonada? —dijo ella. 

No estaba precisamente llorando a mares, estaba mas bien en un estado tranquilo y casi en shock. 

Me sentía aterrada, preferiría que estuviera haciendo una de sus famosas rabietas de niña, a estarla viendo de esta manera. Era más peligrosa en este estado, además, tenía miedo de que se me echara de ver en la cara lo culpable que me sentía por siquiera llegar a besar a Peter. 

—¿Te sientes bien? ¿Estás enferma? —le pregunté; claro que sabía que no era eso, pero era mejor fingir que nada había pasado. 

—No te hagas la que no sabes —dijo simplemente. 

Me temblaron las rodillas. ¿Acaso ella sabía lo de esta tarde? 

—No sé de qué... 

—Peter me dejó. 

—Eso es terrible pero yo... 

—Tú ya lo sabías —me dio una mirada asesina. Silenciándome. 

—Sí —respondí finalmente—, recuerda que él trabaja ahora en el restaurante... me lo contó todo hoy. 

Jenny se secó una lágrima que se le había escapado silenciosamente. No pensé que estuviera llorando. 

—¿Te contó por qué terminamos? 

—Mmm... no. 

Se sorbió otra lágrima. 

—Me dejó porque... porque —le gusta otra persona, completé en mi mente—... Porque tiene un trabajo peligroso y fuera de los límites. Y yo no lo apruebo.
 
Eso no me lo esperaba.

No me había dado cuenta, pero de alguna manera ya me encontraba sentada junto a Jenny. La única ventana en su habitación tenía una vista hacia la calle, a una zona no tan transitada de vehículos. Era ahí a donde mis ojos se turnaban en mirar mientras yo todavía procesaba la información. Recordaba que Peter había insistido en llevarme a su lugar de trabajo, pero nunca se dio la oportunidad para que eso sucediera. Ahora me sentía curiosa. 

—¿Su trabajo es peligroso? ¿Qué es? ¿Trapecista? 

Ella no rió; solo me miró con confusión. 

—Lali, él es... es un ladrón. 

Miré directamente hacia sus ojos azules, esperando que de un momento a otro ella se riera. Pero los segundos volaron y la risa no venía. 

—¿Es una broma? —pregunté a punto de lanzar una carcajada—, ¿Peter, un ladrón? No me digas, un ladrón que te robó el corazón. 

—No bromeo —continuó ella de manera seria—. Peter se dedica a estafar y robar a la gente. 

De nuevo esperé para que me dijera si estaba bromeando o inventando historias solo para sacar un poco el dolor que sentía contra Peter por haberla dejado. Pero Jenny nunca rió. Se miraba seria y destrozada. 

Tragué saliva con fuerza. 

—¿Cómo estás tan segura de que es un ladrón? ¿Lo has visto quitándole la billetera a alguien? 

—Lali, él no es la clase de ladrón aficionado que tú imaginas que es... Él no anda escondido en medio de los arbustos, con un arma blanca metida entre los pantalones, esperando a que aparezca una indefensa viejecita para robarle el bolso. Él es la clase de ladrón que no se conforma con recompensas mediocres; va por todo. Peter es un estafador que se lleva tu dinero a grandes sumas, y es realmente bueno haciéndolo. Él es peligroso. 

—Eso es imposible —balbuceé. 

Repentinamente me empecé a sentir mareada. Jenny solo estaba dolida, eso era todo. Estaba inventando tonterías como esta para... ¿para qué? Ni siquiera sabía que a mí me gustaba Peter o que nos habíamos besado. ¿Se supone que deba creerle? 

—Es posible —dijo ella, trayéndome de vuelta al presente—. Peter maneja increíbles cantidades de dinero ¿acaso no lo has notado? Siempre lo vas a ver cargando billetes en sus bolsillos. Además, mi querida prima, él me lo confesó todo hace meses atrás. Una de las condiciones de nuestra relación fue que yo no me metería en sus asuntos si él no se mostraba interesado en los míos. 

—¿Y por qué me estás contando todo esto? —en un impulso me levanté de la cama y comencé a caminar de arriba a abajo en la habitación. 

—Porque él me estafó a mí. 

Me detuve en seco. 

—Él robó una inmensa cantidad de dinero a la compañía de mi papá —continuó ella, esta vez las lágrimas resbalaban con una facilidad increíble por sus mejillas y sobre sus pecas—. Lo descubrí y le dije que no iba a delatarlo porque aun sentía algopor él, pero ahora ya no sé qué hacer. Papá aún no lo sabe pero se va a dar cuenta de un momento a otro. 

Esta vez sí se echó a llorar a moco tendido. Yo aún no podía creerlo, Peter podía ser de todo menos ladrón. O al menos eso pensaba yo. 

—Fui tan estúpida como para compartirle la contraseña de la chequera familiar y él se aprovechó y liquidó casi todo. 

—¿Estás segura de que fue él? Pudo haber sido alguien más y solo... 

—¡Fue él! —y con eso se echó a llorar más fuerte. 

Se puso boca abajo en la cama y empezó a gritar contra el colchón. Iba a consolarla con golpecitos en la espalda, cuando de repente el timbre de mi celular me sacó de esa misión. Era una llamada. Y un vistazo a la pantalla me dijo que era de Franco. Me había olvidado por completo de él. Me debatí entre responder la llamada y regresar a la incoherente realidad que me estaba contando Jenny. Terminé contestándole a Franco. 

—¿Hola? 

—¡Lali! Qué bueno que me contestas —por el rabillo del ojo le echaba vistazos rápidos a Jenny quien continuaba gritando y pataleando contra la cama. 

—Franco... ahora estoy un poco ocupada, tal vez si puedes llamarme después... 

—No, escucha, seré breve. Solo quería saber cómo seguía tu nariz. Créeme, estoy tan arrepentido por lo del sábado, no sé lo que me pasó... —¿Mi nariz? Ya hasta se me había olvidado que mi nariz lucía como si alguien la hubiera masticado y vuelto a escupir en su lugar— y quería invitarte a salir mañana en la noche. ¿Qué opinas? 

Yo seguía observando a Jenny que ahora tenía una almohada pegada al rostro, llamando a Peter con toda clase de nombre de animales como era posible. ¿Cerdo de dos patas? ¿Jabalí callejero? ¿Iguana bulímica? Y otros que no entendí porque salían distorsionados los sonidos. 

—¿Lali, sigues ahí? —habló Franco. 

De nuevo había olvidado que estaba del otro lado de la línea telefónica. 

—¿Sí? Mira, de verdad tengo que irme —a lo lejos fui consciente de que el timbre de la puerta comenzó a sonar. ¿Esperábamos invitados? 

—Solo te pido una salida más. Acepta por favor. 

El timbre de la puerta se escuchó aún más insistente. Jenny despegó su cara de la almohada y me miró con ojos asustados. 

—Es mi mamá —articuló ella hacia mí—. Hoy tenemos la cena familiar. 

La cena familiar la hacíamos una vez al mes. La mamá de Jenny era obstinada y obligaba a mis padres a sentarse en la misma mesa durante una hora completa, disque para que yo no perdiera ciertos valores que se obtienen con una familia presente. ¿Por qué de todos los días escogió hoy para hacerla?
 
—¿Lali, qué dices? —preguntó Franco en mi oído—. Di que sí...

—Está bien —cedí—, acepto. 

—Bien, te mandaré la dirección en un mensaje. 

Finalmente colgó la llamada e inmediatamente (y a petición de una Jenny de ojos rojos y cara morada) fui a abrir la puerta de la entrada. Todavía me sentía como en un sueño, o como en cámara lenta. ¿Peter, un ladrón? Eso era hasta cómico. Era imposible. No le creía a Jenny, tenía que estar bromeando. 

—¡Pastelito de calabaza! —gritaron en mi oído, y al instante de abrir la puerta, unos brazos con múltiples pulseras de metal me rodearon. Una brillante y llamativa boca roja se encontró con mi mejilla, y el rostro demasiado maquillado de mi madre se hizo presente. 

—¿Mamá? ¿Qué haces aquí? —murmuré aun envuelta en su potente abrazo expulsa aire. 

—¿Que una madre no puede hacer una visita sorpresa a su única hija? Además te traje un amuleto para las buenas decisiones. Acaban de llegarme de Aruba. Recién salidos del horno —sacó de su cartera, de imitación de piel de cocodrilo, un collar con una pluma de pavo real en el centro de un circulo de metal adornado con piedras azules y verdes. 

—No tenías por qué molestarte —dije viendo sospechosamente hacia el objeto extraño.

—Lo mismo le dije pero es obstinada y cree en el poder de semejante idioteces — dijo la tía Charlotte que venía detrás de mamá. El papá de Jenny venía con ella. Uff, ¿hoy era el día de supervisión paterna? 

—¿Qué hacen todos aquí? —le susurré a mamá por lo bajo. La tía Charlotte pasó examinando cada esquina del departamento. Ella tenía una obsesión por lo limpio. 

—Esta noche la pasaremos en familia —me respondió ella, dándome un guiño—. Aunque la nueva conquista de tu papá viene con él. Asi que la pasaremos "casi" en familia. Lo juro, no sé de dónde las saca, tal vez de una guardería. Cada vez son más jóvenes. 

—Hola pequeña —saludó el padre de Jenny, estaba inmerso en su iPhone, apretando vigorosamente los dedos contra la pantalla. Él era un hombre físicamente de cuerpo atlético, cabello marrón y un grueso bigote que era fiel compañero de sus espesas cejas. 

—Hola tío Victor —saludé algo recatada. Qué podía hacer, el hombre me intimidaba; además quería atacarlo a preguntas: ¿Era, en verdad, Peter un ladrón?.

No, me negaba a creerlo. 

Jenny estaba despechada, eso era todo. Por eso decía cosas como esas. 

Peter NO era un ladrón... o estafador, o como sea que Jenny lo llamó.

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11 comentarios :

  1. WTF??? Para mi jeni descubrio lo de lali y peter!!

    Arii

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  2. ahhh sube mass no nos puedes dejar asi !!!!
    atte monse

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  3. No confió en lo que dice Jenny!! Más! Me encanta!!

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  4. Para mi arii tiene razón jeni se dio cuenta o Peter le conto de quien está enamorado ojala que no seo ladrón masss

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  5. O_o no creo nada de lo ple dice Jenny quiero más!!! besos Naara

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  6. más más más más maratón!!!

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  7. WTFF????????? COMO PETER UN LADRON? Yo digo que jenny se entero por alguien o franco que ellos andabas en algo raro y lo dice dedespechada y ella cogio el dinero... Mucho? Nose o depronto peter si ees, Peor no creo si peter es un dulce de leche,Sube mas

    Att: Andrea antequera

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  8. masssssssssssssssssssssssssssssss!!!!!!!!!hay peter no puede ser un ladrón:(

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