sábado, 8 de febrero de 2014

Capitulo 31

Entre vampiros, entre lunáticos.

—Lamento que no pudieran encontrar al tipo que intentó molestar —le dije al tío Blaz, quien se miraba derrotado después de una hora de búsqueda. 

—No, gracias a ti por avisar lo que viste. En esta familia no nos tomamos muy bien esos temas. 

Sí, ya lo notaba. 

Peter, que estaba a mi lado, intentó no echarse a reír nuevamente. 

Lo codeé para que se tranquilizara y aun no mencionara nada del tema. 

Al final de la noche me despedí de todos los que pude; y escuché palabras de varios que me catalogaron como la mejor de las novias que Franco había tenido. 

La señora Henrietta me llamó aparte y me envolvió en sus brazos; ella tenía un particular olor a mandarina con fresas. 

—Fue bueno verte, muñeca —dijo cuando nos apartamos del apretado abrazo—, mañana regreso a mi último chequeo con el médico y espero verte por aquí a la hora de despedirme. 

Asentí con la cabeza y le sonreí. 

—Vendré la otra semana y lo primero que haré será celebrar que estoy fuera de peligro —continuó hablando con su cálida y suave voz—; espero verte también por aquí. Y trae al guapo y comestible Peter. 

—Claro que lo haré. Espero que los resultados salgan bien. 

Sería difícil admitirle a ella que su hijo y yo ya no andábamos juntos desde que salimos de la secundaria, pero no sabía cómo decirle toda la verdad sin que pensara que yo era una cabeza hueca superficial y rompe corazones. 

Tendría que inventar una buena excusa para cuando ella volviera permanentemente a la ciudad y notara que Franco y yo no estábamos realmente juntos. 

—No te preocupes por eso; preocúpate más bien en no dejar ir a ese chico —por un momento pensé que ella me estaba leyendo el pensamiento, hasta que recordé que lo último que le dije fue acerca de sus resultados. 

Fruncí el ceño momentáneamente. 

—¿A Franco? Claro, haremos que funcione hasta donde se pueda —respondí sin ninguna emoción en mi voz.
 
Henrietta sacudió la cabeza.

—No hablo de mi hijo, me refiero a Peter. No lo dejes escapar de tu vida, es un buen muchacho. 

Pero… ¿cómo lo sabía? ¿Qué…? 

—A ambos se les nota —respondió a mi pregunta no dicha en voz alta—, en ningún momento él dejó de verte en cada movimiento que hacías, escuchó atentamente las palabras que decías durante la cena y no se perdió de ver cuando un mechón de cabello caía por tu rostro. Tienes a un chico muy devoto por ti, muy enamorado. 

Me ruboricé brevemente. 

—Sí, yo como que también estoy enamorada de él. Lo siento, por lo de Franco. 

Ella sonrió tranquilizadoramente. 

—No te preocupes, fue un increíble gesto el que tuviste de fingir que aun estás interesada en él por mi bien. No soy frágil Lali, pude haber soportado la noticia si me la hubieran dicho. Franco dejó escapar una valiosa oportunidad contigo; él se lo pierde. 

No sabía muy bien qué decir. 

Ella ahora lo sabía todo. 

—Peter no es mi primo —le confesé tal vez la única cosa que no sabía. 

—Bueno… eso hace más fáciles las cosas. Pensé que tendrían un enorme problema por delante, con eso que serían familia y… Pero si tienen el camino libre, ¿qué estás esperando para aprovecharte de ese bombón? 

Me reí un poco alto. 

—Realmente no lo sé.

***

Me pasé toda la noche sin poder dormir, pensando en Peter y en lo que le hizo a mi sistema nervioso en medio de la reunión familiar de Franco. Algo dentro de mí había colapsado y simplemente no podía apartar de la cabeza esa necesidad de querer verlo todo el tiempo, de querer pasar mis manos por su cuerpo y de lamer su cuello. 

Tenía que controlarme o acabaría corriendo hasta su departamento para arrancarle la ropa y atarlo a la pata de la cama para aprovecharme de él. 

Finalmente logré conciliar el sueño y fui a la deriva entre pesadillas que incluían vampiros y trajes con estampados de cebra. 

Me desperté a la mañana siguiente con un fuerte olor a rancio inundando mis fosas nasales; mi papá no sabía cocinar nada así que me sorprendió escucharlo mover unas cuantas ollas y calderos en la cocina.

Me levanté de mala gana, notando cómo el cielo se iba pintando de gris lentamente, y cómo caían unas cuantas gotas de lluvia que golpeaban entre las ventanas. 

Aun en mi pijama me dirigí hacia la cocina para descubrir que no era realmente mi papá quien cocinaba, sino Susan. 

Ella estaba de espaldas, removiendo lo que sea que provocaba ese olor asqueroso por toda la casa, y con su largo cabello negro agitándose gracias al aire que entraba por la única ventana abierta. 

—Buenas días —dijo sin voltearse—, estoy preparando té y mi receta favorita de pasto ahumado con un toque de pimienta gruesa. Es buena para la digestión, ya sabes, con tu problema de colon irritable pensé que te caería bien. 

¿Qué? 

Moví mi cabeza en varias direcciones, tratando de comprender si era conmigo con quien hablaba. 

Solo estábamos ella y yo. 

—Anoche perdiste mucha energía —continuó hablando—, ¿quieres que te dé un baño con mis burbujas especiales? Cuando Lali se vaya podemos llenar la bañera con... —Entonces quedó repentinamente en silencio cuando se giró y me vio de pie con la cara completamente horrorizada.

Ella pensaba que era papá quien había entrado en la cocina y no yo, obviamente notó su error y rápidamente un rubor se extendió por su rostro así como se extendió por el mío al darme cuenta que ella estaba vestida únicamente con una camisa de él. 

La luz natural que provenía de la ventana hacía prácticamente transparente el pedazo de tela que tenía puesto, y fue suficiente para notar que no traía nada de nada por debajo. Nada de ropa interior.

Incómodo. 

Súper incómodo. 

Asqueroso, ¡ella dormía con mi papá! 

Claro que lo daba por sentado cuando hubo noches en las que se quedaba y preparaba el desayuno, pero en mi mente ellos simplemente no hacían ese tipo de cosas. 

¿Qué sé yo? ¿Tal vez jugaban ajedrez o monopolio hasta las horas de la madrugada? Todo menos eso. 

Realmente lo que menos quería pensar en ese momento era en mi papá y Susan con menos ropa de la que usualmente tenían puesta. 

Asco. 

—Oh, perdón. Pensé que era tu padre... —Susan quería meterse en un hoyo, lo sabía porque yo quería hacer lo mismo. 

—Hice panqueques de banana deshidratada para ti y para mí —me pasó un plato lleno de ellos y me puso un poco de jalea de fresa a la par. 

—Creo que ya no tengo hambre —admití viendo hacia el refrigerador en donde un imán de un trébol sostenía la acumulación de facturas del mes.

Me iba retirar para darnos algo de espacio a Susan y a mí, pero ella me detuvo del brazo. 

—No te vayas todavía —me suplicó—, sé que esto es incómodo pero quiero darte algo que conseguí para ti. Espera solo un segundo, ya vuelvo. 

La vi dirigirse hacia la sala, y empezó a rebuscar en su bolso hasta que sacó unos papeles y cargó con ellos en sus manos. 

—Toma. 

Puso los papeles frente a mí, junto con un sobre amarillo. 

—¿Y esto para qué? 

Susan volvió a su labor de cocinar aquello que provocaba un espantoso olor y me miró por sobre su hombro. 

—Son los papeles que tienes que llenar para tu admisión a la universidad — respondió con una sonrisa amable. 

Inmediatamente empecé a hojearlos y a tomar nota de lo que tendría que conseguir para realizar el proceso adecuadamente. 

—Esa es una buena universidad, tienen un grandioso programa de artes por si todavía estás interesada en seguir ese curso —habló ella al ver que yo me quedé sin palabras. 

—Con una licenciatura me basta —admití. Aunque últimamente estaba pensando bastante en unirme a escritura creativa… pero tal vez escribir no era lo mío. Puede que esta vez le dé una oportunidad, eso sorprendería mucho a Peter. 

Y de repente, pensando en él, una idea se vino a la mente: ¿Peter asistía a la universidad? Jamás me lo dijo, aunque tampoco le pregunté al respecto. Pero tendría que asistir ya que tenía veintitrés años de edad; al menos eso es lo que pensaba debería estar haciendo… o trabajando. Pero tampoco mencionó cuál era en sí su trabajo. 

Habló acerca del dinero que le dejaron sus padres al morir, y de cómo ayudaba a la banda de Key, Ósmosis, a la hora de dirigir las presentaciones y pagarles. Él nunca mencionó otro empleo aparte, como Key me había mencionado. 

¿Y qué hay de la vez que dijo que iba a enseñarme su lugar de trabajo porque quería compartir un pedazo de su vida conmigo? Nunca me enseñó nada de eso. 

Regresaba de nuevo a pensar en él como ciento cincuenta misterios de Lanzani, en donde apenas un diez por ciento del misterio se había resulto, ¿qué pasaba con el otro noventa? Seguía escondiéndomelo. 

—¿Lali? —me llamó Susan—, lamento que tuvieras que verme usando la camisa de tu padre. Sé que es molesto y que no debí hacerlo, pero olvidé que ahora trabajas y te levantas temprano. Lo siento. A veces trabajar con niños hace que me olvide de cómo tratar a los jóvenes. 

—No te preocupes, más allá de lo incómodo no fue. Hace años me mentalicé a tener padres por separado. Sigue siendo nuevo para mí, pero creo que ambos se merecen rehacer sus vidas en otro lado. 

—Es muy maduro de tu parte —dijo ella mientras preparaba más pasto para el desayuno de papá.

Tenía que salir rápido de allí antes que me desmayara por el olor. Esto bien podía competir con el hedor de Steve el zorrillo. 

Me dirigía a mi habitación cuando recordé algunos de los eventos de la otra noche. Me detuve y giré para preguntarle a Susan: 

—Oye, ¿por casualidad tienes una computadora portátil? 

Ella asintió y me indicó que buscara en su maletín, a la par del bolso. 

Cargando los papeles de la universidad, me movilicé hacia la sala y tomé el maletín que Susan me indicó. 

La única computadora a la que tenía acceso era a la que estaba en casa de mamá, en donde ella buscaba material para su papel de psíquica y el calendario mensual de bomberos en ropa interior; y no era una portátil sino más bien un computador de escritorio. 

Papá veía innecesario el uso de uno así que él no tenía. 

Me escabullí a mi habitación y allí conectaría la memoria USB que me había dado Franco. 

No entendía por qué me la dio, pero si me pidió que revisara los archivos, pues los revisaría. 

El fondo de pantalla que tenía Susan era de una rana descansando en una hoja. 

Inserté el pendrive en uno de los accesos, e inmediatamente las palmas de las manos comenzaron a sudarme por la anticipación. 

Algo raro estaba ocurriendo, ya no quería revisar lo que había dentro porque en cierta parte temía encontrarme con algo desagradable. Pero mi curiosidad pudo más y di click sobre la única carpeta de archivos que tenía la memoria. 

Había alrededor de otros diez archivos dentro, y uno, el primero, era un video. 

Opté por verlo, y comenzó a reproducirse en pantalla completa. 

La cámara mostraba el dormitorio de Jenny, más específicamente su cama con sábanas grises. 

En los primeros cinco segundos no ocurría nada, hasta que finalmente Jenny apareció en escena: ella estaba riendo histéricamente, y salió corriendo hasta la cama, saltando sobre el colchón e invitando a alguien para que le hiciera compañía. 

Entonces Peter se acercó hacia ella y la tomó de la cintura para bajarla y soltarla en el suelo. 

Él le dio un enorme y duradero beso antes de que comenzara a quitarle la camiseta; claramente podía escuchar los gemidos de placer de Jenny cuando Peter le besaba la clavícula y seguía un camino de besos por sus senos. 

Me sentí enferma del estómago repentinamente. 

Quería parar de ver porque sabía lo que seguiría después y no era algo que querría presenciar; pero mi morbosa curiosidad me mantenía firme y con los ojos abiertos. 

Jenny logró quitar la camisa de Peter sin ningún problema, y comenzó a lamer los tatuajes de su hombro. Los sonidos se volvían cada vez más fuertes y tuve que bajar una barra completa del volumen. 

Vi la forma tan salvaje en la que Peter quitaba el sostén de mi prima y cómo… su boca llenaba cada trozo de piel que tenía al alcance.

Tal vez era un video de cuando ellos andaban juntos, pero dolía como nadie tenía idea.

Finalmente ambos quedaron desnudos y la siguiente cosa que quedó por hacer fue meterse en la cama. 

Peter bajó con cuidado a Jenny y tomó posición entre sus piernas, y antes de dejar que el video avanzara, llevándose lo poco de aire que quedaba en mí, puse pausa en el momento justo cuando la cámara captaba la espalda de Peter, en dónde en uno de sus tatuajes (el que estaba en su espalda baja) se leía claramente: Jenny.

Mega Maraton 
9/15

5 comentarios :

  1. NOOOOOOOOOOOOOOOOO SABIA QUE EL Estupidoo de franco iva hacer esooo!! Putooo franco puta jenny ¬¬ Uy Dios pobre lali , No me imagina que debe haber en las otras carpetas

    Sube mas

    Att: Andrea A.

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  2. La puta madre q lo pario
    Franco hijo d puta
    Odio a todo el mundo, lali tonta xq carajos vio ese memoria ya sabe lo q hizo con su prima q mas quiere! Q se decida y lo elija o q lo deje!

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    1. JAJAJAJAJAJA vsyasabs_laliter Mori cuando vi tu comentrario eserio me rei mucho.. Pero tienes razon Yo tambien estoy en las misma TENGO GANAS DE MATAR A FRANCO ¬¬

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  3. Nooooo los odio a franco y jeny -.-

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  4. Se te extrañaba por el blog!
    Me gusta mucho esta novela, es una de las que siempre leo!
    Espero el próximo capitulo y que no desaparescas tanto!
    Flor..

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